A una semana del 27S veo que este año, por fin, el lema del
Día Mundial del Turismo lo entiendo a la primera: Turismo para todos; promover la
accesibilidad universal.
¡Caray, qué facilito este año!
A mí, lo del Día Mundial del Turismo… ¡me encanta! Descubro
ca-da co-sa.
En 2014 casi me atasca la neurona: “Desarrollo comunitario”. Me tuve que enterar qué era eso; de qué
era lo del “desarrollo comunitario” que, como todas estas cosas, no suele ser
lo que yo puedo entender. Me tuve que leer varias definiciones -porque nadie lo
tiene muy claro y depende del autor/ideólogo de la misma- para hacerme un lío,
claro: “proceso mediante el cual el
pueblo participa en el planeamiento y ejecución de programas tendentes a elevar
su nivel de vida” o “proceso de
agregación de valor económico en pequeños núcleos culturales” o “fórmula de trabajo social” u “organización de la comunidad para alcanzar
unos objetivos de desarrollo” o “técnica
y practica social que se apoya en el conocimiento científico de los social para
alcanzar cotas de desarrollo” o “conjunto
de acciones destinadas a provocar un cambio orientado de conductas a nivel de microsistema
social participativo hacia una etapa más avanzada de progreso humano” o…
¡Por favor, pónganse de acuerdo! Yo no me aclaro y no consigo tener claro lo
del desarrollo comunitario.
Ah, que es una filosofada para seguir en la pomada.
Entiendo. Soy tan primitivo y visceral; incluso agreste y montaraz. Era en
México y había que estar a tono.
Vale que el Turismo es una herramienta fabulosa, pero no me
compliquen la celebración con filosofadas propias de “Cuarto Milenio”. El “Día del
Turista” servía para lo mismo y tenía más repercusión… si se elegía a la
miss de turno.
En 2015, los de la OMT/WTO estuvieron metafísicos: “1 billón de turistas, 1 billón de
oportunidades”; vale, lo decimos todo y no decimos nada. Oportunidades… ¿de
qué? En 2011 se empeñaron en acercar culturas, sin querer recordar que cuando
te enseñan más de dos veces las fotos de ese viaje vas buscando un piolet -como
Ramón Mercader- para entrar en la lista de asesinos (o en la de Héroes de la
URSS). En 2009 celebraron la diversidad -que por celebrar está muy bien- pero
en eso se quedó; o en 2007 se ocuparon de la mujer (de la que no viaja). Y
chim-pum. Esto, de tan alto intelecto, me desborda.
Tal vez se deba a que soy corto de miras y que mi universo
no va más allá de las caderas de mi contraria, pero considero que todo esto del
turismo es más simple, aunque estructuralmente más complejo, y por mucha
celebración que hagamos aquí, es “allí” donde deben mentalizarse. Aunque, aquí
también tendremos que mentalizar a más de uno que no entiende lo que de verdad
significa el turismo, pero eso es ponerse a su nivel.
Este año, el objetivo del 27S se entiende a la legua: accesibilidad.
Eso lo entiendo: accesibilidad universal. Vamos, con trastienda.
Pero si fallamos en el primer mundo.
Me acuerdo de un congreso de la FEPET donde nos alojaron en
un gran hotel, “adaptado” -jua, jua, jua-, en el que la rampa de acceso a
minusválidos parecía la subida al Ape d’Huez: le faltaban las 21 curvas de
herradura, pero el desnivel era del 12%. No hubo gónadas suficientes para izar
a nuestro compañero Miguel Ángel quien, cuando “era transportado en la sillita del rey” escaleras arriba, en brazos
de dos esforzados trabajadores, decía: “esto
es como llegar a Barajas y que te coja para subir al avión el ‘castigao’ de
turno”. Que esa es otra. Luego, en el hotel “adaptado” nos mostró todas las incoherencias posibles: una cosa era
acceder al hotel y otra al ascensor o a la habitación (puertas, pasillos y puertas),
escalones en el cuarto de baño, la barra del toallero por delante del lavabo
(que lo hacía muy mono para los moñas, pero imposible de acceder), bañera en
lugar de plato de ducha, llaves eléctricas y sensores a la altura de los
catorce “ochomiles”… Una lista
interminable. El contacto inicial ya había sido malo: mucho cartel de “adaptado”
pero no había aparcamiento adaptado… y eso que una de las ponencias
congresuales iba de hoteles adaptados.
Y para más inri, en el panel posterior a la ponencia intervenía la gerencia del
gran hotel “adaptado” para exponer su “experiencia” y la opinión de los
clientes.
Miguel Ángel fue demoledor en su exposición y yo visceral (oficié
de talibán de mi amigo). No nos echaron del hotel -ni del comité Ejecutivo de
FEPET- aunque méritos hicimos. Hace unos días pasé por la puerta del hotel “adaptado”
y en tantos años la única novedad visible es que han colgado un maillot blanco,
con lunares rojos, que le entregan a quien es capaz de subir la rampa hasta la
entrada del hotel (como en el Tour de France al mejor escalador). Vamos, que no
han hecho nada. Accesibilidad Universal.
A ver si este 27S sirve para algo, porque aquél congreso
nuestro sirvió para poco: unas líneas en prensa y alguna imagen en TV (local,
faltaría más), mucho asentimiento de cabeza y algunos aplausos… y poco más.
Alguna cadena participada ha desarrollado sus propios hoteles y alguna web quete dice al nivel de accesibilidad.
De momento, leo, va a servir para calentar la celebración.
UGT y CCOO van a denunciar lo que llaman (y no sin razón) “la cara B” delTurismo. Se basan en que “mientras la rentabilidad turística ha crecido un
11,45%, los viajeros un 7,85%, y las pernoctaciones un 8,87%, el empleo solo lo
hizo un 5% siendo en la mayoría de los casos puestos de trabajo temporales, de
baja calidad y con altas cargas de trabajo”.
Hale, hasta el martes 27S
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