De lo que fue una representación teatral -La Adoración de
los Magos- a lo que vienen siendo las Cabalgatas de Reyes Magos hay un trecho
que, en los últimos años, en cuanto se acerca la fecha -5 de enero, porque
el 6 es el Día de Reyes- se desboca el capítulo de noticias surgidas en torno a
ellas.
Siempre hay quien quiere añadir un mamarracho al tema
intentando dar su brochazo de color nauseabundo olvidando que más allá de una
supuesta tradición religiosa (asumida sólo por ellos) es un elemento festivo donde
implicamos la ilusión de los niños; su ingenuidad.
Bastante es ya que con el pretexto que no queda tiempo
material para jugar con los juguetes (los niños vuelven al colegio en 24/48
horas tras el Día de Reyes), en vez de revivir la mágica ilusión de la noche
del 5 de enero aparezcan estos bajo el árbol de Navidad el 25 de diciembre y
sean cosa de Papá Noel.
Vale. Hay que acabar con cualquier atisbo de tradiciones
cristianas. Aquí las gastamos así. Ya tenemos todo tipo de manifestaciones
laicas ocupando -tal vez intentando ocupar- el lugar de estas con el
beneplácito pusilánime de muchos y la pasividad de otros.
Ya dediqué un post a la duodécima noche de la Navidad.
Ahora, pretendo, dar mi explicación sobre el concepto para evidenciar, lo confieso,
que no sobra un Darth Vader que anime la ilusión de un niño y está de más un
ciudadano que en nombre de un colectivo quiere evidenciar la normalidad de su
condición. No pega ni con cola, aunque traiga cola.
Las “Cabalgatas de Reyes” surgieron, en esencia, para recolectar
juguetes con los que llevar la ilusión a los niños más necesitados: “juguetes
para aguinaldos”, era el lema que las inspiró. Tenía un carácter
benéfico en el primer tercio del XIX y tras conseguir los regalos, los
repartían en instituciones de caridad.
Y para sumarme a la corriente anticlerical -la moda es la
moda y hay que estar a la moda- diré que fue la Iglesia la que cortó la costumbre
del aguinaldo (que viene del francés) en la Edad Media. La costumbre consistía
en regalar muérdago -o acebo- por el año
nuevo: “A gui l’an neuf” → Aguinaldo (bien en Navidad,
bien en Año Nuevo). Y del muérdago, panacea curativa y contra males de los
espíritus, pasamos a otro tipo de presentes hasta llegar al juguete.
Sí, ya sé que por estos pagos la costumbre es dar “les estrenes”; que viene a ser lo mismo.
Vienen de los strenae de tiempos de
Roma… y de cuando los romanos iban a coger verbenas al bosque sagrado por el
año nuevo y Strenia era la diosa de la Salud que alagada por la visita les otorgaba
divina protección.
Cumplido con la progresía vuelvo a la tradición cristiana de
los Magos de Oriente y sus regalos y presentes al niño Dios que, a imagen de
aquello, reiteramos con los nuestros… y que ya alcanza a todos.
En Reyes, aguinaldos (regalos) para todos. Y de los dulces,
juguetillos y unas pocas monedas hemos pasado a juguetes, joyas, perfumes y
todo tipo de regalos. Ya puesto, como “la tradición” era oro, incienso y mirra…
mira por donde tenemos materia de debate.
En esto de la Cabalgata de Reyes parece que Barcelona destacó
en la iniciativa (1855) con la organización del evento: llegada de SSMM por mar
al Moll de Fusta y recorrido por las calles (1879) cuando el empresario Miguel
Escuder, leo en Historias Matritenses, “organizó
una cabalgata benéfica para entregar el aguinaldo a los niños de ambos sexos de
la Casa de la Caridad”. Ese es el origen allí, aquí y en toda España:
aguinaldos de beneficencia.
En Madrid hay alguna referencia anterior (1844) de gentes
con escalas subiendo por ventanas a recoger (más que a entregar), pero son
mayores las referencias a las trifulcas, descontrol y paradas en tabernas de
los mozos -de caras tiznadas- que acompañaban el desfile. Subían a por los aguinaldos
comprometidos a las casas, con lo que se retrasaba la marcha… que se complicaba
con las visitas a las tabernas. Ricardo Márquez saca a la palestra una canción
de la época sobre aquellos que iban al encuentro de sus Majestades en aquellas
caóticas cabalgatas: “expuestos a mil
estragos, cruzan calles y plazas, pero hallaron calabazas, en vez de a los
Reyes Magos”.
Grabado de principios del XX - "A esperar los reyes" - Serie "Costumbres españolas" |
La de Alcoy, que pasa por la más antigua de España;
ininterrumpidamente desde 1885, previamente documentada (1866), como
particularidad, recuerdo, el rey negro -Baltasar- sale en segunda posición… ya
no es el Melchor, Gaspar y Baltasar de mi niñez.
Y volviendo a los orígenes, que marcan la tradición, aquellas
“cabalgatas” del XIX eran excusa de juerguistas y comparsas que con un pretexto
benéfico hacia los niños más necesitados se montaban una fiestecita. Y los colectivos
laborales de más precaria situación se liaban la manta a la cabeza y con dos
chatos de vino se montaban una fiesta sonada… y se pasaba el frío de enero.
Pero la base argumental siempre fueron los niños. De 1882 es la reseña en
prensa: “1.621 chiquitines de los asilos
recibieron ayer alegremente sus aguinaldos de juguetes”. Ese era el espíritu
de la Cabalgata de Reyes: los niños y sus aguinaldos.
Ateneos, Casinos, Sociedades y el empeño de particulares -empresarios
rumbosos- podemos considerarlos como responsables de lo que hoy llamamos “tradición”
y que no es otra que iluminar la espera de los niños, pendientes del despertar
del día 6, para jugar. Y el espíritu de beneficencia fue el que inspiró los
primeros pasos que hoy están más que superados, aunque la visita a Hospitales
perdura desde los inicios, en el XIX. Asilos, hospitales, inclusas, Casas de
Beneficencia…
La vistosidad de las Cabalgatas de Reyes, hay quien dice, arrancó
en Madrid en 1928 cuando el Circo Price se sumó a la que allí se organizaba con
sus payasos. El objetivo era -y es- la ilusión de los niños; y sí, hubo payasos
buscando la ilusión y la sonrisa de los más pequeños; “de las tiernas criaturas” que decían las crónicas.
Ese era y es el objetivo. Y todo lo que vaya en ese sentido
será bienvenido. Y lo que no, dictado por la razón, un sinsentido.
Que en la Cabalgata aparezcan animales que por lo general
los niños urbanitas no ven con asiduidad, que integre elementos de culturas
diferentes, que sume personajes extraordinarios o insólitos, que encaje
cuestiones imposibles o personajes Disney no da posible cabida en ellas a
cuestiones que en nada tienen que ver con el universo infantil al cuál va
dedicada.
Nunca ha habido en la cabalgata de Reyes mensaje evangélico.
Por lo tanto, olvidemos el espíritu de confrontación con la religión y no compliquemos
la ilusión de los críos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario