Decía el gitano de
la historieta: “Señorito: caño que pasa, caño peor”. Pues sí, en el
índice de la corrupción percibida hemos pasado, releyendo reseñas de prensa de
aquellos años y de hoy mismo -además del IPC del que les hablé en el último
Post-, del 1’6 de Adolfo Suárez al 56 de Pedro Sánchez; y esto no terminado. La
corrupción percibida por los españoles en el chequeo a los primeros 30 años de democracia[1],
allá por el 2008, llegó al 2’2 con Leopoldo Calvo-Sotelo y escaló al 23’9 con
Felipe González; con José Aznar bajó a un 14’6, aunque tras su gobierno, ya en
época de Zapatero, escaló hasta el 28’7. Con Rodríguez Zapatero se mantuvo esa
percepción alta, 27’3, pero ligeramente menor que en la etapa anterior porque
ya entró en acción el factor limitante de la percepción en izquierdas y derechas.
Con Rajoy vivió una montaña rusa para terminar en la barrera psicológica de los
30 y con Pedro Sánchez, la verdad sea dicha, no ha mejorado la cosa y empeorará
con lo que estamos viviendo. O no, porque la izquierda percibe su propia corrupción
de manera distinta.
De momento, al conocer
el informe sobre 2024, que refleja una caída de 10 puntos (valoración de
conjunto 56, lo que nos pasa de la posición 36 a la 46), me ha salido el ejecutivo
a cuestionar, a invalidar[2]
y a decir que si esto lo hace una ONG, que no hay una comparación homogénea,
que si tapatán, tapatín, el que se ría es tontín. Y que esto lo arreglan
ellos, el Gobierno Sánchez, con su Plan de Acción por la Democracia[3]
-de finales del 2024- que a los pocos días de llegarnos el informe de situación
del IPC -febrero de 2025- teníamos el 80% de las medidas propuestas sin ni siquiera
desarrollar más allá del papel oficial[4].
Este plan, recordemos, lo ha criticado el PP[5],
entidades jurídicas y sociales[6],
el Consejo de la Juventud de España, la Federación de Asociaciones de la Prensa
de España y hasta Juan Luís Cebrián que fuera director todopoderoso de El País,
que lo llamó “plan de degeneración, en vez de regeneración”[7].
Aunque no
encuentran los sesudos investigadores una relación directa entre la ideología
política de un gobierno y su nivel de corrupción parece haberla en la
percepción ideológica de los administrados. A pesar de los efectos perversos de
la corrupción tanto para el desarrollo socioeconómico de las sociedades y el
bienestar de las personas, como para el Estado de derecho y la calidad de la
democracia, los ciudadanos suelen tener un concepto tolerante cuando les venden
y compran la idea malvada de que ha sido por un fin social, como escusa,
mientras que son absolutamente intolerantes cuando se trata de lucro personal
puro y duro. Las personas tienden, tendemos, a tener una actitud más condescendiente
hacia la corrupción si comparten la ideología o filosofía de un partido
político[8].
Sin más, y no voy
a entrar en ello, échenle un visto global al caso de los ERE en Andalucía;
desde la primera sentencia que habla de latrocinio orquestado para captar votos
o cómo está terminando la cosa y el blanqueamiento gubernamental y cómo se lo
está tomando la calle.
La corrupción atiende
al sumatorio de un amplísimo compendio de maldades, siempre transversal, que repercuten
en la sociedad como fenómeno nocivo, vasto, diverso y global, y cuyos agentes
pertenecen tanto a lo público como a lo privado. Y van desde el simple saqueo
de patrimonio del Estado al ofrecimiento y la recepción de sobornos, llegando a
la malversación y la negligente asignación de fondos y gastos públicos, a la minusvaloración
o la supervaloración del precios en obras y actuaciones, a los escándalos políticos
o financieros, al fraude electoral, a la compra de periodistas, a la subvención
espuria a unos medios de comunicación en detrimento de otros, a la infiltración
de agentes para obtener información de manera irregular, al tráfico de
influencias, a la financiación ilegal de partidos políticos, al uso de la
fuerza pública en apoyo de dudosas decisiones judiciales, a las sentencias
parcializadas de determinados jueces; a la percepción y otorgamiento de favores
indebidos y los sueldos exagerados en la administración, a concursos amañados y
su indebida o sesgada adjudicación, supervisión y calificación de obras y
contratas… y a muchas cosas más. Deje correr la imaginación de las maldades,
que usted es español.
El magistrado
Joaquín Bosch publicó en 2022 un libro que por el nombre engancha -La patria
en la cartera: pasado y presente de la corrupción en España- donde señala
que la carne es débil y que toda la culpa de esto la tienen las redes
clientelares del franquismo que pasaron a ser de los partidos en democracia.
Sostiene que de aquella corrupción viene esta. Pues menudas redes que se
mantienen casi 40 años después de la muerte de Franco. Si es que no somos
nadie.
Y como lo he dejado
ya caer sibilinamente a lo de la corrupción sumemos ya la supuesta superioridad
moral de la Izquierda en todos los casos -y más en estos- porque los españoles
hemos hecho de la pereza intelectual una identidad patria para no recordar los
orígenes de lo que no nos gusta; pero que existió . Y aún quedamos algunos para
recordarlos más allá de las hemerotecas.
Antes que nada, la
pincelada sobre la superioridad moral. a superioridad moral es una síntesis de
la propia vanidad con la ignorancia[9].
Hay tanto cretino
suelto por el parque de la vida -y más en España- blandiendo como mandoble esa
supuesta superioridad moral de la izquierda que me he planteado este post.
Son tan cortos que
no llegan a entender que cuando esto de la superioridad moral se planteó
estábamos aterrizando en el siglo XIX y era simple y llanamente una alusión a la
moralidad de las ideas; no al valor. Y tanto entonces como hoy deberíamos tener
muy claro que la calidad moral de las ideas no depende -y a las pruebas me remito,
independientemente del color del sujeto/a- de la calidad moral como personas de
sus defensores. Y esto es algo en lo que siempre se han equivocado las
ideologías, especialmente las izquierdas. Puede ser que, en las ideas, en algún
momento del proceso, tuvieran una cierta preponderancia, pero hace décadas que ya
no.
Ideas tengas; pero
¡ojo con la condición humana!
Sí, en el siglo
XVIII, cuando las formas revolucionarias burguesas en Francia nos llevaron de
cabeza al mundo que hoy hemos pulido, teniendo muy presentes la revolución liberal
en Inglaterra -la Revolución Gloriosa (1688-1689), que sentó las bases del
liberalismo- sí que pudimos hablar de la calidad moral de las ideas de aquellos
movimientos que removieron el mundo. Pero quienes entonces lideraron el proceso
plantearon siempre posiciones morales, nunca políticas; posiciones iniciales de
cierta justicia social ante una sociedad que pretendían arreglar.
Aquellos líderes
del XVIII y del XIX aludieron a las ideas; sólo a las ideas, porque bien sabían
entre quienes se movían. Superioridad moral de las ideas entonces; y solo
entonces. Porque si uno, cualquiera, mira a su alrededor ya ve que no hay más.
La moralidad, pues
-sostengo-, es un concepto complejo y subjetivo, y las diferentes ideologías
políticas que la cortejan suelen tener diferentes perspectivas sobre lo que es
moralmente correcto; a las pruebas me remito. Entonces, la superioridad moral
de la izquierda, como bien contó Inocencio Arias, es “una farsa, una jaculatoria para militantes obcecados o para niños”[10].
Y llevamos ya
mucho tiempo en que desde la Izquierda se enarbola la bandera de las
transformaciones sociales y de la modernidad con la maestría que un gonfaloniero
cualquiera hace lucir los drappelloni en Siena el día del Palio. Pero
nada más; porque luego hay que hacerlas realidad. Fachada.
No obstante,
cederé en que la autopercepción en función de la ideología -cada uno somatiza
lo que quiere- es la que nos hace ver las cosas de una manera u otra, y es aquí
donde se manifiesta como síntoma el que alardeen de superioridad desde la
Izquierda. Eso se debe a que les gusta decir que tienen unos valores sociales
más sólidos; pero luego están las personas… y todo cae por su propio peso.
Y mientras unos lo
predican, otros lo tiran por tierra con sus actos. En general, la Izquierda
tiene una irresistible tentación a plantear las cuestiones en términos morales,
mientras que la derecha apela, por lo general, al principio de la realidad:
pasad y ved. Y cuando ves lo que hay…
Por cierto: esto
de izquierdas y derechas que hoy tanto nos geolocaliza y posiciona comenzó
siendo una mera cuestión del dónde me pongo cuando entro en la sala. Y la Sala
fue la de la Asamblea Nacional Francesa. Cuando se constituyó, el 17 de junio
de 1789 en el Hôtel des Menus Plaisirs de Versalles, la integraban los
diputados del Tercer Estado[11],
junto con miembros del clero y la nobleza. Aquellos hombres -no había allí
ninguna mujer- se autoproclamaron Asamblea Nacional, representando a la nación
en su conjunto. La presidencia la ejerció el brillante astrónomo Jean Sylvain
Bailly, que fue también alcalde de París (y que terminó guillotinado). A la
derecha de Bailly se ubicaron los diputados que defendían la monarquía
constitucional y buscaban mantener un equilibrio entre el poder real y la
representación popular; dentro de este grupo se encontraban los miembros del
Club de los Feuillants[12].
A la izquierda de la presidencia se ubicaron los diputados que abogaban por
cambios más radicales, como la república, y que pertenecían a los clubes
jacobinos[13] y
cordeliers[14];
incluso los girondinos[15];
entre ellos mismos se mandaron a la guillotina en cuando uno u otro asumía el
poder. Frente a la presidencia, en el centro, se ubicaron los diputados más
moderados o independientes que no se identificaban plenamente con ninguna de
las facciones principales. Y así ha quedado para la posteridad manteniéndose
siempre una distancia, por lo general, siempre insalvable entre ambos extremos,
cuyas ideas son siempre opuestas, al menos en el modo de llevarlas a cabo.
Y siempre ha sido complicadísimo
-por no decir imposible- que se pusieran de acuerdo porque cada uno ve el mundo
a su manera. No obstante, el debate engrandece y por ello coincido con Daniel Innerarity, de la Universidad del
País Vasco, en que “hay más inteligencia
en la escucha respetuosa de las opiniones más peregrinas que en las líneas
rojas y los cordones sanitarios”. Y todos sabemos -quién- quienes son los
que levantan muros, crean cordones y dibujan líneas rojas… y de dónde vienen
las ideas peregrinas.
Y toca ya hablar
del dinero y de la condición humana que todo lo que perturba.
Un par de post
atrás les dije, en referencia al PSOE, que lo de los <100 años de
honradez>, cosas de 1979 -en realidad <100 años de honradez y
firmeza>, que nos olvidamos de la coletilla- lo olvidaron muy pronto los
socialistas en aquella España y en cuanto tocaron el pelo del poder y sobaron
la púrpura del mandato, la honradez se quedó sólo impresa en el cartel.
Ramón Tamames[16],
que ya militaba en el PCE en 1956 -aunque terminó como candidato de Vox en la
moción de censura a Pedro Sánchez en 2023-, ya les rebatió su coletilla con
retranca -<100 años de honradez y 40 de vacaciones>- en alusión a su
vacío durante el franquismo; pero no es a eso a lo que íbamos; esto sí era una
anécdota, presidente.
Como los discos
duros cerebrales de los españoles tienen poca capacidad y alguno de estos
politiquillos de hoy no había ni siquiera nacido entonces, quieren obviar -por
estulticia más que por dejadez- que bien pronto comenzó la cosa de la
financiación irregular.
Echando la vista
atrás me llego hasta Friedrich Karl Flick[17],
un empresario alemán -el hombre más rico de Austria-, dueño del Consorcio Flick,
tuvo como deporte a finales de los años setenta orquestar una gran trama de
corrupción sobornando a políticos de todos los partidos representados en el
Bundestag alemán que estalló en 1981. Cuando se descubrió el cotarro, el caso fue
bautizado como caso Flick; por si alguno tiene edad de recordar o tiempo
de buscar en la Internet. Y ya metido en faena, a través de la Fundación
Friedrich Ebert[18],
próxima al SPD, destinó Flick donaciones en marcos alemanes para financiar,
entre otros en Europa, al PSOE; y lo hizo entre 1975 y 1980. El caso, que se
destapó el 1 de noviembre de 1984, no pudo concretar el montante de las
donaciones en España, pero en la prensa del momento podemos encontrar cifras que
oscilan entre 1 y 4 millones de marcos alemanes; las anotaciones eran para los
partidos socialistas de España y Portugal.
Pero es que, de
antes de Flick, la revista alemana Der Spiegel contó en 1990 que las primeras “entregas”
a España llegaron de los fondos reservados de los servicios secretos alemanes durante
los gobiernos de Helmut Schmidt (1974-1982), con el consentimiento de todos los
partidos en el Parlamento alemán. Y con el tiempo se cuantificaron aquellas
primeras remesas entre 1978 y 1981 en unos 3,3 millones de marcos, igualmente para
los partidos socialistas de España y Portugal. El País rebajó la cuantía[19].
Se hablaba de un
dinero que llegaban en maletines, por lo que hubo un tiempo en que a Felipe
González se le llamó “el hombre de los maletines”.
Ya Luís Yáñez
contó que en una visita a México el presidente Echevarría les entregó -a él, a
Felipe González y a otros más de la expedición- un maletín lleno de dinero para
financiar[20] al
PSOE.
Los socialistas
suecos[21]
-y ahí estaba Olof Palme-, en 1975 y 1977, también entregaron sus maletines con
23 millones de pesetas para apoyar al partido; como hicieron los israelíes -tanto
del Partido Laborista como del sindicato Hisdraut- que entre 1975 y 1978 les
aportaron un millón de dólares[22].
Recurriendo a
Antón Saavedra[23], en
“El secuestro del Socialismo”, “… a pesar de las inmensas cantidades de dinero
recibidas por el PSOE, al acabar el año 1977 estaban prácticamente en
bancarrota”. Y explica las causas: se gastaba el dinero de forma eufórica.
Cuenta que “las tarjetas Visa ya
circulaban de manera cotidiana por los grandes restaurantes y los hoteles de
lujo”. Y también cita los puticlubs, que siempre han acompañado a
personajes de tal superioridad moral.
Y con la
superioridad moral de la izquierda por bandera, aquel Felipe González de los
ochenta dijo no haber recibido dinero “Ni de Flick, ni de Flock”, cuando
se supo lo de Alemania, aunque años después reconoció que fue “para una
causa noble”[24]. No
lo dudo; para frenar al comunismo apoyaron a un partido de corte
socialdemócrata.
Aquello fue un
escándalo, aunque la cosa se sustanció con una Comisión de Investigación que
-¡oh, prodigio!- absolvió a González[25].
Yo entiendo que
frenar el comunismo en la península ibérica era una causa noble, pero el
discurso ético ya quedó en entredicho.
Ojo, que para el
Partido Socialista Popular de Enrique Tierno Galván también hay. Saavedra
sostiene que el PSP recibía fuertes cantidades de dinero procedentes de la
socialdemocracia -alemana y venezolana- y hasta del Gobierno libio de Gadafi.
Justifica el
dinero de la socialdemocracia alemana a los de Tierno con la baza de mantener
otra opción socialista con la que amenazar al PSOE en caso de resistencias
internas al proceso de socialdemocratización. No entra en detalles concretos de
Venezuela, pero sí de las rentas del petróleo y del gas libio: “la ayuda recibida para financiar la campaña
de las elecciones de junio de 1977 se evaluó en más de 60 millones de pesetas y
su motivo no era crear obstáculos al PSOE, con el que tenía establecidos suculentos
negocios a través del banco libio Aresbank, sino contribuir a la creación de un
partido socialista marxista, sin
compromisos con el Estado de Israel y decidido a establecer sólidos contactos
con los países árabes”. Si es que…
Bueno, ya puestos
a recordar, no vean la que se creó cuando Carlos Solchaga, ministro de Economía
de Felipe González, soltó aquel 4 de febrero de 1988 una frase que evidenciaba
que sólo los imbéciles no podían ser ricos (o vivir convencidos de que eran
ricos) en este país: “España es el país
donde se puede ganar más dinero a corto plazo de Europa y quizá del mundo[26]”.
Y lo escucharon todos los que quisieron y la picaresca hispana entró en acción
porque de inmediato la corrupción irrumpió en la vida política española como la
esencia misma de la picaresca.
Hubo una España de
la abundancia a partir del 12 de junio de 1985 en que se firmó el Tratado de
Adhesión a la Comunidad Económica Europea, que entró en vigor el 1º de enero de
1986. Ahí comenzó a llegar el primer y auténtico maná de los fondos europeos. La
incorporación de España, junto a Grecia y Portugal, a Europa significó, además
de abandonar el aislacionismo y la autarquía, recibir, ya sea como Fondos de
Cohesión o como de Ayuda al Desarrollo, más dinero del que el Plan Marshall
puso en toda la Europa de posguerra. Pajera abierta oiga. Miren: del Plan
Marshall (1948-1951) llegaron para toda Europa 12.500 millones de dólares de la
época, que el equivalente para 2020 (y ahora verán por qué) es de unos 205.000
millones de dólares; que es un pastizal. Pero es que se estima que sólo España
ha recibido alrededor de 240.459 millones de euros en fondos estructurales
hasta 2020 (ya lo ven; referencia 2020), incluyendo el FEDER, el FSE y el Fondo
de Cohesión[27].
Además, España se ha beneficiado, además, del Plan de Recuperación y
Resiliencia, con alrededor de 140.000 millones de euros asignados, incluyendo
transferencias no reembolsables y préstamos.
No quiero pensar
en ese ayer de mordidas. En 1985, Deng Xiao Ping le dijo a Felipe González
aquello de que “gato blanco, gato negro, poco importa, si caza ratones”
y una vez que González lo dijo aquí, la sentencia china ya forma parte del ADÑ
patrio.
Es que hay una
cosa que no es propia y va en el ADÑ. El Siglo de Oro la plasmó mejor que nadie
y ya nos acompaña: es la picaresca. La máxima aspiración de un pícaro de
aquellos -como la de un pícaro de hoy- era (es) la mejora de su condición
social, y, para ello, empleaba su astucia poniendo en práctica procedimientos
ilegítimos como lo son el engaño y la estafa. Y lo más destacable es que el
pícaro vivía (y vive) entre nosotros, pero al margen de la ética y de la honra,
no demostrando casi nunca una mala conciencia; es más, se ríe de nosotros. Es
el ándeme yo caliente de Góngora que les pido que se lo relean[28];
por lo menos las dos primeras estrofas.
El pícaro siempre florece en época de
decadencia moral y económica, en época de degeneración y proclive a la
corrupción.
España sigue
siendo una novela picaresca en todo su conjunto, seguimos anclados en ese
periodo novelesco, con la única diferencia de que en nuestro siglo se han
implantado las nuevas tecnologías, factor que en ocasiones hace aumentar ese
nivel o grado de picaresca; pero siempre es a lo fácil, a lo burdo
Y dicho todo esto,
hasta ahí, de acuerdo. Pero cuando te sueltan que la corrupción siempre ha sido
atributo consustancial del capitalismo y por ello lo convierto en seña de
identidad de la derecha, pues ya saco los pies del tiesto. Y lo tengo fácil,
pues no hay que hacer más que echar la vista atrás… y la evidencia hunde el
planteamiento.
Claro que entonces
me llega Gabriel Rufián y me dice/nos dice/le dice al presidente Sánchez que “la
Izquierda no puede robar”. Y le responde el presidente que “la Izquierda
no es corrupta, la izquierda no roba”. Y, lo más grave, le afea “que haga
de la anécdota una categoría”. ¿Pero en qué país vivo? “Mi organización
es una organización limpia”, zanjó Sánchez.
Aquí ya me uno al
economista Juan Ramón Rallo, que es minarquista[29]
-nadie es perfecto; ¿quién conoce a Nadie?- y su disertación sobre la realidad
del momento y la bondad intrínseca de las personas. Coincido -y así, creo, lo
he dejado palpable en este Post- en que al Izquierda está en contra del robo para
lucro personal pero históricamente ha tolerado el robo para la redistribución
social. La única ideología que se opone al robo -así, en abstracto- es el liberalismo
libertario; que, si no es Izquierda, será Derecha pura y dura. Con el valor de
las ideas en abstracto, la Izquierda admite el robo sistemático a través del
Estado, por lo que tampoco entiendo -y no es creíble- que China sea el país 76
de 180 países del mundo en el ya manido IPC, con lo que también planteo que
invalida parcialmente el índice de Transparencia Internacional con el que he
arrancado.
La Izquierda, como
la Derecha, como ideologías no actúan, ni se corrompen. Las personas sí lo
hacen, tengan la ideología que tengan.
Y ahora mismo en
España estamos viendo que personas de la Izquierda, aunque las expulsen del
partido, sí se han corrompido y lucrado. Y es cierto que a pesar de indicios y
de realidades no es licito generalizar. Pero sí es cierto que personas muy
destacadas de la dirección del PSOE, de la estructura de poder del PSOE, han robado,
con lo que, pese a quien pese, ahora mismo, esa organización política, desde su
misma estructura de poder es -al menos, hasta hace nada, ha sido- corrupta. Así
que, de superioridad moral, nada de nada
No sé cuándo -ni
cómo- va a terminar esto, pero Carmen Domingo ya nos advertía del peligro de
creer en la superioridad moral de la Izquierda[30]:
“si uno se considera fundamentalmente mejor que el otro, debe observar una
autoexigencia estricta o corre el riesgo de perder la confianza de los votantes
que valoran la coherencia”. Ahí está la madre del cordero: en la
coherencia.
A mí, es que, como
a Juan Van-Halen, siempre me ha asombrado la supuesta superioridad moral de la
izquierda[31] “que
se perdona a sí misma las mayores desviaciones e inmoralidades en la convicción
de que sus acciones conducen inexorablemente al bien común y a la felicidad del
pueblo”. ¿Resulta así que el fin justifica los medios? Van-Halen insiste en
que “la izquierda española ha escrito su historia desde esa cacareada
superioridad moral que le lleva a creer que posee una condición especial para
que naturalmente deba gobernar. Y si no gobierna es como si se viviese un
paréntesis de anormalidad. El socialismo ha estado y está en vanguardia de esa
falacia”. Y así sigue.
No sé, ahora mismo,
dónde le he oído al abogado José Javier Sandoval que “la corrupción no pasa
factura a la izquierda porque a diferencia de la corrupción de derechas es una
corrupción popular, mientras que la corrupción de derechas es particular y
elitista”, lo que refuerza mi tesis; que por eso lo pongo.
España padece
desde la época de los gobiernos de Felipe González -de antes, no encontramos
referencias gordas, unos niveles de corrupción que afectan a la práctica
totalidad de sus instituciones, principales partidos políticos, la banca, la
patronal, los sindicatos y las administraciones locales y regionales. Y todo
indica que está en el ADÑ. El pueblo español hace tiempo se ha resignado, pero
a esto hay que ponerle fin.
Confío en no creer
que el futuro es una repetición del presente.
RAUL ARIAS. Ilustración de la tribuna de Félix Ovejero en el Diario El Mundo de fecha 5 de septiembre de 2024
[2] https://www.elconfidencial.com/espana/2025-04-06/gobierno-invalida-transparencia-internacional-corrupcion_4101828/
[3] https://www.mjusticia.gob.es/es/institucional/gabinete-comunicacion/noticias-ministerio/170924-gobierno-presenta-plan-accion-democracia
[5] https://elpais.com/espana/2024-09-17/el-pp-critica-el-plan-de-regeneracion-del-gobierno-no-es-quien-para-repartir-carnets-de-periodistas.html
[6] https://www.eldebate.com/espana/20240717/30-entidades-juridicas-sociales-reaccionan-plan-accion-democracia-sanchez_213885.html
[7] https://www.nuevaeconomiaforum.org/index.php/en/noticias/cebrian-critica-el-plan-de-regeneracion-democratica-de-sanchez-por-ser-de-degeneracion
[8] https://www.elsevier.es/es-revista-revista-mexicana-ciencias-politicas-sociales-92-resumen-una-investigacion-sobre-corrupcion-publica-S018519181630023X
[11] El Tercer Estado en la Revolución Francesa representaba
a la inmensa mayoría de la población francesa, excluyendo al clero y la
nobleza. Este grupo, también conocido como el estado llano, incluía a
burgueses, profesionales, artesanos, campesinos y los más pobres de las
ciudades. A pesar de ser la fuerza productiva y pagar la mayor parte de los
impuestos, carecían de derechos políticos y estaban sujetos a las decisiones de
los privilegiados.
[12] De tendencia monárquica constitucional opuesto al
derrocamiento del rey Luis XVI, abiertos a cualquier contribuyente que pagara
impuestos directos, se fundó originalmente para contrarrestar la progresiva
influencia de los Jacobinos republicanos. Deben su nombre a que se reunían en
el antiguo convento de los monjes bernardos, popularmente conocidos los
feuillants. Gilbert du Motier, marqués de La Fayette (siempre conocido como La
Fayette) fue uno de sus integrantes. En marzo de 1792 los Girondinos les excluyeron
de toda actividad política.
[13] Club de los Jacobinos, conformado a partir del Club
Bretón que agrupaba a los diputados de Bretaña elegidos para participar en los
Estados Generales de 1789. Comenzaron a reunirse en el viejo convento dominico
de la calle Saint-Honoré, dedicado a Santiago, Iacobus en latín. Pasaron, pues
a llamarse Iacobitas o Jacobinos. Fueron conocidos por su republicanismo,
defensa de la soberanía popular, y la creencia en un estado fuerte y
centralizado. Su influencia fue significativa, especialmente durante el Reinado
del Terror liderado por Robespierre. El 13 de noviembre de 1794, la Convención
declara ilegal el Club de los Jacobinos y lo cierra.
[14] Club de los Cordeleros o Sociedad de Amigos de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano fueron más radicales que los jacobinos. Se
reunión en un convento de franciscanos (conocidos como cordeleros). Demandaban desde el principio la eliminación
de la monarquía, la instauración de una república y el sufragio universal.
Representaban al pueblo más humilde, los sans-culottes.
Organizaron la manifestación del Campo de Marte, el 17 de julio de 1791;
además, rechazaron la Constitución de 1791, y pidieron la inhabilitación del
rey y su arresto tras la huida del mismo a Varennes.
[15] Representaban al departamento de la Gironda, aunque
también se les conocía como "brissotinos" debido a que uno de sus
dirigentes era Jacques Pierre Brissot. Se les identificó con los jacobinos en
un principio, pero los dos grupos se separaron a causa de sus diferencias sobre
la guerra con Austria; los girondinos eran partidarios de ir a la lucha porque
consideraban que uniría a Francia bajo la bandera de la revolución. Los
girondinos se oponían a los controles económicos y a la democracia radical que
defendían los jacobinos. Su poder terminó cuando Brissot y una treintena de sus
seguidores fueron guillotinados por los jacobinos el 31 de octubre de 1793.
[16] Ramón Tamames Gómez (1933-), catedrático de Estructura
Económica, historiador y político, comenzó como activista estudiantil en la
Universidad; involucrado en los llamados "sucesos del 56" (intento de
acabar con el SEU y mucho más), terminó en Carabanchel e ingresando en el
clandestino PCE. Fue uno de los portavoces de la Coordinadora Democrática y en
las elecciones del 77 ya obtuvo escaño por Madrid. Participó en los Pactos de
la Moncloa y en el 79 se presentó al Ayuntamiento de Madrid, siendo primer teniente
de alcalde con Enrique Tierno en la alcaldía. En 1981 abandonó el PCE,
discrepando con Carrillo. Fundo (1984) la Federación Progresista y estuvo
(1986) en la fundación de Izquierda Unida, lo que le llevó de nuevo al Congreso
y al Ayuntamiento de Madrid. Participó en la moción censura a Juan Barranco
z(PSOE) y terminó, brevemente, en el CDS de Suárez y Rodríguez Sahagún. Dejó la
política activa en 1989... y en marzo de 2023 fue el candidato propuesto por
Vox en la moción de censura a Pedro Sánchez, donde le dio un repaso de realidad
histórica al presidente Sánchez.
[17] (1927-2006) Nació en Alemania, pero obtuvo la
nacionalidad austríaca en 1958 y vivía en el país alpino desde 1994. Hijo de Friedrich
Flick, uno de los principales industriales del armamento del Tercer Reich,
condenado en Nuremberg y rehabilitado 3 años después. Descendiente de una
dinastía de empresarios del acero, el carbón y las industrias armamentísticas y
de automoción, al morir su padre en 1972 vendió de forma progresiva sus
posesiones por miles de millones de marcos. Aun así, en 1984 su emporio
industrial tenía en nómina a 43.000 empleados y un volumen de venta de 22.000
millones de marcos (unos 11.000 millones de euros). En 1985, a raíz del
escándalo, vendió todo por alrededor de 5,4 billones de marcos al Deutsche Bank
y se retiró a Austria. Con los años se supo que Flick había pagado a la Unión
Cristianodemócrata-Unión Social Cristiana (CDU-CSU) 15 millones de marcos, al
Partido Liberal (FDP), 6,5 millones de marcos, y al Partido Socialdemócrata,
4,3 millones de marcos para poder realizar la operación de su vida: vender por
1.900 millones de marcos su participación en Daimler Benz sin pagar ni un
céntimo al fisco. Extendió su proceder de "ayudas" a partidos
políticos a varios países de Europa.
[18] Friedrich Ebert fue el primer jefe de Estado
democráticamente elegido en el Reich Alemán (República de Weimar). La Fundación
Friedrich Ebert fue creada a su muerte, en abril de 1925, con el fin de
desarrollar el testamento político y espiritual del primer presidente
socialdemócrata de la historia de Alemania. Proscrita por el régimen
nacionalsocialista en 1933, fue restablecida en 1947 y continúa funcionando.
[20] Antón Saavedra, en "El secuestro del
socialismo": “Que existía el dinero
lo confirma el propio Luis Yáñez cuando recuerda el viaje realizado por Felipe
González, Pablo Castellano y Nicolás Redondo a México, en el año 1976: "El
presidente Echeverría nos trató magníficamente, nos ofreció una recepción y a
su término quiso hacernos un regalo: era un maletín lleno de billetes... No
sabíamos qué hacer con aquello, y por otra parte era un riesgo salir del país
con un maletín cargado de dólares, así que se decidió dejar el dinero a Rafael
Fernández para que lo administrara". Libroslibres, Barcelona 2004;
ISBN: 9788496088153
[22] en una entrevista de radio con el escritor sefardoisraelí
Abraham Bulli Yehoshua
[23] José Antonio Saavedra Rodríguez (Antón Saavedra),
sindicalista de la UGT y minero de profesión, nacido el 30 de mayo de 1948 en
Aller (Asturias). Militó en el PSOE y tras abandonar esta formación se afilió
al PSOE-Histórico y se integró en el Partido de Acción Socialista (PASOC),
formando parte de Izquierda Unida. Fue diputado en la Junta General del
Principado de Asturias, en 1995. Y tras abandonar la actividad política,
escribió dos libros en los que explica cómo, a su juicio, el PSOE ha sido
secuestrado por unas élites neoliberales, de inspiración franquista, para que
dejase de ser un partido socialista y se convirtiese en uno de derechas. Sus
libros son El secuestro del socialismo,
El heredero de Suresnes y Villamocho: la corrupción del sindicato
minero, sobre el SOMA en tiempos de José Ángel Fernández Villa. Un cuarto
libro son sus memorias: Memorias de un
sindicalista de Aller.
[27] https://www.elespanol.com/invertia/disruptores/opinion/20210123/fondos-europeos-espana-funcionaron-fracasaron-entonces/553064692_12.html#:~:text=Espa%C3%B1a%20recibi%C3%B3%20entre%201986%20y,Europeo%20y%20Fondo%20de%20Cohesi%C3%B3n.
[29] El minarquismo es una filosofía política que propone
que el tamaño, papel e influencia del Estado en una sociedad libre debería ser
mínimo, sólo lo suficientemente grande para proteger el espacio aeroterrestre
de una nación. La minarquía es un modelo de un Estado cuyas únicas funciones
son proporcionar a sus ciudadanos la policía, los militares y los tribunales,
protegiéndolos de la agresión y el robo, y haciendo cumplir las leyes de
propiedad.
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