Y en eso que pasó a tomar café con nosotros, en el Hotel Meliá
Benidorm (Los cafés del Meliá), la catedrática de Arqueología de la UA, Feliciana Sala Sellés.
Llevamos un verano de hallazgos arqueológicos ‘que pa qué’ y queríamos que nos contara
cosas suyas y de nuestra joya arqueológica del Tossal de la Cala… y mira
por donde El País, a la mañana siguiente, nos sacó negro sobre blanco, algunasde las cosas que la doctora Salas nos contó en primera persona.
No sé: en octubre, que si Pompeya ardió dos meses después de
lo que nos habían contado (en octubre y no en agosto), refrescando lo de la moneda y dejando en supuesto mal lugar a un joven Plinio el Joven; que si mese
antes del verano los hallazgos en Libisosa, de la mano de José Morán; luego que si la invasión de los yamnayas y el final de los hombres de esta Tierra de Damanes… Uf, ¡qué verano!
Y finalmente llega la gota fría a Castellón y nos saca una carretera ibero-romana
como unos meses antes un temporal sacó en la gaditana playa de la Cortadura, un acueducto y una calzada. Hasta hemos sabido cómo sacaban los egipcios los bloques de piedra para sus pirámides. ¡Qué gran cosecha arqueológica la de este
2018).
El caso es que esta alicantina, criada en El Fornet de Altea, siempre quiso saber el por qué del acueducto de Altea (de lo
que queda). Feliciana es una aquella niña a la que el programa de TVE Misión Rescate forjó.
Misión Rescate fue
un programa que en los años sesenta y setenta pusieron en marcha TVE y RNE al
alimón (donde no llegaba una llegaba la otra) con el objetivo de recuperar
parte del patrimonio arqueológico español tomando como soporte a la propia
población local al tiempo que intentaba inculcar en los escolares el amor por
la arqueología. Con Feliciana lo logró.
Nada, de cabeza a la Universidad -recién estrenada
Universidad de Alicante en el 81-, y se propuso desde el primer día hablar con
el profesor de Arqueología de turno y comenzar a excavar como una Indiana Jones/Tadeo
Jones (para los más jóvenes). Y realizó campañas por media España e Italia, recordando
a sus primeros mentores, en especial al catedrático Lorenzo Abad.
El Mundo Ibérico, sus contactos con el Púnico, las becas de
investigación, sus etapas italiana y tunecina, el paso por el MARQ, las
recomendaciones de Manuel Olcina y de Enrique Llobregat, sus acciones de ‘mercenaria’ (así las llamó) para
prospectar de urgencia en Cap Negret o realizar el Catálogo de Yacimientos de
la Comunitat Valenciana con una colega, o las excavaciones en la Vega Baja (San
Fulgencio, por ejemplo)… hasta llegar a las primeras campañas para el
yacimiento del Tossal de la Cala y poder afirmar con rotundidad, después de
tanto trecho recorrido, que “los íberos
eran los primos pobres del Mediterráneo”. Pero lo que tenemos es nuestro y
maravilloso: “nada trascendente, pero sí
importante”.
Ha pasado Feliciana por todos los escalones del sistema
docente universitario hasta la titularidad en 2001 y como el profesor Abad dejó
de liderar proyectos en 2009 ella tomó el relevo y así llegó, con el
Ayuntamiento de Benidorm (Eva Mayor y Antonio Couto; 2013), a excavar en el Tossal
de la Cala; y así han seguido con el Ayuntamiento de Benidorm (Ana Pellicer y
Antonio Couto) con nuevas campañas y la musealización del conjunto en breve.
Siempre se dijo “ibérico”
el Tossal de la Cala, pero las evidencias, el peso de las evidencias, le
llevaron ya en anteriores campaña a contarnos que era un “castellum romano de la época de las Guerras Sertorianas” (82 a 72
aC). La clave: “el gran número de piezas
de metal, una plomada, una llave y armamento romano, a pesar de la cerámica
íbera”.
Reconoció ‘un golpe de
suerte’: “Ana Ronda encontró los
diarios de Alejandro Ramos (‘el abuelo Ramos’) y dos carretes de fotografías”. El padre Belda, Schulten, el cura
Duart y otros varios arqueólogos habían trabajado en el yacimiento pero hasta
los 80 no había gráficos ni fotos. La carretera, construida en 1956, había
destrozado parcialmente el yacimiento pero había referencias “de las 27 habitaciones que excavó Belda”
y con lo trabajado hasta hoy, la doctora Sala anunció que “todos los colegas citarán el castella de Benidorm” por su estado de
preservación; “sólo hay dos: el de
Cáceres viejo y éste”.
El control de la navegación entre Denia y Cartagena dio protagonismo
a estas construcciones que al final terminaron derruidas a sangre y fuego como
atestiguan las capas de cenizas que hacen aflorar los arqueólogos.
Relató Feliciana Sala un día de excavaciones, en julio, con
el calor. El tener la seguridad de lo que buscas y que al final aparezca y que,
encima, puedas datarlo. Y refirió la anécdota: fue el tertuliano y profesor de
Historia Paco Amillo el que detectó la pieza de cerámica, en el cimiento de la
muralla, que pudo datar la obra en el siglo I aC. Y ya estamos en la autoría y
en el momento histórico.
Y hablamos de mucho más: del yacimiento de Les Bastides de Finestrat, de fortines
cartagineses de los siglos IV y III aC, de la II Guerra Púnica, de la torre de la Tellerola, en la desembocadura del
torres, del acueducto de la Partida Les
Arcs (¡cómo no!), de factorías, de la pesca del atún, de la Estela de Altea, de la Villa Romana de
El Albir, de santuarios en Villajoyosa como La
Malladeta, o no…
Y dejamos para dentro de quince días el continuar la
prospección arqueológica desde el Museo Arqueológico de Alicante, el MARQ, de
la mano de Manuel Olcina, su compañero de viaje en la vida y la Arqueología…
que está de moda.
thanks for sharing an informative blog post..
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