5 mar 2016

DE ELENA CEBRIÁN, UNA CONSELLERA EN LOS CAFÉS DEL MELIÁ


Pasó a tomar café en el Meliá Benidorm la consellera de Agricultura. Era la primera vez que un miembro del Gobierno valenciano acudía a la tertulia. Hasta el momento, los miembros del Consell, salvo los nacidos en Benidorm, por uno u otro motivo, o no pasaban del CDT Domingo Devesa, o no pasaban del INVAT.TUR o no pasaban de Radio Benidorm. Que me acuerdo yo, cuando siendo ambos gobiernos del mismo color (ayuntamiento y Consell), Andrés García Reche venía a la emisora, a defender Mediterrània, sin pasar por el Ayuntamiento; y volvía a la autopista. Pues nada, ayer la consellera Cebrián se acercó al Meliá a tomar café con nosotros y tertuliar y tertuliar.

Hay que agradecerle que aceptara el “atraco” que le hicimos en Alicante cuando acudió a la Noche del Vino, de BOCOPA, y nos entregó el premio por el empeño en el Señorío de Benidorm que, dicho sea, acaba de conseguir otro galardón en Berlín.

Elena Cebrián Calvo es, además, hija de un compañero de la Asociación Valenciana de Periodistas y Escritores de Turismo y con Rafael Cebrián hemos compartido, los periodistas de turismo, vivencias; y disfrutado con sus libros, que son un montón.

Elena Cebrián es Ingeniero agrónomo y funcionaria del Ministerio de Agricultura con amplia experiencia en Madrid, Bruselas y Copenhague, y desde finales de junio de 2015 es la consellera de Agricultura, Medio Ambiente, Cambio Climático y Desarrollo Rural… y ahí entra prácticamente todo lo que es terruño. Ella se define como “miembro de un equipo en el que su papel es de consellerra; pero de equipo”. Y en eso nos señaló que como miembro de un gobierno tripartito “se puede gobernar en coalición; aunque no es fácil”.

Y le preguntamos y nos respondió: “está muy descuidado nuestro patrimonio natural que es un paisaje transformado por muchos siglos de Historia”. Y sí, “somos una comunidad agrícola” con la consiguiente matización, que obviamente suscribo: “somos una comunidad agroalimentaria”. Y nos explicó su concepción de una “economía interrelacionada” haciendo hincapié en la “capacidad de actividad económica y de empleo” que genera lo agroalimentario en la Comunitat.

A preguntas de tertulianos sobre el Turismo justificó que no tuviera departamento “propio” (porque nunca lo tuvo, lo compartía con otros) porque “dada su importancia, depende de Presidencia” (como viene siendo desde 1996), a lo que añadió que “tiene carácter transversal” y que “es importante relacionarlo con la agricultura, en concreto con la alimentación y las cuestiones naturales”. Aunque habría que matizar, le aceptamos la cuestión, con lo que apuntó más: “las cuestiones de Medio Ambiente son recursos turísticos”.

En la cuestión del agua, en nuestra tradicional indigencia hídrica, no fuimos nada condescendientes con ella. La consellera nos explicaba las generalidades y, con vehemencia, alguno/a le recordó que aquí sabemos gestionar la escasez; “escasez de muchos años” añadió ella, que, además, apuntó líneas de “modernización de regadíos y de eficacia” cuando aquí le reclamábamos seguridad de abastecimiento. Y ahí estuvo en su papel: “mensaje alejado de las guerras del agua” por un lado y, dogma por competencias departamentales, “hay que preparar nuestra forma de vida a escenarios más graves”. No obstante, ella está “a favor del trasvase Tajo-Segura” lo mismo que “por la desalinización”, aunque yo me permito recordarle (la alegre inconsciencia de mi situación que me para una pátina de osadía)  lo de siempre: se desala el bacalao, se desaliniza el agua, con rendimientos (2015) de 47% y costes de 0’45 €/m3 que eso es tela marinera aún. Y sí, aquí pagamos poco por el agua, pero es que pagamos mucho por todo lo demás.



Lo de los “usos lúdicos” del agua sentó como siempre sienta aquí eso; entre jarro de agua fría y olla de agua hirviendo. Que el Turismo tenga agua es impepinable y nunca debería entenderse como uso lúdico más que en alguna -y muy concreta- actividad turística. La consellera, me consta, se fue con nota tomada, como la de la avispa “egipcia”, que luego me contaron que es china.

Apostó la consellera por “fomentar la relación con el territorio” y cuando se le preguntó por la salud ambiental de la Comunitat Elena Cebrián nos aseguró que “iba a ser crítica”. Y lo fue. “No hay un informe del Estado Medioambiental en la Comunidad Valenciana; nadie se preocupó en organizar el informe. No me atrevería a señalar el estado”. Hombre… Entendamos que cuando dijo “nadie”, se refería a los anteriores moradores del PP. Luego añadió “visiones” sobre “el problema de los RSU, la cuestión cualitativa del agua, la mejorable calidad del aire” y de otros muchos aspectos. Todos, consellera.

Y nos metimos en las cosas del bosque; que ¿qué necesidad teníamos? Es que en eso de ‘nuestros bosques’ entra muchas veces el desconocimiento general de qué es el ‘bosque mediterráneo” porque no es ni el bosque boreal canadiense ni el bosque de Couvet (Suiza); el nuestro tiene más de matorral, con autóctonas de porte, pero que muchas veces le han colocado pino carrasco que prende por todas parte. Y que si falta ganado, y por ello el ramoneo y limpieza, tenemos una bomba de relojería; y que podríamos estar con eso varios días porque “más del 50% del territorio de la Comunidad Valenciana es forestal; el concepto forestal tiene muchos pisos”, reclamando “mayor conocimiento de los ecosistemas forestales y, sobre todo, de los suelos”.

Habló del CC; no coincidiendo en nada con ella. Y mira que cuando mentan las cosas del clima yo intento entenderles; pero no puedo. Y con mi bilis in crescendo le interpelé por una frase que deslizó casi al principio. Ella dijo “no podemos exportar todo tipo de modelo turístico” y yo, que me malicié lo peor, le pregunté, a la consellera de Medio Ambiente, por su parecer por el ‘modelo Benidorm’ al tiempo que le ofrecía a todos y cada uno de los miembros de la Tertulia para enseñarle la verdad de Benidorm incluso antes de la respuesta. Y es que preveía la respuesta. Y la acepto; pero de manifiestamente mejorable, nada de nada. ¿Qué es lo que habría que mejorar?, le pregunté: “adaptarse a la mayor escasez de agua, optar por la eficiencia energética, atender las demandas de producto local y ecológico, desarrollar su adaptación a los tiempos…”. Uff, idiomas distintos. ¿Quién se adapta mejor que nadie a la indigencia hídrica?, ¿quién sabe de eficiencia energética?, ¿Quién?, ¿quién?

Y luego, reclamó “atención el equilibrio territorial”. ¿Quién mejor que Benidorm sabe lo que tiene detrás en la Marina Baixa? Si es que más arriba del Montgó no se entiende que hay arte en la intensificación de la actividad turística; que un modelo de masas funciona, ¡y cómo funciona! Y no la culpo, pero es que esta realidad hay que vivirla, y el fenómeno Benidorm es como el secreto de la tónica de los años que tan bien interpretaba Bernard Le Coq: conocerla es amarla. ¿Se acuerdan?



Hablamos de muchas más cosas en Los Cafés del Meliá; la consellera estuvo muy receptiva y amable, simpática y condescendiente: encantadora. Y nos atendió a todos y por muy impertinentes que fueran las preguntas (que alguna y algún modo hubo), Elena Cebrián fue una tertuliana de mucho nivel. Nos dedicó casi cuatro horas de su tiempo, en una tarde de viernes, viniendo desde Valencia, donde oficia de valenciana de pro. Sobre todo, porque muchas de las preguntas formuladas exigían una tesis para responderla y un esfuerzo supino para hacerlo a nuestro gusto.

No me resta más que agradecerle la deferencia y prestarme a mostrarle la realidad de Benidorm que equilibra territorialmente como nadie y es más sostenible que la bola esa que el coloso Atlas carga a su espalda.  



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