La Corriente del Golfo, en anteriores posts de
tinte geográfico lo hemos señalado, es una corriente cálida de circulación
rápida que alcanza el límite occidental del giro del Atlántico Norte. A simple
vista, no se ve; pero su trayectoria es visible desde el espacio mediante
imágenes infrarrojas, por la variación de color en función de los cambios de
temperatura del océano. Se origina en el golfo de México; de ahí su nombre… y a
mí, lo de golfo me lleva a pensar en personaje deshonesto, pillo, sinvergüenza,
holgazán…
Por eso, Yo, a contracorriente -como siempre-, aprovecho para
reivindicar que en vez de Corriente del Golfo se le debiera llamar Corriente
de Anglería, Corriente de Morales, Corriente de Ponce o,
tal vez y con mayor propiedad, Corriente de Alaminos, nombre al
me adhiero; quede palmaria constancia en este Post.
Anglería, Morales, el mismísimo Ponce de León[1]
o Alaminos, que fue el primero en aprovecharla, dejaron constancia de su
existencia mucho antes que los británicos le colocaran el nombre.
Pedro Mártir de Anglería[2] es el
primero en hablar de ella, ya en 1494, en un tocho -en latín- al que tituló De
Orbe Novo decades octo (la primera, de las ocho décadas -ocho tomos-,
fue publicada en Sevilla en 1511) y apunta directamente al Adelantado[3]
Bartolomé Colón[4]
como autor de la anotación “sin remos y el empleo de ninguna fuerza
humana, el inmenso barco volaba sobre la superficie del agua”… ¡Tate!,
la corriente esta que hoy nos ocupa.
Andrés de Morales[5], piloto[6],
detectó en la navegación oceánica, al paso de determinadas latitudes, la existencia
de una fuerza marina que llamó torrentes de mar[7];
el torrente de mar del que hoy escribimos, en concreto, lo notó y anotó en
sus libros de mar a caballo entre los siglos XV y XVI. Morales, que como
avezado piloto se embarcó con Colón en su tercer viaje y navegó aguas antillanas,
tuvo sus más y sus menos en los primeros compases de la carrera de Indias y en
esas que de cierto olvido lo rescató Juan de la Cosa[8].
Alaminos, el piloto que centrará este post, bebió de sus fuentes de saber.
Antón de Alaminos[9] nació en
Palos -Palos de la Frontera- y debió morir por el Yucatán mexicano, que él
creyó una isla, en torno a 1520-1524. Hay una carta de su viuda (1526)
reclamando pensión[10],
cuando vio que no volvía (o le informaron que ya no lo haría); que las cosas
entonces eran así.
Fernando Tola[11]
sostiene que Alaminos nació en 1475; otros, que lo hizo en 1486. La mayoría de
los autores, siguiendo a fray Bartolomé de las Casas[12],
sostienen que debió nacer poco antes de que Colón descubriera América, con lo
que engrandecen su figura al señalar que con tan sólo 12 años ya lo tenemos
embarcado en los viajes de Colón como grumete; lo colocan en el 4º viaje (y
hasta hay quien señala que también estuvo en el 3º) donde se forjó en las cosas
de la náutica y optó por ser maestre[13]
cuando regresó a la península en 1504.
Alaminos, con seguridad, volvió a la mar Océana ya como
piloto, pero no nos vuelve a aparecer documentado hasta 1513, cuando Ponce
de León lo coloca al timón de la carabela “Santiago” (que mandaba
Diego Bermúdez) en la empresa que le llevó a descubrir La Florida, tras
la que el propio Ponce encargó al capitán Juan Pérez de Ortubia y al piloto Antón
de Alaminos, a bordo del bergantín “San Cristóbal”, que
continuaran la exploración de la costa del nuevo territorio del que había tomado
posesión y que siguiera investigando, de paso, la corriente, tarea en la que
emplearon cuatro meses; bordearon la península de la Florida volviendo sobre
sus pasos, a pesar de la fuerte corriente ¿de Alaminos? Regresaron a Puerto
Rico a mediados de febrero de 1514, tras haber descubierto Bímini[14]
y la salida al océano por el paso de las Bahamas.
Esto será de singular importancia y trascendencia para la
navegación de regreso a España desde América: la Ruta de Vuelta, fundamental para
completar la Carrera de Indias[15].
Y él, Alaminos, sería el primero en aprovechar esa fuerza
marina para huir de Cuba[16],
con una encomiendo de Hernán Cortés[17],
enemistado con el gobernador de la isla.
Alaminos se metió de lleno en la corriente, por el Canal de Bahamas, para dejar
atrás a sus perseguidores, buscando los contralisios y evitar el tedioso
anticiclón de las Bermudas-Azores -con vientos débiles e impredecibles; latitud
de los caballos[18] y
encalmadas- y llegar a España en un tiempo récord.
Alaminos pasará también a la historia por
cartografiar como nadie la península de Yucatán (febrero de 1517)… y
considerarla una isla, aunque en 1529 ya será bautizada como Yucatán después de
interpelar a los indios capturados. “¡Yectecán!, ¡Yectecán!” (¡no entendemos!,
¡no entendemos!), parece que repetían los indios cuando aquellos tipos raros
llegados por mar les preguntaban; y Yucatán que le pusimos a aquel territorio;
que de oído siempre hemos andado finos los peninsulares patrios.
Por cierto, hagamos una salvedad sobre Alaminos: en las Décadas
de Herrera[19]
(1601) aparece escrita la primera evidencia a esta corriente, a partir -dice el
cronista- del cuaderno del propio Ponce: “La corriente era tan grande que
podía más que el viento”. Pero Alaminos era el piloto.
Y ahí está la cosa. Para el caso que nos ocupa, Ponce de León
registraría en el diario de a bordo un 22 de abril de 1513 lo de “una
fuerte corriente contraria” y Alaminos la estudió y la entendió.
Esa ‘fuerte corriente contraria’ es que durante años
alimentó la idea en la península ibérica de que había tierra al Oeste. Las múltiples
evidencias físicas de troncos de árboles o de frutas, arrastradas por la
corriente, se amontonaban, por ejemplo, en las islas Azores. La corriente que
hoy viene a este Post enviaba señales a las costas azorianas, invitando a los
navegantes aventureros a descubrir el Nuevo Mundo. Y cuando Colón vivió en Porto
Santo[20]
ya no le cupo duda alguna. (Y aquí obvio al prenauta y protonavegante al que fray
Bartolomé de las Casas y Pedro Mártir de Anglería citan en sus obras)[21].
Así, recapitulando sobre la corriente de marras,… resulta que Cristóbal
Colón llegó a las Bahamas y se quedó a las mismísimas puertas de dar con ella
en 1492; que Morales la intuyó; que el 22 de abril de 1513 la constata y anota
Ponce de León; que Alaminos la sigue, la persigue y lo consigue en 1519; que en
1665 la terminará cartografiándola el jesuita y enciclopedista
alemán Athanasius Kircher[22];
y se hará famosa cuando Benjamín Franklin[23]
haga la carta náutica definitiva (1769-1770).
Y esto tiene una buena historia que ya el padre José de
Acosta reflejaba en su obra “Historia natural y moral de las Indias”
de 1590: “Y es la razón, la que se ha dicho, que dentro de los trópicos
reinan siempre vientos de oriente, y son buenos para ir de España a Indias
occidentales, porque es ir de oriente a poniente. Fuera de los trópicos, que
son en veinte y tres grados, hállanse vendavales, y tanto más ciertos, cuanto
se sube a más altura; y son buenos para volver de Indias, porque son vientos de
mediodía y poniente, y sirven para volver a oriente y norte”. Bordear el
anticiclón.
Tras Alaminos y los demás pilotos navales españoles, los
franceses, en sus viajes desde la Luisiana a Francia siguieron la que ellos
llamaron Corriente de la Florida. Y aunque me duela, apuntaré a
los franceses el éxito haber subido, costeando toda la costa Este de
Norteamérica, hasta la desembocadura del río San Lorenzo[24]
y los bancos de Terranova[25]
para girar hasta sus puertos europeos en lugar de hacerlo, como los españoles, tras
superar la altura de las islas Bermudas. Tiene su lógica, porque la Nueva
Francia estaba en torno al Río San Lorenzo.
Y para más inri resulta que fue Marc Lescarbot el
primero en dejar constancia de la Corriente del Golfo (cálida) y su contraste
térmico con la Corriente de Labrador (fría) en un libraco relatando su viaje de
1606-1607 a los territorios de la Nueva Francia: “He hallado algo
sorprendente de lo cual deberá ocuparse un filósofo de la naturaleza. El 18 de
junio de 1606 a 45° de latitud y a una distancia de seis veces veinte leguas al
este de los bancos de Terranova, nos encontramos en medio de un agua muy
caliente aunque el aire estaba frío. Pero el 21 de junio, repentinamente,
fuimos presa de una bruma tan fría que parecía que estuviésemos en enero y el
mar estaba también extremamente frío”[26].
Lescarbot, prolífico poeta e historiador, había acompañado a Jean de Biencourt
de Poutrincourt[27] en
su aventura en la Acadia[28].
Pero, mire usted, sin dejarlo por escrito, resulta que, los
balleneros europeos, principalmente los balleneros vascos, que frecuentaban los
bancos de Terranova, descubrieron que los cetáceos que cazaban evitaban
determinadas áreas que el tiempo señaló como el cauce de la Corriente de
Alaminos (es que estoy lanzado y me cuesta decir Corriente del Golfo).
El conocimiento del proceder de las ballenas en aquellas aguas configuró un saber
intuitivo de los torrentes marinos a los balleneros que será decisivo en esta
historia.
Para ello, situémonos en las costas de los Estados Unidos
cuando no eran aún una república independiente. En las 13 colonias que mantenía
los británicos en Norteamérica -Massachusetts, Nuevo Hampshire, Rhode Island,
Connecticut, Nueva York, Pensilvania, Nueva Jersey, Delaware, Maryland,
Virginia, Carolina del Norte, Carolina del Sur y Georgia británica- el comercio
con la metrópoli y la pesca estaban al nivel de la agricultura y la ganadería:
potentísimos. Para controlar administrativamente todo aquello funcionaban
variantes del King’s Privy Council[29]
londinenses acopladas a la forma de actuar en aquellas latitudes. Pero a partir
de 1675, con la creación del Lords of Trade and Plantations[30],
el gobierno de las colonias se modificó a favor de un mayor control por parte de
la Corona inglesa sobre los pingües beneficios que generaba.
Y la oficina de Correos de Boston detectó que los viajes desde
las colonias a la metrópolis tardaban menos que los viajes de la metrópolis a
las colonias. Se hizo la queja oficial (1769) por parte de la oficina de
Aduanas de Boston ante The Lords of the Treasury[31]:
los packets (barcos-correo) tardaban en promedio dos semanas más de la
metrópolis a las Colonias, que de las Colonias a la metrópolis. Por eso, se
encargó al responsable de Correos de Nueva Inglaterra, Benjamín Franklin, buscar
la respuesta al retraso.
Franklin no tuvo mejor idea que preguntar a su primo/sobrino[32]
Thomas Folger, ballenero, quien le puso al corriente sobre la corriente
y le explicó que los packets harían mejor en atravesar la corriente que
en intentar vencerla. Y también le dijo que los capitanes británicos nunca
habían aceptado los consejos de navegación de los balleneros. Salir de Boston
y dejarse llevar por la corriente hasta Falmouth -en Cornualles, el
puerto natural más grande de Europa occidental y el tercero del mundo- era más
rápido que ir de Falmouth a Boston a contracorriente.
Franklin y Folger cartografiaron el curso (ascendente) de la
corriente con una asombrosa precisión. El mapa se editó en Londres en 1770 y se
envió a Falmouth, pero los capitanes ingleses, escépticos ante cualquier
iniciativa procedente de las colonias, lo rechazaron. Franklin intentó hacerles
cambiar de opinión, hasta que, tras el estallido de la guerra de la
Independencia norteamericana, desistió para no favorecer al enemigo.
Dicho esto, sólo me queda añadir una brevísima pincelada sobre
el papel que juega la Corriente del Golfo en el balance general del clima
planetario. Sí, resulta que el calor almacenado en las capas superficiales del
mar y la humedad que éstas crean por evaporación mantienen los movimientos de
las masas de aire en la atmósfera.
En el equilibrio planetario, la Corriente de Alaminos
-me dejo llevar- tiene un homólogo oriental, la Corriente de Kuroshío/Khuro-sivo,
que es un angosto e intenso flujo de aguas de superficie –“río negro” es
la traducción de Khuro shío- que sirvió como vía rápida de viajes
transoceánicos. Urdaneta[33]
la descubrió y la utilizó (1565) para el tornaviaje[34].
Todas estas corrientes se rigen por la geometría del planeta y
por su rotación. Aún ignoramos el funcionamiento exacto del conjunto, el
llamado juego de los grandes “giros” en las cuencas oceánicas y su influencia en
el mecanismo de relojería de fluidos sobre el equilibrio del clima. Lo que sí
sabemos es que estas corrientes, y en particular y muy especialmente la Corriente
de Alaminos -¡Vaya, otra vez!- durante su recorrido va perdiendo gradualmente
su temperatura a medida que libera calor a la atmósfera. En su transitar,
alcanza el extremo sur de la península de la Florida y sube las costas
orientales de los Estados Unidos; y a la altura de Terranova gira el este y se
dirige a Europa en lo ya que llamamos Corriente del Atlántico Norte,
asegurando a Europa un clima cálido para la latitud en que se encuentra. También determina en buena parte la flora y la
fauna marina de los lugares por los que pasa.
La Corriente de Alaminos está provocada por la
acción combinada del movimiento de rotación terrestre (y en menor grado por el
de traslación) y por la configuración de las costas tanto americanas como
europeas.
Y ahí ha estado ‘toda la vida de Dios’, que podíamos decir,
esta corriente que forma parte de un sistema de corrientes del Atlántico que
llamamos AMOC: Atlantic Meridional Overturning Circulation. ¡Ojo a al
Overturning este! que implica una inmersión y circulación profunda.
Sí, porque el sistema está compuesto por corrientes superficiales
y profundas. Las aguas superficiales del
hemisferio Sur son transportadas a través del trópico, donde se calientan,
llegan al Caribe, y suben por la costa Este de Estados Unidos, cruzan el
Atlántico y llegan hasta el mar de Noruega. Al alcanzar las aguas del Atlántico
subpolar, se enfría la corriente y como son aguas muy salinas (vamos, que pesan)
se hunden y regresan al origen sureño como corrientes profundas. Al llegar al
Sur, emergen y vuelta la burra al trigo…
Hablamos de 80 millones de m3/seg, desplazándose a
1’8 m/seg, en una banda que puede alcanzar los 1.000 kilómetros de anchura y
una profundidad variable. En el estrecho que separa Florida de las Bahamas y
Cuba, la Corriente del Golfo tiene una anchura máxima de 80 km y una
profundidad de 640 metros. En la superficie, la temperatura es de 25 °C y la
corriente circula a una velocidad media de 5 km/día. Más hacia el Norte, la
corriente se ensancha gradualmente y alcanza aproximadamente los 480 km de
ancho frente a las costas de Nueva York. Su caudal, antes de dividirse en los
distintos ramales, llega a alcanzar los 80 m3/s, con picos por
encima de los 100 m3/s, con una velocidad media del agua que
transporta de entre 6 y 7 km/h.
Todo un invento que, permítanme que insista, deberíamos llamarla
Corriente de Alaminos. Inténtenlo.
PD. Al contrario de lo que se cree, los apresamientos de
buques españoles por parte de los corsarios fueron mínimos y en los 250 años en
los que funcionó el sistema de flotas, puede considerarse como una de las
operaciones navales más importantes de la historia mundial. Luego el cine
cuenta lo que cuenta.
[1] Juan Ponce de León y Figueroa (1460-1521); vallisoletano,
paje de Fernando II de Aragón, el Católico, militar destacado en la toma de
Granada, se embarcó para el Nuevo Mundo (dicen que el tercer viaje de Colón;
dicen que con Ovando) y en 1502 lo tenemos como capitán de la tropa de Santo
Domingo sofocando la rebelión en la zona oriental de la Española. Hizo fortuna
y en 1508 financia la expedición a Borinquén (Puerto Rico) y funda San Juan
(sobre la población de Cáparra). En abril de 1513, hace 510 años, un 8 de
abril, reclama la tierra que había pisado para la Corona de España. Desembarcó
entre la playa de Melbourne, próxima a Cabo Cañaveral, y la playa de Ponte
Vedra, cerca de Jacksonville.
[2] Pietro Martire d'Anghiera (1456/57-1526); natural de
Arona, en el Milanesado italiano, fue un humanista, sacerdote y cortesano al
servicio de los Reyes Católicos y de sus sucesores. Miembro del Consejo de
Indias (1520-26) y cronista de Indias (1520), ocupó diversos cargos
eclesiásticos y se le conoce principalmente por sus escritos acerca del
descubrimiento de América.
[3] Alto dignatario que llevaba adelante una empresa o
misión por mandato por designio real. El nombramiento otorgaba a un individuo
el derecho a financiar de forma privada expediciones de descubrimiento y
conquista en territorios de ultramar. El adelantado podía quedarse con la mayor
parte de los recursos que encontrara, siempre que pagara una parte a la Corona.
Los adelantados fueron la vanguardia del Imperio español en su expansión a lo
largo del siglo XVI. Entre los famosos conquistadores a los que se les concedió
el estatus de adelantado se encuentran Cristóbal y Bartolomé Colón, Francisco
Pizarro y Juan Ponce de León. Hernán Cortés no consiguió para sí la ansiada
dignidad de Adelantado.
[4] (1460-1514); hermano de Cristóbal y Diego Colón, primer
adelantado y segundo gobernador general de Indias.
[5] (1477-1517); cartógrafo y navegante que participó en
algunos de los viajes de Cristóbal Colón a América. En 1500 fue piloto
recomendado por Juan de la Cosa para la expedición comandada por Rodrigo de
Bastidas y, entre 1504 a 1506 formó parte de la expedición del propio Juan de
la Cosa a Tierra Firme, en la que exploraron y descubrieron desde el golfo de
Venezuela hasta Nombre de Dios. En 1508, Nicolás de Ovando le encomendó
explorar La Española y dibujar un mapa que se ha conservado hasta nuestros
días. El obispo Juan Rodríguez de Fonseca le solicitó que preparara una carta
de navegación marítima de la costa de Brasil que fue utilizada por mandato real
en el litigio con Portugal.
[6] En la navegación en los países de la península ibérica
y otros países europeos de los siglos XV al XVII, los pilotos eran hombres cuya
tarea y responsabilidad consistía en llevar el barco con su tripulación,
pasajeros y carga al destino previsto, además de trazar rutas marítimas y
elaborar cartas náuticas en el caso de los pilotos mayores. La misión principal
del piloto era dirigir la nave desde que zarpaba hasta que llegaba a su puerto
indiano de destino en cuanto a rutas y rumbos se refiere.
[7] Metafóricamente, se dice que las corrientes marinas son
ríos que se desplazan en el seno de la masa de agua de mares y océanos.
[8] (1450-1510); navegante, cartógrafo, autor del mapa más
antiguo que se conserva del continente americano, y oficial de la Casa de la
Contratación. El mapa -un rectángulo irregular de pergamino (183x96 cm) firmado <Juan
de la cosa la fizo en el puerto de S: mã en año de 1500>- refleja los
resultados de los descubrimientos realizados en América durante el siglo XV;
con información procedente de los viajes realizados por Colón (viajes de 1492,
1493 y 1498), Alonso de Ojeda, Vicente Yáñez Pinzón, Juan Caboto, Pedro Álvares
Cabral y diversos exploradores portugueses que recorrieron África, como
Bartolomeu Dias y Vasco da Gama.
[9] Antón de Alaminos (Palos de la Frontera, Huelva, entre 1475 y 1490 — sobre 1520-24);
piloto y explorador español, descubridor de la corriente del Golfo, y por ello
de la ruta natural de regreso a Europa desde América. Acompañó a Colón en el
cuarto viaje -puede que en el tercero- y se forjó en las artes de la
navegación. En 1504 es admitido para formarse como piloto y al poco contrae matrimonio
con Leonor Rodríguez. Vuelve a América en 1513 figurando en la expedición de
Juan Ponce de León a la Florida y descubrimiento de las islas de Bímini. Hasta 1517
parece que se dedicó a ser piloto en expediciones de salteo descubriendo de la
costa centroamericana, desde el archipiélago de las Guanajas en la costa de
Honduras a 16º Norte, hasta el cabo Mármol en Panamá a 9º Norte, y acompañó, en
calidad de piloto, a Francisco Hernández de Córdoba en el viaje en que fue
descubierto Yucatán. A Juan de Grijalva lo acompañó en 1518 en el segundo viaje
exploratorio hacia tierras mexicanas ya con el título de Piloto mayor,
reconocido por el gobernador de Cuba, Diego Velázquez. En ese viaje confundió
la península de Yucatán con una isla y la nombró Isla Rica; error este se
transmite a la cartografía española y perdurará hasta 1529. Alaminos creyó que
en la Laguna de Términos, en el golfo de Campeche, terminaba la isla de
Yucatán, pensando que la bahía de Ascensión y Términos se comunicaban. El 17 de
agosto de 1518 llegó a Puerto de Términos (hoy Ciudad del Carmen, Campeche).
Finalmente acompañó a Hernán Cortés en 1519, en el tercer viaje que partió de
Cuba hacia México y culminó con la Conquista de México. Fue piloto para Juan de
Grijalva, Francisco Hernando de Córdoba y Alonso Álvarez de Pineda en diversas
misiones y recibió el encargo de Cortés de llevar a Francisco Montejo y Alonso
Hernández Portocarrero, junto con el tesoro de Moctezuma, ante la Corte de
Carlos I. Su pretensión era solicitar la gobernación de Tierra Firme en torno a
la Villarrica de la Veracruz. Alaminos zarpará con el navío San Sebastián
del puerto de San Juan de Ulúa el 26 de julio de 1519 con esta misión, y tras
hacer escala en el norte de Cuba, en el puerto de Marien, llegan a la Sanlúcar
de Barrameda a mediados de octubre de 1519. Las actividades de Alaminos en
España son poco conocidas. Sin embargo, se tienen algunas noticias de sus
andanzas, entre las que cabe destacar las posibles conversaciones en Sevilla
con Juan Rodríguez de Fonseca, el viaje a visitar al padre de Cortés, así como
la labor de acompañamiento que, junto con Montejo y Portocarrero, hizo del
tesoro de Moctezuma desde Sevilla a Valladolid, donde lo recibieron las
autoridades. Además, resulta novedosa la visita que Alaminos, con sus dos
acompañantes, hizo a la villa de Tordesillas, donde fue recibido por Juana I de
Castilla y su hijo Carlos I, seguramente para cumplir con el compromiso de
entregar el tesoro de Indias a los correyes de Castilla. Al día siguiente, se
produciría el desfile de este tesoro en la plaza de Santa Cruz de Valladolid,
como muy minuciosamente nos cuenta Mártir de Anglería. La siguiente noticia de
Alaminos en España es la de su presencia en la ciudad de La Coruña, el 20 de
mayo de 1520, en las jornadas de la partida del Emperador, donde acudió con su
hijo mayor a solicitar gracia de Calos V, que concedió al palense una cédula
real de 1.000 pesos de renta pagaderas en la Nueva España. Después, el silencio
en la Historia sobre este personaje, sólo roto por su esposa, Leonor Rodríguez,
que en 1526 solicita ayuda económica real para sacar a su numerosa familia
adelante. Sobre la muerte de nuestro piloto nada se sabe, pero su obra de dar a
conocer al mundo las costas y peligros del Caribe. Alaminos brindó información
a los cronistas Pedro Mártir de Anglería, Bartolomé de las Casas, Gonzalo
Fernández de Oviedo y Francisco Cervantes de Salazar. Una monografía importante
sobre este navegante es la de Jesús Varela Marcos, Antón de Alaminos (el piloto
palermo descubridor de las costas del seno mexicano), Ayuntamiento, Palos de la
Frontera, 1992.
[10] Leonor Rodríguez, esposa de Alaminos, solicita al rey
Carlos I ayuda para pagar las dotes de sus hijas tras la desaparición/muerte de
su marido. Y en la misiva relata las muchas empresas llevadas a cabo por su
marido.
[11] Fernando Tola de Habich (1941) escritor e investigador
limeño, afincado en una localidad de El Moyanés catalán. Autor de “Antón de
Alaminos, El piloto fantasma del Caribe”. Libros del Cuervo. 2022
[12] (1474/1484–1566); encomendero, teólogo, filósofo,
fraile dominico, sacerdote y obispo español del siglo XVI, famoso como
historiador y reformador social. Llegó a La Española como laico y luego se
convirtió en fraile y sacerdote dominico. Fue el primer obispo de Chiapas, en
la Nueva España, y nombrado primer "protector de los indios". Publicó
una veintena de obras de las que Brevíssima relación de la destruyción de
las Indias (1552) es la más renombrada.
[13] Persona que tenía el mando después del capitán en las
naves mercantes. Junto con el piloto y el capitán, el maestre ocupaba la
cúspide del poder en un buque del siglo XVI. Se integraba en el grupo de los
llamados oficiales de mar. "El maestre era definido como el señor capitán
que, como tal, manda sobre sus subordinados, los cuales deben obedecerle en
todo lo que convenga al provecho de todos y de la nao. Sería el señor de la
casa, y los demás sus criados" (Alonso de Chaves: Espejo de navegantes.
Madrid, Museo Naval, 1983, p. 223 (original del siglo XVI).
[14] Cadena de islas a 80 km de Miami, en las Bahamas
[16] Hernán Cortes, que ya había contado con Alaminos en
1519 en una expedición de descubierta, tras fundar Villa Rica de la Veracruz
(22.04.1519; Puerto de Veracruz) y establecer allí el primer ayuntamiento en
América continental e independiente del dominio de Diego Velázquez, gobernador
de Cuba, confió a Alaminos la misión de llevar hasta España a sus dos
mensajeros - los procuradores, Francisco
Montejo y Alonso Hernández Portocarrero- con una carta conocida como ‘Primera
Carta de Relación’ o Carta del Cabildo y el mejor botín obtenido hasta
entonces a fin de que el monarca Carlos I le nombrara gobernador de aquellas
tierras. Alaminos llegó a Sanlúcar de Barrameda en octubre de 1519 más rápido
que las noticas de Cuba. Alaminos y los altos dignatarios de la expedición
fueron recibidos en Tordesillas por Juana I de Castilla y su hijo Carlos I, a
quienes explicaron situación entre Cortés y Velázquez. Alaminos entabló amistad
con el emperador Carlos V y con miembros de la Corte cercanas a él. El rey le
concedió en 1520 una cédula real de 1.000 pesos de renta pagaderas en la Nueva
España.
[17] Hernán Cortés de Monroy y Pizarro Altamirano, I marqués
del Valle de Oaxaca (1485-1547); militar español que, a principios del siglo
XVI, lideró la conquista del imperio mexica -la conquista de México-, dando
lugar a la creación del Virreinato de Nueva España.
[18] En la latitud cero también se pone en marcha la circulación
global del aire, que trata de equilibrar el contraste térmico entre el ecuador
y los polos. El aire caliente que sube alcanza una determinada altura en la
atmósfera y comienza a moverse hacia el norte y el sur. Cuando se enfría lo
suficiente regresa a la superficie, generando altas presiones. Esto ocurre a
unos 30 grados de latitud en cada uno de los hemisferios. Ahí se encuentran los
cinturones de anticiclones como el de las Azores, de tipo permanente. Esto
quiere decir que siempre están en la misma zona pero que pueden moverse hacia
el norte y el sur dependiendo de la época del año. En el hemisferio boreal, el
anticiclón de las Azores forma parte de la conocida como célula de Hadley. La
siguiente célula de aire está entre los 30 y 60 grados norte y se llama Ferrel.
En ella vive el ochenta por ciento de la población mundial. Entre estas dos
células están las calmas ecuatoriales, donde el viento apenas sopla.
[19] Herrera y Tordesillas, Antonio de. (1549–1625). En 1570
entró al servicio del príncipe Vespasiano Gonzaga Colonna y regresó a España
cuando Colonna fue nombrado virrey de Navarra. Siguió en la confianza del
virrey cuando este pasó a Valencia (1579) y fue presentado a Felipe II que gozó
de su confianza, afianzando su posición en la Corte como escritor, hasta lograr
el cargo de cronista mayor de las Indias (1596) y cronista mayor de Castilla
(1598). Su inscripción en lápida funeraria reza como curriculum vitae: Antonio
Herrera y Tordesillas, cronista de los Reyes Felipe II y III de Castilla y de
las Indias, familiar de la General Inquisición, Secretario de las de Navarra y
Valencia, criado de la Casa Real, vivió 38 años con su noble mujer doña María
de Torres, feliz en sus trabajos más no logrando los premios a que era acreedor.
Murió en Madrid, a 28 de marzo de 1626, ella a 30 del mismo mes, año 1641"
[20] Porto Santo es una isla portuguesa situada a 43
kilómetros al noreste de la isla de Madeira, en el océano Atlántico. La isla es
el punto más al norte y al este del archipiélago de Madeira. Su capital es Vila
Baleira.
[21] Alonso Sánchez es el nombre que se le da a un marinero
y comerciante, cuya existencia real no está probada, de quien se dice que
habría nacido en Huelva (España) a mediados del siglo XV y que habría llegado a
América antes de que lo hiciera Cristóbal Colón en 1492. En los jardines del
Muelle, en Huelva, desde los años 70, tiene estatua este Alonso Sánchez… y en
la Punta del Sebo, donde se juntan el Tinto y el Odiel, el monumento a la Fe
descubridora, que otros llaman a Colón.
[22] (1601-1680); sacerdote jesuita alemán, políglota,
erudito, estudioso orientalista, de espíritu enciclopédico y uno de los
científicos más importantes de la época barroca.
[23] (1706-1790); político, polímata, científico e inventor
estadounidense. Considerado uno de los Padres fundadores de los Estados Unidos.
Fue el primer embajador de los Estados Unidos en Francia. De exitoso editor e
impresor en Filadelfia de La Gaceta de Filadelfia y del Pennsylvania
Chronicle, se hizo rico publicando el Almanaque del pobre Richard, una
publicación anual con predicciones del tiempo, flujos y tráfico marítimo, consejos
sobre el cuidado del hogar, rompecabezas, juegos de palabras y otros tipos de
diversiones. Como inventor, nos dejó el pararrayos, las lentes bifocales, la
armónica de cristal y la estufa Franklin, por ejemplo. Fundó muchas
organizaciones cívicas, como la Compañía de la Biblioteca de Filadelfia o el
primer Parque de bomberos de Filadelfia (Union Fire Company); fue fundador y
primer presidente de la Academia y Colegio de Filadelfia (1751) que se
convirtió en la Universidad de Pensilvania. Su relación con la Administración
colonial británica había comenzado como Maestro de Postas de Filadelfia
(oficina de correos), llegando a ser director general de correos para las
colonias británicas (1753), lo que le permitió establecer la primera red
nacional de comunicaciones. Durante la Revolución, se convirtió en el primer
general de correos de los Estados Unidos. En 1736 fue elegido miembro de la
Asamblea General de Filadelfia. En 1747 organizó la primera milicia de
voluntarios para defender Pensilvania, siendo nombrado miembro de la comisión
de negociación con los indios nativos en 1749. Influyó decisivamente en la
redacción de la Declaración de Independencia (1776), ayudando a Thomas
Jefferson y John Adams, y en la redacción de la Constitución de los EEUU
(1787).
[24] El río San Lorenzo es uno de los principales ríos de
Norteamérica, el colector de los Grandes Lagos que conecta con el océano
Atlántico tras un recorrido de más de 3058 km. Los algonquinos -pueblo nativo
del este de Canadá- lo llamaban Magtogoek, “el camino que anda”, en cuyas
orillas el Gran Espíritu situó el jardín del Edén; las muchísimas islitas de su
cauce son los trozos del Edén que se le cayeron a Manitou cuando se llevó el
paraíso de la Tierra al no saber los humanos vivir en paz. El nombre de 'San
Lorenzo' se lo dio el explorador francés Jacques Cartier, quien, en 1535, tras
confundir su estuario con una enorme bahía, lo remontó pensando que navegaba
hacia China.
[25] Isla canadiense ubicada en la costa noroeste de
Norteamérica. Ocupada inicialmente por los algonquinos, los vikingos
establecieron un poblado sobre el año 1000 y fue lugar habitual de recalada de
balleneros vascos. Giovanni Caboto (1497) la bautiza como Tierra Nueva en una
expedición de bandera británica, estando entonces poblada por indios beothuk.
Al Sureste de la Isla de Terranova se localiza una parte de la plataforma
continental de América del Norte en el océano Atlántico en la que las
condiciones naturales favorecen el desarrollo de la mayor zona de pesca del
mundo. Es una zona de 282.500 km² en la que la fría corriente de Labrador se
mezcla con la cálida corriente del Golfo, dando lugar a espesas nieblas. Los
Grandes Bancos fueron descritos por primera vez en 1498 por Juan Caboto.
[27] Jean de Biencourt de Poutrincourt, barón de Saint-Just
(1557-1615); Colonizador en Acadia. Oficial del ejército, luchó en las guerras
de religión francesas y luego entró al servicio del rey Enrique IV en 1593. En
1604 zarpó hacia la colonia de Acadia que el rey había concedido en gobierno a
Pierre Du Gua de Monts en 1603. Su expedición tuvo cierto éxito, pero la
colonia fue abandonada en 1607.
[28] Nombre dado a las antiguas colonias de Nueva Francia en
las tres provincias marítimas de Canadá (Nueva Escocia, Nuevo Brunswick e Isla
del Príncipe Eduardo) así como una parte de Quebec y una muy pequeña porción de
la isla de Terranova.
[29] El Privy Council fue originalmente el brazo ejecutivo
del gobierno inglés desde el siglo XIII , aunque sus poderes declinaron cuando la
autoridad política pasó al Gabinete a finales del siglo XVII y principios del
XVIII.
[30] Organismo administrativo permanente formado por Carlos
II en 1675 para brindar asesoramiento constante al Consejo Privado con respecto
a la gestión del creciente número de colonias inglesas; un cuerpo de veintiún
consejeros privados, nueve de los cuales tenían el Cuidado inmediato e
Intendencia de las colonias. Su última reunión fue el 18 de abril de 1696, un
mes antes de que se instituyera la Junta de Comercio que se ocupó de la
regulación del comercio interior y exterior, el desarrollo, implementación e
interpretación de las Actas de Comercio y Navegación, y la revisión y
aceptación de leyes aprobadas en las colonias. Entre 1696 y 1782, la Junta de
Comercio, en asociación con los diversos secretarios de estado de ese tiempo,
tuvo la responsabilidad de los asuntos coloniales, particularmente en la América
británica. Tras la Guerra de Independencia de los Estados Unidos, tanto la
junta como la secretaría fue anulada por el rey (2 de mayo de 1782) y la junta
fue abolida más tarde por la Civil List and Secret Service Money Act de 1782.
Tras el Tratado de París de 1783, con la necesidad continua de regular el
comercio entre sus colonias restantes, los Estados Unidos independientes y
todos los demás países, se estableció un nuevo Comité del Consejo sobre
Comercio y Plantaciones (más tarde conocido como el Primer Comité).
[31] Consejo de lores comisionados del Tesoro que asesoraban
al Primer Lord del Tesoro responsable de la mayor parte de las decisiones
económicas del Reino Unido de la Gran Bretaña hasta el siglo XIX. Al mismo
nivel que los lores comisionados del Almirantazgo.
[32] Su madre fue Abiah Folger y la relación de parentesco
con Thomas Folger queda difusa al haber hasta tres Thomas Folger, balleneros,
con distinto parentesco coetáneos con Franklin.
[33] Andrés de Urdaneta, administrador colonial, supervisor
de expediciones náuticas, corregidor, monje agustino y leal navegante al
servicio de S.M. El Rey Felipe II, cuando a bordo de la Nao San Pedro
fue el primero en navegar entre las islas Filipinas y California. El secreto
del tornaviaje dio a España la hegemonía absoluta sobre el océano Pacífico
durante siglos, hegemonía que se plasmó en el éxito de viajes del llamado
Galeón de Manila.
[34] Tornaviaje: ruta de retorno hacia el este hasta llegar
a América por el Pacífico, ya que el Tratado de Tordesillas impedía a España el
establecimiento de una ruta marítima por el oeste, porque pasaría por la zona
de jurisdicción portuguesa. La expedición liderada por Miguel López de Legazpi
zarpó el 1 de junio de 1565, con Urdaneta a bordo de la nao San Pedro, desde
Cebú (Islas Filipinas) con rumbo nordeste, aprovechando la corriente de
Kuroshio hasta Japón, y a partir de allí navegaron manteniéndose entre los 30º
y 39º de latitud hasta que el 18 de septiembre avistaron tierra de la isla de
Santa Rosa, en la costa de California, desde donde llegaron, costeando, al
puerto de Acapulco el 1 de octubre de 1565, tras un viaje de 7.644 millas. En
realidad, otro barco y otro capitán llegaron antes. Alonso de Arellano, capitán
del patache San Lucas (uno de los barcos de la flota de Legazpi) se
anticipó en cerca de dos meses a Urdaneta en la realización del tornaviaje,
llegando al puerto de La Navidad (actual Barra de Navidad), el 9 de agosto de
1565. La posterior llegada de Urdaneta a Acapulco produjo la reacción de éste y
el inicio de un pleito (formalmente de Legazpi contra Arellano) que germinó en
la que puede denominarse Conspiración del Tornaviaje, que eliminó toda
referencia a Arellano y dio primacía absoluta a Urdaneta que había sostenido la
posibilidad hacerlo así.
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