Lo que hubiera ganado la tertulia de haberse celebrado el lunes
23 y no el viernes 20; por el tema palmesano y la prohibición del alquiler turístico-vacacional
en bloques de viviendas…
Pero es que pasó a tomar café por el Meliá Benidorm el amigo
Miguel Ángel Sotillos el viernes 20 de abril, que, como buen viernes que es,
toca tertuliar y escrutar los posos del café.
Yo, rey del escaqueo ulterior, había faltado a una serie de
tertulias -y no informado de otras- por cuestiones, digamos, “profesionales”,
pero a esta no podía faltar. Miguel
Ángel Sotillos, nuestro invitado al Tercer Grado de los viernes es del
nivel “forasters del poble” de
Benidorm y esa categoría local es también nivel patanegra. Ya saben: gent del
poble, forasters, gente de fuera y turistas…
Se nos presentó Miguel Ángel. De padres sorianos, el suyo
llegó a Benidorm como ingeniero técnico del Catastro Parcelario en 1967 y cada
día venía desde Alicante hasta que radicó a la familia en Benidorm, y en 1973
abrió sus puertas Fincas Arena donde
ambos, padre y madre, han labrado una página en la historia local: “cuatro
crisis después, Fincas Arenas sigue en el candelero con la máxima solvencia”.
Comenzó Miguel Ángel
Sotillos por incardinarse en la empresa familiar desde la Escuela de
Turismo, tras aprobar los exámenes de Agente de la Propiedad Inmobiliaria, al
compás que progresaba en su segunda vocación: bombero profesional y voluntario
de Protección Civil -mando que es-. Pasó por la Unidad de Rescate de la Cruz
Roja y se centra ahora en el papel de Mediador Civil en asuntos de Turismo e
Inmobiliarias. A todo este bagaje suma también el de ser el presidente de
APTUR, la asociación que agrupa a los empresarios que gestionan apartamentos
turísticos en la Costa Blanca; los apartamentos reglados (los legales, oiga).
Recordó a quienes le han precedido en el cargo -Manuel
Cabezuelos y Sergio Gambi- a la hora de destacar el empuje de la asociación y
los logros conseguidos en los últimos quince años: que si la comisión de
intrusismo y que si varios otros
detalles más que sacó a relucir.
Nos dijo que, “lo bueno de APTUR es que nunca hemos pedido
solucionar ‘mi tema’, sino ‘los temas’ de conjunto de los asociados”.
Discrepa a la hora de considerar -alguno lo ha hecho- la cuestión de los
apartamentos turísticos como ‘un problema’ a pesar de que en Benidorm “hay
cuatro veces más apartamentos turísticos en el mercado que plazas hoteleras; y
que más de la mitad no estén ni al corriente de la legislación ni en la
asociación”.
Miguel Ángel lo entiende: “un piso en Benidorm tiene un
coste de unos 2.000 euros al año” y cerrado, sólo para las vacaciones,
es un coste importante. La tercera parte de las viviendas de Benidorm están en
el mercado del alquiler. Con ello, destaca: “no son un peligro para la
hotelería; son sólo competencia. Los hoteles no son ahora los únicos en el
baile”.
Insiste en el tema: “por precio no se deja de ir a un hotel y se
apuesta por el apartamento; es sólo por una cuestión de libertad de horarios y
roles (cuando se va con niños, por ejemplo; explicó)”.
Puso luz en el tema: “los apartamentos ilegales nos hacen daño
también a nosotros, los legales; se nos achacan culpabilidades que no tenemos”.
Nos contó entonces la labor de APTUR ante la Administración
con el tema de los apartamentos turísticos reclamando normativa, medidas y
procedimientos; incluso la cuestión del desahucio turístico y todo lo relativo
a que el propietario sea apoyado porque, insistió, “todos los apartamentos se pueden
alquilar cumpliendo la legislación”. Y aquí señaló que “el
arrendamiento de la vivienda vacacional está planteado por la LAU que lo
desarrollen las Comunidades Autónomas. Que lo regulen; no que lo tipifiquen”.
Y señaló las varias contradicciones legales entre administraciones: “La
Ley de Hospitalidad señala un tratamiento hotelero, lo que exige una Licencia
de Apertura que los Ayuntamientos no pueden dar”. Y así, varias incongruencias más.
Hablamos del universo de la portería del edificio y de la
figura del portero -¡qué digo de la figura; del figura del portero, oiga!-, del
derecho de habitación, de las normas del Código Civil, del inquilinato… “todo
lo que no contraviene la ley es posible”. Incluso señaló medidas a
aplicar que dejaremos para el ámbito de los políticos.
Conforme avanzó la tarde no metimos en honduras; tanto,
tanto, que llegamos a Tegucigalpa. Y salieron a relucir desde los precios del
IMSERSO a tarifas sin escrúpulos; desde cláusulas de contratos hasta procederes
de porteros.
Nos llamó la atención el tema de la creciente “legalización”
de apartamentos turísticos y el celo con que se anuncian las inspecciones sobre
ellos: “una cosa es que te des de alta y te adjudiquen un número legal y otra
es que cumplas todo aquello que has declarado a la hora de solicitar la
inscripción”. Vamos, lo de la mujer del César: no sólo parecerlo, sino
serlo. La inscripción obliga a cumplir la ley… Y por falsedad en documento
público se puede actuar contra el defraudador.
Los hoteles están híper regulados y los demás han de cumplir
lo legislado. Pero la cuestión de los apartamentos parece hacer surgido ahora
cuando la realidad es que ha sido paralela al desarrollo de Benidorm. Ahora se
visualiza más, “pero ha existido desde siempre”. Y los apartamentos turísticos,
la vivienda vacacional, la legal -insiste Miguel
Ángel Sotillos- debe ser tenida en cuenta. Cierto es, sostiene, que no
cumple la legislación hotelera, pero sí la de la edificabilidad, sosteniendo
que “si
la Administración quiere, la ilegalidad se acaba”.
El caso es que echamos un ratito muy bueno en la tarde del
viernes en el Meliá Benidorm tertuliando con Miguel Ángel Sotillos. Pero nos
faltaba la previsión del verano 2018: “hay otros mercados que se han recuperado y
el calendario de los primeros meses ha influido, pero el verano será como el
del año pasado; y eso que todos hemos subido un poquito los precios”.
Me hubiera gustado quedarme un rato más, pero tenía una cita
-con Pilar Cernuda- y me tuve que ausentar. Y la tertulia siguió sin mí. Lástima;
no sé leer los posos del café. Y lo que pasa en la tertulia se queda en ellos.
Hasta aquí llego.
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