Este Post de hoy no tiene entidad ninguna, pero…
Resulta que esta mañana recibo un WhatsApp de un buen amigo
con uno de esos mensajes “graciosos”
con los que se desarrolla una cadena de sucesivos envíos.
Decía tal que así:
‘No se culpe a nadie de mi
muerte. Me quito la vida porque dos días
más que viviese sería mucho martirio:
Tuve la desgracia de casarme con una viuda. Esta tenía una hija. De haberlo
sabido, nunca me hubiera casado con ella.
Mi padre, para mayor desgracia,
era viudo y se enamoró y se casó con la hija de mi mujer. De manera que mi
mujer era suegra de su suegro. Mi hijastra se convirtió en mi madrastra y mi
padre al mismo tiempo ¡¡¡era mi yerno!!!
Al poco tiempo, mi madrastra trajo
al mundo una niña que era mi hermana, y
a la vez era nieta de mi mujer, de manera que yo era abuelo de mi
hermana!
Después, mi mujer trajo al mundo
un niño que, como era hermano de mi
madrastra, era cuñado de mi padre, nieto de su hermana ¡¡¡y mi tío!!!
Mi mujer era nuera de su hija, yo soy en
cambio padrastro de mi madrastra, y mi
padre y su mujer son mis hijastros, mi hijo es mi bisnieto y tío de su tía. Además, ¡¡¡yo soy mi propio abuelo!!!
ME DESPIDO DE ESTE MUNDO, PORQUE
NO SE QUIÉN DEMONIOS SOY
Hombre, lo conocía. Muchos en mi misma situación habrían
dicho lo mismo. La edad tiene eso.
Pero me ha sorprendido porque hacía 48 horas que lo había
visto en un periódico de 1914… con lo que colijo que se trata de un cuentito
con ¡más de un siglo de vida! Y seguro que algún sesudo indagador en las
profundidades de la web encontrará referencia incluso anterior.
Sí, aquí está la prueba; en la sección Curiosidades del Eco
de Benidorm de agosto de 1914:
La de vuelta que ha dado la carta de suicidio esta… Hasta le
han añadido el final ese “Me despido de este mundo porque no sé quién soy… y de
repente podría ser… (añádase aquí la maldad que se quiera)”.
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