8 dic 2024

DEMOGRAPHY IS DESTINY

 

 

España, tenemos un problema.

La frase, seguro que, les suena. No va hoy el post del Apolo XIII, pero sí de un problema. Va de niños; y la saco a pasear cuando se acerca la Navidad.

El jueves vi un “nacimiento” con su buey y su mula, el pesebre de rigor y el ángel de la Anunciación. No faltaban la Virgen María y San José; incluso estaban ya aguardando los tres magos de Oriente. Faltaba el Niño. Y pregunté: ¿lo han robado ya? ¡No!, me dijeron; es que no ha nacido aún. ¿Entiendes?; ¡pue no!

Faltaba el Niño; y si me apuran, el pastorcillo tamborilero…

Falta el Niño y en España faltan niños. Por eso, Houston, tenemos un problema.

Aunque la frase real fue “hemos tenido” (pretérito perfecto compuesto), ya en la peli y a posteriori ha pasado a presente de indicativo: “tenemos”.

Les cuento. En abril de 1970 el CapCom (Capsule Comunicator[1]) Jack R Lousma había oído al astronauta Jack Swiger, piloto del módulo, la frasecita del problema y pidió confirmación. El comandante de la misión, James A Lowell, se ratificó con un “Uh, Houston, we've had a problem”. Vale, hemos tenido… Y entonces Lousma le respondió un “Bueno, esperen Trece, estamos revisando…”.

Y eso es que voy a hacer yo. Revisarles la conciencia.

En el 95, Tom Hanks si soltó -Houston, we have a problem- lo de tenemos un problema… y nosotros ahora, en 2024, no sólo tenemos, sino que arrastramos, un problema y de los gordos.

Y allá voy.

Llámenme cansino, ya he escrito varios posts sobre esto, pero tenemos un problema con la natalidad en este país y va más allá de la España vaciada. Es de infecundidad y no de infertilidad. No nacen niños.

Ahora, el demógrafo Alejando Macarrón, coordinador del Observatorio demográfico del CEU y director de la Fundación Renacimiento, lo ha sacado, una vez más, a la palestra nacional[2]. Faltan nacimientos en España, especialmente de españoles, y nos acusa de sucumbir ante el efecto avestruz, el de esconder la cabeza ante la realidad.

En septiembre de 2022 seguro que les hizo gracia a algunos de ustedes -a mí me cabreó en grado sumo- saber que el número de perros en España era dos veces superior al de niños de entre cero y nueve años. Esto es de lo más terrible que -yo, al menos- haya podido leer desde entonces. Y mira que han pasado cosas en este país y en el mundo entero.

Ya entonces se esgrimía que la cuestión económica y la falta de ayudas públicas a las familias explicaban en buena medida la baja tasa de fecundidad en España –1,19 hijos por mujer–. ¿Y qué hemos hecho?; pues nada. A apechugar que nos toca con la realidad.

La ONG Save The Children estimaba por aquel entonces que el coste de criar a un hijo rondaba los 672 euros al mes, una factura que disuadía y disuade aún hoy a muchas parejas que se plantean tener descendencia. Hoy, 2024, la misma encuesta habla ya de 758 euros al mes. Tener un perro en casa a cuerpo de rey cuesta entre 500 y 600euros menos al mes que tener un niño… y dicen los “expertos” que tener un chucho en casa reporta ventajas y alivia la soledad., mientras que un niño implica responsabilidad.

No tengo nada contra los perros y mascotas en general (salvo los nombres que les pongo), pero esto tenemos que hacérnoslo ver. No me preocupa que haya muchos perros en las casas de los españoles; me preocupa que haya pocos niños en ellas. Necesitamos como el comer llegar al reemplazo generacional.

Macarrón recordó en su día a Auguste Comte (1798-1856): la demografía es el destino. Terrible que no repensemos en el calado de esta lapidaria frase.

Comte, filósofo francés del positivismo (altruismo, orden y progreso), primer filósofo moderno de la ciencia, fundamental en el desarrollo de la sociología, tenía claras muchas cosas; entre otras que la familia es la unidad social fundamental y se nutre de hijos que comienzan siendo niños. Como Comte aboga por la familia, le olvidamos con frecuencia y desterramos sus postulados.

Pero a estas alturas del XXI, no perdamos de vista esta cuestión. Demography is destiny.

Como decía Comte, las características y la trayectoria de una sociedad están determinadas por su composición demográfica; el tamaño y la distribución de una población determinan su destino. No lo pasemos esto por alto.

Menos hijos significa menos hermanos, menos primos y menos nietos, es decir, una sociedad familiarmente desertizada como asegura Macarrón, quien avanza más: “Con datos en la mano, se puede decir que, o cambian las pautas de fecundidad, o aproximadamente la mitad de los jóvenes hoy no tendrán un solo nieto de mayores”. Esto nos aboca a un nuevo problema: la soledad.

En 2023 nacieron 322.098 niños en España, un 2% menos que en 2022. En 1976, cuando comenzó la Transición, 636.892 niños… y ya nos quejábamos de que habían nacido 20.000 menos que en 1995. Y hablamos de niños en general. Porque si hablamos de hijos de madres españolas la caída es de casi el 65%; y eso a mí si me preocupa.

No nos damos cuenta de que en esta España de hoy cada generación es un 45% menos numerosa que la anterior. Poco nos pasa.

Ahora mismo, en España la media nacional es de 1,86 muertes de personas nacidas en España por cada nacimiento de un bebé de madre española, pero hay provincias que tienen que hacérselo ver. Es el caso de la de Orense (4,7 muertes por cada nacimiento de un español), Zamora (4,5) y Lugo (3,8) encabezan el ranking seguidas de cerca por León, Soria y Ávila. Compensan estas lamentables cifras, para dejar la media en 1’86 las provincias de Almería y Sevilla (1,27), Murcia (1,32) y Málaga (1,39) con un balance más positivo de nacimientos autóctonos.

Coincido con Macarrón: “Es alucinante que esta sangría de españoles por insuficiencia de nacimientos no sea motivo de la máxima preocupación nacional”. Esto ya no va de avestruces; va de ciegos negligentes.

Es sorprendente que el 36,5% de los nacidos en España en 2023 tenía al menos un progenitor extranjero, porcentaje que en 2019 era del 20%. Cataluña está que se sale en este epígrafe -que subyuga la multiculturalidad progre- donde se supera la barrera del 50%, lo que podría suponer llegar a lo que los demógrafos y algún político ultraderechista llama “riesgo de fractura social a la francesa y a la belga”, pero que debiera inquietarnos a todos.

Sé que no es progre, ni políticamente correcto, pero coincido plenamente con quienes sostienen la necesidad de integrar bien a los hijos de inmigrantes… porque el problema va a más y, a todas luces, los los extranjeros no compensarán el déficit de natalidad de los españoles.

Tengamos en cuenta que estos parches de la inmigración no acaban con el envejecimiento social, solo ralentizan algo su avance. No se cubren empleos cualificados; no solucionan la soledad y desierto afectivo por falta de niños, ni tampoco la desestructuración familiar. Y hay riesgos de integración por exceso de inmigración y/o choques culturales. No llegamos al año 2050 que hablábamos en la asignatura de Demografía cuando la carrera; en 2035 entraremos ya en el invierno demográfico y quienes estén tomando decisiones entonces se acordaron de nuestras progenitoras difuntas (por ser elegantes) cuando tengan que elegir entre más inmigración, jubilaciones aún más tardías u otros menesteres laborales extremos. Al tiempo; ya verán.  

Volviendo a Comte, los factores demográficos, como las tasas de natalidad y de mortalidad, la inmigración y la estructura de edad, tienen un impacto significativo en el desarrollo y la evolución de una sociedad. Estos patrones demográficos más amplios, en última instancia, configuran el destino colectivo de una comunidad o nación. Esto lo dijo hacia casi 2 siglos… y no aprendemos.

Así, una sociedad con una población que envejece a marchas forzadas, como la nuestra, en nada y menos se va a encontrar con una cohorte reducida en edad laboral junto con una población de ancianos en aumento que requerirá ajustes en las políticas económicas, sanitarias y sociales. La disponibilidad de oportunidades de empleo, la sostenibilidad de los sistemas de pensiones y la calidad de los servicios sanitarios se van a ver influidas por esta realidad demográfica. Y luego no salgamos como ‘madresmías’ a dónde hemos llegado.

Los individuos de una sociedad como la española a quince años vista tendrán que sortear estas limitaciones estructurales, tomando decisiones en el contexto de un destino demográfico que no han creado ellos; que les hemos dejado en herencia. A mí, por lo menos, me preocupa; y me desahogo en estas líneas.

El impacto de la demografía no se limita solo al destino social; también da forma al destino del planeta. La explosión demográfica mundial, por ejemplo, tiene implicaciones significativas para la sostenibilidad ambiental, la disponibilidad de recursos y los posibles impactos del cambio climático. En un mundo donde miles de millones de personas comparten este único planeta, las decisiones demográficas que toman las sociedades pueden tener consecuencias profundas para el destino de la humanidad en su conjunto.

La cita de Auguste Comte, "La demografía es el destino", sirve como un poderoso recordatorio de la influencia que tienen los factores demográficos en la trayectoria de las sociedades. Reconoce el papel de los patrones demográficos más amplios en la configuración de los resultados sociales, al tiempo que destaca la capacidad de los individuos para tomar decisiones dentro de las limitaciones impuestas por la demografía. 

Necesitamos niños para darle vida a este país.

 

 

  



[1] La única voz que comunica con la misión para concentrar el núcleo de comunicaciones

7 dic 2024

ALERTANDO, QUE ES GERUNDIO

  

En marzo, que fue por marzo, iba yo por la Ruta 1[1], aunque a ratos me cambiaban a la I95[2], cuando en un momento -crucial momento- atravesando unos inmensos arcos llenos de megacarteles indicadores de salidas y entradas por doquier -momento en que te adelantaban por ambos lados a todo meter-, de repente, que no llovía, salió de un smartphone un rarísimo hipo aullido huracanado -propio de Pepe Pótamo[3]- para alertarnos de un aviso, de una alerta, por “elevado riesgo de lluvia excesiva”. La primera vez que yo veía/oía/sufría una de estas alertas.

En la pantalla del móvil se podía leer (porque estaba en inglés y en cristiano) que “el riesgo es de nivel 4/4”; cuatro sobre cuatro, el máximo -y no estábamos en temporada de huracanes- lo que significaba, me explicaron, que se esperaban “de inmediato inundaciones repentinas generalizadas”. Que allí llueve sin avisar.

El NWS-Miami[4] tiene muy a gala lo de avisar y no es muy de avisar de que viene el lobo y sólo llega agua de cerrajas[5]; y los de por allí se toman los avisos muy en serio y le hacen caso: iba a caer una manta de agua y se iba a queda sobre el territorio por la falta de pendiente. No es como aquí que, por lo general, la orografía manda, y además de la que recibes, te viene por escorrentía lo de más arriba; aguas arriba.

Ipso facto, en aquel marzo de Florida, el conductor de nuestro vehículo se puso en alerta buscando donde “ponernos a salvo”. Sí, como lo leen. Y el sol aún brillaba rotundo. Hasta puso la radio buscando avisos y referencias ante lo que se nos iba a venir encima.

Y como que se nos fastidió la excursión, a cambio del historical site floridiano al que yo les embarcaba descubrimos, por mor de esta alerta y de abandonar la autopista, un centro comercial con un grupo de tiendas y restaurantes hipermegapijos donde suelen ir las gentes de nivel Top-Trump de por allí. Me sentí incomodo; lo juro. Lujo en la tierra mientras se abrían las cataratas del cielo por no más de 15 minutos con un hidrometeoro contumaz y asustante. Un par de horitas después pudimos seguir ruta y ya no había cantidades de agua en el asfalto.

Nuevo ante aquella situación, lo confieso, me pareció excesivo y esquizofrénico el comportamiento del conductor antes de ver llover. Al principio pensé que llevaba tanto tiempo por allí, entre wasp’s[6], que eludiendo su impronta peninsular hispana y de la Marina Baixa se comportaba como un nativo de por allí. Así que solté para mis adentros un “me lo ha tarado”. Pero no: los que allí estaban hacían lo mismo y no paraban de consultar sus teléfonos y mostrar una cierta preocupación. Y cuando comenzó a llover -insisto, sólo 15 puñeteros minutos- como que les entendí a la perfección. 

Llovió y paró; y volvió a lucir Lorenzo.

Es que, los de por allí, tienen muy asumido que una alerta es una alerta y ante una alerta lo tienen claro; y más si es de lluvias e inundación.

Florida es un territorio que no supera los 30 metros de altura sobre el nivel del mar hasta que no se llega a la frontera con Alabama, ya en plena masa continental, en el Panhandle (en el “mango” que une al continente la península de Florida), y uno se planta en Lakewood Park (30.98639, -86.28133; con un mojón de piedra que lo cuenta), porque allí se alcanza la friolera cifra altitudinal, no apta para sufridores de vértigo y escaladores en busca de ochomiles, de los 105’156 metros sobre el nivel del mar (356 pies). El Hotel Bali, en Benidorm, mide 186 metros (610’23 pies); la Panorama Tower de Miami mide 265 metros (869’42 pies).

En fin, que allí en Britton Hill, se encuentra uno con uno de los poquísimos lugares del Estado de Florida con una vista panorámica de ladera descendente; que cada uno va a Florida a ver lo que quiere, ¡oiga!

Total, que en Florida me di cuenta, en marzo de 2024, de la importancia y atención que se le presta allí a las alertas.

Aquí, en la vieja Europa, con la Directiva 2018/1972 (Artículo 110) nos hemos dotado del sistema EU-Alert[7] al que cada socio europeo le pone su propio identificativo: para España es ES-Alert, como para Francia es FR-Alert aunque en Dinamarca, por ejemplo, el sistema se llama S!RENEN (sí, con la letra i sustituida por el signo que cierra la interjección).

Bueno, pues en noviembre de este año EU-Alert estaba implantado en España, Francia, Reino Unido, Alemania, Países Bajos, Dinamarca, Noruega, Lituania, Rumanía, Grecia y Chipre. Está en fase de implementación en Italia, Austria, Bulgaria, Turquía, Irlanda y Hungría; y Portugal, Polonia y Letonia dicen estar transicionando el sistema de alertas para emergencias importantes o desastres naturales.

Para el EU-Alert hay 4 niveles de Emergencia: 1, 2, 3 y 4; algunas alertas especiales y un quinto nivel para mensajería. Para el Nivel 1 y el Nivel 2 estamos ante ‘Amenazas extremas’ que sin duda afectarán a la vida y la propiedad de las personas, como eventos climáticos catastróficos (inundaciones, terremotos, huracanes o tsunamis), advertencias de epidemias o ataques terroristas. El Nivel 3 está para ‘Amenazas graves’ que requieren precaución; son menos agresivas estas amenazas, pero deben ser tenidas en cuenta. Y luego está el Nivel 4 para mensajes de seguridad pública que van desde el aviso de la calidad del agua de la red (hiérvanla antes del beber o el refugio más inmediato está en tal sitio.

También están las Alertas Ámbar (EU-Amber) para localizar a niños desaparecidos y las Alertas-Prueba (EE-Exercise/EU-Text/ EU-Monthly Test) para testar el sistema.

Sólo el nivel 1 es obligatorio en los terminales que se venden en la UE y para los otros niveles se puede configurar el teléfono para que se reciban o no.

ES-Alert sólo utiliza el nivel 1. ¡Olé! Amenazas extremas. Y aparecerán en su terminal como "Alerta de Protección Civil". En su smartphone están activadas por defecto y no pueden desactivarse en los dispositivos.

Las alertas de Nivel 1 le llegarán aunque el terminal móvil esté en silencio. El sonido es fuerte, y va acompañado de vibraciones. La alarma no se muestra en la pantalla hasta que como usuario aprieta el botón de “aceptar”.

Las alertas de nivel 1 en España como en el resto de la UE significan una “amenaza inminente”, que haría peligrar vidas humanas, por inundaciones, accidentes nucleares, ataques terroristas o terremotos. Son automáticas y no requieren configuración alguna del terminal, como ya señalé, por parte del usuario. Se emiten únicamente en situaciones de amenaza inmediata y están activadas por defecto en todos los dispositivos compatibles. Estas alertas no pueden ser desactivadas por el usuario.

Pero: ¡Ojo al dato! (que decía García). La capacidad de los dispositivos para recibir y mostrar las alertas de ES-Alert depende de que estén conectados a redes 4G o 5G y de la versión de su sistema operativo: sólo Android 11 o superior recibe y muestra correctamente las alertas, y en IOS tienen que irse a un 15.6 o superior. Revísenles sus terminales y los de los mayores que tengan al lado.

La puesta en marcha del ES-Alert ha sido financiada con fondos Next Generation EU. El sistema está activo desde finales de 2022 en toda España, como insisto, para Nivel 1.

Las alertas de nivel 2 y 3 -para las que ES-Alert no está preparado- requieren activación manual por parte del usuario en los ajustes del teléfono.

Es importante, no obstante, saber cómo configurarlo para posibles usos en el futuro. Acabo de leer que hay que irse, con el teléfono que sea, a ‘Ajustes’ (o ‘Ajustes Avanzados’) y a ‘Notificaciones’; y luego, si es un iPhone sólo hay que desplegar la lista de aplicaciones hasta el final del todo donde aparece ‘Pre-Alertas de Protección Civil’ y activarla. Si es un Android hay que llegar hasta ‘Alertas de emergencia inalámbricas’ y activarlas; aunque también leo que para otros Android la ruta es Ajustes Seguridad y emergencias Alertas de emergencia inalámbricas. Los dispositivos con Windows 10 soportan EU-Alert a través de Cell Broadcast. Pues ya sabe: pruebe y active.

Y como ya les tengo entretenidos con esto, les cuento que se envía una alerta y no un SMS porque -resulta que, leo- un SMS es fácil de falsear y la alerta de ES-Alert sólo está a disposición de los centros de coordinación de emergencias de las comunidades autónomas y del Centro Nacional de Seguimiento y Coordinación de Emergencias del Ministerio del Interior, quienes son los responsables de definir y emitir las alertas.

Si recibieres el mensaje, mantén la calma y actúa conforme te recomiendan.

Pero, como a todos los de por aquí, nos falta cultura de la emergencia, psicología de la percepción del riesgo. Todo aquello en marzo pasado viví entre las gentes de Florida; y de toda condición.

Aquí, ya se vio, subestimamos los peligros que no forman parte de nuestras vivencias cotidianas. Y un diluvio de récord como el del 29O nadie se lo esperaba; ni los de la AEMET que pronosticaron más de 200 litros y nos encontramos con un récord de lluvia en una hora, con casi 190[8] litros por metro cuadrados, y en tan sólo 10 minutos, con 50 litros.



Es más, aquí, por desconocimiento, llegamos a normalizar el riesgo y esto nos lleva a no ponderar la realidad de la situación. El “va a caer la de Dios” no entra en ningún sistema métrico humano y las orejas del lobo no asustan hasta que llega el mordisco. El sesgo de optimismo (el “a mí no me va a pasar”) es otro sambenito que llevamos a cuestas en estas tierras surestinas-levantiscas.

Baruch Fischhoff, profesor en la Carnegie Mellon University -en Pittsburgh, Pennsylvania- mediados los años 90 del siglo XX ya analizó este tema[9] y concluyó que la comunicación y la educación en estos casos es fundamental y que la comunicación de riesgos debe ser clara, específica y contextualizada. Las alertas ambiguas o con información técnica que no se traduzca en acciones concretas terminan por ser ignoradas por la población.

Por todo esto, por la falta de información general y cultura de emergencias, echo en falta, al menos, una web como Ready[10]/Listo[11] del gobierno d ellos EE.UU. que te lo pone todo bastante, bastante, clarito. Claro, es de allí, yankee, pero rezuma cultura de emergencia y ganas de proteger a la población civil.



Y dicho esto, pido que se me lean y relean esta información del Diario Información: “Olcina urge a modificar los protocolos de emergencia en Alicante para adaptarlos a la nueva realidad climática[12] centrado en el último Foro del Municipalismo (hay enlace al video de la intervención) proponiendo un decálogo de acciones para evitar otro desastre como el de l’Horta Sud, la Plana de Utiel-Requena, la Hoya de Buñol, la Ribera Alta, el Camp de Turia, la Ribera Baja y los Serrano o el de la Vega Baja del Segura unos años antes.

El nuestro es un espacio geográfico dinámico, multicultural, emergente y de innovación; pero con riesgo ante fenómenos naturales extremos intensificados por la energía latente en el Mediterráneo. Y con este último aspecto tenemos que saber convivir. El decálogo que planteo Jorge Olcina en el foro alicantino son diez acciones clave para mitigar los efectos de un fenómeno que no parece tener freno porque el territorio no es capaz de soportarlo todo; y hay que tener un Plan B, cultura del riesgo y hacer caso a las alertas porque las entendemos y asumimos.

 

 

 

 

 

 



[1] US Route 1 es una Ruta Federal que recorre la Costa Este de Estados Unidos: (+/-) 3800 km desde Cayo Hueso, Florida, hasta Fort Kent, Maine, en la frontera con Canadá.

[2] La Interestatal 95 (I-95) es la principal autopista norte-sur en la Costa Este de los Estados Unidos. Va desde la ruta 1 de los Estados Unidos (US Route 1) en Miami, Florida, hasta el paso fronterizo de Houlton-Woodstock entre el estado de Maine y la provincia canadiense de Nuevo Brunswick. La carretera es paralela en gran medida a la costa atlántica y a la US 1.

[3] Pepe Pótamo (Peter Potamus) es un dibujo animado de un hipopótamo antropomórfico creado por los estudios Hanna Barbera cuyas aventuras fueron emitidas por la televisión estadounidense el 16 de septiembre de 1964; en 1965 sus aventuras ya eran emitidas por TVE.

[4] Servicio Nacional de Meteorología de Miami - https://www.weather.gov/mfl/ & https://www.weather.gov/mfl/espanol

[5] En la web del Centro Virtual Cervantes se explica que José María Iribarren, al igual que Covarrubias, que la más correcta expresión sería Quedar en agua de cerrajas, aunque hay muchos que corrompen la expresión citando las borrajas. En realidad, «lo de agua de cerrajas alude a la poca substancia que contiene la infusión de la planta llamada cerraja». Ese cambio de cerrajas en borrajas es «un provincialismo».

[6] White Anglo-Saxon Protestant; los blancos anglosajones y protestantes de clase alta, generalmente de origen británico, que forman la élite del país y que han dominado la política, la economía y la cultura estadounidenses durante la mayor parte de su historia.

[8] 186’4 l/m2 en Turís