Y seguimos en donde lo dejamos ayer, Y así, de repente -bueno,
no tanto- estalla La Gloriosa[1]
(1868) que resultó de la conjunción de tres crisis: malas cosechas de trigo
(agraria) y de algodón (industrial) y ausencia de rentabilidad en las líneas de
ferrocarril (industrial). Y luego estarían Prim, Topete y Serrano… ¡Viva España
con honra! Y el pueblo llano, ya que había barra libre, pidió desde educación
universal y gratuita a la abolición de las quintas; con el mismo resultado.
La Gloriosa (1868) triunfó, pero el Sexenio democrático
(1868-1874) decepcionó a todos: ni campo, ni industria, ni talleres; ni se
abolieron las quintas, ni se repartieron tierras, ni se dio libertad de
asociación, ni solución al de la educación. El problema social se agudizó
porque muchos jornaleros y obreros no volvían de los frentes (ni de la
península -Guerras carlistas entre 1833 y 1876-, ni de América y Filipinas); y
de los que volvían, un alto número lo hacían mutilados o enfermos de por vida:
un desastre.
Es que la cosa se iba complicando conforme avanzaba el XIX por
la migración del campesinado hacia las ciudades, donde había una tenue industrialización
y ya estaban las organizaciones obreras movilizándose. Y la prensa entró en
juego y colocó en el escenario a socialistas y comunistas, que abanderaron la
supresión de las quintas: los jornaleros y obreros, en vez de cultivar las
tierras y trabajar en los talleres, morían en islas caribeñas o del lejano
Pacífico de las que casi nunca habían oído hablar.
Sí, porque fue zanjar -momentáneamente- lo de África y va y estalla en Cuba su Guerra de la Independencia[3] (24.02.1895-12.08.1898; aunque llevábamos 30 años de escaramuzas -incluida la Guerra de los Diez Años, 1868-1878- y esta era la 3ª guerra) a la que enviamos desde la península -¡ojo al dato!- más de 200.000 soldados; el segundo mayor desplazamiento militar de la historia, sólo por detrás del efectuado por Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial[4] y casi medio siglo antes y por un país que estaba en demolición. Un desastre en vidas humanas: sesenta mil españoles muertos… de los que poco más de 9.000 murieron en combate o por heridas de guerra. Más de 50.000 lo hicieron a causa de enfermedades contraídas[5]. El miedo a morir del vómito[6] en la trocha[7], antes que en combate, creó una corriente de jóvenes españoles, de las clases más desfavorecidas, que clandestinamente pasaban a Portugal o Francia huyendo de la recluta.
El héroe de Cascorro[8],
Eloy Gonzalo, fue niño de la inclusa[9]
con una juventud de esfuerzo sin igual. Y murió en el hospital de Matanzas, de enterocolitis
ulcerosa gangrenosa[10]
sin disfrutar de su medalla pensionada, ni de su grado militar honorífico; como
tantos otros. Regresaron de Cuba unos 150.000 y casi todos a una vida miserable
que también es Generación de 1898; no solo fue literatura[11].
Y no he mentado la Guerra en Filipinas (1896-1898) para la que
movilizamos la décima parte de las tropas enviadas a Cuba: del orden de 30.000
soldados. Y también se metieron al final los EE.UU., que les estaban ayudando
en la guerra, y los filipinos libraron también su guerra contra ellos entre
1899 y 1902. Allí escribimos esa página increíble del sitio de Baler[12].
En fin, historias de penurias y explosión de patriotismo -o
pura supervivencia- cuando no queda otra
Los españoles, con todo esto gravitando sobre ellos, siguieron
evolucionando hacia el antimilitarismo y el antibelicismo rumiando situaciones
vividas y procurando que huir de la recluta. Y nos metimos en el siglo XX
aumentando, año a año, el número de prófugos[13];
jóvenes que huían del pueblo a la menor noticia de recluta de soldados. Lo del
Ejército estaba muy mal visto.
La prensa satírica entró en acción y por una viñeta de 1905,
que hoy nos parece ridícula, unos militares asaltaron la sede de una
publicación humorística catalana[14]
y el Gobierno, lejos de castigar a los militares, los apoyó y promulgó la ley
de Jurisdicciones[15]
que venía a apostar por un Ejército, con excedentes de oficiales y mandos,
frente a la sociedad civil.
Y, en aquellos años primeros del XX, a falta de conflictos
militares y territorios de ultramar en qué morir, se destinó a las tropas a
tareas de seguridad ciudadana: la sociedad sólo percibía la acción opresora y
la necesidad de reemplazos. Los jóvenes varones en edad militar vivían bajo la
espada de Damocles del sorteo de quintos o la movilización de reservistas. Y
hacía nada (1998) habían regresado de los frentes de ultramar y comenzado una
“nueva” vida.
Al poco, un nuevo estallido militar. Esta vez en Marruecos…- y
nos pasamos 16 años (1911-1927) poniendo soldados de reemplazo en el norte de
África, movilizanso hasta medio millón[16]
de soldados en ese periodo (manteniendo siempre un contingente militar de
125.000 en activos). La Campaña de Marruecos registró más de 26.000 muertos
españoles[17]. A
Francia, nuestro aliado en aquel conflicto, le fue peor en lo castrense
-movilizó 60.000 hombres y superó los 27.000 muertos- y mejor en los social,
donde el malestar no llegó al nivel de disturbio y algarada.
Un punto de inflexión se produjo tras el desastre del Barranco
del Lobo[18]
(1909); ya no distinguimos en la recluta de españoles –“todos los ciudadanos
útiles”-, aunque las clases privilegiadas no tuvieron los mismos destinos
de armas y unidades que la leva en la clase obrera. Se eliminaron redención y
sustitución, aunque pagando un dinero, en concepto de impuesto -ante una ‘causa
legal’- se acortaba el servicio. Así que, dos siglos después de que lo
planteara Felipe V y casi un siglo después de que lo hicieran las Cortes de
Cádiz, por fin, todos los españoles eran iguales ante el servicio de armas:
ningún español podía ser excluido del servicio militar. En teoría, el agravio
comparativo de cuna y cartera quedaba anulado.
Y como cuando estalló la IGM nosotros estábamos desangrándonos
en África; se entendió nuestra neutralidad. Con ella, nuestra economía creció
(los demás estaban a tiros) hasta el momento del armisticio (noviembre de 1918)
en que comenzó a caer en picado y complicarnos la vida en los llamados ‘felices
20’: inflación, paro, huelgas e inestabilidad para llegar (1923) a una
dictadura militar que se propuso como objetivo revitalizar el concepto de patria,
lo que acrecentó aún más el ya histórico divorcio entre pueblo y Ejército. Por
entonces y para paliar el problema social de la recluta y conseguir un ejército
profesional y operativo al comandante de Infantería José Millán-Astray se la
aprueba la idea de una unidad profesional de voluntarios: la Legión Española[19]
para combatir en África.
A la dictadura de Primo de Rivera le siguió la dictablanda del
general Berenguer y llegó la República, que en la Constitución de 1931 hace
constar que “España renuncia a la guerra como instrumento de política
nacional” y a través del Decreto relativo a la promesa de fidelidad a
la República por el Ejército, del 22 de abril de 1931, se señala que “El
Ejército es la nación organizada para su propia defensa”. Pero, papel mojado.
La propia República siguió utilizando al Ejército como órgano de represión,
manteniendo el desafecto de las clases humildes que siempre eran la base de la
recluta. Antibelicismo y antimilitarismo seguían campando en la España secular.
Y estalló el problema de las dos España y llegó la guerra
civil con diverso enfoque respecto al Ejército en ambos bandos; pero no
entraremos en detalle.
Tras ella, el Ejército despertó recelos en la ‘nueva’ España
por posiciones de privilegio. Y aunque el desarrollismo marginó las fuerzas
armadas, el antimilitarismo y el antibelicismo estaba ya impreso sobre la
dermis de la vieja piel de toro, y afloró, especialmente, en la Universidad.
Surgió la objeción de conciencia -con los Testigos de Jehová, 1965[20]-
y creció la insumisión[21].
En esas, en diciembre de 1986, la Revista Española de
Investigaciones Sociológicas[22]
(REIS) publicó un estudio sobre los jóvenes y las Fuerzas Armadas en el que el
40% de los encuestados declaró no estar dispuesto a defender a
España si fuese objeto de una agresión armada; el 49%, se mostraba
partidario de un ejército totalmente profesional; el 25% de un sistema mixto, y
el 85%, consideraba perjudicial el servicio militar. En la última década
del siglo XX había rechazo al uniforme militar.
Al comenzar el siglo XXI, 2001, se tomó la decisión de
suspender el servicio militar obligatorio: Real Decreto 247/2001, de 9 de
marzo, por el que se adelanta la suspensión de la prestación del servicio
militar, en BOE n.º 60/2001.
Hoy, felizmente, hablamos de la profesión militar y en el
Ejército español es profesional; una institución integradora donde casi el 13%
son mujeres.
En 2019 el Ministerio de Defensa publicó un informe de
referencia del Observatorio Sociológico sobre las actividades, planes y
programas del Plan de Cultura y Conciencia de Defensa: el 52,2% de
los encuestados tiene una opinión buena o muy buena de las Fuerzas Armadas
españolas, frente al 15,4% que la tiene mala o muy mala. Llama la
atención que los jóvenes son los que peor perciben a las Fuerzas Armadas. La
educación, o mejor dicho la falta de educación de Defensa en el currículum
escolar es culpable de esta desafección.
Los españoles mayoritariamente ya no cuestionan la existencia
de los ejércitos, ya que para el 64,1% son muy o bastante necesarios. Por el
contrario, para únicamente el 14,2% son poco o nada necesarios.
En los días previos a la invasión rusa, el Instituto Elcano[23]
encuestó a los españoles; el 80% apoya nuestra integración en la OTAN. Este
porcentaje ha crecido de modo notorio desde el referéndum de marzo de 1986, en
el que la adhesión a la Alianza Atlántica obtuvo el 57% de respaldo.
Esto ha cambiado, pero no sé yo…
[1] La Revolución de Septiembre de 1968, fue una sublevación
militar con elementos civiles que supuso el destronamiento y exilio de la reina
Isabel II y el inicio del período denominado Sexenio Democrático (1868-1874)
que finaliza con la I República española (1873-74) cuando el pronunciamiento de
Martínez Campos da lugar a la restauración borbónica-
[2] Por la construcción de un puesto avanzado cerca de la
tumba de un santón musulmán se desata un incidente a resultas del cual un
disparo de artillería destruye una mezquita. El sultán Hasan I no consigue
controlar a sus súbditos, se predica la yihad y de todo Marruecos llegan
hombres a sumarse a las kábilas rifeñas. Es la llamada Guerra de Margallo (del
3 de octubre de 1893 al 25 de abril de 1894)
[3] Tras lo del USS Maine, Guerra Hispanoamericana con los
EEUU; al final por el Tratado de París (10.12.1898), renunciamos a renunciar a Cuba, Puerto Rico, Filipinas y
Guam a cambio de 20 millones de dólares.
[4] Sánchez Abadía, Silvia: “Olvidos de una guerra: el
coste humano y económico de la independencia cubana”, Revista de Indias, n.º 221 (2001) y https://www.abc.es/historia/abci-mando-espana-morir-inutilmente-ejercito-guerra-cuba-herida-todavia-abierta-1898-202102160112_noticia.html
[5] Malaria, fiebre amarilla, tuberculosis, neumonía y,
especialmente, disentería.
[6] La fiebre amarilla o vómito negro es una enfermedad
aguda e infecciosa causada por la picadura del mosquito Aedes aegypti. Se
manifiesta con hemorragias nasales, ictericia, insuficiencias hepática y renal
y bradicardia. Al final, fallo orgánico múltiple y deshidratación
[7] Línea militar, sucesión de trincheras y blocaos, para
impedir el paso de las partidas insurrectas
[8] https://www.abc.es/historia/abci-triste-historia-heroe-cascorro-prensa-nunca-conto-durante-guerra-cuba-202004300111_noticia.html
[9] Las inclusas, casas de expósitos o casas-cuna, eran
establecimientos de beneficencia en que se acogía, albergaba y criaba a los
niños abandonados en las puertas de este tipo de instituciones o repudiados por
sus progenitores, con el objeto de salvar la vida de estos niños y disminuir el
impacto del infanticidio debido a la pobreza u otras causas.
[11]
Escritores, ensayistas y poetas españoles que se
vieron profundamente afectados por la crisis moral, política y social
desencadenada en España por la derrota militar en la guerra
hispano-estadounidense y la consiguiente pérdida de Puerto Rico, Guam, Cuba y
Filipinas en 1898. Distinguieron entre una España real miserable y otra España
oficial falsa y aparente. Su preocupación por la identidad de lo español está
en el origen del llamado debate sobre el ser de España, que continuó aún en las
siguientes generaciones. La interpretación negativa de la rebeldía
noventayochesca se une a una fundamentación ideológica: el espíritu finisecular
de protesta responde al sarampión juvenil de un sector de la pequeña burguesía
intelectual, condenado a refluir en una actitud espiritualista y equívoca,
nacionalista y antiprogresiva.
[12] Asedio al que fue sometido un destacamento español por
parte de los filipinos insurrectos en la iglesia del pueblo de Baler, en la
isla filipina de Luzón, durante 337 días. Los sitiados en Baler son conocidos
como los últimos de Filipinas
[13] mozos que dejaban de alistarse en los ayuntamientos
cuando les correspondía incorporarse al servicio militar
[14] Revista Satírica catalanista ¡Cu-Cut! y el diario La
Veu de Cataluña, próximos a la Lliga Regionalista de Cambó y Prat de la Riva
[15] Ley para la represión de los delitos contra la
Patria y el Ejército; vigente hasta 1931
[16] casi 350.000 españoles que embarcaron en 1912, seguidos
por otros 150.000 hasta 1930: la mayoría de los soldados provenían de las
cuatro provincias gallegas, seguidas de cerca por Canarias, León, Almería y
Alicante.
[17] Coplillas: Melilla ya no es Melilla, que Melilla es
un matadero a donde van los españoles a morir como corderos. Pobrecitas
madres, cuanto llorarán, al saber que sus hijos ya no volverán
[18] 27 de julio de 1909; las tropas españolas fueron
derrotadas por los rifeños en el barranco del Lobo, en las estribaciones del
monte Gurugú. Murieron 153 militares (17 jefes y oficiales y 136 hombres de
tropa), resultando heridos otros 599 (35 jefes y oficiales y 564 hombres de
tropa). El desastre del Barranco del Lobo ha sido considerado, junto con el de
Annual en 1921, como una de las más sangrientas derrotas sufridas por el
ejército español en las guerras coloniales sostenidas en el norte de África.
Sin embargo, a pesar de las pérdidas de vidas, se consiguen los objetivos
marcados y se rechazó al enemigo. Los restos mortales recuperados de los
fallecidos se encuentran en el Panteón de los Héroes del Cementerio Municipal
de la Purísima Concepción de Melilla
[19] Se considera que el 20 de septiembre de 1920 se funda
el Tercio de Extranjeros buscando soldados profesionales, evitando los de
reemplazo que tantos disturbios causaban en su recluta y movilización. En
realidad, la Legión fue creada mediante el Real Decreto del 28 de enero de
1920, por el ministro de la Guerra José Villalba Riquelme, con el nombre de Tercio
de Extranjeros. El objetivo era hacer frente, como ya había hecho Francia,
a la dureza de los combates en la Guerra del Rif (Marruecos), para los que no
estaban preparadas las tropas de reemplazo, así como reducir el clamor popular
por las bajas recibidas. El alistamiento del primer legionario, un hombre de
treinta años llamado Marcelo Villeval Gaitán, se produjo el 20 de septiembre de 1920.
[20] El no querer vestir el uniforme en los CIR era falta
leve; al acumular faltas leves se llegaba a las graves y así hasta la prisión
militar. El Real Decreto-Ley de Amnistía de julio de 1976 resolvió la situación
de 118 testigos de Jehová internados en prisiones militares, al haber ido
creciendo sus condenas en base a reiteradas reincidencias, calificadas ya como
delitos, y les declaró exentos del servicio militar.
[21] Acción de oponerse a prestar servicio militar alegando
motivos éticos, morales, humanistas, filosóficos, e incluso políticos, todos
ellos reconocidos desde 1967 por el Consejo de Europa. La Ley de Amnistía puso
en libertad a los 318 insumisos que se habían negado a acogerse a la norma. La
Constitución de 1978 reconoció el derecho a la objeción de conciencia sin
limitación alguna. El Proyecto de Ley para regularla en toda su amplitud no se aprobaría
hasta 1984
[22] La Revista Española de Investigaciones Sociológicas
(REIS) es una publicación trimestral del Centro de Investigaciones Sociológicas
(CIS), siendo parte fundamental de su actividad editorial. Comenzó a editarse
en 1978, y su objeto es procurar la difusión de estudios de naturaleza
académica que contribuyan al mejor conocimiento de la sociedad española. Por su
trayectoria histórica y el alto nivel de calidad exigido a las contribuciones
se ha convertido en una revista de referencia para cualquier estudioso o
investigador de las Ciencias Sociales
[23] El Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y
Estratégicos es un centro de pensamiento y laboratorio de ideas creado en 2001
en España, cuyo objetivo, según sus estatutos, es analizar la política
internacional desde una perspectiva española, europea y global, además de
servir como foro de diálogo y discusión. Es un think-tank español líder en
estudios internacionales y estratégicos, y un centro de pensamiento de
referencia en Europa y en el mundo.
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