Llegaron a casa el 26 de febrero.
Formaban parte de una
camada abandonada que recaló en la Protectora de Animales de Benidorm y como la
dureza de la ausencia de Rodolfo era
tan fuerte, quiso Ana ablandarla un poco volcando amor con estos dos enanillos
que han pasado con nosotros seis semanas.
Seis maravillosas semanas. Sí, maravillosas. Igual que
llegaron se iban a ir; lo sabíamos. Pero en esta ocasión a mejor vida real. Y
por aquí han pasado todos los que convivimos con Rodolfo. Con los niños hacían migas, con los adultos… maravillas.
Cuando aparecieron eran tan insignificantes que parecían sacados
de “Pin y Pon” y así comenzamos a llamarles. Pin, el chiquitín -nos dijeron que en cada camada hay uno más
pequeño- hubo que sacarlo adelante a base de leche en el dedo, ablandarle su
comida y echarle paciencia a raudales. Costó, pero ahí lo tienes, un broncas de cuidado con su hermana, Pon, que desde el primer momento
evidenció que será toda una dama y una perrita encantadora. Bueno, perrita; Pon
será una diva de la escena canina. Ya verán. Los dos exhibían maneras, pero Pon
se lo llevará de calle.
Nos han dejado en casa sin periódicos (ni en la mía, ni en
la de mis padres, ni en otras; eran unas máquina) y sin bolsas (lo mismo); y
ahora que se han ido, también nos han dejado un vacío. Y también nos han dejado
sin esquinas de rodapiés, con alguna zapatilla menos, sin cordones en unos
zapatos y con todas mis carpetas mordidas. Ah, y con un listado de “aventuras”
que ya quisiera el más pillo tener; y mira que seis semanas dan para poco. Pero
el compromiso era acogerlos mientras los vacunaban y encontraban familias y así
lo hemos hecho.
Pasaron los días y Pin
se transformó en Odín y Pon en Olimpia. ¡Qué rápido crecen! La última semana ya salían a la calle,
siempre jugando y aprendiendo a comportarse. Ella, miedosa, respondía ante las
motos trepando por mis piernas; él, valiente, “la defendía”. Estoy p’al psiquiatra
(psykhé, mente; que sykón es higo), ¿verdad?
Creemos que han sido muy felices aquí; casi tanto como
nosotros. Ya están con sus familias. Él se queda por Benidorm y ella se fue
hasta Murcia. El viernes por la mañana estaban tristones al llegar a la
Protectora, pero habrá sido cosa de horas. A juguetones nos les gana nadie.
Cuando volvía de trotar cada mañana era como si entrara en
Central Park y traspasara el primero, ganador, la línea de los 42.195 metros;
no había “corredor” más aclamado y jaleado. Iban a desayunar. Y como dos
campeones dejaban limpios los comederos. Las cantidades estaban en consonancia
con sus tamaños (ridículas; gramos), pero comían como limas. Y tengo las
piernas hechas jirones. Luego se venían conmigo al despacho y me inmovilizaban:
se echaban sobre mis pies.
Han sido seis semanas fantásticas. Se marcharon el 8 de abril.
La última tarde-noche |
Pero sigo viendo Wasth
y leo en Facebook de que siguen apareciendo cachorritos abandonados. Es
increíble. Cachorritos y también adultos. Jopé con la “condición humana”.
Y me he enterado que muchas veces los acogen familias de más
allá de los Pirineos porque aquí no encuentran quienes les acojan. Y eso que
hay un puñado de voluntarios, que no dan abasto, colaborando con la Protectora
de Animales. Algo es algo.
En la Galería de la Fama de esta casa, además de Rodolfo, que la preside, hay ya dos
nombres chiquititos: Odín y Olimpia. 43 días han sido suficientes
para ganarse el privilegio. Nunca le harán sombra, pero han estado y por eso
están.
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