Cuando en los Estados Unidos andan celebrando el mes de la
Herencia hispana (con todo lo que eso significa) leo en Internet a la sombra de
los árboles de la Plaza Fernando VII de Pensacola, Florida, con absoluto y
total desagrado que el Papa Francisco ‘pide perdón a México por los pecados
cometidos en la conquista española’, la respuesta desde Nueva York y la “aclaración”
desde Madrid. Pero bueno, ¿de qué va esto? Y malhumorado echo a andar por Palafox
Street hasta llegar a la estatua ecuestre de Bernardo de Gálvez que, mira por dónde,
hoy tiene guardia como si soldados del Regimiento Fijo de la Luisiana aún hubiera
por aquí. Un trocito de Historia de España en el sur de los EE.UU.
¡No, es que no!
Es que, resulta que, el Papa es el cabeza de la Iglesia
católica… Pues que de su capa haga un sayo y cobije a quien quiera y pida el
perdón que se le antoje en su nombre y nada más por lo que hayan hecho los
suyos.
Y encima, ahora me vienen con milongas por lo que hayan podido
responderles Isabel Díaz Ayuso o José María Aznar. Y desde la Conferencia
Episcopal dicen que hay que leérselo bien lo del Papa porque como México
celebra los dos siglos de su independencia han ido por ahí las cuestiones y no por
el caso general de “la Conquista”.
Disculpe, Santidad, pero lo de la independencia de México -y
otras repúblicas- del viejo Imperio español se logró por bemoles del
nacionalismo de los criollos, la cizaña de los EEUU -que ya era independientes
y expansionistas- y por los pocos esfuerzos que se pudieron hacer desde la
península (en guerra contra el francés primero y con los principios liberales
chocando con los absolutistas después) y que resultaron baldíos ante el auge de
las clases dirigentes criollas que lo mismo nutrían el Ejército Libertador que
el Realista, pues la vieja piel de toro era incapaz de producir tanto general y
soldado para apagar aquellas llamas a chorros de sangre.
Escribiendo de brasas, a propósito de que lo dicho por el Papa
va referido a los sucesos de hace ahora dos siglos, resulta que el cura Hidalgo
(que ahora es el Padre Hidalgo -¡válgame Santa María!-), cuando el Grito de
Dolores, pronunció sus vivas a la Virgen de Guadalupe y a Fernando VII, rey de
España. Así que, ¡déjense de pamplinas! y, en efecto, ¡muera el mal gobierno!,
que también gritó. Esto es como lo de Rafael Casanova en Barcelona; Casanova
apoyaba al Archiduque como rey de España en medio del sitio borbónico y con el
de Berwick a las puertas. Al Rey de España los vivas y el afecto. Lo de los
nacionalismos es de una miopía del rango del indigenismo.
Puestos a tergiversar la Historia metan en ella al Coyote
y al Correcaminos y créense una película marca ACME como la que
se ha creado la progresía del Mass Media española.
Insisto: si los obispos piden que alguien se relea la carta
porque se refiere Bergoglio a los hechos ocurridos hace 200 años, 1821,
entonces, ¿qué interés tienen ciertos medios españoles en despotricar contra
Ayuso y Aznar y colocar la coletilla “durante la conquista de América”.
Si es que por la boca muere el pez… porque a la progresía se lo pide el cuerpo.
Aquí, nadie se ha leído -porque no interesan- esas palabras
del pontífice. Aquí hay que echar carne en el asador. Pues echemos. ¿No
permitió el cura Hidalgo la masacre de la Alhóndiga de Granaditas?; ¿aquello
estaba justificado? ¡Por favor!, ver las cosas de ayer con los ojos de hoy crea
estas sinrazones.
Ahora voy y me arranco con la cita de Will Durant que coloca
Mel Gibson en Apocalipto, película que no recomiendo por su absurda
crudeza y cúmulo de inexactitudes, aunque el australiano, fiel a su encomienda,
la lleva a su terreno (como Rolad Joffe hizo lo propio con La Misión; ni
una, ni otra). Y la frase: “Una gran civilización no es conquistada desde
fuera hasta que no se ha destruido a sí misma desde dentro”… Pues aplíquense
al cuento y vayan dando de mano con sus gansadas, que ya está bien.
Aquí -en Occidente y en particular en este país- tenemos un
problema que Juan Manuel de Prada ya visibilizó, generalizándolo, en 2007. “El
problema para Occidente comienza cuando se muestra incapaz de defender los
valores que fundan su ordenamiento jurídico, cuando descree de los hitos que
han propiciado su progreso, cuando reniega de la moral que ha humanizado su
convivencia; cuando, en definitiva, se niega a sostener la supremacía de su
orden social y, a cambio, se abandona a un aguachirle de necedades merengosas”
de infaustos nombres con los que hacen banderas desde la progresía que olvida
hechos y realidades. Cuando en Roma entraron los bárbaros, aquello estaba hecho
añicos; cuando en la península entraron los árabes, la estructura visigoda
hacía aguas por todos lados… Cuando los peninsulares llegaron por allí, estaban
aquellos de capa caída.
Y vuelvo a De Prada y …. “así perecen las civilizaciones,
así las potencias más poderosas devienen naciones de opereta: destruidas desde
dentro, inmoladas por los botarates que rigen sus destinos y por la chusma que
los encumbró al poder”. Y de chusma, últimamente, vamos todos sobrados.
Tal vez le vea yo una salida al Papa. A veces olvidamos que el
concepto de la difusión de la religión católica en América y los beneficios
materiales que prometía la empresa que llevaron a cabo los españoles llegaron a
ser vistos por Roma y sus papas como una compensación económica y espiritual
por las pérdidas sufridas por la Iglesia en el viejo mundo a causa de la
Reforma protestante con su secuela de pérdida de feligreses y expropiaciones de
miles de propiedades eclesiásticas. Esto, por lo general, se olvida; pero es la
génesis de todo.
Vale que aquello fueron cosas de Alejandro VI (y sus cuatro
bulas alejandrinas) pero otros papas ya habían alentado a Portugal en ese
camino… y ya saben que Francisco I de Francia clamó preguntando por “el
testamento de Adán” que permitía estas licencias peninsulares de los papas de
Roma hacia el Nuevo Mundo descubierto, donde un Vicario de Cristo dejaba por
escrito lo de que “consideramos sin embargo que los indios son verdaderos
hombres y que no solo son capaces de entender la fe católica, sino que, de
acuerdo con nuestras informaciones, se hallan deseosos de recibirla” (Pablo
III, bula Sublimis Deus; 1537). Entiendo al argentino de Roma; pero sobre su
parcela.
Como digo, que si el papa Francisco quiere pedir perdón, que
lo haga sobre los cometidos de la Iglesia de Roma; pero ni un milímetro más.
Y es que esto ya da tanta grima como leer en El País una
reseña sobre cómo se enseña el episodio del descubrimiento, conquista y
formación de un imperio por muchos profesores en España que reniegan de esa
acción, por su formación política donde se habla “de las sombras que tiñeron
aquel acontecimiento” (menos mal que lo llaman acontecimiento)… y ya me
estoy imaginando -yo, es que soy muy de imaginar- al personaje de turno que me
compara al pueblo X (sin siquiera mencionarlo para no herir susceptibilidades)
con Sagunto o Numancia. Roma sacó un buen provecho de Hispania y no veo yo a
todos estos progres irse al Quirinal a pedir explicaciones a los italianos por
aquello, como ahora cualquier iluminado del siglo XXI quiere exigirnos.
Pero, volviendo a El País, en lo de América leo que “al
final, la última palabra la tiene cada profesor, con sus propias convicciones
personales y pedagógicas y su propia perspectiva del asunto”; perspectiva
que, en muchas ocasiones, conociendo el pescao en primera persona, da miedo.
Sí, miedo. Con los ojos del siglo XXI ve a justificarles
acciones del XVI, a pesar de todo lo que sabemos del empeño obsesivo de Isabel
I en proteger a los nativos, porque ahí estaba Colón quien el mismo 12 de
octubre de 1492 deja escrito sobre ellos lo de “aprenden rápido” y que,
habida su docilidad, “habían de ser buenos sirvientes”. En fin, todo
hecho histórico tiene luces y sombras. Vale, lo de América fue una invasión…
como lo de Hispania por Roma. ¿Y qué?
Todo esto no es nuevo. Ya Aristóteles en su Política -las
cosas relativas a las polis-, justifica estas cosas y habla de “pueblos
bárbaros (no tan civilizados como Grecia), de pueblos esclavos por
naturaleza, cuyo destino no es otro que el de ser conquistados y esclavizados
para que trabajen y sirvan a los griegos”… Y, ¿se le han revuelto a alguien
las tripas por esto? Pues no; nadie se me ha ido al Proedrikó Mégaro de Atenas,
o al Partenón, a pedir explicaciones a los griegos. Sólo a la progresía le da
un retortijón con esto porque va repartiendo diplomas de honestidad tras dar
lecciones de indigencia Intelectual.
Estamos en la visión eurocéntrica de la historia y de las
cosas; y a muchos, en Europa, es tal su indolencia, que les levanta ampollas. Y
lo que hay que hacer es, sin olvidar nunca las raíces, ir hacia adelante.
Ahora mismo, aunque a alguno le parezca de chiste, los
norteamericanos están celebrando la Herencia hispana; y lo hacen durante todo
un mes.
Sí, tienen un calendario de celebración de herencias y así
tienen su recuerdo afroamericano en febrero, irlandés en marzo, coincidente
casi el de Asia- Pacífico, de los indígenas y nativos del país en noviembre y,
a caballo entre septiembre y octubre -y así pillan casi todas las efemérides
importantes- la herencia hispana que, como dice US Census “celebra la
cultura y las contribuciones de los estadounidenses con raíces en España,
México, América Central, América del Sur y los países hispanohablantes del
Caribe”.
En los EEUU, desde 1968, se celebra lo de la Herencia Hispana
por proclamación del presidente Lyndon B Johnson, autorizada por el Congreso.
Al principio, una semana; veinte años más tarde, el 17 de agosto de 1988, el
presidente Ronald Reagan reiteró la llamada de Gerald Ford a un reconocimiento
más amplio de los estadounidenses de origen hispano y para ello obtuvo del
Congreso la aprobación de la Ley 100-402 que amplió la celebración por un
periodo de 31 días al que se denominó Mes Nacional de la Herencia Hispana –
desde el 15 de septiembre al 15 de octubre… y en ello están.
Veremos que pasa el 12 de octubre y Colón. Por aquí hay 62’1
millones de hispanos viviendo en los EEUU (dato a 13 de agosto de 2021; y más
de la mitad mexicanos) hasta llegar al 18’7% de la población. Están concentrados
principalmente en Arizona (31’7), California (39’4%), Colorado (21’8), Florida
(26’4%), Georgia (9’9), Illinois (17’5), Nueva Jersey (20’9), Nuevo México (49’3%),
Nueva York (29’1), Carolina del Norte (9’8), Pensilvania (7’8) y Texas (39’7%).
Y celebran bien. Esto es cultura.
Si es que lo mires por donde lo mires lo que ha pasado con
Bergoglio y AMLO, lo del indigenismo a fin de cuentas, es un problema: es
mirarse el ombligo. Hasta el mismo Colón cuenta lo de los kalinago/caribes que
llegados de tierra firme (actuales territorios de Venezuela y Colombia) habían
ya sojuzgado, esclavizado y exterminado a los pacíficos taínos en alguna de las
islas e iban en esa hasta que tropezaron con los españoles…
Con lo entretenido que es adquirir sabiduría y olvidarse de la
ideología… Claro, el conocimiento la va constriñendo y… se acaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario