Hoy que tengo un ratito, y porque me lo pide el cuerpo, me
marco un post sobre lo del lunes por la noche. No me atrevo a llamarlo debate y sí combate de boxeo.
Y no me atrevo a
llamarlo debate porque DRAE dixit que “debate”
es, y te traslada a “controversia”
sin miramientos, “discusión de opiniones contrapuestas entre dos o más personas”.
Y opiniones contrapuestas, pues sí; pero discusión, pues no... en la noche del
lunes. Uno, y llego al pugilato, salió en tromba repartiendo sin mirar a nadie,
lo que devengó en golpes al cuerpo y al aire sin reparar que a 1’70 metros
tenía al contrincante. Otro se quedó impávido, en la comodidad del 1’70 de
distancia, conocedor de su fortaleza: fajando. Gustará o no el símil, pero yo
me lo explico así.
Entonces, esto ya me cuadra más con lo del lunes por la
noche porque en la entrada “debate”
hay una segunda acepción: “contienda, lucha, combate”. Y ahí sí
que vi yo la cosa; pero yo me esperaba la primera, pero visto lo visto el lunes
por la noche fui de los pocos que esperaban ver eso; mucho querían sangre, de
uno o de otro, estaban por la segunda… que son ganas.
Y es que aquí, llego a la conclusión, se vota contra…
contra esto o contra el otro, y no a favor de este o a favor de este otro. Semos asín…
Ahora, esto me ha llevado al espíritu del obispo de
Pensilvania, Ethelbert Talbot (que era episcopaliano), con aquello de “lo esencial no es ganar, sino participar”
que no estaba en la hoja de ruta de los citados a debatir. Claro, que el obispo
Talbot había soltado aquello, en el sermón de la misa inaugural de los JJOO
1908 (que ya es una forma pasada de inaugurar un algo), con la única intención
de enmendarle la plana al dominico Henri Didon (católico) que había parido lo de
“citius, altius y fortius”, y
Coubertain se lo había copiado, empujando a los jóvenes a darlo todo en la pista…
como a los dos del debate del lunes por la noche les animaron sus preparadores,
aunque los de una banda habían clamado más fuerte lo de ¡más rápido, más alto,
más fuerte! En fin que de episcopalianos contra católicos pasamos a socialistas
contra populares. ¡País!
Y aquello del lunes por la noche sí que era un combate de
boxeo: golpe viene, golpe va. Vamos, golpear por golpear, sin hilazón, sin composición; al buen tuntún (DRAE dixit que “sin cálculo ni reflexión o sin conocimiento
del asunto”). Sigo sin entender estos debates; hasta yo le hubiera rebatido
cosas al aspirante y le hubiera urgido respuestas y contundencia al defensor
del título (esto va de boxeo, versión Consejo Mundial). No me gustó nada lo del
lunes por la noche.
Y tal vez sea porque hasta en el boxeo hay un árbitro: un
tipo que modera. “Árbitro: persona que modera en un conflicto entre partes”; y
cojo esta acepción del DRAE porque se trataba de eso, de un conflicto entre
partes. Sí, eche de menos a un tipo así; un tipo que vigila que no se den
golpes bajo la cinturilla del calzón, o en la nuca; que impida que se muerdan o
que se metan el dedo en el ojo. Bueno, en lo del ojo ya hemos estado prestos y los
guantes de boxeo han tenido que ser modificados haciendo que el dedo gordo no
pueda ser un arma. Y el árbitro, además, está ahí para parar la pelea cuando lo
cree necesario. Y no digo nada más de boxeo porque la última vez que vi un
combate (por la tele) era en blanco y negro y el que boxeaba, y ganó, era
Perico Carrasco; ni siquiera Pedro Carrasco.
Pero con lo del árbitro moderador me vuelvo al DRAE. Y aquí
en la entrada “moderar leo lo de “templar,
ajustar, arreglar algo, evitando el exceso”; incluso “disminuir
la intensidad o evitar el exceso de una cosa”. Pues en la noche del lunes, esto de moderar… nada de nada. Luego
oí, parece ser que dicen, que lo que hubo fue un no-moderador. Así lo
entiendo: un no-moderador. Entonces… ¿se puso puertas el Campo? También leí
del no-moderador que estaba “agotado
físicamente” después del debate. ¿Del qué?; ¿del debate? Esto es demasiado.
Debió agotarse de pura inacción, porque la inacción, me cuentan, agota. Aunque
también podría ser de llevar un paraguas en la mano en un momento dado; yo no le
vi consumo energético mayor. Desde luego, nulo en el plató.
Y claro, al tomar el rábano por las hojas y ante la
presencia de un “no moderador”, aquello en vez de un debate fue un belén. Así
pues, ya no hay que complicarse la vida esta Navidad montando el belén: ponga en
su casa en un sinfín televisivo, en un bucle infinito -y hasta el 7 de enero-,
el belén que se montó el lunes por la noche en la Academia de la TV. ¿Qué se
montó?, no; que se dejó montar.
Me cachis… Lo de Campo Vidal me lleva al bueno de Balbín
y las viejas operaciones de control sobre los medios… era yo muy joven; pero
este hombre tiene un post de su pase por Antena 3. ¿Pero quién soy yo…?
Vuelvo a lo del lunes por la noche y reflexiono: el
debate, conste, fue un género para la TV… y ahora la TV ha hecho un género del
debate al nivel de “Sálvame”, que parece ser que era lo que pretendía el
aspirante convirtiendo en zafio el momento. Aquí, dicen que los emergentes
crecen “a costa de”… y hay que evitarlo. Y así, en la pelea contra el defensor
del título -y vuelta al pugilato- quiso evidenciar -¿lo consiguió?- que aquí no hay dos bien
avenidos, sino uno y otro.
¿Oxidado el debate? No; oxidado el modelo por dejación de
funciones del moderador, que no moderó. Resultó un debate destructivo que
molestó a muchos por el tono y sólo agradó a los propios… aunque no las tengo
yo todas conmigo. ¿Cómo el aspirante se permitía confundir los enunciados de
sus preguntas-mazazo-acusaciones?; ¿Cómo el defensor del título no ponía en
evidencia los errores preguntones?; ¿Por qué no hizo frente a derechazos los
izquierdazos que volaban?
Me dijeron en el amor y en la guerra, todo vale. Y el
lunes por la noche vi que en la política también. Bueno, eso ya lo había visto
antes. Vi hasta terrorismo sentimental en forma de carta, triste carta, y
yihadismo visceral en el insulto proferido bajo el amparo de que “es lo que muchos piensan”. ¿Muchos?, ¿eso
es contable o incontable?
Pues hasta aquí hemos llegado: lamentable. Le habrá
gustado a los suyos; cada uno a los suyos. A mí, Rajoy.
Lo de moderar, yo sé que no es nada fácil. Consiste en ser
imparcial, mantener el enfoque, respetar los turnos y evitar consumos de tiempo
descompensados. Porque, resulta que, el moderador incluso puede y debe señalar
observaciones y refutar cuestiones… con imparcialidad; llevar el control del
proceso… sin desenfocar; dar oportunidades de intervención… sin partidismo; y
marca el tempo… mandando en el debate. Pero debe hacer todo eso sin evidenciar
que los que debaten van por libre. El moderador debe hasta de estar pendiente
de la contraparte y de las refutaciones. Hombre, y si sabe más que los que se
están partiendo la pana en directo, debe poner las cosas en su sitio. Si hasta
DRAE dixit que el árbitro que yo buscaba el lunes por la noche debería ser una
persona cuyo criterio se considere autoridad. ¿Quedan en la profesión?: yo creo
que sí.
Nada, que a falta de moderador el lunes por la noche la
cosa esta del debate fue sacada de madre. Menos mal que nosotros somos capaces
de moderarla y ponerla en su sitio el domingo… aunque hay contumaz constancia
de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra;
y el español… en el mismo Peñón.
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