Hoy, leyendo el Diario Información, impacta el reportaje: “LaMarina: del verde al luto”. El vídeo de Rafa Arjones, las fotos de
David Revenga, el texto de Andrés Valdés te dejan carbonizado, como las más de
1.400 hectáreas calcinadas. Sí, como esta mañana oía mientras trotaba: “lo mismo que ve una hormiga ve cuando se asoma
al borde de un cenicero tras una madrugada de farra”.
Dicen que hay individuos (es que no sé cómo llamarles a
estas alturas del texto, aún tibio, sin mentarles la madre que los parió y el
entorno en el que se criaron) a los que la fascinación en la contemplación de
lo que han hecho, el monstruo que han soltado, les es gratificante. ¡Coño!, lo
mismo debían prenderse fuego en los cataplines con una vela: menos extensión,
pero -pienso- similar fascinación. Dicen que lo suyo es una patología… porque
hay gente que encuentra un calificativo definitorio para cualquier cabronada.
Y yo que pienso que el problema no es el puto pirómano en
sí; que el problema somos los demás. El problema es el abandono en que sumimos
al “bosque”.
La nuestra, la mediterránea, es una civilización de fuego.
Hasta la agricultura la comenzamos a base de fuego: agricultura de rozas,
ignicultura a fin de cuentas. Pero desde entonces ha llovido mucho (es un
decir); vamos que hemos superado esa fase de prenderle fuego al terreno para “limpiarlo”
y aportarle fertilizante (las cenizas fertilizan: aportan potasio, neutralizan
la acidez del suelo y estimulan la actividad microbiana) y cultivar hasta
agotarlo. Superamos esa etapa y primero con la azada y luego con el azadón
fuimos ganando terruño para cultivar y todo eso.
Ahora mismo, en el abandonadísimo monte, mucha brigada
forestal, mucho medio aéreo, mucha UME y… muy pocos de mis bomberos forestales voluntarios
de los que desde siglos se han dedicado a limpiar nuestros montes para evitar
que esos pirados les prendan fuego cuando les sale de las narices y arda como
una tea. Poco ganado pasturando.
Con esto de los incendios forestales provocados que hace
unas horas iluminaban las noches de las Marinas, me he acordado de los rebaños
de borregos y cabras que desde tiempo inmemorial se habían dedicado a evitar
que los montes tuvieran el combustible necesario para arder. Vale que ahora
hemos inflado a controles a los pastores y a su ganado, que hemos dado una
serie de nuevos usos al suelo y que hemos colonizado el territorio natural del “bosque”,
pero como no lo atendemos como se merece estamos abocados a esta serie de
desastres. Antes teníamos rebaños que impedían que el suelo albergara una
costra de acelerantes de un palmo.
Pastoreo en Benidorm; 2008 |
Nicolás Galdón y Antonio Teruel eran en 2008 (hace 8 años)
los últimos pastores del término municipal; lo contaba El País (21.04.2008).
¿Seguirán? En el artículo -de Sergi Castillo- se decía que “Nicolás esconde como un tesoro una copia del
mapa del término municipal de Benidorm de 1950 en el que aparece dibujada la
"cañada real de la Cala por la
Playa y Sierra". Este vial partía del cuartel de carabineros del
Tossal de La Cala y seguía por los actuales paseos de Poniente y Levante,
penetrar en Serra Gelada y cruzar hasta el Faro de l'Albir. Su mapa del tesoro
se complementa con los trazos que se corresponden con la vereda de Parrinà y
las coladas de Cuartel, Ricardo, La Torreta, Soria, La Cala, del Camposanto,
Alto de Rives, de Baldí y del Marrais”. Es que esto estaba lleno de coladas,
cañadas, cordeles, veredas, descansaderos y contaderos: vías pecuarias que en
realidad son, muy al modo de los “modelnos” de hoy en día, “corredores
ecológicos”. Recuerden que toda la playa de Poniente es una Vereda Real de
Ganado y allí estaba (está) el manantial de Les Fontanelles.
El verano pasado salí a trotar con el amigo Javier (dC) y me
asusté de cómo teníamos la Sierra Helada. Hay pinaza acumulada para hacer un
sólido camino hasta la Isla. Lo dicho, si no pasa más es porque Dios no quiere.
Nicolás y Antonio no llevaban sus rebaños por allí y eso que una de las fotos
emblemáticas de Benidorm fueron ovejas y cabras por Sierra Helada.
Bucólica imagen de aquél Benidorm de los años 60, con su pastor que mantenía limpio el bosque |
Y claro, fuego por medio, me he acordado también, a partes
iguales del conejito forestal del Icona y del Jaume Perich: “Cuando un monte se quema, algo suyo se quema,
señor Conde” (Autopista)… y aún no estaba don Mario en la película. Y esto
último ha sido a raíz de las leyes y la controversia sobre los espacios
calcinados y el posible cambio de usos del suelo. Calificarlos como “cementerios”
porque a nadie se le ocurre -ni legal, ni ilegal, ni alegalmente- construir
sobre ellos me parece a todas luces estrambótico, pero si hay que llegar a esos
extremos, pues… ¡ándele!
Aquí, en las riberas del Mediterráneo, después de tanto
personal -y tanto tiempo- pisando el terruño la vegetación clímax, el “bosque”
original, como que es un quimérico sueño. Existió, sí; pero desde los romanos
para acá no creo que hayamos dejado un palmo sin alterar, pero el poco que
quedaba, de la altura que fuera, estaba “atendido” por el ganado.
En fin, la masa forestal que se ha perdido por la sierra y
junto a los chalés cumplía funciones climáticas, hidrológicas, ambientales y
sociales. Sería largo entrar en el detalle de cada uno de estos roles. Sí, lo
de siempre -sacado del manual- que si absorben anhídrido carbónico, que si producen
oxígeno, que si ayudan a controlar la erosión, que si reducen los riesgos por movimientos en
masa, que si aportan humedad a la atmósfera y que si refrescan los flujos de
aire que circulan por ellos. También podemos sacar a relucir ámbitos de
conservación de la biodiversidad. Por sacar trapos que no quede en esta
trapería, oiga.
3 fases de la imagen del conejito forestal del ICONA |
En fin, que me he acordado de aquellos bomberos voluntarios
que desde tiempos inmemoriales han atendido nuestros “bosques”. Cuando yo a
mediados de los setenta estaba en la EUITA, un profesor, hablándonos de todo
esto de los incendios forestales y lo que suponen (las leyes españolas se
acaban de parir en 1971; estaban frescas), nos mostraba una foto de los mejores
bomberos forestales voluntarios. Era de un manual -en francés- que aún andaba
por el tratero, problemas de guardarlo todo, y lo he rescatado. Cuenta lo de
los centímetros de suelo que se queman, que la vida sigue estando bajo la
ceniza, que resurgirá y hasta del periodo de recurrencia en que el fuego
volverá… si un hijo de puta de estos no se le adelanta. Aquí está la foto. El
pie es claro, Brigada de bomberos voluntarios: el pastoreo es la forma más rentable
de eliminar el combustible vegetal.
Ya no hay pastoreo y el ramoneo es un tiempo verbal que ya
no se conjuga. Aún pasa menos de lo que podía pasar.
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