En recuerdo de mis días de radio, desde mediados de los
setenta, cuando ponía en antena ‘Vibraciones’, un programa con “mi” mejor música,
que JuanCar López suministraba desde Madrid (en ocasiones a precio oro) y que
el NME (el “enemigo”/New Musical Express, que llegaba con bastante retraso en
fechas) y otras publicaciones de JR Pardo -y aquellas grandes figuras de la
radio musical- posibilitaban erudición y actualidad, creando -me justifico yo-
cultura. Eran los días de EAM32, que luego emitió en FM…
Una vez por mes, recuerdo, hacía un especial, trabajadísimo, con
lo mejor de… Hoy, va de The Beatles.
-.-
El 14 de febrero de 1961 cayó en martes. A ellos les daba lo
mismo el día que fuera. Si actuaban, hacía pellas y no estaban en el instituto.
Ni San Valentín, ni gaitas escocesas. Actuaron aquel martes en el Cassanova
Club de Liverpool y hay una filmación; ¿la primera de la banda? Habían actuado
con bastante éxito en la noche del sábado anterior y se les contrató para esa
noche… y seis fechas más.
El Cassanova Club era un anexo del restaurante Sampson &
Barlow's (39 London Road, Liverpool) que se publicitaba como The New Ballroom.
Se acababan de trasladar de Dale Street, a comienzos de febrero de 1961, y
querían ser un local puntero y para ello querían contar con ‘los mejores’.
Y London Road era entonces el centro de Liverpool, en el
Barrio de San Jorge, donde el viejo cine Odeon era referencia obligada. Hace
cuatro años, cuando la última vez que pisé Liverpool siguiendo las huellas de
los Beatles, tristemente vi que del espíritu sesentero de esta calle sólo quedaba
el mercadillo de Monument Place y algún pub destartalado. Y la recomendación
que no pasear por allí al caer la noche. Fui -y eso no se olvida- un ‘bitelmaníaco’
y aún me gustan estas cosas. Fíjate, no entiendo la pasión por Harry Potter y
me asomo a London Road.
Y a lo que iba con este post. El caso es que el éxito de aquella
tarde-noche de San Valentín les volvió a llevar a The Cavern Club, esta vez con
Gerry Marsden, el de Gerry And The Pacemakers, a vivir de lleno noches de R’n’R.
Desde que en abril del 54 entrara en escena el ‘Rock around
the clock’ de Bill Haley (su ricito) y sus Comets, esto de la música dio un
brinco y pasó a otra dimensión. El R’n’R, incluso, cambió el orden social, apareciendo
las subculturas juveniles que exceden de este post.
La película (del mismo título que la canción y en torno a
ella) llegó al Reino Unido en 1956 y en el poco más de año y medio entre una y otra se
constató la revolución larvada de una juventud británica que por aquel entonces
tenía un futuro más oscuro que el sempiterno amanecer invernal de la noruega Rjukan.
Eran los días de los mods y rockers que Quadrophenia (de The
Who) refleja tan bien; los días en que se enfrentaron en Brighton Beach; el
despuntar de la década de 1960. Los Teddy Boys prendieron fuego al primer motín
adolescente de la Gran Bretaña y fueron espejo mundial.
Había que haber estado allí para contarlo, pero otros lo han
hecho por mí. Al estudiarlos, sabes que al ritmo de ‘Rock around the clock’
Gran Bretaña se despertó en estado de shock ante la existencia de adolescentes
que soñaban con un futuro que pintaba más negro que el carbón de las minas de
gales.
En la prensa se reflejaba el pánico moral que tenía la tradicional
sociedad británica a “la juventud salvaje” o a “la amenaza adolescente”. Y la
banda sonora, una de las bandas sonoras de aquellos días, la estaban poniendo,
desde Liverpool, los Beatles.
Por nadie pase, y más con la que nos está cayendo, pero a la
salida de la penumbra de la posguerra, en la década de 1950, los Teddy Boys (los
Teds/Teddys) fueron la subcultura adolescente original de Gran Bretaña y
establecieron los modelos para todas las tribus jóvenes que seguirían sus
pasos: los Mods, Rockers, Punks, New Romantics y más allá. Inspirados en el R’n’R
americano y en los dandies eduardianos (que era lo imperante), el estilo de los
Teds marcó tendencias. Y allí estaban John, George y Paul, que en realidad no
eran Teddys, pero no sabían cómo resolver su carga emocional.
Echando la vista atrás a los nombres de sus primeras
formaciones ya tenemos la pista del problema: John y Paul actuaban como The
Nurk Twins; cuando se les unía George ya eran “The Quarrymen”, “Johny & The
Moon Dogs” o “The Silver Beatles”; este último nombre lo adoptaron a semejanza
de The Crickets (Los Grillos) que era la banda de otro de los grandes ídolos
del momento: Buddy Holly.
Al poco de estrenarse la película de Bill Haley, John y Paul,
en un día que hacen novillos, componen en “Love me do”, el primer himno
que aguantarán hasta 1962 para pasar a vinilo. Aún no habían interiorizado aquello
de que ‘si algo te duele, ¡grítalo!’ que contendrá el espíritu de sus
canciones.
En el 59 el dúo-trío se amplía con Stuart Suftclife que iba de
pintor (y con la venta de un cuadro se compró un bajo); y en agosto de 1960 llaman
a Pete Best para la batería, que siempre será la asignatura pendiente del grupo
-Andy White y otros rondaban-, aunque Ringo consiguió su huequecito.
Stuart, dejará el grupo tras las actuaciones de Hamburgo en el
61, murió en agosto del 62. Se cuenta que en una de aquellas tradicionales
peleas tras una actuación en el Litherland Town Hall, en la primavera del 61,
le patearon la cabeza y ya no fue el mismo. A Pete Best se lo quitaron de en
medio al regreso de la ‘primera gira por Hamburgo’: era un verso suelto. Johnny
Hutchinson, fue su sustituto, por un concierto y dos días, hasta que Ringo se
unió a la banda en el 62. De Hutchinson, seguro que han oído poco hablar, fue
Beatle por unas horas.
Los comienzos de la banda no fueron fáciles. Tras una penosa
batida por Escocia consiguen una llamada para Hamburgo; Bruno Koschmider los
paseó primero por The Indra Club y luego se los llevó al Kaiserkeller; y de ahí,
al Top Ten, Star Club, Beer-Shop… hasta que les deportan a George, por ser
menor de edad y Paul y Pete por incidentes menores en un Hamburgo que por
aquellos días era el mayor centro de perversión de Europa: prostitución,
gansterismo y tráfico de armas para la guerra de Argelia y todos los conflictos
del África efervescente contra el colonialismo.
En aquel Hamburgo, conocen a Astrid Kirchherr y a Klaus
Voormann. La primera terminará por marcarles el look beatle y quedarse con
Stuart. Klaus será el sexto Beatle de por vida y el autor de sus mejores portadas.
Ya fogueados, vuelven a Liverpool y acortan el nombre de la
banda: The Beatles. Y se produce la irrupción de Brian Epstein. En
Hamburgo, John, Paul y George conocen a Tony and the Jets (Tony Sheridan) y por
esas cosas de la escuela alemana de productores musicales, Bert Kaempfert une a
Sheridan con Paul, John y George (The Beat Brothers) y lanzan su versión de una
canción popular escocesa -My Bonnie (My Bonnie Lies over the Ocean,
que habla de Bonnie Prince Charlie; el del Drambuie)- que marca el principio de la
era Beatle.
[Osvaldo Pérez d’Elías; ABC, domingo 13 de mayo de 1990] |
La gente joven se interesa por el disco y lo busca. Raymond
Jones -que ha entrado en la historia como el primero que buscó esa grabación en
la tienda NEMS de Whitechapel- había leído en el Mersey Beat, un periodiquito
que publicaba las actuaciones de las bandas de Liverpool, lo de este tema que
arrasaba, y lo buscaba. Epstein, el dueño de la tienda, a su vez, buscaba
satisfacer a sus clientes y no tenía ni idea de la canción ni del grupo, pero lo
buscó, lo localizó, fue al lugar de actuación -The Cavern- y… les firmó el
primer contrato: 9 de noviembre de 1961.
De Brian Epstein siempre se ha dicho que fue el quinto Beatle.
En la segunda semana de mayo de 1970 sonaba por primera vez su
último disco -“Let it be”-; en horas anunciaron su separación. 1961-1970.
Sólo una década de The Beatles -quince años desde que Paul y John comenzaron- que
está dando para mucho; y lo que queda…
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