8 sept 2016

DE AQUELLOS BOMBEROS VOLUNTARIOS QUE LIMPIABAN NUESTROS MONTES


Hoy, leyendo el Diario Información, impacta el reportaje: “LaMarina: del verde al luto”. El vídeo de Rafa Arjones, las fotos de David Revenga, el texto de Andrés Valdés te dejan carbonizado, como las más de 1.400 hectáreas calcinadas. Sí, como esta mañana oía mientras trotaba: “lo mismo que ve una hormiga ve cuando se asoma al borde de un cenicero tras una madrugada de farra”.

Dicen que hay individuos (es que no sé cómo llamarles a estas alturas del texto, aún tibio, sin mentarles la madre que los parió y el entorno en el que se criaron) a los que la fascinación en la contemplación de lo que han hecho, el monstruo que han soltado, les es gratificante. ¡Coño!, lo mismo debían prenderse fuego en los cataplines con una vela: menos extensión, pero -pienso- similar fascinación. Dicen que lo suyo es una patología… porque hay gente que encuentra un calificativo definitorio para cualquier cabronada.

Y yo que pienso que el problema no es el puto pirómano en sí; que el problema somos los demás. El problema es el abandono en que sumimos al “bosque”.

La nuestra, la mediterránea, es una civilización de fuego. Hasta la agricultura la comenzamos a base de fuego: agricultura de rozas, ignicultura a fin de cuentas. Pero desde entonces ha llovido mucho (es un decir); vamos que hemos superado esa fase de prenderle fuego al terreno para “limpiarlo” y aportarle fertilizante (las cenizas fertilizan: aportan potasio, neutralizan la acidez del suelo y estimulan la actividad microbiana) y cultivar hasta agotarlo. Superamos esa etapa y primero con la azada y luego con el azadón fuimos ganando terruño para cultivar y todo eso.

Ahora mismo, en el abandonadísimo monte, mucha brigada forestal, mucho medio aéreo, mucha UME y… muy pocos de mis bomberos forestales voluntarios de los que desde siglos se han dedicado a limpiar nuestros montes para evitar que esos pirados les prendan fuego cuando les sale de las narices y arda como una tea. Poco ganado pasturando.

Con esto de los incendios forestales provocados que hace unas horas iluminaban las noches de las Marinas, me he acordado de los rebaños de borregos y cabras que desde tiempo inmemorial se habían dedicado a evitar que los montes tuvieran el combustible necesario para arder. Vale que ahora hemos inflado a controles a los pastores y a su ganado, que hemos dado una serie de nuevos usos al suelo y que hemos colonizado el territorio natural del “bosque”, pero como no lo atendemos como se merece estamos abocados a esta serie de desastres. Antes teníamos rebaños que impedían que el suelo albergara una costra de acelerantes de un palmo.

Pastoreo en Benidorm; 2008
Nicolás Galdón y Antonio Teruel eran en 2008 (hace 8 años) los últimos pastores del término municipal; lo contaba El País (21.04.2008). ¿Seguirán? En el artículo -de Sergi Castillo- se decía que “Nicolás esconde como un tesoro una copia del mapa del término municipal de Benidorm de 1950 en el que aparece dibujada la "cañada real de la Cala por la Playa y Sierra". Este vial partía del cuartel de carabineros del Tossal de La Cala y seguía por los actuales paseos de Poniente y Levante, penetrar en Serra Gelada y cruzar hasta el Faro de l'Albir. Su mapa del tesoro se complementa con los trazos que se corresponden con la vereda de Parrinà y las coladas de Cuartel, Ricardo, La Torreta, Soria, La Cala, del Camposanto, Alto de Rives, de Baldí y del Marrais”. Es que esto estaba lleno de coladas, cañadas, cordeles, veredas, descansaderos y contaderos: vías pecuarias que en realidad son, muy al modo de los “modelnos” de hoy en día, “corredores ecológicos”. Recuerden que toda la playa de Poniente es una Vereda Real de Ganado y allí estaba (está) el manantial de Les Fontanelles.

El verano pasado salí a trotar con el amigo Javier (dC) y me asusté de cómo teníamos la Sierra Helada. Hay pinaza acumulada para hacer un sólido camino hasta la Isla. Lo dicho, si no pasa más es porque Dios no quiere. Nicolás y Antonio no llevaban sus rebaños por allí y eso que una de las fotos emblemáticas de Benidorm fueron ovejas y cabras por Sierra Helada.

Bucólica imagen de aquél Benidorm de los años 60, con su pastor que mantenía limpio el bosque

Y claro, fuego por medio, me he acordado también, a partes iguales del conejito forestal del Icona y del Jaume Perich: “Cuando un monte se quema, algo suyo se quema, señor Conde” (Autopista)… y aún no estaba don Mario en la película. Y esto último ha sido a raíz de las leyes y la controversia sobre los espacios calcinados y el posible cambio de usos del suelo. Calificarlos como “cementerios” porque a nadie se le ocurre -ni legal, ni ilegal, ni alegalmente- construir sobre ellos me parece a todas luces estrambótico, pero si hay que llegar a esos extremos, pues… ¡ándele!

Aquí, en las riberas del Mediterráneo, después de tanto personal -y tanto tiempo- pisando el terruño la vegetación clímax, el “bosque” original, como que es un quimérico sueño. Existió, sí; pero desde los romanos para acá no creo que hayamos dejado un palmo sin alterar, pero el poco que quedaba, de la altura que fuera, estaba “atendido” por el ganado.

En fin, la masa forestal que se ha perdido por la sierra y junto a los chalés cumplía funciones climáticas, hidrológicas, ambientales y sociales. Sería largo entrar en el detalle de cada uno de estos roles. Sí, lo de siempre -sacado del manual- que si absorben anhídrido carbónico, que si producen oxígeno, que si ayudan a controlar la erosión,  que si reducen los riesgos por movimientos en masa, que si aportan humedad a la atmósfera y que si refrescan los flujos de aire que circulan por ellos. También podemos sacar a relucir ámbitos de conservación de la biodiversidad. Por sacar trapos que no quede en esta trapería, oiga.

3 fases de la imagen del conejito forestal del ICONA
En fin, que me he acordado de aquellos bomberos voluntarios que desde tiempos inmemoriales han atendido nuestros “bosques”. Cuando yo a mediados de los setenta estaba en la EUITA, un profesor, hablándonos de todo esto de los incendios forestales y lo que suponen (las leyes españolas se acaban de parir en 1971; estaban frescas), nos mostraba una foto de los mejores bomberos forestales voluntarios. Era de un manual -en francés- que aún andaba por el tratero, problemas de guardarlo todo, y lo he rescatado. Cuenta lo de los centímetros de suelo que se queman, que la vida sigue estando bajo la ceniza, que resurgirá y hasta del periodo de recurrencia en que el fuego volverá… si un hijo de puta de estos no se le adelanta. Aquí está la foto. El pie es claro, Brigada de bomberos voluntarios: el pastoreo es la forma más rentable de eliminar el combustible vegetal.


Ya no hay pastoreo y el ramoneo es un tiempo verbal que ya no se conjuga. Aún pasa menos de lo que podía pasar.



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