El cántabro Pedro de Cevallos y Guerra de la Vega (1759-1838) fue
ministro de Estado[1] de
Carlos IV. Y le sobrevivió y ocupó cargos de igual rango y dignidad con
Fernando VII y hasta con José I, el abstemio Pepe Botella -¡cómo somos
los españoles!-, que le encalomó el negociado ministerial de Negocios
Extranjeros[2] una
vez que Fernando VII -abdicado- y su séquito estaban retenidos en Bayona.
Nada más salir de Bayona para regresar a España, Cevallos
dimitió y se integró en la Junta Suprema y Gubernativa que luchaba contra el
francés y, más hábil con la pluma que con la espada y el mosquete, le endilgó a
los gabachos un texto[3]
que le hizo más pupa a Napoleón por las cancillerías mundiales que las acciones
de los guerrilleros y el Ejército regular por las sierras, explanadas, pueblos
y ciudades de la vieja piel de toro.
Cevallos/Ceballos estuvo más de una vez en París en misión y
en una de ellas -4 de octubre de 1801– firmó, en nombre del rey Carlos IV y con
el príncipe Kurakin[4] en
nombre de zar, un Tratado de Paz[5]
entre el Rey de España y el Emperador de todas las Rusias, Alejandro I.
Llevábamos dos años y pico “en guerra”[6].
No vean en este post una frivolidad; ni lo es, ni lo pretende.
Mucho menos una falta de respeto, ni siquiera una afrenta, al señalar lo de
“llevábamos casi tres años de guerra” ante la que ocurre en Ucrania -cuyo
nombre significa literalmente ‘tierra fronteriza’ y está situada en un campo de
tensiones en el que se enfrentan oriente y occidente-, donde sí hay guerra
patria tras la vil agresión rusa de un supuesto y trasnochado Goliat bélico -con
ansias imperiales- a un David enclenque que desde Europa y Norteamérica estamos
vitaminando, pero poco; que moverse por el tablero mundial es harto complejo y,
al mismo tiempo, estamos llenos de complejos.
Pero el Benítez pregunta… y yo inquiero; y escribo para este Michelozzo.
Va a hacer un año que desde este Blog les expuse lo que
pensaba del vil ataque y el conflicto generado; y en ello me reafirmo.
Mantengo mi postura de apoyo a Ucrania sabiendo que Rusia ni
puede ni debe perder esta guerra, por loca e infame, y que Ucrania ni puede ni
debe ganar, por lógica y sensatez frente a un loco con botón nuclear. Y así, es
por lo que sostengo que, urge llegar a una negociación, tragar bilis y que se
te retuerzan las tripas.
Negociar un tratado de paz, pero sólo hay que pensar, a la vista
de aquel tratado de 1804 al que aludo, que ni estamos ni en el XIX y que ya en
el XX, en el 45, supimos del poder destructor del átomo desencadenado, además
de que de iluminados andamos servidos. Y más al precio de la energía hoy en día.
Y aquí llegados, les cuento que, en la vieja piel de Toro,
islas adyacentes, plazas de soberanía e ínsulas de la Macaronesia, sabido era
de siempre que por aquellas tierras lejanas muy, pero que muy, al Este existía
un ente de poder.
Por ello, Carlos I mandó en 1519 la primera carta que se tenga
noticia desde España al gran príncipe de Moscovia[7]
Basilio III[8] para
informarle de que había ascendido al trono y él era el más grande monarca de la
Cristiandad. No tenía abuela el emperador que le cantara las gracias y recurría
a estas misivas. Carta era la primera, pero desde tiempos de Alfonso III de
Asturias (s. IX) se habían enviado monjes a evangelizar aquellas latitudes…
La respuesta del Este, pero que muy al Este, llegó en 1523 con
otra carta que traía consigo el que podemos considerar el primer cargo ruso que
pisó suelo español: Yakov Polushkin, un alto funcionario que arrancó esto de
las misiones diplomáticas[9]
hispano-rusas.
Pero no fue hasta 1667 -ya con los Romanov en el zarato- cuando
las relaciones diplomáticas se hicieron regulares con la llegada del primer
embajador a España, Piotr Ivánovich Potemkin (Pitiomkin)[10].
Arribó por barco a la bahía de Cádiz y aguardó la comitiva[11]
rusa en el Puerto de Santamaría -por eso le han levantado allí un busto, en la
avenida de la Bajamar; cosas de 2017 que estábamos a partir un piñón con el gas
ruso- el encuentro con la regente Marina de Austria, madre de Carlos II. El zar
Alexis I quería que España se uniera en su lucha contra los otomanos y proponía
mejorar las relaciones comerciales entre ambos países. Cumplida la misión,
Potemkin se marchó por Irún y con el tiempo volvió con nuevas misivas[12].
Aquí llegados, en el siglo XVII, Rusia se interesa por España.
Desarrolla un fuerte comercio con China y necesita plata para pagar; que los
chinos querían cobrar en vil metal. Y a Cádiz es donde llegaba la plata de
América y allí comienzan a establecerse los agentes rusos y con ello llegó el
primer consulado[13]
(1723)… y se llevan las primeras cepas para plantarlas en Crimea y hacer su
propio Jerez[14].
El primer embajador ruso ante la corte española fue Serguei
Dmítrevich Golitsyn[15].
En reciprocidad a la buena voluntad política y comercial, se crean embajadas
permanentes y en 1727, el duque de Liria, Jacobo Fitz-James Stuart, se convirtió
en el primer representante español de una misión permanente en Rusia.
Y ya quedamos a partir un piñón: hasta el nivel de querer
casar a Fernando VI (hijo de Felipe V y su primera mujer) con la Gran Princesa
Natalia (que va y se muere; no consta que del susto) e incluso hasta a Carlos
III (hijo de Felipe V y su segunda mujer) con otra princesa rusa. Estamos en el
XVIII, el siglo del comercio, y si a los
rusos les interesa la plata de América, a los arsenales españoles les
interesaba la madera, el cáñamo y la lona de factura rusa… aunque ya en el XIX,
después del descalabro de Trafalgar (1817) y en una España en crisis
generalizada -con el tesoro esquilmado por los franceses-, Alejandro I ofrece cinco
navíos y tres fragatas por 68 millones de reales a los que no se podía hacer
frente inmediato -sólo se habían conseguido de los ingleses 42 millones por
renunciar al tráfico de esclavos- por lo que tardaron en llegar y nos la juega.
¡Ojo al dato! (que decía Butanito) que cuando llegaron los
barcos (desde puerto inglés y tras librar los primeros pagos exigidos) resulta
que la madera estaba podrida, carecían de pertrechos y debían pasar por el
arsenal para reparación; ¡cómo si no hubiera sido así los iban a dejar salir
los ingleses!; sabían que no eran amenaza alguna. Ante las quejas oficiales,
desde San Petersburgo se enviaron 3 fragatas más, ¡en peor estado!, lo que
provocó el cese de negociaciones comerciales con Rusia. Vamos, estafados hasta
el corvejón[16].
No nos ha ido nunca bien con ellos y, como señalé al principio,
nos declaramos en una ocasión, mutuamente, la guerra tras una consulta al
general estadounidense David Humphreys, Ministro Plenipotenciario en España, que
confirmó la imparcialidad de los Estados Unidos en el conflicto, el 11 de
febrero de 1799. Y sin hostilidades, firmamos la Paz que, como les dije, de la
mano del Cevallos con el que arrancábamos este Post.
Les cuento que este Cevallos era primo político de Manuel
Godoy -el ‘Príncipe de la Paz’, favorito de Carlos IV, quien ya se carteaba con
embajadores de San Petersburgo-, lo que le facilitó el acceso a las esferas del
poder. Pero su predisposición, valía, astucia, don de gentes, concienzuda labor
y acertadas gestiones le valieron continuas recompensas de la Corona, que
siempre alabó su patriotismo, recompensándolo con el Toisón de Oro[17].
Esta afrenta en la que nos declaramos la guerra resulta que
tuvo su origen en “el control” de la isla de Malta y en vestir el hábito de los
caballeros de la Orden[18],
por cierto, Hospitalaria; casus belli que dice mucho del estado pasional del
zar blanco, como el casus belli de esta que nos toca vivir de refilón y que tiene
que ver con el estado neuronal del zar rojo desteñido que es Putin.
En esta guerra (entre el 15 de julio de 1799 y el 4 de octubre
de 1801) no pasó nada: burocracia y papeleo. El 23 de marzo de 1801 el zar
Pablo fue asesinado y su sucesor, Alejandro I, notificó a España tanto su llegada
al trono como sus buenas disposiciones para concertar una paz firmada el 4 de
octubre de 1801. La distancia -y el argumento- fue determinante.
No obstante, sí estuvimos guerreando contra Rusia -sin
declaración de guerra ni nada- unos pocos años después. Fue en la Guerra de
Crimea (1853-56), donde nada nos iba ni nos venía. Pero resulta que el zar de
todas las Rusias -Nicolás I- apoyaba a los carlistas y no reconocía a Isabel II[19]
-¡vaya por Dios!- por lo que, como al general Juan Prim era mejor tenerlo lejos
que cerca (era un conspirador político nato y un excelente estratega), en 1853 se
le puso al frente de una misión militar integrada por 13 oficiales[20],
37 asistentes, 47 caballos y un furgón, con su propia escolta de un sargento y
12 soldados españoles que marcharon a Constantinopla para sumarse a las tropas
turcas -olvidadas las afrentas piráticas seculares y reivindicada batalla de
Lepanto (1571)- que se defendían de la agresión rusa en lo que la prensa de la
época llamaba la “Guerra de Oriente”.
¿Era la ocasión de vengar la estafa de los barcos? ¡Vaya usted
a saber!
Varias acciones pusieron de manifiesto el valor y coraje de
aquella misión, recibiendo diversas recompensas sus integrantes. El propio Prim,
en la batalla de Tutrakan (noviembre de 1853) dirige la artillería turca con
tanto éxito que el sultán le otorga la Orden de los Medjidie[21]
y un sable de honor. Pero la Revolución de 1854, la Vicalvarada[22],
hizo a Prim regresar de aquellos fríos campos de batalla.
Y como estábamos apoyando a la colación francesa, el enero de
1855 se decide crear una Legión Española para Crimea con 20.000 hombres, al
frente de la cual ponen al general Juan de Zavala y de la Puente. Pero cuando
la legión está presta para partir -que reclutar y equipar 20.000 efectivos que
quieran ir a partirse el pecho a 3.200 kilómetros lleva su tiempo-, va la
guerra y se acaba (30 de marzo de 1856).
Pero antes, en la defensa de Sebastopol intervinieron
militares españoles de una segunda misión militar[23]
así como encuadrados en la Legión Extranjera francesa[24]
así como todos aquellos que como particulares se alistaban, quedando la memoria
de entre estos últimos el caso de José María de Murga y Mugártegui, el “Moro
vizcaíno”, que de integrarse en el lío como Hach Mohamed el Bagdady -y
visitar de incógnito La Meca-, terminó de diputado general del Señorío de
Vizcaya. Cosas del ADÑ.
Pero es que Rusia ha sido siempre, desde que quiso parecer
Europa, un mucho tocapelotas. Y le tira eso de implicar la globalidad mundial
para sentirse más larga que ancha y eso que lo es.
Pero si bien entre España y Rusia a través del continente
europeo hay más de tres mil quilómetros de distancia, más al oeste sólo les
separaba el estrecho de Bering de llegar a Norteamérica y a las costas del Virreinato
de la Nueva España.
Por las costas del Pacífico, ya en el siglo XVIII nos las
habíamos tenido tiesas con alguna nave de los zares que se asomara costanera
desde Acapulco hasta Alaska. Desde 1759 los embajadores de España en Moscú
prestaban especial atención al periplo descubridor ruso desde el krai de Kamchatka[25].
En 1774 en el virreinato de la Nueva España se decidió que había que controlar
aquellas frías tierras y una expedición marítima al mando del mallorquín Juan
Pérez llegó a la Isla de la Reina Carlota[26],
límite meridional conceptual de Alaska, tras navegar la Bahía de Nutka junto a
la isla de Vancouver en una misión que pretendía llegar hasta los 65ºN de
latitud y comprobar si había rusos en esas costas. El virrey Miguel José de
Azanza, duque de Santa Fe, no quería sorpresas.
Quince años después -declarada la Guerra por Rusia a España
(1799-1801)- Esteban José Martínez, comandando las naves Princesa y San
Carlos tomó posesión de la Ensenada de Nutka, cuyo territorio pasó a formar
parte del Virreinato de Nueva España de forma oficial y documental.
La presencia española en Nutka frenó el interés del comisionado
Rezanov de bajar en busca de latitudes más templadas y fue, gracias al Fuerte
de San Miguel[27], convertido
en un enclave esencial en la aventura de España en aquellas agresivas latitudes
heladas, que los rusos se frenaron en sus avances y sólo mantuvieron
diseminados algunos campamentos de tramperos para conseguir preciadas pieles de
animales.
Para evitarse males mayores, el 3 de junio de 1790 España
anuncia que toma posesión de Alaska[28].
Salvador Hidalgo/Fidalgo subió bordeando la costa hasta fundar los nuevos
asentamientos de Puerto Córdova y Valdés, algo más al norte, sin encontrar
presencia rusa. Oportuno y providencial porque al día siguiente llegan los
rusos, que fueron ahuyentados y perseguidos hasta su base de operaciones en la
península de Kenai ante quienes se izó la bandera ratificando los derechos
soberanos generados el día anterior sobre Alaska. De aquellas latitudes nos retiramos
con un acuerdo con los británicos, pero hasta 1796 ondeó la bandera española;
más tarde, en 1819, España renunció (Tratado Adams-Onís) a sus posesiones más
allá de los 42º de latitud Norte.
Cierto es que, en 1784, Grigori Shélijov se había establecido en
la isla Kodiak[29] con
la Compañía Rusa de Alaska para cazar zorros en aquella gélida inmensidad; pero
Córdova y Valdez, las posesiones españolas, estaban más al Norte y en
territorio continental. No obstante, en 1867 los rusos decidieron vender
aquella posesión (que no poseían) a los Estados Unidos (que la poseyó).
Y para cerrar este Post, he leído por ahí que también nos las
vimos en la Guerra de los 7 años -que ni fue una sola guerra ni duró 7 años: una
serie de conflictos internacionales[30]
acontecidos entre principios de 1756 y finales de 1763-, pero resulta que
fuimos aliados de la causa francesa y peleamos en el mismo bando en una etapa
en que las llamadas potencias europeas -Reino Unido, Francia y Austria-Hungría;
España vivía su particular bajada a los infiernos pero un español siempre lleva
dentro de sí un aventurero, un corsario, un soldado y un pendenciero y estuvo
en todos los líos- intentaban demostrar quién lo tenía más grande. Y me refiero
al imperio… y al final fue el Británico.
En fin, que sí, que nos las tuvimos tiesas más de una vez;
pero fue sin declaración de guerra. Cuando la hubo, no se peleó y se firmó la
paz.
A ver si cunde el ejemplo; aunque nunca jamás olvidaremos una
afrenta.
Bienaventurados los tuertos porque solo ven la mitad.
[1] Ministro de Asuntos Exteriores
[2] Otra forma de denominar al ministro de Asuntos
Exteriores
[3] “Exposición de los hechos y maquinaciones que han
preparado la usurpación de la Corona de España y los medios que el emperador de
los Franceses ha puesto en obra para realizarla”. 1º de
Septiembre de 1808. https://bvpb.mcu.es/independencia/es/catalogo_imagenes/grupo.do?path=164985
[4] Alejandro Borisovich (1752-1818)
[5] https://books.google.es/books?id=VF2XQuwGHg8C&printsec=frontcover&hl=es&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false
[6] De 1530 a 1798, Malta estuvo gobernada por la Orden de
San Juan hasta que fue ocupada por Napoleón en 1798. En 1797 el zar Pablo I fue
investido protector de la Orden de San Juan de Jerusalén por los caballeros
exiliados en su imperio, en reconocimiento de la acogida y el apoyo prestado a
la Orden y se organizaron en el Gran Priorato de Rusia, tras la conquista de la
isla de Malta por Napoleón en 1798. El rey de España, Carlos IV se creyó
obligado a negarse al reconocimiento de la investidura como protector de la
Orden, ya que el zar no pertenecía a la fe católica propia de la Orden, sino a
la ortodoxia rusa. Rusia, enterada, le declaró la guerra a España (15 de julio
de 1799), que respondió haciendo lo propio (9 de septiembre). Pero de ahí no
pasaron. En 1800, tras un asedio de dos años por los británicos a la Malta
ocupada por los franceses, las islas de Malta, Gozo y Comino se convirtieron voluntariamente
en un protectorado británico y en colonia de la Corona el 23 de julio de 1813,
cuando Sir Thomas Maitland fue nombrado Gobernador de Malta.
[7] Tras el ataque de los mongoles a la Rus de Kiev, primer
estado eslavo oriental -que en el siglo IX
agrupó a diversas tribus eslavas convertidas al cristianismo-, el Gran
Principado de Moscovia se formó en torno a Moscú y los territorios
septentrionales del mismo entre 1238 y 1533, dando paso al Zarato de Moscú con
Iván IV.
[8] Basilio III Ivánovich (1479 - 1533), Gran Príncipe de
Moscovia entre 1505 y 1533. Hijo de Iván III ‘El Grande’ (quien se proclamó
soberano de todas las Rusias, construyó el Kremlin de Moscú [el castillo de
Moscú] y llamó a Moscú la Tercera Roma; mantuvo una correspondencia regular con
el emperador Maximiliano I, emperador
del Sacro Imperio Romano Germánico) y Sofía Paleóloga, fue cristianizado con el
nombre de Gavriil o Gabriel. Padre de Iván IV ‘El Terrible’.
[9] Con embajada a Moscú del Conde Antonio de Padua, con el
objetivo de contribuir a la paz entre el Gran Ducado de Moscú y el Gran Ducado
de Lituania, partiendo de Valladolid en mayo de 1523 y tardando casi un año en
llegar a Moscú. En el otoño de 1524, los españoles, junto con algunos de los
representantes de zar -Iván Zasékin-Yaroslavski y el escribano principal de la
corte Simeón Borísov-, emprendieron el camino de regreso a España, recibiéndolo
Carlos V en Valladolid el 29 de abril de 1525. Tras una estancia de cuatro
meses en España, los enviados moscovitas regresaron.
[10] Potemkin llegó a Cádiz el 4 de diciembre de 1667 a
bordo de un barco mercante italiano que comerciaba con caviar armenio, después
de un largo viaje que arrancó en Moscú en el mes de julio de ese año.
[11] Integrada por el embajador Potemkin y su hijo, el
canciller Simeón Rumiantsev/Roumiantosoff, 16 nobles encabezados por Feodor
Ouchakoff, 2 sacerdotes, 22 pajes y 22 lacayos.
[12] En 1681 regresó a España, ya bajo las órdenes del zar
Teodoro III
[13] Operativo hasta 1914
[14] Que esa es otra historia como la del Massandra Sherry
1775, muy cerquita de Yalta y con su propia polémica: https://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/09/150919_putin_vladimir_silvio_berlusconi_vino_jerez_mr
[15] Su hijo, Lev Sergeyevich Golitsyn fue el encargado de
desarrollar en Crimea en 1878 la revolución vinícola rusa.
[16] Los once barcos conocidos como 'la flota del zar'
resultaron ser una estafa en toda regla que Fernando VII y sus acólitos
negociaron por 68 millones de reales, pagaron 37; y tras no prestar ningún
servicio, supuso menos de cuatrocientos mil reales para el tesoro en la venta
de piezas en su desguace.
[17] La Insigne Orden del Toisón de Oro es una orden de
caballería fundada en 1429 por el duque de Borgoña y conde de Flandes, Felipe
III de Borgoña. Es de las más prestigiosas y antiguas de Europa, y está muy
ligada a la dinastía de los Habsburgo y a las coronas de Austria y España. Es la
principal y máxima distinción que concede la Familia Real española. El actual
gran maestre de la rama española es Felipe VI, rey de España, y el de la rama
austriaca es Carlos de Habsburgo-Lorena, jefe de la Casa de Habsburgo. Llevan
anexo el tratamiento de Excelencia, siempre que su titular no posea otro de
mayor rango
[18] Soberana y Militar Orden Hospitalaria de San Juan de
Jerusalén, de Rodas y de Malta, orden
religiosa católica fundada en Jerusalén en el siglo XI por comerciantes
amalfitanos. En la actualidad está reconocida como Ente de Derecho
Internacional
y la componen La
componen más de 13500 caballeros y damas y aproximadamente unos 95.000
voluntarios y 52.000 trabajadores, personal sanitario en su mayoría. La Orden
se estableció en Roma en 1834 y desarrolla misiones humanitarias (especialmente
durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial). En 1530 Carlos I de España
—con el beneplácito del papa Clemente VII— cedió a la orden las islas de Malta,
Gozo y Comino, así como Trípoli. La Orden debía permanecer neutral en las
guerras entre naciones cristianas.
[19] Para Nicolás I no había más rey de España que don
Carlos, y luego su hijo.
[20] Teniente coronel Agustín Pita del Corro, comandantes de
infantería Luis Escario y Miguel de Trillo y Figueroa, capitán de ingenieros
Ramon Méndez de Vigo, capitanes Enrique de Trillo y Figueroa, Fernando Useleti
de Ponte y Carlos Detenre y 6 tenientes de infantería. Acompañaban también el
inglés Rhodes; Giuseppe Govone, oficial piamontés que sería ministro de Guerra
de Italia entre 1869 y 1870; un oficial turco, Sevet Efendi, como intérprete, y
una escolta de doce lanceros otomanos.
[21] Instituida en 1851 como recompensa por el servicio
distinguido a los miembros de los Ejércitos y Armadas que acudieron en ayuda
del Imperio Otomano durante la Guerra de Crimea
[22] Pronunciamiento del general Leopoldo O'Donnell el 28 de
junio de 1854. Dos días después se enfrentaban en las cercanías de Vicálvaro las
tropas sublevadas y las tropas gubernamentales. Fue un pronunciamiento militar
seguido de una insurrección popular, que se produjo entre el 28 de junio y el
28 de julio de 1854 durante el reinado de Isabel II. Se puso fin así a la
década moderada (1844-1854) y se dio paso al bienio progresista (1854-1856).
[23] Capitán Tomás O’Ryan Vázquez y teniente Andrés Villalón
Echevarría en el cuartel general anglo-francés. La batalla del río Almá y el
famoso sitio de Sebastopol contaron con la participación de estos soldados,
loados por los mandos franceses en comentarios que han llegado hasta nuestros
días en los informes militares. Más importante sin duda es que se conservan los
nombres de 474 de estos hombres gracias a la "Memoria sobre el viaje
militar a la Crimea", escrita por ambos militares con destino al
Ministerio de la Guerra. En ella se recogen las condecoraciones recibidas... y
también, con un estilo lacónico y marcial, las heridas sufridas por 103 de
ellos o las causas que provocaron la muerte de otros 91.
[24] En la Legión Extranjera Francesa, en aquella Guerra de
Crimea, se integraron los carlistas españoles derrotados que, en número de unos
900, estuvieron dando bayonetazos por allí y se hicieron merecedores de dos
Legiones de Honor y 8 Medallas Militares. A destacar el capitán Antonio
Críspulo Martínez -que llegaría a general en el ejército francés- y que, pese a
su pasado carlista, le fue concedida por un gobierno isabelino la Cruz de San
Fernando. Un español, independientemente de su condición, demostrando valor -y
evidenciando miserias- es siempre un español y aprovecho para señalar que la
Cruz Laureada de San Fernando es la más preciada condecoración militar del
Reino de España; fue creada el 31 de agosto de 1811 en las Cortes de Cádiz y
convalidada por real decreto de Fernando VII de 10 de julio de 1815. Su nombre
hace referencia al rey Fernando III de Castilla. La concesión de la Cruz
Laureada lleva implícita el ingreso en la Real y Militar Orden de San Fernando,
primera Orden española de carácter militar.
[25] Península volcánica de 1250 km de longitud situada en
el Extremo Oriente ruso, al este de Rusia, y que se interna en el océano
Pacífico.
[26] Isla Lángara, que con las islas Graham y Moresby y
otras 150 más forman el Archipiélago que Canadá reconoce hoy como Haida Gwaii
(53°N 132°O)
[27] Para la defensa
de Santa Cruz de Nuca, el primer establecimiento europeo en la Columbia
Británica
[28] El 3 de junio desembarcaron en la costa del actual Orca
Inlet, y, en una ceremonia solemne, Fidalgo erigió una gran cruz de madera y
reafirmó la soberanía española sobre el territorio, bautizándolo como Puerto
Córdova. Fidalgo continuó a lo largo de la costa de Alaska, hasta alcanzar
punta Gravina, donde celebró otro acto de reafirmación de la soberanía
española. El 15 de junio descubrieron un puerto, al que llamaron Puerto Valdés,
en honor de Antonio Valdés, entonces Ministro de la Armada Española.
[29] Avistada en 1741 por la Armada Rusa en su expedición al
Norte dirigida por el danés Vitus Bering, hasta 1784 no fue ocupada.
[30] En Europa, América (del Norte, Centroamérica y el
Caribe y América del Sur), África Occidental, India y Filipinas; el primer conflicto a escala global
de la Historia, la verdadera primera guerra mundial.
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