Machín en “Amar y Vivir”, con desgarro -a mí me
sonaba con mucha fuerza-, machacaba aquello de… “… de lo que pudo haber sido y no
fue…”. Y… lo que puedo haber sido y no fue, en Benidorm, fue “La Torre del Sol”.
Sitúense. Benidorm, mediados de los 80…
Juan de
Ávalos y Taborda (1911-2006) era un asiduo a Benidorm. Su obra
ya estaba en la ciudad: 1963, “Marinos Caídos en el Mediterráneo”,
con especial vinculación entre Benidorm y la Armada. Luego vendrían, ya en los
ochenta, “La Libertad”, “La Fe” y “El hombre del Mar”… Cuatro obras de Ávalos en Benidorm. Y
no contamos los encargos, dimes y diretes… donde me salen 3 más: los bustos de
Sus Majestades los Reyes de España, para la plaza del Ayuntamiento… (en la que
la Reina sujeta una medalla con el retrato del Príncipe de Asturias)… y otra
del Príncipe… para no sé dónde… ¿Y dónde están? Fotos hay, principalmente en
ABC, de Ávalos trabajando sobre ellos, ya casi listos.
Luego añadan al cocktail éste de Juan de Ávalos y el
Benidorm de los años ochenta al empresario, recientemente fallecido al sol del
Caribe, Diego Miguel Salvador
(Michel Salvador) y así… llega el “Proyecto
Sol y Luna”, en el que intervienen la empresa de Proyectos de Arquitectura
e Ingeniería IDEI, SA, el Grupo DATE, SA, la obra de Juan de Ávalos, la
impronta urbanística de su hijo, y la promoción del emprendedor pied noire.
Con estos aderezos, el Proyecto Sol y Luna se planta en los 1.500 millones de pesetas (entonces
también se tiraba por lo alto), a desarrollar en año y medio, sobre una
irregular y desniveladísima parcela de 100.000 metros cuadrados en la Serra Gelada. El objetivo: “dotar a Benidorm de un símbolo”. Y en
lo alto de la montaña, crear “un lugar para la contemplación, la
tranquilidad y la expansión del carácter espiritual, lejos del ruido y la
aglomeración… desde donde visionar toda la ciudad y sus playas, la Marina Baja
y toda la inmensidad del mar… hasta Ibiza en los días claros…”.
Ávalos se lo contaba al corresponsal de ABC en Benidorm, mi buen amigo Manuel
Ballestero y Ballestero, fijosdalgo del XVII -que bien hubiera calado en el
XIX- que vivió con intensidad la segunda mitad del XX, mixtura charra y
extremeña, “con bastantes tierras en La
Habana”: torre faro central de 70
metros, estatuas del Sol (22 m.) y la Luna (18 m.), infraestructura turística y
un inmenso museo de escultura al aire libre (donaciones y concursos para
conformar, incluso, una gliptoteca), con
jardines y fuentes, en 10 cotas para salvar los desniveles del terreno.
La cosa surgió inicialmente sólo con el “Sol” y la “Luna”… y
luego, ante la contemplación del escudo de Benidorm, llegaría el gran faro
central, hormigón y cristal, cuya luz irradiaría el nombre de Benidorm. Y
Ávalos se explicaba con Manolo: “La gente viene a Benidorm a recibir el sol,
pero nadie olvida sus noches de luna, estrelladas y maravillosas”.
Tal vez por eso, el “Sol” era la imagen de un joven atlético
que avanza impasible sosteniendo un halcón en su mano derecha y una llama en la
izquierda; el faro de la Vida. A sus pies, el carro de Helios: La “Luna”
es una joven y espléndida mujer reclinada en forma de arco, con un manto calado
de estrellas.
Por las noches, en las terrazas del complejo, espectáculos
de luz y sonido; irrupción de láser.
Los accesos: por carretera, como ahora, aunque subir a la
Cruz en coche no sea tan glamuroso como presuponía hacerlo a la Torre del Sol. Pero
quedaba abierta la posibilidad, y se trabajaba, en un acceso por estructura
tranviaria e incluso, por rizar el rizo que no quede, en teleférico.
¿Y qué pasó?
Pues que el PGOU dice que nada nuevo por encima de la cota
75… y aquello estaba muchos millones y metros por encima de posibilidades y
normas urbanísticas… y para faro, ya estaba el de la isla que desde tierra no
se ve, pero desde el mar sí. Y para eso están los faros.
La Torre de Sol, otra de las ideas malogradas; otra que pudo
haber sido y no fue…
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