Entre las preguntas del millón siempre está la del huevo y
la gallina; y la de si el periodista nace o se hace… que sirve para hacerse la
pregunta en cualquier OTRA profesión.
Lo del huevo y la gallina ya se lo preguntaba Aristóteles…
que tenía mucho tiempo para dedicarse a
las cosas de enjundia: Pero desde entonces y hasta el año pasado (2015), en que
The Guardian cogió el toro por los cuernos y los científicos se decantaron por
el huevo, la sociedad andaba dubitativa entre el huevo y la gallina. Incluso
hubo un duelo de universidades: la de Sheffield (UK) se decantaba por la
gallina, y lo de Warwick (UK) les dijeron que un huevo; que fue el huevo,
quiero decir. Y no entro en el de Colón, que es un huevo menos molón.
Lo del periodista es menos peliagudo, máxime cuando desde las
universidades lanzan hornadas de periodistas como churros hace un churrero. Salen,
informan y desaparecen. Y para no meterme en arenas movedizas elevaré el nivel
hasta el de los periodistas de casta; digamos… periodistas del Antiguo
Testamento.
Hablaré de Vicent
Fuster.
Ayer homenajeamos a Vicent Fuster que en pocos días se nos
jubila. Y fue una fiesta de las de época: gentes de los Medios de Comunicación,
gentes de deporte y políticos que reconocían la entrega y dedicación de Vicent
a la información deportiva y a la actualidad local. Las ausencias se podían contar
con los dedos de una mano, mientras sostiene un buen veguero, y se sumaron al
homenaje dejando un video, que vimos pero no oímos; éramos tantos y tan
empeñados en que el vino no nos lo trajeras del congelador, que pa qué.
Vicent se olía la tostada. El miércoles nos encontramos por
la calle y yo no sabía cómo eludirle la mirada no fuera a delatarme por una
chorrada del subconsciente. Se olía algo, y creía que iba a ser en la emisora
municipal, donde lleva a cabo una excelente labor de arqueología aborigen con su Gent de Benidorm; lo que todos hubiéramos querido hacer y sólo él
ha hecho. Además de su sempiterna conexión al deporte.
Creo que del gremio plumillas, variantes papel, voces e
imágenes… estuvimos todos.
Periodistas, de marxeta (con un añadido); 1988 |
Conocí a Vicent Fuster desde el primer día en Radio
Benidorm. Él era el “señor del banco” que cada noche, en cuanto María José y yo
salíamos del estudio tras el informativo y un “disfruten de Benidorm que es el
ocio más divertido”, entraba él a contar las cosas del deporte. Sí, Vicent es gent de Benidorm que estaba en el Banco
Popular, y en la oficina móvil que montaba el banco en el puerto cuando
llegaban los barcos de la VIª Flota, y que era capaz de llenar cada noche (menos los sábados) un mínimo de media hora
con cosas del deporte comarcal. Y si no le dabas más tiempo, más que contaba. Y
los domingo; ni te cuento.
Nadie en la comarca podrá decir que su actividad deportiva,
por extraña que fuera, no estaba bien tratada por Vicent; hacía a todo y de
todo informaba. Hasta de bolos, “deporte”
del que era un consumado campeón. Y digo era que “era” porque no he vuelto a
jugar a los bolos y no sé cómo lo lleva él.
Para nosotros, gente de la comunicación a caballo entre la radio de finales del Antiguo Testamento –que
no llegamos a usar micros de carbón, pero que aún vimos magnetófonos de alambre
(wire recorder)- y comienzos del
Nuevo Testamento radiofónico ya con FM y micrófonos Sennhesiser y magnetófonos
Uher y Revox, hay cosas que se maman y se aprenden lejos de las aulas y del
concepto Academia. En las aulas, también se aprenden cosas; pero el día a día,
la academia de la vida, te otorga ese puntillo de más.
Vicent así lo hizo. Y además fue el primero adaptarse a las “nuevas
tecnologías” de la comunicación inalámbrica… con un ladrillófono que pesaría del orden de los seis kilos y que llevaba
a todas partes: todo batería y que ocupaba buena parte de su mesa de redacción.
Veías el teléfono antes que a Vicent.
Con Peter Dieckman, Javier Giménez y Mª José García; Vicent Fuster y JD |
Yo tengo mi historieta particular con Vicent. A pesar de que
antes de cada verano ya me entregaba el calendario de retransmisiones, desde
finales de agosto, cada lunes, yo odiaba a Vicent. Cada lunes la misma
monserga. Bueno: a Vicent y a Berto. Que lo mismo retransmitíamos fútbol, que
balonmano, que lo que fuera. Y en aquellos años de transición entre periodos de
la historia tecnológica, las retransmisiones se hacían con la famosa y puñetera
línea microfónica a “X” hilos; Telefónica insistía en que fuera a 4 hilos (por
lo de las comunicaciones internas, creo recordar). Pero es que era una aventura
a dos, a cuatro y a ocho hilos. Dependías de Santa Rita, de la Fortuna y de la
ausencia de gatos negros.
Sí, dependías de que un tío en la mesa técnica de la
provincia en la que tuvieras la retransmisión lograra contactar con el lugar de
la retransmisión, donde estaba Vicent, y, además, conectara con la mesa técnica
de Alicante. Y ésta, con la emisora de Benidorm. Se puede decir que cada semana
se producía el milagro: retransmitíamos. Había campos de deportes -y pabellones,
Berto- tan aislados y lejanos a la civilización que ni de cerca pasaba un
tendido telefónico. Y ahí había que echar labor de despacho.
Y luego, otra: el siempre atribulado instalador te dejaba la
línea en medio del graderío para que retransmitieras sintiendo el calor de la
afición local cuando tú retransmitías para la afición foránea. En alguna
retransmisión no le llegaba la camisa al cuerpo. O te dejaba la línea en lo más
alto de un poste al que no había forma de llegar.
Cada lunes un ratito de conversación y varios fax camino de
Telefónica. ¿Pero tienen autorización?, preguntaba siempre la voz femenina al
otro lado del auricular. Contráteme la línea, póngamela y póngale tres velas al
santo del lugar para que esto funcione… y no pregunte por una autorización que
sabe bien que no tengo. Y que no tengo tiempo de tramitarla. Y funcionaba… casi
siempre. Y allí estaba Vicent, siempre.
¡Qué tiempos! Ah, se me olvidaba: un hurra por la
Benemérita. Toni, su hijo (enhorabuena por el exitazo de la convocatoria; te lo
has currao, chaval) también cumplimentaba los resultados de la jornada con el
mágico método de llamar al cuartel de la Guardia Civil del lugar y preguntar el
resultado. Los guardias de puerta hacían medio programa; más de uno te hacía la
crónica. Historias de la radio.
Vicent: que si un Rallye para ayer, que si los remeros se
van a tal sitio, que si un fichaje por aquí, que si una lesión allá. Ahí estaba
Vicent; siempre a la última.
Luego coincidí con Vicent en la época de Canal 9. Él, y
Dragui -que allí estaba; faltaría más-, eran el dúo de la información de la
comarca para la tele autonómica: los corresponsales. Desde el principio de los
tiempos, periodista y cámara; la papela
la enviaba Vicent.
Vicent parla ese valencià de carrer, de sempre, que todos
entienden. Mi primer contacto con el valencià fue a través de él cuando La
Taula del Bon Profit se acordó de nosotros, los periodistas, y acudimos a aquel
sopar en un restaurante que había en la Curva de “El Niño”, y tuve que abrir la
xarrada. Fue entrañable como maestro.
Vicent Fuster y Toni Fuster, en el photocall para la ocasión |
Total, que a su paso por el Popular, por Radio Benidorm, por
el Diario Información, por Canal 55, por Canal 9, por Marca y por Onda Benidorm
solo cosechó amigos que ayer estábamos con él. Y de todos los medios acudimos,
y una buena representación de deportistas (no doy nombres para no olvidar a
ninguno; no es lo mío), amigos y familia no dudaron en sumarse al acto.
Bonito y emotivo. Gracias Vicent por todo. El periodista
nace… y se hace. Y actos como este refrendan su valía.
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