30 ago 2018

DE UN FELIZ TRANSGRESOR KASI 45 AÑOS KON BENIDORM




Hoy me he pasado por el Espai d’Art del Ayuntamiento de Benidorm. Se exhibe la “K45K BND”; Kasi 45 Kon Benidorm del genial Ale Guijarro que llegó al Ayuntamiento para dibujar planos en 1974 y ha dibujado y creado la imagen de Benidorm a lo largo de casi -y de ahí viene la primera K- 45 años.

En noviembre de 2013 le dediqué un post a este “antisistema constructivo” del que me honro con su amistad.

Ayer, sin más, me brindó un paseo expositivo -y explicativo- mostrándome cada panel de los 45 años de actividad ininterrumpida en todo detalle y con el plus de las jugosas anécdotas que, como pueden sospechar, son muchas. Algunas las vivimos juntos.

Y vi pasar ante mí la película de su vida profesional: desde su primer trabajo de delineación sobre un vial en el barranco de l’Aigüera (20 junio de 1974) hasta la versatilidad de “nuestroraoret[1] en las ultimísimas ideas de promoción que maneja.

Ver pasar cosas, lo que se dice ver pasar, lo hemos visto Ale y yo a menudo. Cada FITUR viajábamos a Madrid (y volvíamos) desde los taburetes inamovibles de vagón cafetería del tren más propenso a la conversación divina -y a la prosaica- que el asiento, por muy de primera que fuera. Y veíamos pasar los campos de La Mancha, alguna vez con nieve, mientras desgranábamos las cuestiones y los puntos de vista -en ocasiones tan antagónicos- sobre Benidorm y lo que pasaba en Benidorm. Y en Benidorm no hemos dejado de hacerlo tras el cristal de una botella de cerveza, o cualquier otra combinación de sabor, aunque últimamente lo hagamos a trote ligero. Las cosas pasan y, resulta que, o se es testigo de su paso, o protagonista. A Ale le gusta esto último: el protagonismo. Dejar huella.

Y la verdad es que Ale siempre ha protagonizado el momento que fuera. En 1975 ya perpetraba el primer esbozo de rotonda cuando -creo- ese palabro ni se imaginaba. Soy enemigo de las mismas, pero no por ello dejo de elogiar la belleza de la plasmación por Ale de una solución vial sin precedentes en lo que era el cruce de la Nac-332 con la carretera de Pego y la Avda. Tomás Ortuño.

Por diseñar que no quede; podría ser el lema de una vida profesional entregada a las cosas de Benidorm. Desde una trapa de alcantarilla a un kiosko de la ONCE, con jugosa anécdota ante la cúpula de la organización: “Yo les diseño uno mejor”. Y así fue.

Su dinamismo le lleva a evolucionar. Ya en 1976 el trazo se vuelve más artístico y entra a formar parte de aquel Gabinete donde el rotring arrinconó al tiralíneas, pero donde el lápiz siempre ha sido -y es- protagonista… aunque la irrupción -más que la llegada- de la Informática propició que terminara siendo un Departamento específico en la estructura Municipal.

Aún así, al principio, Ale no abandona el trazado rectilíneo, aunque comienzan los volúmenes a tomar cuerpo y principia a postularse el diseño del urbanismo en Benidorm dando cabida tanto al paisajismo como al ornato. Se diseñan hitos y se entroniza (en 1980) el modelo de barandilla que hizo el Santonja en 1928. Y más, mucho más; porque en 45 años todo ha pasado por sus manos.

Y Ale empieza a dejar volar la imaginación en calles y elementos de la escena urbana. Y en los stands de FITUR de aquel Benidorm Joven que quiere ser innovador y vanguardista: la pajarita de papel que encierra el Programa del Verano, las columnas de un colegio que son lápices o las papeleras que te invitan a sumarte al momento que vive Benidorm.

Y la cartelería, y su etapa de viñetista en La Verdad, y su buzón rompedor que impele a sugerir; y su silla y sus logos; y sus kioskos para la playa y sus campañas para todo. Siempre hay una idea de Ale Guijarro que se suma en apoyo de una iniciativa municipal.

Y sus eslóganes. “Para que no pierdas los papeles, mételos aquí”; “Tú eliges, está en tus manos”; la transgresora “mierda-perro-calle-multa” contra las cacas de peroo; “No te fumes la vida” en la antitabaco; “Feliz invierno… sin gripe” en la antigripal… o aquél caracol con casco, con aires de velocidad, de una campaña a favor del preceptivo artilugio en los ciclomotores….

¿Quién no recuerda las ilustraciones de “Conocer Benidorm”? Aquella iniciativa para la EGB debería volver como tomar cuerpo y vida todas aquellas ideas que hoy sólo son maquetas pero que hubieran aportado grandiosidad y un puntito de soberbia a la imagen de Benidorm.


Mira que nos reímos ayer, amigo Ale, con los chismes a la sombra de los diseños para FITUR. La cantidad de anécdotas que guardan los paraguas, las colchonetas o las maniquíes que han dado tantos premios y galardones a Benidorm y a la Comunitat Valenciana en esos certámenes de turismo… y algún dolor de cabeza a ti. Pero a ti, eso, te la bufa.

Creador de marcas y fabulador de ilusiones, Ale es inobservante de la norma y forjador de la aventura; a su manera y contra todos. No ha dudado nunca en hacer valer su opinión contra todo -y todos- porque las ideas que bullen en su cabeza se hacen realidad contra viento y marea, o no. Pero queda el diseño de lo perpetuo y la arquitectura de lo efímero que le ha llevado a innovar en todo para colocar el nombre de Benidorm, la marca Benidorm, por encima de todo.

¿Qué no ha diseñado Ale? Hasta su firma.

Sigue obsesionado con Benidorm y con todo lo que aún queda por hacer… y la mecha que le queda tras Kasi-45-Kon-Benidorm.

    





[1] Pez loro, Raor, Pejepeine… xyrichthys novacula

25 ago 2018

DE 1981: A VUELTAS CON EL MUNICIPIO TURÍSTICO




En el tema del Municipio Turístico siempre he pasado de largo el año 1981 y ya es hora de retomarlo.

Tal vez sea, me justifico, porque ese año -1981- el protagonismo reivindicativo no correspondió a Benidorm, sino a Sitges.

El alcalde de Sitges, Jordi Serra i Villalbí, y el secretario municipal, Francisco Lliset Borrell, tomaron el testigo de las reivindicaciones de Pedro Zaragoza y de Juan Antonio Baldoví, y desde FITUR (albores de 1981) que estuvieron con la matraca del tema… para llegar al mismo sitio: a nada. Y tener que dejarlo en manos de las Comunidades Autónomas.

Hay que reconocerle a Francisco Lliset Borrell -que llegó a Secretario general técnico de la consellería de Governació de la Generalitat de Cataluña- que por aquellas latitudes consiguió un efímero impulso. Aunque, al final, todos igual.

Lliset Borrell ya había trabajado el tema en 1970 y propuso en diferentes foros de Administración local franquista la “necesidad de un régimen especial para los municipios turísticos”, muy en consonancia con las propuestas de Pedro Zaragoza. Y a los dos les hicieron el mismo caso. Pero Lliset se llevó sus fundamentos allá por donde fue; y a su paso por la Universidad lo puso en el debate académico, lo que propició abundante bibliografía al respecto.

Volviendo al 81, el tándem Serra Villalbí-Lliset Borrell, tras la cita congresual de FITUR, decidió ir a más y buscó sumar fuerzas para la causa con Benidorm.

La vinculación Sitges-Benidorm / Benidorm-Sitges se puede decir que había funcionado bien. En los años 50 se consiguió la paz en Colombia con el Pacto de Benidorm y el Acuerdo de Sitges.

El caso es que en agosto de 1981 se llegaba hasta la mismísima playa de Levante el alcalde Serra y le planteaba al alcalde Such retomar la vieja reivindicación. Eso sí, “quitándole todo tipo de apariencia política … y planteándola en sus justos términos: como un problema real y técnico de determinados municipios”, publicaban Información y Canfali.

Insistía Serra, entre las afirmaciones de Such, en que “los Ayuntamientos turísticos tienen necesidades específicas” y a los representantes de los Medios que se dieron cita atraídos por su visita les puso, el alcalde de Sitges, este ejemplo: “¿En qué cabeza cabe que un municipio de 30.000 habitantes necesite 100 agentes de policía?”, que era el caso del Benidorm de 1981 (el de la población). Y se respondía: “Sólo en las de aquellos que saben que el Turismo desborda las necesidades de servicio”. E iba a más: “A estos Ayuntamientos, considerados turísticos, hay que apoyarlos para que puedan dar ese y otros muchos servicios sobredimensionados para la población de derecho, porque la de hecho los precisa”.
Benidorm, 1931... 50 años antes de lo que se narra en este post.
Y, acto seguido, invitaba públicamente a Benidorm a participar en la Reunión de Representantes de los Municipios Turísticos de España que organizaba su Ayuntamiento, con la Diputación de Barcelona, en otoño. Y Such se comprometió a acudir con el ingeniero, García Antón (infraestructuras), el Oficial mayor, Mora Guirao (servicios) y el primer teniente de alcalde, Armell (financiación). El propio alcalde Such defendería las necesidades de policía y ordenación urbanística. Y en octubre de 1981 se dieron cita en Sitges, junto a la anfitriona, las delegaciones de Benidorm, San Bartolomé de Tirajana, Capdepera, Marbella y Zarautz.

Concluyeron que “Municipio Turístico es aquel que alberga dentro de su territorio, estacionalmente o todo el año (todos jugaban a vencer la estacionalidad), un número de personas foráneas que alcanzan normalmente niveles de población superiores a los habitantes censados”. Y poco más, porque de exponer, a golpe de pataleta, sus realidades, milagros y reivindicaciones no pasaron.

Recurrieron a la Declaración de Manila (10.10.1980) y a toda la filosofía que emana del Real Decreto 1077/1977, de 28 de marzo, que ya declaraba “territorios de preferente uso turístico” como logro (¿?) inicial. Incluso sacaron a pasear la Ley 197/1963, de 28 de diciembre sobre Centros y Zonas de Interés Turístico Nacional y el Decreto 2482/1974, de 9 de agosto, sobre Medidas de Ordenación de la Oferta Turística; y a la Orden de 13 de junio de 1980 sobre Declaración de Territorios de Preferente Uso Turístico… dando siempre vueltas en torno a lo mismo: los municipios turísticos tienen necesidades distintas y hay que cubrirlas desde fuera porque ellos solos no pueden. Y no había forma de salir del círculo. Y no era por falta de argumentos, pero los munícipes interesados y las administraciones de turno filosofaban sobre la flexibilidad de la normativa a aplicar para que permitiera un desarrollo ágil de los municipios turísticos mientras intentaban soslayar que eso exigía cada vez más dinero para “no sólo captar, sino retener, a los turistas”.

Y es que aquella España, a la que desde determinados ayuntamientos se pedía más y más dinero, estaba atravesando un escenario económico de lo más incómodo. Sí, en 1974 éramos la décima potencia industrial a nivel mundial (y de verdad de la buena), pero sin capacidades energéticas y de materias primas; cosas de la Autarquía y que lo fuimos dejando y los fuimos dejando... Y…

Y aunque la balanza comercial gozaba de superávit, las sucesivas crisis del petróleo, cuyos efectos nos llegaron con retraso, nos dejaron fuera de juego. Y en 1981 habían comenzado los recortes en naval y siderurgia, que llegaron a todos los demás sectores en cuanto se anunció que para la verdadera incorporación a la CEE (hoy, UE) el 1º de enero de 1986 teníamos que deshacernos del lastre de la industria pesada obsoleta y reconvertirnos… Y nos reconvertimos. No veas cómo somos los españoles cuando nos comprometemos a algo. Lo hacemos, aunque nos cueste el comer… con lo que los fondos para el Municipio Turístico se olvidaron.

Y para la guinda del pastel, en 1981 estábamos en un España volcada en huelgas reivindicativas de todo percal y el turismo -por lo que fuera- vivió un bajonazo que hizo tambalear el sistema. “No, es que las huelgas los espantan”, dijeron unos que estudiaban la cosa. Y otros que estudiaban lo mismo les replicaron: “No, no es por eso; que en Europa, en huelgas, están al día”. Alguno acertó: “es que subimos los precios sin parar y la calidad deja mucho que desear” que decimos ahora a luz de los estudios y el repaso de los acontecimientos. Sea como fuere, en 1981 los ingleses, los franceses y los alemanes nos dieron un toque de atención y no vinieron… con lo que tocó reconvertir, también, la industria turística.

Y los municipios turísticos seguían necesitando financiación y el tiempo pasaba.

Con la Constitución en una mano y los Estatutos de Autonomía en la otra… ya no nos quedaban manos para pedir.

Sucedió que las competencias en materia de Turismo pasaron a las Comunidades Autónomas y el tema del Municipio Turístico viajó de Madrid a cada una de las capitales autonómicas para volver a perderse en diatribas porque, en realidad, ninguno de estos nuevos centros de poder centralistas de extrarradio quisieron implantar regímenes municipales especiales que atribuyeran competencias superiores ni procuraron una financiación suficiente que hiciera a ese municipio (turístico, por más señas) no tener que estar dependiendo casi en todo del poder autonómico.

Y más si no eran -son- del mismo color.

Y ahora, tampoco.








20 ago 2018

DE OTRA PETICIÓN MÁS DE MUNICIPIO TURÍSTICO… EN BENIDORM Y EN 1980




En abril de 2013 contaba yo que llevábamos 50 años dando la vara con lo del Municipio Turístico, que se promovió desde Benidorm allá por 1963, y estábamos como entonces.

Sigo trabajando el tema, buscando referencias, y he dado con las Actas de un nuevo seminario, al que no me referí entonces porque me faltaba la constancia de su celebración, que trató -nuevamente en Benidorm- el tema en mayo de 1980 (entre los días 26 y 29) siendo aliados de esta nueva iniciativa un par de representantes -así se les cita, sin nombres- de los ayuntamientos de Capdepera (Mallorca) y de Lloret de Mar (Gerona). Todos los demás, de Benidorm, aparecen con nombres y apellidos.

Los ponentes, leo: José Ignacio de Arrillaga, José Miguel Iribas, Mario Gaviria, José Luis González-Belenguer, José Mario Corella y Javier Mexía. Relator destacado del mismo, Miguel Alberto Martínez Monge.

La nueva reivindicación del Municipio Turístico surgió ante la “preocupante disminución del turismo en España” que exigía “replantear la política de promoción” y como aquella España de 1980 parece que no estaba por la labor de destinar más pesetas al tema se planteó la necesidad de que “los municipios eminentemente turísticos acometieran tales campañas para lo que las Administraciones (central y autonómica) proveyeran los fondos necesarios para esa promoción y para el mantenimiento de la estructura turística que a la postre ayudaría al conjunto general del país”. La idea era peregrina, pero sirvió para desarrollar el seminario.

Durante el mismo Arrillaga insistía en que “el turismo es un fenómeno social y una tarea colectiva”, se pedía la “colaboración público-privada” y la participación de “técnicos en la materia”, aconsejando crear “servicios específicos de estudios de turismo”.

José Miguel Iribas y Mario Gaviria, al alimón, en su ponencia “Sociología del Municipio Turístico” daban por sentada la “existencia de unos municipios turísticos” muy concretos en España y que “la estacionalidad era el mayor problema”, por lo que urgían la llegada de fondos a determinados municipios de la geografía española que “debían mantener los atractivos turísticos en temporada baja, lo que implicaba la limpieza de calles, el cuidado de zonas verdes, la iluminación de viales y otras dedicaciones que exceden el presupuesto habitual”. Además, animaban a “crear nuevas opciones de ocio, deporte y cultura”, “mejorar la promoción” y “planificar políticas laborales encaminadas a minorar la estacionalidad del sector turístico”.

Este último punto era genial en el tratamiento de los años 80. Las vacaciones no sólo debían ser en verano; había que buscar alternativas en otros momentos del año y los empleos debían permitir acceder a ellas.


En el listado de peticiones al gobierno de la nación estaban “las ayudas crediticias y desgravaciones fiscales a las empresas que permanezcan abiertas todo el año en los destinos turísticos”, así como “una política energética favorable al sector turístico”. Y, por supuesto, que “se reconozca la tremenda incidencia del sector turístico sobre los demás sectores económicos y que, en consecuencia, se acometan las acciones oportunas para conseguir revertir la estacionalidad”.

Como el Anteproyecto de la Ley del Turismo se estaba tramitando por aquellos días, pedían que fueran tenidas en cuenta sus propuestas sobre el Municipio Turístico y su financiación.

A este respecto piden tácitamente esta cuestión bajo una propuesta concreta que señala “que aceptando como un hecho incuestionable la existencia de municipios turísticos o eminentemente turísticos, se insta ante organismo competentes la inmediata puesta en marcha de los trabajos sociológicos pertinentes, con la participación de todos los sectores implicados, a fin de delimitar el grado turístico de cada uno de ellos y que en base a esos estudios y realidades se confeccione una ley que contemple la integración de esos municipios y se les surta de los elementos y medios necesarios para solucionar la problemática municipal que el turismo genera”.

Para ir agilizando las necesidades infraestructurales, se planteó en el seminario benidormense que el MOPU subvencionase gran parte de las obras necesarias y proporcionara créditos a largo plazo y mínimo interés que, al finalizar las mismas, con unas tarifas adecuadas, los ayuntamientos pudieran amortizar las inversiones realizadas y mantener el servicio. Se trataba de obras de suministro de agua, depuración, residuos, reciclaje, etc.

Con el arquitecto González-Belenguer, Iribas y Gaviria piden que los municipios turísticos sean vanguardistas y valientes: “que recuperen espacios urbanos y reduzcan el tráfico rodado dando protagonismo al peatón y mejorando la cuestión medioambiental”. Y fueron transgresores:  apostaron por que “los municipios turísticos ejerzan en toda su amplitud las competencias urbanísticas en todo el término municipal”, que “reclamen competencias en la zona marítimo-terrestre”, que “se derogue al Ley de Costas, la Ley de Agua y la de Zonas de Interés Turístico y sus reglamentos”. Y, ya puestos, “que se derogue el Decreto sobre condiciones mínimas de infraestructura de alojamientos turísticos”.

La bomba final que se pidió en aquellas jornadas reivindicativas del Municipio Turístico en Benidorm fue la de “solicitar la inmediata tipificación de la figura del delito urbanístico en el Código Penal” y la “coordinación de las Administraciones en cuanto a planes comarcales y provinciales” porque terminan afectando al auténtico municipio turístico. Todos pueden optar al turismo, pero eminentemente turísticos habría (hay) muy pocos.

Ante el ordenamiento jurídico, las juristas de Corella y Mexía proponían que la legislación de Régimen Local debiera atender a estos municipios con un tratamiento legislativo propio y regulado, atendiendo a la descompensación estacional de la prestación de servicios, el sobredimensionamiento de sus redes y las dificultades de gestión de los servicios, para lo que “deberán desarrollar una carta orgánica económica que recoja sus peculiaridades acomodando la gestión de los servicios y la participación municipal en la gestión de los impuestos indirectos teniendo en cuenta las mayores necesidades de estos municipios”.

Fueron valientes, muy valientes. Y aquellas Actas viajaron a Madrid… y estuvieron en la comisión del Anteproyecto de la Ley del Turismo… pero en Madrid se quedaron… y las competencias de Turismo volaron a las Comunidades Autónomas…










19 ago 2018

DE CUANDO BENIDORM DECIDIÓ VENCER LA ESTACIONALIDAD… A GOLPE DE ORDENANZA




Aquél 18 de enero de 1964 en la ciudad de Nueva York se anunciaba que comenzaba la planificación para construir las Torres Gemelas del World Trade Center. El 26 de marzo de 1965 comenzarían las obras que, a su finalización, 1974, dejaban aquellas dos edificaciones como las más altas del mundo en aquella fecha.

Pero en Benidorm, aquél 18 de enero no se hablaba de otra cosa que de la Ordenanza de Policía del día anterior sobre, ¡atención!, el cierre temporal de establecimientos en el que, literalmente, se prohibía cerrar los de uso turístico. Deberían permanecer abiertos alojamientos, comercios y bares tras el final del verano.

Literal: “Se prohíbe el cierre temporal de los establecimientos industriales y comerciales a fin de evitar que durante la época invernal permanezcan cerrados al público la mayor parte de los establecimientos de hostelería y comercio en general, imposibilitando con ello el que exista un turismo permanente a lo largo del año que, en definitiva, elevaría la importancia de la población y sería en beneficio general”.

Una vez más, las cosas de Pedro, don Pedro, esgrimiendo el bien general y obstinación hacia la ciudad turística.

Era esta Ordenanza de Policía la respuesta de aquel ayuntamiento que presidiera Pedro Zaragoza a la tradicional reacción empresarial que se producía una vez que finalizaba el veraneo -y comenzaba el curso académico- en una España que entendía el turismo como lo que hacía los extranjeros, porque lo suyo -lo nuestro, lo patrio- era el veraneo: pasar las vacaciones de verano en un sitio diferente al de residencia; por lo general, en sitios de playa.

La Ley de Régimen Local vigente entonces, en sus artículos 108 y 109, concedía a los ayuntamientos competencias claras para aprobar ordenanzas y reglamentos. Y amparándose en el 101, más específico en la materia, se efectuó tal prohibición.

El Benidorm administrativo se negaba a “cerrar” tras el final del verano; la realidad fue más tozuda y demostró que no había suficiente número de turistas para mantener abierta la infraestructura hotelera, principalmente, de la ciudad. Pero por intentarlo, manu militari, que no quede.

Fue el primer intento, por las bravas, de vencer la estacionalidad, cosa que Benidorm consiguió, sin decreto, algunos años después.

La estacionalidad es el gran desafío del sector turístico. Aún hoy nos encontramos que es la gran turbación de los destinos turísticos y nadie ceja en presentar propuestas que puedan llevarse a cabo para evitar aquello que en 1964 Benidorm planteaba por Ordenanza.

La foto que ilustra cómo estaba la playa aquel verano hace presagiar la terrible soledad que se viviría una vez pasara el boom de las vacaciones. Vale que algunos extranjeros ya estaban asentados en la villa, pero el fuerte de Benidorm era el número de alojamientos: los sesenta y seis (66) establecimientos hoteleros de todo tipo (desde hoteles de lujo a pensiones de tercera) que sus huéspedes alojados habían revolucionado las costumbres y fidelizado a la clientela

1964 era en España un año redondo y, a falta de tele, resulta que conseguimos el pico de nacimientos[1] (más de seiscientos noventa y siete mil). Celebrábamos los “25 Años de Paz” y en la final de la Eurocopa (Copa de las Naciones de Europa) le ganamos a la URSS… ¡¡Victoria del Régimen sobre el comunismo!!

Aquella España de 1964 estaba exultante; aunque de todo habría.

Desde la llegada de los tecnócratas a los gobiernos franquistas, la renta de los españoles subía y subía: el nacimiento de la clase media española era una realidad gracias a que se dieron todos las condicionantes para que se produjera la aceleración del crecimiento y del cambio estructural en España; a que se llevara a efecto una rápida convergencia de los sectores productivos y con ello, una mejora de la productividad; a que se lograra un fuerte impulso de la industria -aunque costó la crisis de la “agricultura tradicional”- y la mayor expansión del sector servicios. Todo esto fue fruto de un cambio en la política económica que fructificó generando empleo (trabajo) estable.

Trabajo estable e ingresos suficientes fueron determinantes para que cualquier españolito mediano pudiera por él solo mantener una familia. Y como la cosa fue a más, los españoles se emperraron en comprarse una vivienda y lanzarse a por los lujos del momento: por primera vez disfrutar de un automóvil y un alojamiento turístico durante sus vacaciones: primero al hotel y luego el apartamento. Los huéspedes alojados en hoteles habían revolucionado las costumbres y terminaron fidelizados como clientela llegando a comprar el apartamento de esta Arcadia feliz que sigue siendo Benidorm. Pero sólo durante las vacaciones, que eran durante el verano o la Semana Santa, porque la Navidad era en familia.

La Semana Santa sólo era una semana a lo sumo, en Primavera. Servía de presagio (algunos lo llaman test) al verano; auguraba lo que iba a venir y abría (aperturaba, que dicen los expertos de ahora) los alojamientos turísticos de los sitios de playa. El verano era más largo. Sobre todo, si el cabeza de familia optaba por la fórmula “del Rodríguez” y dejaba a la familia en la playa, a donde acudía en fin de semana, pues pasaba la semana trabajando en… donde fuera.

Y pasado del verano, ¿qué hacemos con los sitios de playa?; ¿Cómo mantenemos la actividad turística en los destinos como Benidorm?

Pues aquí, en Benidorm, la solución vino a través de la Ordenanza de Policía… aunque pronto se olvidó. Aún faltaba demanda para los meses ‘fuera de temporada’. Pero como casi todo en turismo, “se inventó” por aquí. Por el Mediterráneo.

Es que esto del veraneo parece que fue un invento de los faraones de Egipto quienes tras celebrar el ritual del Sol (21 de junio) se mudaban al Alto Egipto para pasar los tres meses de calor de rigor de forma más sosegada entregados al ocio de la caza. Y con ellos, la corte.

Sabiendo de este proceder ocioso egipcio, los patricios romanos -que inventaron el tiempo libre- ya se dedicaron a hacerlo más efectivo durante la estación en la que los esclavos estaban más ocupados con las recolecciones de cosechas y ellos se entregaban más plácidamente a la molicie en lo que eran sus ciudades de vacaciones, porque Roma -que apestaba en invierno- se hacía insostenible en verano.

Y si el emperador se iba a Anzio en verano, ellos no iban a ser menos y se inventaron otros Anzios. De algunos ya hemos contado en este Blog. Hoy lo hemos hecho de Benidorm.











[1] En 1964 nacieron en España 697.697 niños de los cuales 358.304, el 51.35%, fueron varones y 339.393, el 48.64%, mujeres. En 1964 nacieron 26.177 niños más que en 1963, es decir un 3.89% de nacimientos más que el año anterior. La tasa de natalidad en España (número de nacimientos por cada mil habitantes en un año) fue en 1964 del 22‰, y el índice de Fecundidad (número medio de hijos por mujer) de 3,01. Esta cifra aseguró que la pirámide población de España se mantuviera estable muchos años. La fecundidad de reemplazo, el reemplazo generacional se consigue siempre y cuando cada mujer tenga al menos 2,1 hijos de media. En 1903 tuvimos un irrepetible pico de natalidad de 699.396 natalicios, aunque la mortalidad fue altísima.

12 ago 2018

DE CUANDO FALTAN A LA VERDAD PORQUE NO LES GUSTA EL MODELO




A estos chicos de la secta llevo años leyéndoles sus informes; al menos desde 2001. Les pierden las formas. Sueñan con su utópica Barataria y amparados en que hay barbaridades que han obviado la planificación y soslayado el impacto consideran que todo el monte es orégano y que todos somos iguales. Y eso no. La noticia se las trae.
Hay que ser retorcido para generalizar de esa manera. Se puede estar de acuerdo o no con el modelo turístico, criticarlo con mayor o menos vehemencia, denostarlo sin piedad -y eso que el modelo se aclama y denigra a voluntad-, pero no tergiversar la información a favor de una propuesta cuyo hedor, año a año, es más que insoportable. Y si bien en determinados casos no les falta razón, su envilecida forma de actuar, generalizado y faltando a la verdad, les desacredita.

Han cambiado: antes, sin vergüenza, llamaban a su dictamen “Destrucción a toda costa” y ahora, con cinismo, lo llaman “A toda costa”. Obvian la destrucción porque la considera connatural con el proceso.

Cualquiera medianamente despierto se da cuenta de la milonga que cuentan, pero es consecuencia de esa fe engañosa que profesan como miembros de la secta. Se han quedado con la cita que extraen de Estrabón (s. I): “en tiempos de los romanos una ardilla podía ir de punta a punta de la península sin bajarse de los árboles”. Lo que escribió Estrabón es que la península era “una gran extensión de montañas y bosques” (¿?), mientras que Plinio El Viejo (s. I también) escribía que “los montes de las Hispanias, áridos y estériles y en los que ninguna otra cosa crece, no tienen más remedio que ser fértiles en oro”. Así que, lo extrajeron de Las Médulas (León) y nos dejaron un paisaje que ahora es Patrimonio de la Humanidad. ¿Impacto favorable?

En todo caso -y suponiendo que toda vieja piel de toro fuera un bosque (que no lo era)- las ganas de comer llevaron a roturar tierras a costa del ‘bosque’ y a construir y a calentarse a costa del presunto ‘bosque’, y a construir Armadas invencibles y todos los andamios posibles. Hasta ahí podíamos llegar.

Resulta que a estas alturas del siglo XX, la famosa -y milenaria- ardilla lo tendría ahora -2018- más fácil que, por ejemplo, en 1900. Y no te digo dos milenios atrás. Utilizando los datos de impacto del siglo XX y principios del XXI sobre los bosques, los campos de cultivo y los asentamientos urbanos, Richard Fuchs (Universidad de Waningen, Holanda) y su equipo han llegado a la conclusión general de que la superficie urbana se mantiene estable tanto en España como en Europa; que las huertas disminuyen y los bosques se van extendiendo a lo largo y ancho del continente. Vale, desplazamos los emplazamientos, pero es lo mismo.
Ah, y sin olvidar a la ardillita del cuento resulta que gracias a ella (Proyecto Ardilla se llama) se han conseguido plantar, sólo en España y en treinta años, 47 millones de árboles; más de uno por habitante. Pero para la secta no entra en juego la realidad de la vegetación potencial española, de los suelos y del clima. Por cierto, la vegetación es dinámica y se regenera hacia su óptimo estable y si el hombre cediera total o parcialmente en su acción, ésta volvería a su estado primitivo. No otra.

Lo grave de estos chicos es el decir, sin pudor, que el 28’5% de la franja costera alicantina no produce ya ningún bien ni servicio ambiental… como no la ha hecho nunca, sólo que ahora y gracias a que en el primer tercio del XIX nos dio por atacar Berbería hemos posibilitado que vivir en la costa sea posible y no peligroso. Y aprovecharla turísticamente; construyendo, sí. Para todos.

Decir que “la fuerte ocupación de la franja costera con urbanizaciones acabó con cerca de seis mil hectáreas de zonas verdes, lo que influye directamente en la disminución de las lluvias” es no conocer absolutamente nada del territorio en que centra su análisis, saber poco de climatología y faltar a la verdad contumazmente. El modelo no es la panacea universal y es criticable en muchos puntos; pero se pasan mintiendo.

Recordémosles también a los de la secta que la agricultura depende del agua y con la indigencia hídrica peninsular desde los tiempos de Roma, que el paso omeyas y similares mejoró, por aquí se daba la trilogía mediterránea y, en detalle, los tradicionales leñosos de secano (olivo, almendro, algarrobo) alguno en las riberas de las acequias (moreras, hasta que se acabó el invento de la seda) y el matorral domesticado (como la vid), las gramíneas de turno y lo que aclimatamos de América.

Se les puede llegar a aceptar que “las playas de la provincia tienen más del 80% de su línea interior urbanizadas debido la intensa transformación de la costa con la construcción residencial-turística”. ¿Y qué? Expliquen de qué tipo de terrenos se trata. Hay algunos, muy concretos, que deberían haber sido protegidos. Claro, es que los demás no hicieron como Benidorm en 1956 que protegió más de la mitad de su territorio.

Luego abochornan con que “la reducción de la superficie destinada a la producción de alimentos disminuye”. Solamente hay que echar un vistazo a las producciones agrarias de la provincia a lo largo del siglo XX (por no llorar) para desmontar la cuestión. Luego hablan de un “autoabastecimiento” que no ha sobrevivido -gracias a Dios- “debido a la pérdida de cultivos y pastizales”. ¿Autoabastecimiento? ¿Se refieren a la época donde se quitaban el hambre a hostias? El papel lo soporta todo y estos han perdido el norte.

Y entran en liza las sandeces de “pérdida de biodiversidad local”, “deterioro de los hábitats naturales” y hasta de que “aumenta el riesgo de erosión debido a la expansión de suelo desprovisto de la protección de la vegetación, lo que también contribuye a la reducción de la capacidad para generar lluvias”. En cuanto dejas de actuar sobre la tierra, ésta recupera su vegetación clímax: matorral resistente a la sequía. Y hasta habla de los ríos olvidando que por aquí son ríos-rambla de carácter espasmódico. Y no te cuento lo de los marjales y que hubo que luchar contra el paludismo.

Pues no que dicen que “la principal pérdida forestal se localiza en las inmediaciones de Benidorm”. ¡Coño, claro! Deben referirse a cuando otro iluminado -este, local- quitó los viejos árboles de Jaime I y los trasplantó, cercenando su sistema radicular, en un erial de escombros en una esquina del Salt de l’Aigua hasta que murieron.  Benidorm protegió su territorio con el Plan del 56.

Le ha faltado sacar a relucir que ya no quedan pastores en Benidorm. El ganado de pastura es el mejor bombero forestal y desde que se jubiló el último pastor (se jubiló él, o lo jubilaron los tiempos y tanto El País como yo le dedicamos sendos artículos) me temo lo pedor con las inmediaciones del núcleo poblado de Benidorm.

¡En qué hora se le ocurrió a Manuel Lorenzo Pardo poner en marcha las repoblaciones forestales de las cuencas hidrográficas! Estos se han creído que esto era un tapate de mesa de billar. Era la década de los años 30 del siglo XX. Tras la GCE siguieron repoblando, los muy ladinos, con pinos de esos que arden con nada; en cuanto no los cuidas un poco. Se olvidaron de otras especies que, aunque tardarían mucho más tiempo en cubrir su función, hubieran sido más interesantes y en consonancia con el territorio. Pero plantaron las pinadas que ahora vemos (y arden) y eso es lo que tenemos… mientras los sectarios de Greenpeace no digan lo contrario. Claro.


DE DOS DE BENIDORM QUE HAN VUELTO A SONREIR, ON THE ROAD AGAIN




Cuando abrí el mensaje vi que era una foto de una pareja de Benidorm en bicicleta, sonrientes, Me alegré. ¡On the road again! Y me vino a la cabeza la canción de Willie Nelson, para celebrar que Ana y Alberto están en la ruta de nuevo.


Gracias a Txuny he recuperado la noticia y la imagen de enero pasado cuando se hicieron a la carretera. He sabido de sus andanzas y tengo al par de nómadas en mis pensamientos. Hay que echarles una mano para terminar la aventura.

Ana y Alberto son nómadas en la ruta Benidorm-Beijing. Y han vuelto a sonreír.

¡¡Nómadas!!; un par de nómadas de Benidorm.

Casi al final del periodo a.C., las gentes de Numidia (un amplio sector norteño de Argelia y Túnez de etnia bereber) iban de aquí para allá sin parar, lo que llamó la atención del Imperio Romano, del que era provincia, porque ellos lo querían tener todo muy controlado y apostaban por la civilización, lo que implicaba sedentarización. Pero los de Numidia eran de culo inquieto e iban siempre arriba y abajo con sus rebaños en pos de mejores pastos. Total, que a los que practicaban aquél proceder errante los romanos les llamaron númidas y nómadas les llamamos nosotros ahora.

Desde el principio de los tiempos el hombre ha vagado por la Naturaleza buscando su horizonte (y su subsistencia). El nomadismo fue una forma vida que se sigue practicando; para algunos, es un modo de vida.

Y buscando su horizonte Ana y Alberto salieron de Benidorm el 21 de enero de 2018 (va para siete meses) con la idea de -siguen la antigua Ruta de la Seda- hacer el trayecto Benidorm-Beijing (otra “Operación B-B”) a base de pedales; en plan nómadas del siglo XXI. Primero en un tándem, de nombre ‘Bucéfalo’ (como el caballo de Alejandro Magno), y ahora en sendas bicicletas; han pasado de pedalear uno detrás de otro a hacerlo uno al lado del otro, cuando las condiciones, como la ocasión para esta foto, lo permiten.
21.01.2018 – Ana y Alberto saliendo de la Plaza de SSMM los Reyes de España, Ayuntamiento de Benidorm, en el tándem “Bucéfalo”. Magnífica foro de David Revenga en INFORMACIÓN
Yo creía superado el nomadismo por el triunfo de la civilización. La sedentarización, me explicaron y comprobé, es el triunfo del raciocinio y la estructura social de la evolución humana. Pero con el ejemplo de Alberto y Ana compruebo que existe un hálito de rebeldía social que impulsa a ello: la experiencia vital. Ellos, con su nomadismo, han descubierto la libertad, la aventura y las sensaciones. Y como Willie en su canción: Goin' places that I've never been; Seein' things that I may never see again.

Ana Pomares y Alberto Antón son los protagonistas de este Post. Ellos y su experiencia vital.

Debe ser que esto del nomadismo engancha, porque no es la primera vez que cierran la puerta de su casa y se despiden de Benidorm en una aventura a pedales. Porque lo suyo es hacerlo sobre el invento del escocés Kirkpatrick Macmillan (1839), porque el invento del barón Karl Drais (1817) no tenía pedales, y lo suyo es pedalear. 


Primero hicieron un Guatemala-Ushuaia, en la punta Sur de Argentina (17.000 kilómetros a lo largo de un año); luego Kuala Lumpur-Jakarta. En 2016 se embarcaron en un proyecto solidario para Médicos sin Fronteras desde Nairobi a Dar es-Salam para recaudar un euro por cada kilómetro. En 2017 le dieron la vuelta a Islandia también con objetivo solidario para conseguir fondos para la investigación contra el cáncer infantil. Y nada más despuntar 2018 se han ido a China como experiencia vital.

Hasta aquí bien. “Queremos no arrepentirnos”, decían a los compañeros de los Medios a punto de salir aquella mañana de enero. Y no, no se han arrepentido. Y mira que se les ha puesto cuesta arriba la cosa: más que el Tourmalet.

La previsión era: ni prisa, ni ruta prefijada, ni etapas a jalonar, ni fechas en calendario. Sólo disfrutar la ruta, conocer paisajes y gentes. Y son gente normal: ella, Ana, es licenciada en Bellas Artes y él, Alberto, ingeniero civil. Y el 21 de enero de 2018, desde la puerta del Ayuntamiento de Benidorm, se pusieron a pedalear siguiendo la estela de la vieja Ruta de la Seda.

El caso es que casi siete meses después ya se han hecho la mitad del trayecto, lo que implica los caminos de España, Francia, Italia, Eslovenia, Croacia, Bulgaria, Turquía e Irán… sin problemas más allá de la climatología, la dureza de los trazados y algunos visados.

Pero esto no iba a ser un camino de rosas. De pronto se ha cruzado en su ruta un país de nombre raro: Turkmenistán. Les conceden un visado de cinco días (y cuatro noches) para cruzarlo. El cuarto día, me contaban los amigos de Benidorm pro Bicicleta, ante la perspectiva de no poder recorrer los 130 km que les quedaban hasta la frontera (y tener que enfrentarse a cualquier cosa por aquellos pagos y la deportación que impediría cumplir el reto) deciden solicitar la ayuda de los camioneros de la ruta y… ‘Bucéfalo’ a la porra por una extraña maniobra de un conductor. Esto es más largo de contar. El ‘Bucéfalo’ de Alejando se quedó, más o menos, donde este moderno ‘Bucéfalo’ de Ana y Alberto. ¿Qué tendrán las inmediaciones del Punjab para los Bucéfalos?

El caso es que al final consiguieron salir de Turkmenistán a tiempo y entrar en Uzbekistán. Y cruzarlo también para llegar a Tayikistán donde en Dusambé han conseguido, de otros nómadas que habían finalizado su periplo, dos bicicletas con las que sustituir al derrotado ‘Bucéfalo’ y continuar la ruta y seguir ejerciendo de nómadas para cubrir esa experiencia vital y dar la pedalada final en alguna plaza de Beijing.

Vuelven a sonreír y de nuevo se ven capaces de culminar su experiencia vital y, de paso, colocar al inicio de la Ruta de la Seda el nombre de Benidorm y los suyos: Ana y Alberto.

Su periplo lo podéis seguir en su blog -www.pardenomadas.com- y el FB - https://www.facebook.com/pardenomadas/-; también, desde el contacto con la Mesa Benidorm pro Bicicleta (probici.benidorm@gmail.com).

Tras el paso turkmenistano (donde les dejaron con lo puesto), les falta absolutamente de todo. Y ahora se está trabajando para la que la intendencia y la logística que desarrollan los amigos de la bicicleta desde Benidorm les haga llegar los repuestos, vestuario y equipo que precisan para los 8.000 kilómetros que les faltan… Cualquier ayudita es buena y desde Benidorm pro Bicicleta se la harán llegar. Es urgente y hay que conseguir que el blog de los nómadas vuelva a estar activo y desde él nos cuenten lo que Willie Nelson “On the road again” plantea: lugares donde nunca he estado y las cosas que nunca volveré a ver.

Yo, y no es por malmeter, les digo que… De Beijing (Pekín para el común de los mortales) nunca partió la ruta de la seda; lo hacía desde Chang’an, la antigua capital imperial, en el mismísimo centro del país… Si llegan a Beijing será un logro más.

Hay que echarles una mano; ellos pedalean y han vuelto a sonreír.