22 sept 2018

DE RAFA BALONGO: MEMORIAS DE UN CHICO DEL PROTECTORADO




En “Los cafés del Meliá” hemos vuelto a las andadas; no tenemos enmienda. Y ya van 11 ‘cursos’. Les llamamos ‘cursos’ porque los comenzamos en septiembre… y seguimos las pautas vacacionales de los estudiantes: que si Fiestas Patronales, que si puentes y festivos, Navidad, Semana Santa y verano. La cuestión es, como ellos, no dar un palo al agua, que no se note y aprobar con nota.

El Meliá Benidorm nos sigue abriendo salones y ofreciendo café (y bollería fina) para hacer más llevaderas, en ocasiones, las diatribas que, a veces, surgen. No somos perfectos, pero vamos contando la Historia de nuestra gente.

El primer invitado de esta reentré de 2018 ha sido Rafael Balongo Lozano, un hombre cabal que en su prodigiosa memoria atesora infinidad de cifras y datos sobre la más reciente Historia de Benidorm; al menos, “de los últimos cuarenta y seis años…” que son los que lleva Rafa Balongo en Benidorm. Y no ha perdido ni un ápice de integridad, de ilusión y de ideario. Rafa es triple “i”.

Comenzó su relato en la ciudad que entre 1913 y 1956 fue la capital del Protectorado español de Marruecos, en Tetuán; donde nació. Su padre trabajaba ya en el Banco Español de Crédito, el Banesto que llamábamos[1].

Lo de la Unión bancaria hispano-marroquí no satisfizo al progenitor que pidió volver a Madrid y Rafa, con la familia. Y la familia era también el banco, con lo que ingresó por oposición. “La Plaza de la Independencia fue mi primera sucursal” y al poco fue agregado al Departamento Técnico teniendo que organizarse para realizar el Servicio Militar en Colmenar (RMING-1) pero sorteando aquella fase (hasta con un arresto) hasta volver a Banesto donde, además, se integró en los equipos de tenis de mesa (entonces, ping-pong; ¡cómo somos!) y natación en el tiempo que le dejaba lo de ir a organizar sucursales por toda España: “vivía de las dietas; ahorraba todo el sueldo. Se lo daba a mi madre”.

Y con ese cometido llegó a Benidorm en 1972, “para diez días” y… ‘echaron’ un tiempo aquí; tanto, que le bastó para ‘echarse’ novia. Total, que decidió ‘echar’ raíces en Benidorm y dejar el Departamento Técnico para quedarse de interventor en la Avenida del Mediterráneo, donde vivió el atraco del 78, aquél 31 de agosto. Nos lo relató con todo el susto y los pormenores.

Rafa nos introdujo por unos instantes en aquel mundo de la banca de los setenta donde los millones fluían, la moneda extranjera requería departamento propio, y las inversiones mantenían la efervescencia del ladrillo en Benidorm. “Los clientes de la banca no fallaban nunca”, recuerda. Parece que era otro mundo. Y así parece que fue pues avalaron su tesis algunos tertulianos que han andado por las alturas del gremio en aquellos años. ¡Oiga, que hay tertulianos de postín!
Tertulianos en faena. Fotos: Mario Ayús.


Podía haber aspirado a más en el banco, reconoció; “pero eso significaba salir de Benidorm”. Y Rafa, renunció. Benidorm tiene eso, que engancha.

Y en Benidorm se fue incardinando en su la vida de la ciudad y se acercó a la UGT… “Y me llamaron al orden”. Contó cosas de los tiempos del Benidorm CD, de Aniceto Benito -“todo un señor”, dice en su recuerdo. Y recuerda Rafa cuando él fue de los fundadores del Club La Marina y de la Asociación de Vecinos l’Illa y… en todo y por todo presume de “honradez y ética”.

Tal vez por eso, en 1983 le reclama Manuel Catalán para la candidatura del PSPV. Y se incorporó, como nº 7 en la lista del PSOE en la confianza de ser concejal de Deportes. Y lo fue de Hacienda y Personal. Convino entonces que lo mejor era “trasladar el trato del Banco al Ayuntamiento”. Recordó a los funcionarios y a sus compañeros de aquella aventura: Ángel de la Fuente -“el más político”- y Miguel Mozo en especial, pero también Colau Pagés, Vicent Picó y Blas Candela. Elogió la figura del Interventor -“don José Luís, un encanto; un crack”-, el Recaudador, el Secretario… “y a Pepe Albero”, compañero de tertulias. Confesó que “de leyes, entonces, sabía poco; pero sé que 2 y 2 suman 4, y teníamos que hacer cosas con la recién estrenada democracia”.

Recordaba la obsesión de Candela: “Rafa, colegios”. Y se hicieron dos. De Picó recuerda: “quería hacer el Bernabéu; y no se podía”. Aquel Ayuntamiento estaba como estaba y “se hicieron muchas cosas porque había mucho por hacer. La CLEOP hacía todas las obras que había que hacer en Benidorm… y eso había que corresponderlo. Las demás grandes empresas, a la cola: no tenían problemas de liquidez”. Recordó a Manuel Jorge, aquel director financiero que consiguió sacar aquella emisión de deuda pública: “mil millones de pesetas que se agotaron en dos horas”. Benidorm atraía mucho.

Recordó Rafa Balongo aquellas Comisiones de Hacienda “que eran duras” al compás que señalaba el ‘feeling’ con los miembros de la oposición: “Manuel Navarro Padilla, un señor; como Joaquín Ortiz, un caballero”. “Hasta ‘el valencianet’”, llegó a decir, recordando a quien militaba en el nacionalismo valenciano y que ahora ostenta representación empresarial hotelera. “Todos teníamos mucha ilusión por hacer cosas”.

Nadie escapó del repaso; ni los claroscuros de la prensa local de entonces; que había que echarles de comer aparte, señalo yo, que llegue en el 87 y ví lo que ví.

También hablamos de la administración de fincas, labor que ocupó sus últimos años hasta jubilarse. Aquí sacamos a relucir hasta la mafia de los conserjes, que muchos hemos vivido.

Hablamos de muchas cosas, hasta de lo que le espera al PSOE de cara a la cita de mayo de 2019, pero como bien saben… ‘lo que pasa en la tertulia Los cafés del Meliá queda entre los posos del café… y nada más’.

Rafa nos dijo al final que los suyo eran “memorias de un chico del Protectorado que llegó a Benidorm cargado de ilusión”, que no ha perdido. Pidió, más que nada, “educación y acabar con el alquiler sin control, el ruido y la suciedad porque playas hay muchas… ¡Aquí se pone la gente a trabajar o…!”, dijo para terminar.

Y todos le entendimos.

Este fue el paso de Rafa Balongo por la tertulia de ‘Los cafés del Meliá’: integridad, ilusión e ideario. Y que así siga.









[1] Hasta aquella “inocentada” de 1993 (fue un 28 de diciembre) en que el Gobierno lo intervino. Era presidente Mario Conde y ya había habido sus más y sus menos; como cuando se quiso que JPMorgan (yi-pi-morgan) entrara en el accionariado. Fue adquirido por el Banco de Santander.

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