Josep Nye, especialista en Relaciones Internacionales en la
Universidad de Harvard, introdujo en 1990 en el debate académico -y de ahí pasó
al político- el concepto soft power, que podemos traducir por poder
blando. Blando, pero contundente.
Este concepto soft power es, más o menos, coetáneo al
de gobernanza, que tenemos más asimilado porque hasta en las cartas
de los restaurantes hay ya sopa de gobernanza, crudités de gobernanza,
gobernanza a la brasa, gobernanza a la sal y milhojas de gobernanza con helado
de gobernanza. En ocasiones sirven, tras una infusión de gobernanza, un copazo
de Gobernanza VSOP o un digestivo, como el licor de gobernanza, del que te
aseguran que lo hay sin alcohol, a pesar de llamarlo licor. Vamos que, del concepto
gobernanza, vamos servidos.
A todo esto: la gobernanza es algo así como la eficacia
y calidad en la forma de ejercer el gobierno de manera que proporcione un buen
equilibrio entre las acciones de gobierno, la sociedad civil y la economía.
El soft power viene a sustituir al concepto influencia
(ejercida sin coerción) y coloca a cada uno “en su sitio”; dice lo que de
verdad representa para el mundo.
Explico mi interés en este Global Soft Power Index. Resultaba
que el Country Brand Awards -que también ca de marcas- nos suspendía -con
un 4’79- y nos dejaba malparados. Y como la cosa iba de marcas, yo sufriendo.+.
De los 13 países europeos analizados, España quedó a la cola del ranking -en el
puesto número 10-, solo por delante de Reino Unido (4,4), Hungría (4,17) y
Rusia (4,08). Entre las consideraciones se puede leer que “la actuación del
gobierno español -durante la pandemia en la que nos debatimos- fue
duramente criticada en los medios de comunicación internacionales, que
resaltaron el pobre manejo de la situación y las carencias de un sistema
público de salud desbordado”.
Hasta Marruecos (5’7 puntos) nos supera en esa tabla donde al
llegar a las conclusiones se dice que “Nueva Zelanda (8’09), Alemania (7’41)
o Canadá (7’06), serán los primeros en recuperarse de una crisis global: no
solo han demostrado un sistema interno fuerte, también han sido capaces de
generar confianza en la esfera internacional”.
A este respecto de la recuperación y la competencia de los gobiernos,
John Harrington, editor jefe de PRWeek, ha reconocido que “varios Estados
poderosos han visto hundida su reputación por la incapacidad de los gobiernos
populistas para manejar la crisis”. Y yo me doy por aludido.
Así que con la moral por los suelos me enfrento al resumen del
soft power y leo en el sumario de titulares que “España es la nación
más amigable de mundo, pero está rezagada en gobernanza”.
Y, claro, después de tantas tazas de caldo de gobernanza que
trasegamos por la vieja piel de toro, me he mosqueado. Aunque… viendo lo que hay
en el Gobierno, pues me ha venido el bajón.
Y, ¿Qué han analizado para dejarnos con esa calificación que, en
esta ocasión, es un aprobado raspado? Pues para la nota de cada país han
ponderado la percepción en los medios internacionales y líderes de opinión de
la gestión de la crisis sanitaria del coronavirus (50%) en la primera ola (que
si llegan a incluir cómo lo llevamos ahora salimos peor) y la capacidad tanto
para crear marca turística (25%) como marca económica (25%).
Y que estemos por encima de la media se debe, explica el
informe, “en gran medida al hecho que España es sin duda todavía un referente
internacional como nación de ocio y turismo, un sector que aportó 14,6% al PIB
nacional en 2019”.
Gracias al Turismo -¡oído, cocina!- este país sigue siendo
referente en algo en el mundo. Se aplaude la confianza que ofrece este país para
el Turismo (seguridad, capacidad y calidad) y se celebra el concepto país para
visitar y disfrutar (calificación 7’5), elogiándose internacionalmente la cocina
española, el patrimonio histórico y el estilo de vida (mediterráneo) que
exhibimos.
Y luego leo que “España destaca como una nación que ejerce
influencia gracias al deporte”. Según Brand Finance Ranking Football 50
2019 nuestro principal activo es el Real Madrid Club de Fútbol. Y merengón que
es uno, pues ha salido a la ventana a voz en grito con un ¡Hala Madrid! que ha
dejado al vecindario mosqueado. Pero es que además somos líderes en tenis (Rafa
Nadal & Co.), baloncesto, balonmano, ciclismo… ¡Soy español!: ¿a qué quieres
que te gane?
Y como todo lo que sube… cae, mi exultante espíritu se vino
abajo con la lectura de las siguientes áreas: Gobernanza, Relaciones Internacionales
y Educación y Ciencia. En Gobernanza estamos al nivel de Polonia; mejor que Israel
(lo que no sé si es bueno) y peor que Portugal (que criticamos de serie, desde
la cuna). Es que nos salen en el informe índices ralos en estándares éticos y
el “promedio para la estabilidad política” con respecto a los demás
países de Europa nos deja malparados. Y ahí entra todo: episodios de corrupción
política, la situación de Cataluña, las necesidades para construir y hacer funcionar
la coalición de Gobierno y algunas salidas de pata de banco que debilitan la
influencia de la Marca España en el resto del mundo.
Y no es que confíen mucho en nosotros; se lee en la página 62
lo de “Tendremos que ver en los próximos años si España puede superar estos
problemas”.
El informe destaca la potencia individual de marcas españolas
y del conjunto de la marca España, animando al Gobierno a ofrecer “estabilidad
para la economía española” como medida para “facilitar negocios e
inversiones internacionales” señalando la necesidad de hacerlo en “tecnología
de punta, donde España está muy por debajo del promedio”.
Me reconforta leer -uno es que es así- que “en general,
España es una nación muy influyente y tiene el potencial de ser una potencia
soft power, pero problemas con la gobernanza lastran el rendimiento”. Que
si quieres caldo, más tazas de gobernanza
Y aquí viene la puntilla: “La influencia no es solo la
belleza de un país y su gente -que España tiene de sobra- también se trata de
estabilidad y orden en casa”.
Y he sumado otro tirón de orejas. Vamos a terminar teniéndolas
como las de un elefante.
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