Pues no que el miércoles día 2 de los corrientes nos
desayunamos con la opinión de Tourinewsante las declaraciones del ministro de Turismo, Álvaro Nadal, con motivo del nonagésimo aniversario de Paradores. Lo
que fue la Red Nacional de Paradores de Turismo; la cosa esa de hoteles de alta
categoría en edificios emblemáticos que se iniciara en 1926 de la mano del marqués
De la Vega-Inclán, don Benigno, con el parador de Gredos, construido al efecto.
Por cierto: circula por ahí el Homenaje a don Benigno como
pionero que fue de la cosa esta del turismo en España.
Y a lo que vamos: ¿Qué dijo el ministro Nadal?, se
preguntará alguno/a… dada la trascendencia y repercusión del tema. ¿Ah, que no
sabía Ud., nada?, pues para eso está este post.
Resulta que el 16 de abril pasado, ya de sobremesa apurada,
salió la nota de agencia sobre el acto cultural de Paradores. Juro que leyendo no
llegué al quinto párrafo porque antes estaba lo de “Sin Paradores no se conocería la España rural”. Y todo tiene un por
qué: ¡hombre, ministro!, también los hay en ciudades y en sitios de playa.
Y no seguí leyendo. Y resulta que, tras esa frase, venía lo
mollar: “Está muy bien irse a la playa de Benidorm, pero eso no es cómo es
España”. Buenoooooo…
Insisto: en la tarde del 16 de abril no llegué al quinto
párrafo. Error, lo reconozco. Me leí el titular –Paradores celebra sus 90 años “muy singulares” con una muestra
artística que repasa su historia- y en la primera parrafada relativa al
turismo rural, que es algo que me aburre soberanamente como recalcitrante
urbanita que soy, lo dejé. Y no tengo nada contra esa modalidad.
Bueno, fui unas líneas más; hasta lo de “la labor de Paradores es ‘ir a donde nadie
más va’” es lo último que leí, porque, considero, no es así. Pero buenoooooo….
Y a otra cosa, mariposa; que era lunes.
Y así pasan los días, y yo -¡Ay!- desesperad0, y tú, tú,
contestando… quizás, quizás, quizás…
Y (y van tres) nos ponemos en el 2 de mayo -se armó la del 2
de Mayo- donde, en la sección Opinión, Tourinews
se descuelga con un artículo de ídem titulado “La España real” con un
rotundo “No entiendo que para alabar a Paradores sea necesario degradar a
Benidorm”.
Ahí le han dado.
Resulta que en Tourinews estaban esperando que desde el
Ayuntamiento de Benidorm (de las
autoridades de Benidorm, pone negro sobre blanco) llegue una protesta
formal. Protesta y formal, en Benidorm, llevan su tiempo.
Hombre, yo es que no la espero. El tema apenas ha sido
recogido y al quinto párrafo, como al quinto pino, no quiere llegar nadie en temas
como este.
Pero ya que hemos sacado a pasear esa exclusión de Benidorm
de la “España ‘real’” del ministro
Nadal, sí merecería una llamadita desde el rascasuelos oficial de la Plaza de
SSMM los Reyes de España tal que así: “¡Ministro!, que te he leído; háztelo mirar”.
Y luego añadir un ‘Vente por aquí y te enteras de cómo es España, la España de las Autonomía,
y la España de la Unión Europea’. Que no es un castigo; y luego verán
por qué no.
De leer la prensa de los sesenta y setenta te das cuenta de
que en cuantito la máxima autoridad del Estado toma posesión, va y se da un
garbeo por París y por Rabat (este último sigo sin querer entenderlo). Así
mismo, a los ministros de turismo de antes les faltaba tiempo para dejarse caer
por las joyas de la corana. Y una de ellas era Benidorm.
Por aquí pasaron, nada más salir de El Pardo, Arias Salgado,
Fraga Iribarne, Sánchez Bella, De Liñán, Cabanillas, Herrera Esteban, Martín-Gamero
y Reguera Guajardo. Pero fue llegar la década de los 80 y dejar de ser un
ritual lo de venir ministros a Benidorm. Sí, vinieron entonces los Secretarios
de Estado (Aguirre Borrell, Ibáñez Bueno, Fernández Norniella…), aunque a
partir de Luís Gámir algún que otro ministro se dejaba caer por aquí, color
tras color, porque siempre había un fueguito que apagar, un libro blanco que presentar
o una obra que vender.
Bueno, también entra en la ecuación de visitas ministeriales
a Benidorm que comenzó lo de las Autonomías y…
Aquí llegados, merece la pena recordar que Alberto Jarabo
Payá, conseller de Turisme (04.1978-06-1979), con Albiñana, vino un día, al
poco de tomar posesión (de ritual), y anunció que la Dirección General de
Empresas y Actividades Turísticas de la Generalitat se instalaría en Benidorm.
En octubre de 1978, Pedro Romero Ponce, director general del ramo, lo confirmó.
Y lo confirmaba porque aquí se había crecido y pedían la consellería. Lo digo
porque, mucho antes de que Ximo Puig en Campaña, mediada la segunda década del
siglo XXI, lo dijera en cosa electoral, Benidorm ya habían pedido ser la sede
de la consellería. ¿Quién mejor que Benidorm para la Consellería de Turismo?
Pero en el 78 le salió la envidieja a la capital alicantina
y Ambrosio Luciáñez, alcalde interino de Alicante, pidió acogerla. Se organizó
entonces lo que se llamó “la guerra de los CIT”, que para algo dicen que
servían. Y en esas, que Alicante se postuló con los apoyos de la mayoría de los
CIT… y Benidorm, cual Alonso Quijano siguió esa lucha en solitario por ser sede
conselleril. Aquello terminó en nada; la consellería terminó, como no, en el
Cap i Casal.
Pero volviendo a lo que nos trajo. Tourinews se descarga con
un “Cuando el ministro señalaba a
Benidorm, se estaba también refiriendo a Torremolinos (Málaga), a Ibiza, a
Tenerife y a tantos sitios de nuestra costa que son precisamente lo que la gran
mayoría de los extranjeros, nos visiten o no, conoce. Estos espacios constituyen una España tan verdadera como la que se
manifiesta alrededor de los Paradores, solo que con muchos más visitantes”.
Y añade un tema que se queda corto: “Benidorm tiene más pernoctaciones que todos
los Paradores juntos”. Sí, y que toda la isla de Cuba, por no sacar
comparaciones patrias que podrían mosquear un poquito por lo que significan
estos 32 kilómetros cuadrados, más de la mitad protegidos, y con sólo seis
kilómetros de frente litoral.
Me convence el autor del artículo cuando espeta: “Y si España es apreciada en el mundo es
debido al turismo masivo. Está claro que parte de la imagen está constituida
por cerveza barata y mejorable paella, pero también por playas de primera
categoría, una de las mejores gastronomías del mundo y, sobre todo, una
envidiada y alegre forma de vida de la que pueden disfrutar, al menos unas
semanas al año, millones y millones de europeos”.
Termina él, y termino yo, proponiendo que “El
señor ministro debería ser castigado a pasar una semana en Benidorm… Estoy seguro de que cuando cumpliera la
condena, cambiaría su discurso en la próxima inauguración y aceptaría que
nuestros grandes destinos turísticos también forman parte de la España Real”.
De “castigos” como
ese, infiéranme uno al mes. Pero ya saben que, al margen de mi escapa anual
sanluqueña, lo del pasodoble: “que, si me
pierdo algún día, me busquen en Benidorm”.
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