Sí,
hoy, de cañas. Pero no de cerveza; que ya me gustaría, ya. De la caña común,
cañabrava, Arundo donax[1].
Un poquito hasta más allá de on brama la tonyina[2] de que me salgan con que la caña que hoy nos ocupa es una ¡especie invasora! Y lo es, pero es que la tenemos documentada desde el siglo XVI; vamos, un arqueofito[3].
Y ante eso, quiero defender las antiguas limpiezas de cauces y el uso de la caña en multitud de aplicaciones y usos; una actividad preindustrial que ha desaparecido.
Vale que la cañabrava está incluida en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras[4] por su gran capacidad de invasión y alteración de los hábitats que coloniza y que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) considera a la cañabrava como una de las 100 especies de animales o plantas más peligrosas por lo que se refiere a su capacidad de invasión y de alteración de los hábitats que coloniza, pero es que lleva toda la vida con nosotros y tiene su importancia.
Pero es que hubo un tiempo en que se las plantaba para el control de la erosión en riberas; y funcionaron. Se cuidaban los ríos y no se dejaban a su suerte.
Ahora la desaconsejan porque desplaza a la vegetación natural y no le permite después regenerarse, ya que crece mucho más rápido que cualquier especie nativa, y donde se plantan cañas, estas establecen su dominancia y no dejan que prospere ningún otro vegetal.
Pero se ha acabado con los usos de las cañas y nadie quiere saber nada de ellas, con lo que me las dejan en los cauces -porque erradicarlas cuesta un pastizal, dicen[5] y además fracasa el operativo en el río Sot, en Sot de Chera[6]- y cuando el río viene por las bravas las cañabravas se convierten en un auténtico problema.
Yo estoy pez[7] en vegetación de ribera de nuestros ríos y ríos-rambla mediterráneos; pero pregunto a los compañeros y me pasan lecturitas.
En pocos ríos y ríos-rambla del Levante he visto el junco churrero y el sauzgatillo; el alguno, puede que, la adelfa, la enea y el laurel; he leído que los hay con buenos ejemplares de lirio amarillo en alguna ribera y escuchado lo del carrizo, el saúco y la hiedra; y hasta me han hablado de árboles de porte en alguna ribera que nunca he visto en estos cursos terminales que considero absolutamente antropizados y faltos de chopos, tarays, alisos, fresnos, avellanos y toda una cohorte de arbustos y herbáceos donde, en ocasiones, no faltan otras especies invasoras que tanto nos gustan -¡vaya por Dios!- como el sauce llorón (Salyx babilónica, que nos llegó por la Ruta de la Seda), el almez, el nogal, la madreselva o el plátano de sombra. Que esto tenemos que hacérnoslo ver.
Laura Garófano publicaba el día 11 de noviembre en El Español que “En 2021, la arundo donax invadía, según datos de la Conselleria de Medio Ambiente de la Generalitat valenciana, el 56% de la red fluvial valenciana. Unos siete mil kilómetros, según datos facilitados entonces por el gobierno autonómico”. En 2024 será un porcentaje mayor.
Para más inri, la avenida relámpago del 29 de octubre llevaba un 30% de sedimentos y detritos sobre el volumen total de agua[8], lo que provocó un aumento de densidad del 50% -el ‘chocolate’ que dicen- y la hacía más peligrosa. Más denso fue el flujo bajaba por los barrancos, multiplicando su capacidad destructiva: a más densidad, mayo empuje y acción nefasta.
La vegetación cuando está fuertemente enraizada frena la velocidad del agua, pero cuando no está bien cuidada esta vegetación pasa a formar parte del caudal el movimiento y del problema. Entonces, el efecto arrastre por aguas tan rápidas y densas termina convirtiéndolas en lanzas que se enmarañan haciendo ‘efecto presa’ ante determinados obstáculos u ojos de puente y crea un problema añadido de desbordamiento y ola de choque en su rotura: el tsunami (ola de puerto) que describían los supervivientes de aquella fatídica noche.
“Desde el Saler hasta el Mareny es todo un mar de cañas”, escribía el día 9 de noviembre Josep María Felip en esDiario. Nadie cuida los cauces. Cuatro días antes Las Provincias contaba que "el Ayuntamiento de Cullera ha solicitado ayuda al CECOPI para encontrar una solución a las toneladas de cañas, lodo, residuos y restos vegetales y orgánicos que han sido arrastrados por los efectos de la DANA en la totalidad de sus playas". Y dale con las cañas. El Ayuntamiento de Motril, en la Costa Tropical granadina, hacía lo mismo el día 30 porque las cañas arrastradas dominaban sus playas; recordemos que por la mañana del 29 la DANA -cuyos efectos llegaron a la Ribera y l’Horta Sud por la tarde-noche- se había dejado sentir por allí. Vamos, que, un desastre; y todo por las cañas.
Yo he vivido, profesionalmente, alguna crecida de río: un par de riadas. Yo he vigilado el SAIH[9] -que comenzaron a operarlo en 1983 y el del Júcar fue el primero- y he estado atento a los avisos aguas arriba (telefónicos y por radio), a los vigías de la mota del río y de la contraparada, al estado del Reguerón y al azud de Alfeitamí, a la onda de crecida… y a muchos indicadores más. Porque la fuerza del agua, agravada con la oscuridad de la noche, es devastadora. Y más si arrastra vegetación por no haber tenido los cauces limpios.
De niño, en aquellos días de Orihuela, me encantaba lo de “jugar” al fútbol con el amigo Toni. ¿Fútbol digo y jugar señalo? La verdad es que el fútbol me ha sido una de las prácticas deportivas más lacerantes y esquivas que uno pueda imaginar; ¡pies, para que os quiero! Menos mal que llegó el balonmano… aunque a base de romper ‘pares de gafas’ me pasaron al vóley. Con las manos, mejor que con los pies… por eso aporreo el teclado de este ordenador.
Y a lo que iba. El bueno de Toni desparecía, cuando menos te lo esperabas, porque tenía que ir a tocar la bandurria, endiablado instrumento rechonchuelo de mástil corto y doce puñeteras y cortantes cuerdas. Su padre -Paquito el de las mondas- era un experto en ese instrumento -y todo tipo de guitarras y fastidiosos laúdes-; maestro músico -creo haberle oído a mi tío Pepe- en el Oratorio Festivo de San Miguel.
Y a las mondas que quiero llegar.
Mondar,
del latín ‘mundare’, es limpiar el cauce de un río, canal o acequia[10].
Y las cuadrillas de Paquito se ocupaban de eso: de cortar cañas y sacar el
exceso de limo de los cauces; de mantenerlos expeditos. He leído que, para el
caso de río Segura, fue el rey Alfonso X “El Sabio” quien, desde el 28 de abril
del año 1310, da privilegio a la atención de esta necesidad en pueblos de la
Vega Media para que los cauces no queden cegados. ¿Ya estaban las cañas por medio?
Las cañas cortadas por las cuadrillas, especialmente cuando no tienen sabia[11], tenían mil usos -enteras o partidas-: en cestería, en la construcción (para techumbres y sobretechos, tejadillos de cabañas y formar empalizadas), en la agricultura (para entutorar o crear cortavientos); de cañas se hacían los estantes donde se criaron los gusanos de seda y las camas para secar higos y ñoras. Y no se me olviden de las sombras de cañizo. Yo he visto hacer con cañas persianas y leído sobre ciertos usos terapéuticos con ellas. Y hasta instrumento musical como la caña rociera flamenca o las cañas que son lengüetas de caña que cuando se sopla vibran produciendo un sonido en un instrumento musical.
Ahora, tras estas DANAs concatenadas, ver tanta caña arrastrada en las crecidas de los ríos-rambla en los últimos quince días me ha traído a la memoria, al buen recuerdo, al padre de Toni y a tantas de aquellas gentes con los que al principio de mi singladura profesional radiofónica conviví, como dije, con un par de riadas de estas que se producen con reiterativa periodicidad -¡Ole!- siempre al margen de que algún iluminado diga que esto es culpa del cambio climático con la misma certeza de que es culpa del congoroco.
Y como muchos no saben lo que es el congoroco -un baile que cuando lo bailas bien me vuelve loco- les dejo aquí un destello de Blanquita Amaro en 1951[12] de la película ‘Una cubana en España’.
Hoy me he querido centrar en la caña; en la caña común, en la caña vera (de donde viene cañaveral) y en la cañabrava, que también llaman bardiza, caña silvestre, cañizo, licera y caña licera/lisera, carda, canya, canyer, cana, canaveira, canavela, canivela; cana, canabela, canaberra, garritz, garriza, kana, kañabera, kanbabela... y que es siempre lo mismo: la caña.
Para fastidiarme el post viene la Directiva Marco del Agua[13] y deja escrito que “el medio fluvial, en condiciones naturales, cuenta con unos mecanismos que hacen innecesaria la ejecución de limpiezas”. Y ni se sonrojan al dejarlo negro sobre blanco. Pues ya me contarán lo de las condiciones naturales a qué se refiere, visto lo visto y sufrido lo sufrido.
Pero no cejan e insisten en que el impacto de la Arundo donax es demoledor por tres motivos[14]: consumen muchísima agua en su función fisiológica, cuando se secan son un combustible excelente en caso de incendios y -reconocen que- en caso de grandes crecidas, puede colapsar los cauces e infraestructuras viarias que los atraviesan, provocando inundaciones. Si se reconoce su puñetería, ¿por qué no volvemos a mondar el río cuando corresponde? Vale que la cañabrava empobrece el ecosistema; pues con más razón, actuemos en el cauce, cortándola en su momento.
Y con las crecidas llegaban el limo y a él también atendía la monda -que recuerdo de mi paso por la Escuela de Ingenieros- que se debía depositar sobre el quijero[15] del cauce hasta que las autoridades del río o del Juzgados de Aguas lo indicaran. Pero ese era un mal menor.
En la página 87 del Atlas de las Plantas Alóctonas Invasoras en España[16] se puede leer que "En realidad, probablemente no sea Arundo donax la causa de degradación de los bosques de ribera, sino más bien el efecto de la misma generada por el arrasamiento de la vegetación original". La cañabrava no es la causa; es el efecto del arrasamiento de la vegetación original. Minipunto para la cañabrava.
Y más adelante se sentencia que “como consecuencia de la antigüedad de su introducción ha sustituido a la vegetación riparia previamente eliminada por la acción humana, de modo que en la actualidad constituye un freno a la erosión fluvial y además da cobijo a la fauna superviviente”.
¿En qué quedamos?; ¿es buena o es mala?
Sea como fuere limpiemos los cauces; al menos un aclareo con retirada de lo cortado.
Recuperemos como objetivo prioritario el bosque ripario autóctono allá donde sea posible.
El bosque de ribera es un sumidero de CO2, sostiene una biodiversidad diversa y rica, contribuye a disminuir la temperatura del agua y, por ende, aumentan el oxígeno disuelto disponible y extrae contaminantes de la misma. Además, los bosques de ribera suponen una protección frente a las inundaciones reduciendo los caudales punta, al ser flexibles y estar adaptados a los episodios de avenidas periódicas.
¿Y las cañas? Pues, mientras en ello estamos, utilicémoslas para biomasa, pero fuera del río.
A partir de la Arundo donax se consigue producir biomasa lignocelulósica destinada específicamente a la obtención de bioenergía de uso industrial. Si ya me la han clonado -Arundo K12- para su cultivo y producción industrial.
Pero
con la que ya tenemos, trabajemos y hagamos un servicio a la sociedad. Al río
le sobran cañas. ¡Que vuelvan las mondas!
[1] Planta herbácea, rizomatosa, perenne, perteneciente a
la familia de las gramíneas, caracterizada por tener un tallo de forma
cilíndrica, con entrenudos huecos entre los nudos macizos, que puede alcanzar
entre 3 y 6 metros de altura.
[2] Dicho popular marinero para señalar un lugar muy, muy,
lejano.
[3] Un arqueofito es una especie de planta que no es nativa
de una región geográfica, pero que fue una especie introducida a finales del
siglo XV o principios el XVI
[4] https://www.miteco.gob.es/es/biodiversidad/temas/conservacion-de-especies/especies-exoticas-invasoras/ce-eei-catalogo.html
[5] https://www.lasprovincias.es/ribera-costera/millon-euros-kilometro-rio-canas-20240627162048-nt.html
[7] Estar pez. En esta expresión, pez (del latín picis
y no de piscis) se refiere a la pez, a la sustancia resinosa, sólida,
lustrosa, quebradiza y de color pardo amarillento que se obtiene echando en
agua fría el residuo que deja la trementina al acabar de sacarle el aguarrás.
Esta pez se utiliza para lustrar y proteger pieles curtidas, así como para
revestir el interior de odres y botas de vino. Con este recubrimiento se les
hace impermeables además de mejorar su conservación. Por eso se utiliza esta expresión para personas que están vacías
como un odre, sin nada dentro: ignorantes por completo.
[8] Según el modelo TETIS del Grupo de Modelación
Hidrológica y Ambiental (GIMHA) perteneciente al Instituto de Ingeniería del
Agua y Medio Ambiente (IIAMA) de la Universitat Politècnica de València (UPV).
[9] Según la web de la vicepresidencia tercera del Gobierno
y el Ministerio para la Transición Ecológica, el SAIH es el Sistema Automático
de Información Hidrológica (SAIH) y constituye "una potente herramienta
para las Confederaciones Hidrográficas (CCHH), tanto para la gestión de
recursos hídricos como para la previsión y control de avenidas en coordinación
con los organismos de protección civil de las diferentes Comunidades Autónomas
y del Estado, asimismo ofrecen al ciudadano servicios de información hidrometeorológica
e hidráulica en tiempo real dentro del ámbito de actuación de los distintos
SAIH".
[11] El corte de las cañas se ha de realizar en los
menguantes de diciembre, enero y febrero; dicho popular.