Orgulloso celebro hoy la Fiesta Nacional de España. Orgulloso
y pelín mohíno.
La verdad es que ha hecho mella en mi la sospecha de que el
“por narices” confinar Madrid y no poder celebrar la fiesta de hoy, 12 de
octubre, responde a una confabulación mundana (con visos de interestelar) para
anular todo lo que representa esta fecha y dar una colleja a España por lanzarse
“a descubrir”.
Hoy ya no vamos de gestas imperiales, aunque alguno quede
suelto, pero el 12 de octubre tiene una muy importante connotación de sabor a Patria
y yo voy a respetarlo. Y me vienen a la cabeza los versos de Marquina en su
obra “En Flandes se ha puesto el sol”: ¡Por España! Ah, no son del Fénix
de los Ingenios.
El día de hoy, 12 de octubre de 1492 nos sirve para señalar
ese año -1492 y por este hecho- como el inicio de la llamada Edad Moderna;
hasta la Revolución francesa de 1789. Marcó el inicio de la Era de los
Descubrimientos y a mí me va más esta fecha que la de la caída de Constantinopla
(1453) en poder otomano. Uno que es así; y a mucha honra… con y sin barcos.
Y sí, “descubrimos América”, mal que les pese a algunos que
hay sueltos por ahí.
Esta fecha,12 de octubre, pasaba desapercibida aún en la
España imperial hasta que María Cristina de Habsburgo-Lorena (una Austria,
nacida en Moravia; hoy República Checa), segunda esposa de Alfonso XII, pidió
que con motivo del IV Centenario del Descubrimiento de América, que nos
disponíamos a celebrar en 1892 (aún no habíamos perdido todo el imperio), que este
día de hoy, 12 de octubre, fuera declarado Fiesta Nacional de España. Sagasta
preparó el decreto y así fue, Fiesta Nacional de España, con relativo arraigo
popular hasta que en 1913 se le cambió el nombre a la celebración por el Día de
la Raza, que el Decreto Maura (16/06/1918) formalizó.
Lo del Día de la Hispanidad, sustituyendo al Día de la Raza,
es cosa de la II República ya en 1935; pero en 1940 volvió a ser el Día de la
Raza durante los diecisiete años siguientes. En 1958 volvió a ser el Día de la
Hispanidad, hasta que en 1982 vuelve a la denominación original de Fiesta
Nacional de España que, por ley de 1987, queda como tal establecida. Suficiente
para liar.
Pero hay a quienes le molesta lo del 12 de octubre, la Fiesta
Nacional y lo de Colón, a este y al otro lado del charco.
Sin ir más lejos, en México, le acaban de retirar a don
Cristóbal su estatua de la Avenida del Paseo de la Reforma, en la Colonia
Tabacalera de la capital. Sí, lo hicieron hace apenas 48 horas para que hoy no
luciera rotunda. Son tan cerrados que olvidan que esta celebración conlleva un legado
de civilización.
Les duele lo de la civilización. Ahí tenemos al
presidente de la República mejicana, Andrés Manuel López Obrador, insistiendo
en pedir una disculpa pública tanto a la Iglesia (del papa Francisco) como a la
Monarquía española (del rey Felipe VI) por las “oprobiosas atrocidades”
cometidas contra los pueblos originarios que, casualidades de la vida, se
mataban bestialmente entre ellos sin la necesidad dela llegada de los españoles
& Co.
El caso es que a finales del XV si no hubiera sido Colón, en
nombre de la Corona española, habría sido cualquier otro navegante en nombre de
cualquier otra nación quien lo hubiera hecho.
Los ánimos están caldeaditos; nos han salido unos cuantos
protestones en todo el continente. ¿Mal de muchos?; ya saben de quién es el
consuelo.
Ya en mayo pasado vivimos un tumbador frenesí volcado en derribar
estatuas de colonizadores y predicadores en los Estados Unidos, por ejemplo. Y
eso que Colón murió en 1506 creyendo que en sus viajes había llegado a la
Indias y no a ese continente que se le interpuso. Pero esa es otra historia.
Con tal de desprestigiar la hazaña colombina, y por ende a
España, le están apuntando el “descubrimiento” de América a mucha gente,
olvidando que nadie se lo apuntó, lo pregonó y lo reivindicó. Hay estudios
nipones que apuntan a que ellos, tres milenios antes de Cristo, fueron ellos
los primeros en llegar a las costas del actual Ecuador, donde florecía la
llamada Cultura Valdivia. Sostienen que hay gran cantidad de similitudes, a las
que añadiré, en mi infinita maldad, la de la introducción del virus Linfotrópico
Humano T, tipo 1 (muy propio de Japón), que causa Leucemia; hecho que olvida
López Obrador cuando lanza sus peroratas populistas; y eso nos quita, a los
españoles, un minipunto negativo.
El etnólogo francés Paul Rivet coloca también antes de la
llegada de Colón (y tras la de los nipones) la de navegantes polinesios, por el
Sur, en torno a un milenio antes de Cristo, sin que se la apuntaran tampoco.
¡Vaya!
Y tampoco se la apuntaron, en torno al primer milenio después
de Cristo, los vikingos, por el Noreste. Alguna universidad yankee lo reivindicó,
pero quiá.
Bueno, hay quien asegura también la llegada a América de
navegantes fenicios e incluso hebreos y hasta hay quien encuentra similitudes
de estos dos pueblos con nativos de las primeras culturas americanas. El que no
busca, no encuentra.
Por cierto, ahora hay muchos empeñados en demostrar que ya en
el siglo V de nuestra era los navegantes chinos dieron con América y viaje
viene, viaje va, fueron cartografiando la costa; pero no se apuntaron “el
descubrimiento”. Por cierto, unas siete décadas antes que Colón, insisten en
que las expediciones del gran Zheng He y sus capitanes Zhou Man y Hong Bao se produjeron
en los años 1421 y 1423, pero los muy chinos no las publicaron ni en El Pueblo
en Linea ni en el Xihua… y no nos enteramos. Parece que no les dio por
desembarcar y “descubrirlos”; como ya lo habían hecho los japoneses, sin darle
publicidad.
También le están dado cancha al prenauta Alonso Sánchez, un
onubense -al que ya puso nombre y origen Inca Garcilaso de la Vega en sus Comentarios
Reales de 1609- que dicen que hacía la ruta
Huelva-Canarias-Madeira-Inglaterra y que una tormenta debió desviar hasta
“descubrir” América. El caso es que el prenauta moribundo arrumbó a Madeira y contó
su experiencia a un Cristóbal Colón que allí vivía desposado con la hija del
gobernador de Porto Santo. De momento no le han achacado al genovés, que bien
pudo ser de otro lugar, el asesinato del prenauta para apuntarse la gloria.
Bordes sí; malos, no.
Para bien o para mal, resulta que Colón “va y los descubre”. Y
eso a muchos les escuece; incluso hasta dicen que no fue el 12 de octubre.
Es su supuesta venganza. No pueden cambiar la Historia ni en
el Norte, ni nen el Sur.
De la rotonda del capitolio de la ciudad de Sacramento, la
capital de California, ya han retirado las estatuas de Colón y de la reina
Isabel de Castilla, “al considerarlas ofensivas para la población indígena” en
junio de este año. Ya en 2018 despareció la estatura de Colón del Grand Park de
Los Ángeles donde desde septiembre de 2017, resulta que, el segundo lunes de
octubre está dedicado “a los indígenas que perdieron la vida ante la llegada de
las huestes españolas a distintas partes de América”; y lo promovió un concejal
oriundo de una tribu india de Oklahoma que presume de ser el primer concejal
nativo americano de Los Ángeles. Hombre, algún tatarabuelo del concejal
O’Farrell, apellido muy de la etnia aborigen oklahomiana Wyandotte (aunque yo lo
creía irlandés o de Gales; en fin, cosas de familia), debió encontrarse con los
Dragones de Cuera, soldados de caballería que protegían la frontera española en
los EE. UU. hasta 1821.
Esta unidad de caballería se creó a finales del siglo XVI, con
Reglamento propio, y se les encomendó la custodia de la frontera norte de la
Nueva España, que llegó a incluir Texas, Arizona, Nuevo Méjico, gran parte de
California, la Luisiana y La Florida y algunas zonas de Colorado, Utah y
Nevada. Además de vigilar la frontera, protegían las rutas de comunicación
entre Méjico y California y entre Texas y Florida frente a los ataques indios.
Se llamaba “dragones” a los soldados de caballería (y de infantería)
que disponían de un mosquete llamado dragón; y de “cuera” por usar la cuera,
una cota de hasta 7 capas de cuero que no traspasaban las flechas indias, lo
que les reportaba cierta ventaja contra unas poblaciones indígenas (muchas de
ellas guerreras) que venían hacia ellos empujados por británicos y franceses
que los expulsaban desde el Este, así como de otras tribus también indias; porque
se chinchaban unos con otros. Los dragones de cuera mantuvieron las fronteras
de aquella España extrapeninsular y se ocuparon también de explorar el
territorio y de establecer nuevas Misiones; los dragones protegían las
caravanas y el correo… y nadie les ha hecho una película.
Y mira que hay pelis de rostros pálidos y del 7º (escuadrón)
de caballería (de Michigan) y eso que fueron los autores de la masacre de
Washita y otras perrerías más. Pero esos no venían de España.
Es un error mirar el pasado con los ojos del presente, que
dice Reverte. Aquella Europa de finales del XV vivía sus problemas internos
(socioeconómicos) y tras la caída de Constantinopla (1453) el problema de
comercio con la Indias se resintió. Colón ofreció una ruta para seguir haciéndolo
por el otro lado, sin bordear África… y se encontró con todo un continente “por
descubrir” en la mitad de su rumbo. Y “lo descubrió”; y lo reivindicó para
España, una tarea, veo, inacabada.
El “descubrir” América, considero, nos reportó ventajas a ambos
lados del charco, con sus claroscuros, claro. Y yo celebro la Fiesta Nacional.
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