Pues sí; si me permiten, les contaré que FITUR ha vuelto por do
solía.
Atracón de profesionales y políticos miércoles y jueves, resaca
de ídem en viernes hasta las 15 horas y maremágnum (a 12 euros de vellón pax) de
fin de semana (al menos, en el primer día de ‘público’). Hasta ahí, todo bien.
Para la inmensa mayoría, FITUR sigue siendo la ‘Feria de las
Vanidades’[1].
La avifauna habitual se codeaba con los profesionales del sector y por FiturTech
pasó alguno, que en la noche anterior estiraba el cuello con aspiraciones de
emular a las Ndebele[2]
o las Padaung[3] para salir
en una foto mientras aireaba sus carencias sobre el estrado: la ignorancia
sigue siendo muy atrevida.
Al antiguo planteamiento científico de que todo el monte es orégano
se añade, con la misma base científica, de que todo lo que hay sobre la faz de
la tierra es turístico y como tal reclama su protagonismo.
Y así hasta llegar al momento del viernes en que el presidente
del Gobierno te explica la importancia de la Estrategia de turismo
transfronterizo (entre Portugal y España; en “la Raya”) junto a la teoría de
las 4D[4].
Quien piense que FITUR es tremendamente rompedor… está en lo cierto. Hay que ir
bien “desayunao” y “curao” de espanto cada jornada a IFEMA.
Y cada mañana lo íbamos; acudíamos con ilusión: la actividad
turística en 2022 evidenciaba a las claras que se puede considerar superada la
incidencia de la pandemia, pero que el panorama general emisor de turistas está
afectado por los diferentes condicionantes geopolíticos y macroeconómicos. A saber:
la guerra de Ucrania -y lo que rondaré morena con los Leopard y los misiles
baratos de la Boeing, mientras el cinismo de Putin hace el mismo efecto que sus
martillazos sobre la población civil-, el incremento de los costes de la
energía, la ruptura de la cadena global de suministros y subidas generalizadas
de precios. Y hasta el capítulo del aumento de los tipos de interés
hipotecarios. ¿No queríais caldo? ¡Pues cinco tazas!
Desde la cofa del palo mayor del galeón del turismo, desde el
carajo si se avista desde el trinquete, para este año de 2023 Hosteltur estima en
el proceloso océano turístico que “la actividad turística podría alcanzar los
168 mil millones de €, un +7,1% sobre los niveles en precios corrientes de
2019, consolidando la recuperación constatada de 2022, aunque todavía por
detrás de la recuperación del resto de la economía española”[5].
Resulta que en el año 2022 podemos
marcar la recuperación de la actividad turística en España: el PIB turístico
alcanzó los 159 mil millones de euros nominales, un 1,4% superior a la
actividad de 2019. Así, El turismo supuso el 61% del crecimiento de la economía
española en 2022 y la aportación al PIB nacional llegó al 12,2%, a cuatro
décimas de 2019. Hosteltur, insisto, dixit.
Ese 12,2% del PIB 2022 se acerca, impelido por los vientos de
bonanza, hacia esa meta volanta del 12,6% alcanzado en 2019.
Pero no me canten victoria a grito fundido, a bastonazo ciego,
porque los márgenes comerciales de quienes hacen y dan vida al sector se han
visto mermados por el aumento medio del 28% de los costes energéticos, de un
17% los suministros y de un 8,9% los costes laborales, que se combinan con una
subida promedio de precios del 6,6%, según el Instituto Nacional de
Estadística.
En 2022 nos llegaron 72 millones de viajeros. Aún todos
añoramos los 83 millones de 2019 y esperamos superarlos en cuanto se den las
condiciones propicias. Atrás quedan los malos números pandémicos de 2020 (19
millones) y 2021 (31 millones). Y en 2022 los ingreso por turismo alcanzaron
los 69.000 millones, frente a los 71.000 millones de 2019[6].
Y es muy alentador constatar con cifras que el empleo
turístico ha crecido un 5,5% en 2022 con un total de 182.630 afiliados; los
trabajadores de actividades turísticas aumentaron en 63.002 trabajadores
respecto a la prepandemia, y representan 12,2% del total en la economía
nacional.
En la Comunidad Valenciana, donde el 70% del empleo turístico está
en la provincia de Alicante (donde Benidorm es más del 75%), se concentra el
11,1% de los trabajadores del turismo en España, tras Andalucía, Cataluña y
Madrid. Y eso que nos pasamos medio año diciendo que faltaban camareros y quejándonos
del nivel. Y eso que la reforma laboral ha hundido la temporalidad en el
turismo en pleno récord de empleo.
La industria turística cerró diciembre con casi 2,46 millones
de afiliados a la Seguridad Social, el mejor dato de toda la serie histórica
para ese mes; supone que en los últimos 19 meses ha ido creciendo el empleo y, por
primera vez, el nivel de temporalidad de estos contratos ha estado por debajo
del resto de los sectores de la economía española[7]
y a pesar de que la escalada de precios ha derivado también en un 8,9% de
incremento de los costes salariales.
Aquí llegados -y como esto se supone que va de Fitur-, si me
preguntan les diré (¡pregúntenme, pregúnteme!) que esta edición ha sido más de
lo mismo: trogloditas y boterianas princesas de Éboli, Pastrana al fondo,
compartían pasillos con reporteros de toda condición, nivel y pelaje (incluso
de los supuestos Medios más insospechados); dinosaurios de cómic, belleas,
falleras y damas de la Comunitat Valenciana, romanos de pega con galigaes de
chino barato, gladiadores con smartphone, famosillos en demanda de fotos,
soldados de época en ausencia de marcialidad iban y venían como pollo sin
cabeza intentando despertar la misma admiración que algún despistado grupo de
carnaval, un mimo hipando sin gracia y cuatro chicas de revista luciendo plumas
y curvas sobre un andamio de tacón. Youtubers en abundancia, instagramers a porrillo
e influencers sin apoyo ni respaldo creaban un mundo paralelo al profesional. Una
pareja legionaria, con guantes blancos destacando en el caqui verdoso
reglamentario del uniforme, fueron lo más real de la experiencia, tras la
visita a velocidad de hiperespacio de la regia pareja -Felipe & Leticia
(¡qué alto él; no me gusta la camisa de ella!, por comentario resumen de las
decenas escuchados en la fracción se segundo del tránsito interpabellones
vivido en la mañana del miércoles de inauguración.
Sólo puedo reseñar de esta 43 edición, en mi acendrada
parcialidad, el stand de Málaga -y su proyección- y la labor desarrollada en el
de Benidorm. Uno es que es así y no puede (ni intenta) remediarlo: agreste y
montaraz.
Lo más fotografiado, sin duda,el micrófono del Benidorm Fest
que estaba, junto a la Sirenita del Festival, en el stand de Benidorm. Ah, y muchos
entraban para fotografiarse ante el gran lienzo de la Playa de Poniente en ese
anochecer preciso que representa Benidorm, the Best plan.
Y volviendo con el bisturí a sajar cuestiones les confieso que
aún no me he repuesto de una impactante campaña promocional vivida en mis narices,
ante mis ojos, durante tres inmensos días, a cuento del oso y del madroño,
armas heráldicas de la Villa de Madrid; cosas del siglo XIII (de 1222) cuando
los madrileños consiguieron que, si bien los pastos seguían siendo del Cabildo
de curas y beneficiarios (con la Iglesia habían topado), los árboles en las
tierras del concejo quedaban en propiedad concejil y podían ser disfrutados por
los vecinos. Por cierto: hace nada y menos que comí por primera vez madroños en
la Sierra de Gredos -soy levantisco y por aquí no hay; aunque ya quisieran los
de la capital probar los jínjoles-… y entiendo al oso. ¡Qué buenos que están!
Pues nada, a lo que iba con la campaña villenera, que, para
reivindicar -imagino que- ante el pueblo de Madrid que el escultor de tan
significativa escultura -Antonio Navarro Santafé- nació en Villena y que Villena
cuenta con grandes atractivos turísticos -que me perdone Nuestra Señora de las
Virtudes porque la frase va con toda la mala ideas posible e imaginable-, me iban
colocado una copia bidimensional del conjunto junto con un grupete de supuestos
actores -¡qué mal debe ir la profesión!- ¡¡vestidos de época!! Pero… ¿de qué época?
Hasta le dan la pincelada regional incluyendo alguna chulapa en el cuadro…
cuando el encargo al villenero es de principios de los años sesenta del siglo
XX. El oso y el madroño están en la Puerta del Sol desde 1967 y ya habíamos
olvidado algún atuendo propio de ‘La verbena de la Paloma’. ¡Que paisanaje!
Bueno, les pasamos lo de Chapí[8],
don Ruperto (y no me hagan el chiste malo de que no es lo mismo la calle de Ruperto
Chapí que …) porque desde 1867 fue un madrileño más y a él le debemos ‘El tambor
de granaderos’, ‘El rey que rabió’ o ‘La revoltosa’, sainete lírico en un acto
con las aventuras y desventuras del Felipe y la Mari Pepa (¡Ay, Felipe de mi
alma!; ¡Mari Pepa de mi vida!) … pues no que resulta, dicen, que un trozo de Madrid
tiene su origen en Villena y eso les va a llegar al alma a los madrileños que
en manada van a ir a Villena… Ah, que me dicen que es una campaña de Street marketing…
totalmente estrellada. Me lo creo; yo es que me ahogo en una gota de agua. Y
cada gota cuenta.
Me dicen, me cuentan, me confirman que hasta han vuelto los
ágapes, las fiestas y los lucidos saraos por el olivar de la Hinojosa[9]
y la capital del reino. ¡Pardiez!, me han pasado desapercibidos. Algún plumilla
local me insiste en que ha descubierto ese otro FITUR que se añora y desprecia
a partes iguales. El caso es que por sus pregones al amanecer y el velo de mi
nostalgia puede ser hasta verdad, porque sin hacer alardes he vislumbrado conatos
de esa actividad.
Y, como decía ayer (mismo y mismamente en el pabellón 7), la
feria ha vuelto por sus fueros. He constatado actividad y sonrisas; hasta
euforia. Y ha sido la cita del Metaverso y la inteligencia turística. Alguien
dijo al respecto de la Inteligencia Militar que había un conflicto de intereses
en ambas palabras y a este paso va a pasar lo mismo con la inteligencia
turística y los DTI: un banco en un paseo con toma wi-fi no puede acreditar
confición DTI y menos ser un referente IT. Así nos va.
Y hablando de cómo nos va. He asistido, por dos veces, a la
despedida de la ministra de turismo, utilizando el foro fiturero de altavoz
político, para anunciar su voluntad de dar la bienvenida en 2024 a todos
quienes acudan a FITUR como “alcaldesa de la Comunidad de Madrid”; ahí es nada.
Sí, con estas dos orejas dos, procesado el sonido por la neurona que deambula en
solitaria locura por la cavidad craneal, que se lo he escuchado en persona a la
señora Maroto que tanto y tanto y tanto se ha reunido con el sector. Tiren de
fotos y de la hemeroteca para que pase la prueba del algodón famoso…
El FITUR institucional terminó ya; y pensando ya que estamos en
la 44ª edición…
Y como ahora a todos les da por contar lo que hacen en las
RRSS… háganle la prueba del algodón también a todo lo que lean porque, de
verdad de la buena, los que de verdad de la buena trabajan cuentan cómo, dónde,
cuándo y con quién; los que lo hacen en genérico… pues como que van a FITUR a
deambular como alma en pena por la gran feria de las vanidades que siempre ha
sido… aunque siempre queda la ocasión de las compras, el teatro y los musicales;
un deporte que, ya que aquí estamos, practican algunos.
Pero no se olviden que tras los árboles hay un bosque y gente
que trabaja por esto del turismo y de verdad, sin vocear que “buscan un turismo
de calidad” cuando no saben ni de que va esto del turismo.
El mejor destino turístico al que ir es aquel que consigue ser
el mejor lugar para vivir la experiencia del turismo y la vida; lo demás es
para pasar el rato o pasar de largo. Y de esto último, en las ferias de
turismo, hay muchísimo. Cada día más.
[1] Palabro que le oí acuñar en 1988 a José Luis Calvo Bou
en su etapa de presidente ejecutivo del Patronato de la Costa Blanca. Y hasta
ahí puedo leer.
[2] Mujeres cuello de avestruz, de tres grupos tribales que
viven en Sudáfrica y Zimbabue
[3] Mujeres cuello de jirafa, también conocidas como Kayan
Lahwi, del grupo étnico tibetano-birmano Karen, en Chiang Mai; Tailandia.
[4] Diversificación, Desconcentración, Desestacionalización
y Digitalización
[6] Datos del Banco de España extraídos del informe Exceltur
[7] Al cierre de diciembre se
habían contratado 247.763 personas con la modalidad de fijos discontinuos, frente a los 120.000 de diciembre del 2019 precovid y
los 126.000 de febrero de 2022, último mes anterior a la entrada en vigor de la
reforma laboral.
[8] Si bien murió en Madrid, en 1909, sus restos se
encuentran en el Panteón de Ilustres del cementerio municipal de Villena desde
2003
[9] Gran finca -donde se ubica el Campo de las Naciones y
Parque juan Carlos I, donde está IFEMA- que procede de las compras y permutas
de terrenos que Nicolás de la Hinojosa, Tesorero General de Felipe V, realizara
con el fin de construir un gran coto redondo para el cultivo de la vid, el
olivo y el cereal durante el primer cuarto del siglo XVIII
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