La prodigiosa memoria de Robin Grant comenzó pasada la taurina hora de las cinco de la tarde
a desgranar nombres que son historia del Turismo: Aniceto Tisca, los hermanos Enrique
y Juan Teixidó y Ramón y Martín Casals, junto a otros destacados emprendedores del nivel de Vicente Guasch, Pascual Mora, José Rosell o José María Caballé. Todos son nombre históricos del turismo y la
hotelería que han creado cadenas nacionales e internaciones; y Robin los ha
tratado en primera persona y los visto subir como la espuma, pero a golpe de
esfuerzo.
Y de pronto su voz se torna amarga: “el 15 de agosto de 1974, quiebra Court Line”. Court Line fue el mayor operador del concepto ‘cheap & cheerfull’ (barato y divertido; que todo está ya
inventado) y arrastró a todos los operadores turísticos el día que anunció su
quiebra. Robin repite: “el 15 de agosto”
que es cuando se conoció, pero el lío se fraguó en la tarde del 14 de agosto.
La verdad sea dicha, Clarksons
ya arrastraba pérdidas desde 1971 y representaba el 40% de Court Line, con lo que la matriz ya estaba tocada del ala tras el
verano del 73. La Guerra del Yom Kipur (árabe-israelí) de octubre del 73 puso
patas arriba el mercado del petróleo y a medio mundo. Egipcios y sirios
atacaron por sorpresa Israel (que ya les había machacado en la Guerra de los
Seis días, en 1967, y clamaban venganza) y durante cuatro días fueron los reyes
del mambo, pero los israelíes contratacaron y en los veintiún días siguientes no
sólo recuperaron territorios sino que se plantaron a 100 km de El Cairo y a 32
de Damasco. Intervino la Comunidad Internacional y paró aquello. Pero la
humillación militar sufrida por los árabes les llevó a querer castigar a los
aliados israelíes con una rebaja de la producción de petróleo. Y como los países
aliados de Israel eran la inmensa mayoría de los occidentales, pues... el
precio del crudo se triplicó y el del refino se sextuplicó. Resultado: crisis
de las economías industrializadas. Israel ni se enteró de la movida económica:
tenía pozos en el Sinaí y le salió redonda la jugada.
Sí, aquello ocurrió en 1974 cuando aquí comenzábamos a vivir
el ocaso del Régimen y allí, en el Reino Unido, se sumían en el bache que el
empecinamiento de los mineros del carbón, en su reivindicación contra el
gobierno conservador de Edward Heath, los estaba metiendo. Los británicos padecían
el grueso de la crisis con ‘semanas de tres días’ -para poder ahorrar energía;
hasta la TV cerraba emisiones a las 22’30 cada día-, y no estaban para
vacaciones. El mercado turístico británico se hundió entre el 30 y el 40%.
El caso es que en aquella situación socioeconómica local y
global las pérdidas acumuladas por los TTOO asociados a Court Line y la falta
de apoyos del nuevo gobierno laborista de Harold Wilson para que la compañía
saldara sus cuentas en el negocio naviero, en el que también estaban, hicieron
que el 14 de agosto, debiendo más de 7 millones de libras, Court Line proclamaran
quiebra y dejaran a casi 50.000 turistas británicos colgados por el mundo y se
instara la liquidación voluntaria de las sociedades; los trabajadores quedaron
en la calle. Aquello pilló a Robin, con casa recién comprada en Londres y la
familia creciendo. El silencio, la atención que le prestábamos, sonaba en la
sala.
Robin Grant, junto a José Mª Díez y otros tertulianos en Los cafés del Meliá. (Fotos: M. Ayús) |
Pero como dice Robin: “cuando
una puerta se cierra, se abre una ventana” y Viajes Interplanet de Benidorm
le ofrece empezar desde aquí. Y “con
mucha tristeza dejamos nuestra casa de Londres y con siete maletas y un baúl
nos vinimos”. Pero recuerda, con tono reivindicativo: “Si todos los hoteles hubieran devuelto a Clarksons los créditos, no
hubiera quebrado”.
Y dicho esto, de pronto, la cambia el rictus y la sonrisa
vuelve a iluminar el rostro. Se ríe: “reservé
en el Hotel Don Pancho tres noches y cuando llegue con todo aquél equipaje en
recepción se asustaron; era sólo por tres noches porque enseguida nos mudamos
al Playmon Fiesta”.
Y así comenzó Robin Grant a ser de Benidorm.
A estas altura del relato Robin fue una catarata de
experiencias y anécdotas de aquél Benidorm de la segunda mitad de los setenta
donde las agencias movían viajes, excursiones, cambio de divisas y muchas cosas
más. Negocio.
En 1981 se sumó
al equipo de Hoteles Servigroup como
director comercial y nos contó toda aquella gratificante experiencia, mientras
la familia se consolidaba -Pilar y sus hijos Lara, Jonathan y Alex-, en
Benidorm. Un Benidorm de “muchas salas de
fiesta y hoteles” en una España que vivía “los años del plomo”, en alusión a ETA. Robin ya era uno más de
Benidorm y sentía las cosas de España como suyas. Eso sí, o paraba de viajar y
comercializar camas.
En 1993 deja Servigroup y encamina sus pasos nuevamente
hacia el Hotel Don Pancho y es allí, hablando con Paco Sellés es cuando nuevamente al cerrarse una puerta se abre una
ventana. Otro grupo hotelero de Benidorm precisa sus servicios como director
comercial y otra vez en órbita. De este grupo pasará a Hoteles Poseidón hasta 2012 en que apuesta por la jubilación,
aunque se mantiene en contacto con un mundo al que ha dedicado su vida.
Robin vivió en primera persona la llegada del mercado ruso y
no se cansa de elogiar lo mejor de todos con los que ha trabajado en Benidorm:
“Caballé y Pere Joan apuestan siempre por
la calidad”.
Tiene claras las cosas sobre el Turismo: “El Turismo es como el fútbol. Las normas son
las de siempre, pero ahora los jugadores son atletas y derrochan calidad”. “El turismo es el que hay, pero cuando yo
llegué había 25 destinos en Europa y ahora hay 2.500”. Y sobre Benidorm es
tajante: “Siempre habrá mercado para
nosotros; recordad que siempre hemos sobrevivido a multitud de cosas -y las
enumeró-; hemos tenido suerte y la
tendremos; porque haciendo las cosas bien siempre saldremos adelante”.
Se quejó de que “quizás
nos falta implicación a nivel destino” y recordó que “el éxito de un hotel está
en la suma de pequeños detalles, pero sólo tienes una oportunidad de crear una
buena sensación”. Es consciente de que esto ha cambiado: “hemos pasado del jefe de recepción al
comunity manager sin darnos cuenta”. Y critica una cuestión de Benidorm: “el comercio es hoy una asignatura pendiente”
y “los hoteles no volverán a superar el
95% de ocupación”. En cuanto al mercado inglés convino con Moncada que “en el último año la libra ha caído un 10%
mientras que los precios han subido un 20%” y al Brexit, lo tiene claro: “llegarán al final a un acuerdo; estoy seguro
al 99%”, aunque convino con Díez que “el
precio del petróleo, la sobreoferta del mercados y la falta de pilotos es más
grave que la falta de conexiones”.
Y ahora que la vida de le ha golpeado, un ictus en 2009 y
hace nada y menos un poco más cerca, Robin pasea entre amigos, que somos
muchos, y se convierte en referente y Wikipedia turística para los que
investigamos los detalles de este proceso del Turismo nuestro de cada día.
Nos alerta de cosas a futuro y se muestra tranquilo: “Ir a casa, para mí, es llegar a Benidorm”.
Gracias Robin por tal derroche de memoria y conocimientos.
Alguno te esperaba con kilt, sporran y chaqueta de Argyll… cosas
de escoceses, y nos apareciste por la tertulia “Los cafés del Meliá” como
un paisano mediterráneo que contempla la obra bien hecha con el mismo
entusiasmo que aquel Robin que enseñó Edimburgo a los gurkhas, o el Robin que
llegó al Hotel Arcadia, o el Robin se presentó ante el coronel Crosby, o el Robin
que llegó a Interplanet, Servigroup o Poseidón. Nuestro Robin.
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