21 jun 2025

DE CORRUPCIÓN Y SUPUESTA SUPERIORIDAD MORAL… Y LA CASA SIN BARRER

 

 

Decía el gitano de la historieta: “Señorito: caño que pasa, caño peor”. Pues sí, en el índice de la corrupción percibida hemos pasado, releyendo reseñas de prensa de aquellos años y de hoy mismo -además del IPC del que les hablé en el último Post-, del 1’6 de Adolfo Suárez al 56 de Pedro Sánchez; y esto no terminado. La corrupción percibida por los españoles en el chequeo a los primeros 30 años de democracia[1], allá por el 2008, llegó al 2’2 con Leopoldo Calvo-Sotelo y escaló al 23’9 con Felipe González; con José Aznar bajó a un 14’6, aunque tras su gobierno, ya en época de Zapatero, escaló hasta el 28’7. Con Rodríguez Zapatero se mantuvo esa percepción alta, 27’3, pero ligeramente menor que en la etapa anterior porque ya entró en acción el factor limitante de la percepción en izquierdas y derechas. Con Rajoy vivió una montaña rusa para terminar en la barrera psicológica de los 30 y con Pedro Sánchez, la verdad sea dicha, no ha mejorado la cosa y empeorará con lo que estamos viviendo. O no, porque la izquierda percibe su propia corrupción de manera distinta.

De momento, al conocer el informe sobre 2024, que refleja una caída de 10 puntos (valoración de conjunto 56, lo que nos pasa de la posición 36 a la 46), me ha salido el ejecutivo a cuestionar, a invalidar[2] y a decir que si esto lo hace una ONG, que no hay una comparación homogénea, que si tapatán, tapatín, el que se ría es tontín. Y que esto lo arreglan ellos, el Gobierno Sánchez, con su Plan de Acción por la Democracia[3] -de finales del 2024- que a los pocos días de llegarnos el informe de situación del IPC -febrero de 2025- teníamos el 80% de las medidas propuestas sin ni siquiera desarrollar más allá del papel oficial[4]. Este plan, recordemos, lo ha criticado el PP[5], entidades jurídicas y sociales[6], el Consejo de la Juventud de España, la Federación de Asociaciones de la Prensa de España y hasta Juan Luís Cebrián que fuera director todopoderoso de El País, que lo llamó “plan de degeneración, en vez de regeneración[7].

Aunque no encuentran los sesudos investigadores una relación directa entre la ideología política de un gobierno y su nivel de corrupción parece haberla en la percepción ideológica de los administrados. A pesar de los efectos perversos de la corrupción tanto para el desarrollo socioeconómico de las sociedades y el bienestar de las personas, como para el Estado de derecho y la calidad de la democracia, los ciudadanos suelen tener un concepto tolerante cuando les venden y compran la idea malvada de que ha sido por un fin social, como escusa, mientras que son absolutamente intolerantes cuando se trata de lucro personal puro y duro. Las personas tienden, tendemos, a tener una actitud más condescendiente hacia la corrupción si comparten la ideología o filosofía de un partido político[8].

Sin más, y no voy a entrar en ello, échenle un visto global al caso de los ERE en Andalucía; desde la primera sentencia que habla de latrocinio orquestado para captar votos o cómo está terminando la cosa y el blanqueamiento gubernamental y cómo se lo está tomando la calle.

La corrupción atiende al sumatorio de un amplísimo compendio de maldades, siempre transversal, que repercuten en la sociedad como fenómeno nocivo, vasto, diverso y global, y cuyos agentes pertenecen tanto a lo público como a lo privado. Y van desde el simple saqueo de patrimonio del Estado al ofrecimiento y la recepción de sobornos, llegando a la malversación y la negligente asignación de fondos y gastos públicos, a la minusvaloración o la supervaloración del precios en obras y actuaciones, a los escándalos políticos o financieros, al fraude electoral, a la compra de periodistas, a la subvención espuria a unos medios de comunicación en detrimento de otros, a la infiltración de agentes para obtener información de manera irregular, al tráfico de influencias, a la financiación ilegal de partidos políticos, al uso de la fuerza pública en apoyo de dudosas decisiones judiciales, a las sentencias parcializadas de determinados jueces; a la percepción y otorgamiento de favores indebidos y los sueldos exagerados en la administración, a concursos amañados y su indebida o sesgada adjudicación, supervisión y calificación de obras y contratas… y a muchas cosas más. Deje correr la imaginación de las maldades, que usted es español.

El magistrado Joaquín Bosch publicó en 2022 un libro que por el nombre engancha -La patria en la cartera: pasado y presente de la corrupción en España- donde señala que la carne es débil y que toda la culpa de esto la tienen las redes clientelares del franquismo que pasaron a ser de los partidos en democracia. Sostiene que de aquella corrupción viene esta. Pues menudas redes que se mantienen casi 40 años después de la muerte de Franco. Si es que no somos nadie.

Y como lo he dejado ya caer sibilinamente a lo de la corrupción sumemos ya la supuesta superioridad moral de la Izquierda en todos los casos -y más en estos- porque los españoles hemos hecho de la pereza intelectual una identidad patria para no recordar los orígenes de lo que no nos gusta; pero que existió . Y aún quedamos algunos para recordarlos más allá de las hemerotecas.

Antes que nada, la pincelada sobre la superioridad moral. a superioridad moral es una síntesis de la propia vanidad con la ignorancia[9].

Hay tanto cretino suelto por el parque de la vida -y más en España- blandiendo como mandoble esa supuesta superioridad moral de la izquierda que me he planteado este post.

Son tan cortos que no llegan a entender que cuando esto de la superioridad moral se planteó estábamos aterrizando en el siglo XIX y era simple y llanamente una alusión a la moralidad de las ideas; no al valor. Y tanto entonces como hoy deberíamos tener muy claro que la calidad moral de las ideas no depende -y a las pruebas me remito, independientemente del color del sujeto/a- de la calidad moral como personas de sus defensores. Y esto es algo en lo que siempre se han equivocado las ideologías, especialmente las izquierdas. Puede ser que, en las ideas, en algún momento del proceso, tuvieran una cierta preponderancia, pero hace décadas que ya no.

Ideas tengas; pero ¡ojo con la condición humana!

Sí, en el siglo XVIII, cuando las formas revolucionarias burguesas en Francia nos llevaron de cabeza al mundo que hoy hemos pulido, teniendo muy presentes la revolución liberal en Inglaterra -la Revolución Gloriosa (1688-1689), que sentó las bases del liberalismo- sí que pudimos hablar de la calidad moral de las ideas de aquellos movimientos que removieron el mundo. Pero quienes entonces lideraron el proceso plantearon siempre posiciones morales, nunca políticas; posiciones iniciales de cierta justicia social ante una sociedad que pretendían arreglar.

Aquellos líderes del XVIII y del XIX aludieron a las ideas; sólo a las ideas, porque bien sabían entre quienes se movían. Superioridad moral de las ideas entonces; y solo entonces. Porque si uno, cualquiera, mira a su alrededor ya ve que no hay más.

La moralidad, pues -sostengo-, es un concepto complejo y subjetivo, y las diferentes ideologías políticas que la cortejan suelen tener diferentes perspectivas sobre lo que es moralmente correcto; a las pruebas me remito. Entonces, la superioridad moral de la izquierda, como bien contó Inocencio Arias, es “una farsa, una jaculatoria para militantes obcecados o para niños[10].

Y llevamos ya mucho tiempo en que desde la Izquierda se enarbola la bandera de las transformaciones sociales y de la modernidad con la maestría que un gonfaloniero cualquiera hace lucir los drappelloni en Siena el día del Palio. Pero nada más; porque luego hay que hacerlas realidad. Fachada.

No obstante, cederé en que la autopercepción en función de la ideología -cada uno somatiza lo que quiere- es la que nos hace ver las cosas de una manera u otra, y es aquí donde se manifiesta como síntoma el que alardeen de superioridad desde la Izquierda. Eso se debe a que les gusta decir que tienen unos valores sociales más sólidos; pero luego están las personas… y todo cae por su propio peso.

Y mientras unos lo predican, otros lo tiran por tierra con sus actos. En general, la Izquierda tiene una irresistible tentación a plantear las cuestiones en términos morales, mientras que la derecha apela, por lo general, al principio de la realidad: pasad y ved. Y cuando ves lo que hay…

Por cierto: esto de izquierdas y derechas que hoy tanto nos geolocaliza y posiciona comenzó siendo una mera cuestión del dónde me pongo cuando entro en la sala. Y la Sala fue la de la Asamblea Nacional Francesa. Cuando se constituyó, el 17 de junio de 1789 en el Hôtel des Menus Plaisirs de Versalles, la integraban los diputados del Tercer Estado[11], junto con miembros del clero y la nobleza. Aquellos hombres -no había allí ninguna mujer- se autoproclamaron Asamblea Nacional, representando a la nación en su conjunto. La presidencia la ejerció el brillante astrónomo Jean Sylvain Bailly, que fue también alcalde de París (y que terminó guillotinado). A la derecha de Bailly se ubicaron los diputados que defendían la monarquía constitucional y buscaban mantener un equilibrio entre el poder real y la representación popular; dentro de este grupo se encontraban los miembros del Club de los Feuillants[12]. A la izquierda de la presidencia se ubicaron los diputados que abogaban por cambios más radicales, como la república, y que pertenecían a los clubes jacobinos[13] y cordeliers[14]; incluso los girondinos[15]; entre ellos mismos se mandaron a la guillotina en cuando uno u otro asumía el poder. Frente a la presidencia, en el centro, se ubicaron los diputados más moderados o independientes que no se identificaban plenamente con ninguna de las facciones principales. Y así ha quedado para la posteridad manteniéndose siempre una distancia, por lo general, siempre insalvable entre ambos extremos, cuyas ideas son siempre opuestas, al menos en el modo de llevarlas a cabo.

Y siempre ha sido complicadísimo -por no decir imposible- que se pusieran de acuerdo porque cada uno ve el mundo a su manera. No obstante, el debate engrandece y por ello coincido con Daniel Innerarity, de la Universidad del País Vasco, en que “hay más inteligencia en la escucha respetuosa de las opiniones más peregrinas que en las líneas rojas y los cordones sanitarios”. Y todos sabemos -quién- quienes son los que levantan muros, crean cordones y dibujan líneas rojas… y de dónde vienen las ideas peregrinas.

Y toca ya hablar del dinero y de la condición humana que todo lo que perturba.

Un par de post atrás les dije, en referencia al PSOE, que lo de los <100 años de honradez>, cosas de 1979 -en realidad <100 años de honradez y firmeza>, que nos olvidamos de la coletilla- lo olvidaron muy pronto los socialistas en aquella España y en cuanto tocaron el pelo del poder y sobaron la púrpura del mandato, la honradez se quedó sólo impresa en el cartel.

Ramón Tamames[16], que ya militaba en el PCE en 1956 -aunque terminó como candidato de Vox en la moción de censura a Pedro Sánchez en 2023-, ya les rebatió su coletilla con retranca -<100 años de honradez y 40 de vacaciones>- en alusión a su vacío durante el franquismo; pero no es a eso a lo que íbamos; esto sí era una anécdota, presidente.

Como los discos duros cerebrales de los españoles tienen poca capacidad y alguno de estos politiquillos de hoy no había ni siquiera nacido entonces, quieren obviar -por estulticia más que por dejadez- que bien pronto comenzó la cosa de la financiación irregular.

Echando la vista atrás me llego hasta Friedrich Karl Flick[17], un empresario alemán -el hombre más rico de Austria-, dueño del Consorcio Flick, tuvo como deporte a finales de los años setenta orquestar una gran trama de corrupción sobornando a políticos de todos los partidos representados en el Bundestag alemán que estalló en 1981. Cuando se descubrió el cotarro, el caso fue bautizado como caso Flick; por si alguno tiene edad de recordar o tiempo de buscar en la Internet. Y ya metido en faena, a través de la Fundación Friedrich Ebert[18], próxima al SPD, destinó Flick donaciones en marcos alemanes para financiar, entre otros en Europa, al PSOE; y lo hizo entre 1975 y 1980. El caso, que se destapó el 1 de noviembre de 1984, no pudo concretar el montante de las donaciones en España, pero en la prensa del momento podemos encontrar cifras que oscilan entre 1 y 4 millones de marcos alemanes; las anotaciones eran para los partidos socialistas de España y Portugal.

Pero es que, de antes de Flick, la revista alemana Der Spiegel contó en 1990 que las primeras “entregas” a España llegaron de los fondos reservados de los servicios secretos alemanes durante los gobiernos de Helmut Schmidt (1974-1982), con el consentimiento de todos los partidos en el Parlamento alemán. Y con el tiempo se cuantificaron aquellas primeras remesas entre 1978 y 1981 en unos 3,3 millones de marcos, igualmente para los partidos socialistas de España y Portugal. El País rebajó la cuantía[19].

Se hablaba de un dinero que llegaban en maletines, por lo que hubo un tiempo en que a Felipe González se le llamó “el hombre de los maletines”.

Ya Luís Yáñez contó que en una visita a México el presidente Echevarría les entregó -a él, a Felipe González y a otros más de la expedición- un maletín lleno de dinero para financiar[20] al PSOE.

Los socialistas suecos[21] -y ahí estaba Olof Palme-, en 1975 y 1977, también entregaron sus maletines con 23 millones de pesetas para apoyar al partido; como hicieron los israelíes -tanto del Partido Laborista como del sindicato Hisdraut- que entre 1975 y 1978 les aportaron un millón de dólares[22].

Recurriendo a Antón Saavedra[23], en “El secuestro del Socialismo”, “… a pesar de las inmensas cantidades de dinero recibidas por el PSOE, al acabar el año 1977 estaban prácticamente en bancarrota”. Y explica las causas: se gastaba el dinero de forma eufórica. Cuenta que “las tarjetas Visa ya circulaban de manera cotidiana por los grandes restaurantes y los hoteles de lujo”. Y también cita los puticlubs, que siempre han acompañado a personajes de tal superioridad moral.

Y con la superioridad moral de la izquierda por bandera, aquel Felipe González de los ochenta dijo no haber recibido dinero “Ni de Flick, ni de Flock”, cuando se supo lo de Alemania, aunque años después reconoció que fue “para una causa noble[24]. No lo dudo; para frenar al comunismo apoyaron a un partido de corte socialdemócrata.

Aquello fue un escándalo, aunque la cosa se sustanció con una Comisión de Investigación que -¡oh, prodigio!- absolvió a González[25].

Yo entiendo que frenar el comunismo en la península ibérica era una causa noble, pero el discurso ético ya quedó en entredicho.

Ojo, que para el Partido Socialista Popular de Enrique Tierno Galván también hay. Saavedra sostiene que el PSP recibía fuertes cantidades de dinero procedentes de la socialdemocracia -alemana y venezolana- y hasta del Gobierno libio de Gadafi.

Justifica el dinero de la socialdemocracia alemana a los de Tierno con la baza de mantener otra opción socialista con la que amenazar al PSOE en caso de resistencias internas al proceso de socialdemocratización. No entra en detalles concretos de Venezuela, pero sí de las rentas del petróleo y del gas libio: “la ayuda recibida para financiar la campaña de las elecciones de junio de 1977 se evaluó en más de 60 millones de pesetas y su motivo no era crear obstáculos al PSOE, con el que tenía establecidos suculentos negocios a través del banco libio Aresbank, sino contribuir a la creación de un partido socialista marxista, sin compromisos con el Estado de Israel y decidido a establecer sólidos contactos con los países árabes”. Si es que…

Bueno, ya puestos a recordar, no vean la que se creó cuando Carlos Solchaga, ministro de Economía de Felipe González, soltó aquel 4 de febrero de 1988 una frase que evidenciaba que sólo los imbéciles no podían ser ricos (o vivir convencidos de que eran ricos) en este país: “España es el país donde se puede ganar más dinero a corto plazo de Europa y quizá del mundo[26]”. Y lo escucharon todos los que quisieron y la picaresca hispana entró en acción porque de inmediato la corrupción irrumpió en la vida política española como la esencia misma de la picaresca.

Hubo una España de la abundancia a partir del 12 de junio de 1985 en que se firmó el Tratado de Adhesión a la Comunidad Económica Europea, que entró en vigor el 1º de enero de 1986. Ahí comenzó a llegar el primer y auténtico maná de los fondos europeos. La incorporación de España, junto a Grecia y Portugal, a Europa significó, además de abandonar el aislacionismo y la autarquía, recibir, ya sea como Fondos de Cohesión o como de Ayuda al Desarrollo, más dinero del que el Plan Marshall puso en toda la Europa de posguerra. Pajera abierta oiga. Miren: del Plan Marshall (1948-1951) llegaron para toda Europa 12.500 millones de dólares de la época, que el equivalente para 2020 (y ahora verán por qué) es de unos 205.000 millones de dólares; que es un pastizal. Pero es que se estima que sólo España ha recibido alrededor de 240.459 millones de euros en fondos estructurales hasta 2020 (ya lo ven; referencia 2020), incluyendo el FEDER, el FSE y el Fondo de Cohesión[27]. Además, España se ha beneficiado, además, del Plan de Recuperación y Resiliencia, con alrededor de 140.000 millones de euros asignados, incluyendo transferencias no reembolsables y préstamos.

No quiero pensar en ese ayer de mordidas. En 1985, Deng Xiao Ping le dijo a Felipe González aquello de que “gato blanco, gato negro, poco importa, si caza ratones” y una vez que González lo dijo aquí, la sentencia china ya forma parte del ADÑ patrio.

Es que hay una cosa que no es propia y va en el ADÑ. El Siglo de Oro la plasmó mejor que nadie y ya nos acompaña: es la picaresca. La máxima aspiración de un pícaro de aquellos -como la de un pícaro de hoy- era (es) la mejora de su condición social, y, para ello, empleaba su astucia poniendo en práctica procedimientos ilegítimos como lo son el engaño y la estafa. Y lo más destacable es que el pícaro vivía (y vive) entre nosotros, pero al margen de la ética y de la honra, no demostrando casi nunca una mala conciencia; es más, se ríe de nosotros. Es el ándeme yo caliente de Góngora que les pido que se lo relean[28]; por lo menos las dos primeras estrofas.

 El pícaro siempre florece en época de decadencia moral y económica, en época de degeneración y proclive a la corrupción.

España sigue siendo una novela picaresca en todo su conjunto, seguimos anclados en ese periodo novelesco, con la única diferencia de que en nuestro siglo se han implantado las nuevas tecnologías, factor que en ocasiones hace aumentar ese nivel o grado de picaresca; pero siempre es a lo fácil, a lo burdo

Y dicho todo esto, hasta ahí, de acuerdo. Pero cuando te sueltan que la corrupción siempre ha sido atributo consustancial del capitalismo y por ello lo convierto en seña de identidad de la derecha, pues ya saco los pies del tiesto. Y lo tengo fácil, pues no hay que hacer más que echar la vista atrás… y la evidencia hunde el planteamiento.

Claro que entonces me llega Gabriel Rufián y me dice/nos dice/le dice al presidente Sánchez que “la Izquierda no puede robar”. Y le responde el presidente que “la Izquierda no es corrupta, la izquierda no roba”. Y, lo más grave, le afea “que haga de la anécdota una categoría”. ¿Pero en qué país vivo? “Mi organización es una organización limpia”, zanjó Sánchez.

Aquí ya me uno al economista Juan Ramón Rallo, que es minarquista[29] -nadie es perfecto; ¿quién conoce a Nadie?- y su disertación sobre la realidad del momento y la bondad intrínseca de las personas. Coincido -y así, creo, lo he dejado palpable en este Post- en que al Izquierda está en contra del robo para lucro personal pero históricamente ha tolerado el robo para la redistribución social. La única ideología que se opone al robo -así, en abstracto- es el liberalismo libertario; que, si no es Izquierda, será Derecha pura y dura. Con el valor de las ideas en abstracto, la Izquierda admite el robo sistemático a través del Estado, por lo que tampoco entiendo -y no es creíble- que China sea el país 76 de 180 países del mundo en el ya manido IPC, con lo que también planteo que invalida parcialmente el índice de Transparencia Internacional con el que he arrancado.

La Izquierda, como la Derecha, como ideologías no actúan, ni se corrompen. Las personas sí lo hacen, tengan la ideología que tengan.

Y ahora mismo en España estamos viendo que personas de la Izquierda, aunque las expulsen del partido, sí se han corrompido y lucrado. Y es cierto que a pesar de indicios y de realidades no es licito generalizar. Pero sí es cierto que personas muy destacadas de la dirección del PSOE, de la estructura de poder del PSOE, han robado, con lo que, pese a quien pese, ahora mismo, esa organización política, desde su misma estructura de poder es -al menos, hasta hace nada, ha sido- corrupta. Así que, de superioridad moral, nada de nada

No sé cuándo -ni cómo- va a terminar esto, pero Carmen Domingo ya nos advertía del peligro de creer en la superioridad moral de la Izquierda[30]: “si uno se considera fundamentalmente mejor que el otro, debe observar una autoexigencia estricta o corre el riesgo de perder la confianza de los votantes que valoran la coherencia”. Ahí está la madre del cordero: en la coherencia.

A mí, es que, como a Juan Van-Halen, siempre me ha asombrado la supuesta superioridad moral de la izquierda[31]que se perdona a sí misma las mayores desviaciones e inmoralidades en la convicción de que sus acciones conducen inexorablemente al bien común y a la felicidad del pueblo”. ¿Resulta así que el fin justifica los medios? Van-Halen insiste en que “la izquierda española ha escrito su historia desde esa cacareada superioridad moral que le lleva a creer que posee una condición especial para que naturalmente deba gobernar. Y si no gobierna es como si se viviese un paréntesis de anormalidad. El socialismo ha estado y está en vanguardia de esa falacia”. Y así sigue.

No sé, ahora mismo, dónde le he oído al abogado José Javier Sandoval que “la corrupción no pasa factura a la izquierda porque a diferencia de la corrupción de derechas es una corrupción popular, mientras que la corrupción de derechas es particular y elitista”, lo que refuerza mi tesis; que por eso lo pongo.

España padece desde la época de los gobiernos de Felipe González -de antes, no encontramos referencias gordas, unos niveles de corrupción que afectan a la práctica totalidad de sus instituciones, principales partidos políticos, la banca, la patronal, los sindicatos y las administraciones locales y regionales. Y todo indica que está en el ADÑ. El pueblo español hace tiempo se ha resignado, pero a esto hay que ponerle fin.

Confío en no creer que el futuro es una repetición del presente.


 RAUL ARIAS. Ilustración de la tribuna de Félix Ovejero en el Diario El Mundo de fecha 5 de septiembre de 2024



[11] El Tercer Estado en la Revolución Francesa representaba a la inmensa mayoría de la población francesa, excluyendo al clero y la nobleza. Este grupo, también conocido como el estado llano, incluía a burgueses, profesionales, artesanos, campesinos y los más pobres de las ciudades. A pesar de ser la fuerza productiva y pagar la mayor parte de los impuestos, carecían de derechos políticos y estaban sujetos a las decisiones de los privilegiados.

[12] De tendencia monárquica constitucional opuesto al derrocamiento del rey Luis XVI, abiertos a cualquier contribuyente que pagara impuestos directos, se fundó originalmente para contrarrestar la progresiva influencia de los Jacobinos republicanos. Deben su nombre a que se reunían en el antiguo convento de los monjes bernardos, popularmente conocidos los feuillants. Gilbert du Motier, marqués de La Fayette (siempre conocido como La Fayette) fue uno de sus integrantes. En marzo de 1792 los Girondinos les excluyeron de toda actividad política.

[13] Club de los Jacobinos, conformado a partir del Club Bretón que agrupaba a los diputados de Bretaña elegidos para participar en los Estados Generales de 1789. Comenzaron a reunirse en el viejo convento dominico de la calle Saint-Honoré, dedicado a Santiago, Iacobus en latín. Pasaron, pues a llamarse Iacobitas o Jacobinos. Fueron conocidos por su republicanismo, defensa de la soberanía popular, y la creencia en un estado fuerte y centralizado. Su influencia fue significativa, especialmente durante el Reinado del Terror liderado por Robespierre. El 13 de noviembre de 1794, la Convención declara ilegal el Club de los Jacobinos y lo cierra.

[14] Club de los Cordeleros o Sociedad de Amigos de los Derechos del Hombre y del Ciudadano fueron más radicales que los jacobinos. Se reunión en un convento de franciscanos (conocidos como cordeleros).  Demandaban desde el principio la eliminación de la monarquía, la instauración de una república y el sufragio universal. Representaban al pueblo más humilde, los sans-culottes. Organizaron la manifestación del Campo de Marte, el 17 de julio de 1791; además, rechazaron la Constitución de 1791, y pidieron la inhabilitación del rey y su arresto tras la huida del mismo a Varennes.

[15] Representaban al departamento de la Gironda, aunque también se les conocía como "brissotinos" debido a que uno de sus dirigentes era Jacques Pierre Brissot. Se les identificó con los jacobinos en un principio, pero los dos grupos se separaron a causa de sus diferencias sobre la guerra con Austria; los girondinos eran partidarios de ir a la lucha porque consideraban que uniría a Francia bajo la bandera de la revolución. Los girondinos se oponían a los controles económicos y a la democracia radical que defendían los jacobinos. Su poder terminó cuando Brissot y una treintena de sus seguidores fueron guillotinados por los jacobinos el 31 de octubre de 1793.

[16] Ramón Tamames Gómez (1933-), catedrático de Estructura Económica, historiador y político, comenzó como activista estudiantil en la Universidad; involucrado en los llamados "sucesos del 56" (intento de acabar con el SEU y mucho más), terminó en Carabanchel e ingresando en el clandestino PCE. Fue uno de los portavoces de la Coordinadora Democrática y en las elecciones del 77 ya obtuvo escaño por Madrid. Participó en los Pactos de la Moncloa y en el 79 se presentó al Ayuntamiento de Madrid, siendo primer teniente de alcalde con Enrique Tierno en la alcaldía. En 1981 abandonó el PCE, discrepando con Carrillo. Fundo (1984) la Federación Progresista y estuvo (1986) en la fundación de Izquierda Unida, lo que le llevó de nuevo al Congreso y al Ayuntamiento de Madrid. Participó en la moción censura a Juan Barranco z(PSOE) y terminó, brevemente, en el CDS de Suárez y Rodríguez Sahagún. Dejó la política activa en 1989... y en marzo de 2023 fue el candidato propuesto por Vox en la moción de censura a Pedro Sánchez, donde le dio un repaso de realidad histórica al presidente Sánchez.

[17] (1927-2006) Nació en Alemania, pero obtuvo la nacionalidad austríaca en 1958 y vivía en el país alpino desde 1994. Hijo de Friedrich Flick, uno de los principales industriales del armamento del Tercer Reich, condenado en Nuremberg y rehabilitado 3 años después. Descendiente de una dinastía de empresarios del acero, el carbón y las industrias armamentísticas y de automoción, al morir su padre en 1972 vendió de forma progresiva sus posesiones por miles de millones de marcos. Aun así, en 1984 su emporio industrial tenía en nómina a 43.000 empleados y un volumen de venta de 22.000 millones de marcos (unos 11.000 millones de euros). En 1985, a raíz del escándalo, vendió todo por alrededor de 5,4 billones de marcos al Deutsche Bank y se retiró a Austria. Con los años se supo que Flick había pagado a la Unión Cristianodemócrata-Unión Social Cristiana (CDU-CSU) 15 millones de marcos, al Partido Liberal (FDP), 6,5 millones de marcos, y al Partido Socialdemócrata, 4,3 millones de marcos para poder realizar la operación de su vida: vender por 1.900 millones de marcos su participación en Daimler Benz sin pagar ni un céntimo al fisco. Extendió su proceder de "ayudas" a partidos políticos a varios países de Europa.

[18] Friedrich Ebert fue el primer jefe de Estado democráticamente elegido en el Reich Alemán (República de Weimar). La Fundación Friedrich Ebert fue creada a su muerte, en abril de 1925, con el fin de desarrollar el testamento político y espiritual del primer presidente socialdemócrata de la historia de Alemania. Proscrita por el régimen nacionalsocialista en 1933, fue restablecida en 1947 y continúa funcionando.

[20] Antón Saavedra, en "El secuestro del socialismo": “Que existía el dinero lo confirma el propio Luis Yáñez cuando recuerda el viaje realizado por Felipe González, Pablo Castellano y Nicolás Redondo a México, en el año 1976: "El presidente Echeverría nos trató magníficamente, nos ofreció una recepción y a su término quiso hacernos un regalo: era un maletín lleno de billetes... No sabíamos qué hacer con aquello, y por otra parte era un riesgo salir del país con un maletín cargado de dólares, así que se decidió dejar el dinero a Rafael Fernández para que lo administrara". Libroslibres, Barcelona 2004; ISBN: 9788496088153

[22] en una entrevista de radio con el escritor sefardoisraelí Abraham Bulli Yehoshua

[23] José Antonio Saavedra Rodríguez (Antón Saavedra), sindicalista de la UGT y minero de profesión, nacido el 30 de mayo de 1948 en Aller (Asturias). Militó en el PSOE y tras abandonar esta formación se afilió al PSOE-Histórico y se integró en el Partido de Acción Socialista (PASOC), formando parte de Izquierda Unida. Fue diputado en la Junta General del Principado de Asturias, en 1995. Y tras abandonar la actividad política, escribió dos libros en los que explica cómo, a su juicio, el PSOE ha sido secuestrado por unas élites neoliberales, de inspiración franquista, para que dejase de ser un partido socialista y se convirtiese en uno de derechas. Sus libros son El secuestro del socialismo, El heredero de Suresnes y Villamocho: la corrupción del sindicato minero, sobre el SOMA en tiempos de José Ángel Fernández Villa. Un cuarto libro son sus memorias: Memorias de un sindicalista de Aller.

[29] El minarquismo es una filosofía política que propone que el tamaño, papel e influencia del Estado en una sociedad libre debería ser mínimo, sólo lo suficientemente grande para proteger el espacio aeroterrestre de una nación. La minarquía es un modelo de un Estado cuyas únicas funciones son proporcionar a sus ciudadanos la policía, los militares y los tribunales, protegiéndolos de la agresión y el robo, y haciendo cumplir las leyes de propiedad.

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