Como decíamos ayer…
La llegada de Mijaíl Gorbachov (1985) con sus reformas
(Perestroika) y liberalización política (Glásnost) pusieron en solfa los
Balcanes, pero cada país siguió un derrotero.
Bulgaria, el de más placentera transición, lo tuvo más
sencillo (que no fácil). El fracaso del Plan Cuatrienal (1981-1985) se llevó a
Zhikov a Moscú y la Unión de Fuerzas Democráticas democratizó el sistema
comunista (1990) consiguiendo una nueva Constitución (1991) y una serie de
políticas que la han llevado a la OTAN (2004) y a la UE (2007); y apunta
maneras en Turismo. El ala moderada del Partido Comunista tuteló una buena
transición.
Los demás países, tuvieron sus más y sus menos: desde
conflictos a guerras.
Entre los de conflictos, los casos de Grecia y Albania.
Los griegos se marcaron una alternancia de socialistas y
conservadores que para evitar las punzadas comunistas. Tal fue el fracaso de la
alternancia que estando el país hecho unos zorros se le admitió en el Mercado
Común Europeo (1981). Y como no se arregló nada en aquel pozo sin fondo, la
crisis de 2007 le sacó todas sus miserias a flote y la UE lo ha tenido que
amparar en todo. Ahora manda por allí una coalición de izquierda radical
-SYRIZA- y Alexis Tsipras se dedica a ir a La Habana a homenajear a Castro.
¡Cojonudo!
Los albanos, a la muerte de Hoxa y con China por norte, se
encomendaron a flotar en un mar de colapsos en lo económico y social. Salían en
barcos en plan refugiados en una crisis sin precedentes que Alemania intentó
parar y como la mayoría musulmana tenía problemas tuvo que intervenir la ONU
con una fuerza de Protección. Ahora, a lo suyo, le llaman “economía de transición”. Si no hay problemas, saldrá adelante
renqueante.
Entre los países que salieron adelante tras días de guerras,
los demás. De menos a más, comenzaremos con Macedonia y Rumanía y seguiremos
con la ex Yugoslavia.
Macedonia se declara independiente en 1991. No pasa nada. Su
irrelevante posición económica y su escasa población no representaban peligro
para ninguna de las partes. No obstante, la minoría albanesa exigió la
intervención de la ONU (1993-1999) para desarmar a los guerrilleros
pro-serbios. Ahora mismo, la economía macedonia la dirige la Agencia Europea de
Reconstrucción y desde 2004 está en negociaciones para integrarse en la UE.
En Rumanía, Ceaucescu no supo digerir el empacho de la
transición y hasta se le rebeló el Ejército. Terminó malamente ejecutado
(diciembre de 1989) y el Frente de Salvación Nacional de Ion Iliescu, no sin un
titánico esfuerzo de la población, emuló a Bulgaria. Rizando el rizo “del
cambio” Rumanía estuvo hasta en la Guerra de Irak con la colación de Aliados.
Todo sea por que me llamen europeo.
Eslovenia fue la mejor parada. Ser costanera del Adriático y
fronteriza con Italia tuvo sus ventajas. El comunista Milan Kikan estuvo hábil,
aprovechó el momento serbio y tras una guerra de diez días se aisló del
problema balcánico con el firme apoyo de Alemania. Hoy es miembro de la OTAN,
de la UE y hasta de la OCDE. Era, antes que todo, el territorio más
desarrollado de aquella federación Yugoslava, el más europeo occidental, y al
que mejor le ha ido; incluso mejor que a Bulgaria.
El resto, los demás, lo tuvieron duro; muy duro. El actor
principal de la descomposición de Yugoslavia fue el serbio Slobodan Milosevic,
primer presidente electo de Serbia. La segunda Yugoslavia terminó por dividirse
en seis naciones: Eslovenia (fácil), Croacia, Bosnia-Herzegovina, Montenegro, Macedonia
y Serbia; y aún aparecerán dos territorios más desgajados como son Kosovo y
Metohija.
Croacia sufrió una de las guerras civiles más crueles del
siglo XX (1991-95). Allí pasó de todo. A principios del 95 el ejército croata
recuperó los territorios que suponía suyos y en Dayton (Ohio, USA) y París se
los bendijeron. Esfuerzo y abnegación llevaron a las primeras elecciones
democráticas en 2000 y a un modelo de convivencia que tiene a Croacia en la UE
desde 2013 y compitiendo en Turismo con una fantástica costa dálmata.
Bosnia-Herzegovina siempre fue el avispero principal. Casi
la mitad de la población bosniaca es musulmana; los serbobosnios ortodoxos
superan el 30% y el 15% lo componen bosnio-croatas católicos. Tres etnias, tres
religiones; he aquí el gran problema bien aderezado de vinagre nacionalista. En
medio del lío, en 1992, Bosnia dice que también es independiente; faltaría más.
Claro, se montó una que no veas y en la que le dieron por los dos lados a los
musulmanes de por allí. Fue de tal calibre el despiporre contra los civiles
musulmanes que la ONU creó la UNPROFOR. Es que el choque de egos de
nacionalistas de tronío como los de Milosevic (Serbia), Tudjman (Croacia) e
Izetbegovic (Bosnia) -no nos olvidemos de los bosnios- degeneró en un conflicto
bélico inmisericorde donde masacrar civiles fue deporte hasta para la OTAN. Eso
sí, nosotros somos más guais y creamos el TPIY, el Tribunal Penal Internacional
para Yugoslavia, para juzgar desmanes (de unos más que de otros). Alguno, y no
miro a nadie -pero no tiene costa-, se pasó varios pueblos por el forro… Nunca
mejor descrito.
Volvemos a Dayton (1995) con el final de la guerra donde
salieron derrotados los serbios. Aún estamos aclarando los 250.000 muertos y lo
de los dos millones y medio de refugiados forzosos. En 2015 abandonó aquel
territorio el último soldado español: 23 años de patrullar y escoltar convoyes
con un saldo de 22 soldados españoles muertos y un intérprete bosnio. Y ahí no
termina la cosa: 11 soldados más cayeron en Kosovo, a dónde ahora llegaremos.
Bosnia es hoy un territorio tutelado por el Consejo de la UE. Por el momento,
no existe una fecha prevista para el fin del protectorado europeo sobre el
mismo para que Bosnia y Herzegovina recuperen su plena soberanía.
Kosovo es, aún, “más
peor”. La abolición de la independencia de Kosovo y el que los serbios de
la Krajina croata declararan la independencia de Croacia llevó al conflicto
bélico de junio de 1991 donde, como dije, Eslovenia se independizó sin muchos
líos, y Croacia, también; pero con muchos más. En Kosovo, la etnia albanesa era
-y es- mayoritaria y aunque el territorio se declaró independiente en 2008
resulta que Serbia la consideraba como una provincia autónoma. También tuvo
Kosovo su guerra (1996-99). Y al finalizar esta, el gobierno de la región quedó
en manos de la OTAN y de la Misión de Administración Provisional de las
Naciones Unidas en Kosovo por mandato del Consejo de Seguridad. Aun así,
resulta que 111 de los 193 estados miembros de la ONU lo reconocen con
República independiente. España, sin embargo, no. El argumento, de máxima
actualidad: una decisión unilateral de independencia contraviene el Derecho
Internacional. Además, para España, la Resolución 1244 del Consejo de Seguridad
(10.06.1999) está vigente y en ella están las fronteras y la integridad
territorial.
Ya vamos acabando. Serbia para el final. Estuvo en todos los
líos desde el 91; se le iban desgajando territorios de la otrora gran
Yugoslavia -incluso del Reino de los Serbios, Croatas y Eslavos- y eso, perder,
no lo llevaban en el ADN. Las conversaciones de Paz de Rambouillet no llevaron
la paz. Los serbios, altivos, se mantenían en sus trece y la OTAN recurrió a
los bombardeos de 1999 (de marzo a julio) que trajeron los “daños colaterales”:
del orden de 3.000 muertos y 10.000 heridos. Bombardea, que algo queda.
En septiembre de 2000, las protestas callejeras de un país
en bancarrota llevaron a que Milosevic cediera el poder a los políticos
reformistas. En 2001 el TPIY pidió su detención. Hubo sus más y sus menos, pero
Milosevic fue entregado -se pactó su entrega en Belgrado- y trasladado a La
Haya donde debía ser juzgado por crímenes de guerra y genocidio. Fue encontrado
muerto en su celda (2006), en extrañas circunstancias, y en 2016… fue
exonerado. ¿A que esto no se lo esperaban?
No fue el caso de otros líderes implicados en lo de Bosnia,
que fue terrible. Ahí están los casos de los serbobosnios Karadzic (40 años por
Srebrenica y Sarajevo) y Mladic (a perpetuidad), o el del bosnio-croata
Praljak, que se suicidó en directo mientras escuchaba una sentencia a 20 años
de prisión en noviembre del año pasado. A todos les dio por lo mismo.
En Serbia ha habido muchos ramalazos. El artífice de la caía
de Milosevic y del acercamiento a Europa occidental, Zoran Dindic, fue
asesinado en 2003 siendo presidente. Después de esto, tras una etapa convulsa,
a partir de 2006, Serbia parece recuperada en su estabilidad social y
económica; ha normalizado relaciones en Europa y aunque inmersa en los
problemas del día a día, intenta incorporarse a la UE. Sólo ha conseguido
cerrar 2 de los 34 capítulos que constituyen la fase; pero en ello está. Tiene
de plazo hasta junio de 2018 y la economía está durilla.
Sacar a uno de estos países de su entorno, como pretendía
alguien el viernes 12 en la Tertulia “Los cafés del Meliá” es dejarnos sin
visión de conjunto. Mirar desde los montes Balkan es mucho más eficiente.
Hablamos de los Balcanes.
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