Nada, que ya ha terminado la COP26 de Glasgow: hacer más y
ayudar mejor. (Ovación cerrada). De “la mejor y última esperanza” hemos pasado
a esto. Los jefes de Estado, los titanes de la industria y la avifauna
característica llegaron exultantes. Greta también llegó y dijo aquello de que
“será un bla, bla, bla”. Y el sábado hubo un acuerdo que resumía Helen
Mountford[1]
con un “Hemos logrado avances mucho mayores de los que podíamos haber imaginado
hace dos años. Pero seguimos estando muy lejos de lo necesario”.
En esto de la preocupación por el planeta y el clima, que hay
a quien se le olvida, comenzamos con la Primera Cumbre para la Tierra,
celebrada en Estocolmo (Suecia) del 5 al 16 de junio de 1972 y con la mosca
detrás de oreja transitamos la década hasta que en 1979 el Consejo de
Administración del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, en
el contexto del programa Earth Watch, adoptó el primer instrumento
internacional en materia de clima: la Convención sobre la contaminación
atmosférica transfronteriza a larga distancia que fue elaborando informes que
fueron estimulando conciencias… pero hasta 1988 no se creó el puñetero IPCC. Lo
que sí es cierto es que desde 1990 vamos a evento por año, poniédonos serios a
mitad de década con las COP.
¡Qué lejos estamos de aquella primera COP de 1995! Y no lo
digo por el tiempo transcurrido, si no por la cuenta que nos trae. En la COP1
se adoptó el llamado ‘Mandato de Berlín’ que exigía a las partes el inicio de
negociaciones para reducir las emisiones más allá del año 2000 mediante
objetivos cuantitativos y plazos concretos. Después de dos años de negociación
esto se materializó en Japón, en la COP3, con la firma del ‘Protocolo de Kioto’.
Hemos firmado más cosas y hemos hecho mucho turismo. En cada una de las
conferencias de las partes ha surgido algo.
Esta COP26 lo más destacado -permítanme la maldad- , a tenor del pseudoperiodismo de las Redes Sociales, ha sido la
“cabezadita” de Biden en Glasgow cuando su plan climático andaba atascado en
los pasillos del Capitolio. Pero luego ha saltado el gran logro: los Estados
Unidos y China acuerden cooperar –“intensificar la cooperación”, dice el
documento- para frenar la emergencia climática. Y esto es de dos orejas, rabo y
vuelta al ruedo a hombros; aunque lo anunciaran ambas delegaciones en ruedas de
prensa diferentes, aunque a la misma hora (que eso es otro logro… de
coordinación). China es la responsable del 30’7% de las emisiones; Estado
Unidos, lo es del 13’8%. India figura en el cuarto puesto, con el 7’1%, porque
el conjunto de la Unión Europea es bronce en esta cuestión con el 7’9%. Vamos,
un golpe de optimismo.
Y a raíz de eso, miel sobre hojuelas, el lunes 15 de octubre,
telemáticamente, Xi Jimping llamó “viejo amigo” a Joseph Robinette Biden
Jr. que debía pensar del chino lo mismo que Ayuso de Sánchez (lo que dijo en “El
Hormiguero”; 09.11.2021) porque China va a su bola medioambiental: van y desarrollan
(además del misil hipersónico[2]
que dicen que no detectaron ‘los otros’) un tren ¡movido por hidrógeno! (pila
de hidrógeno y batería de litio) para seguir -erre que erre- transportando (negro,
negro y contaminante) carbón desde las grandes minas de Baiyinhuca, en Mongolia
Interior -una región autónoma del norte de China-, y el puerto de Jinzhou, en
la provincia de Liaoning. No es el destello neuronal del que vendió el coche para
comprar gasolina, pero… Pero démosles el voto de confianza y a esperar
acontecimientos.
Y hablando de acontecimientos. El que más me marcó de esta COP26
fue el del regreso de Greta.
Cielos, ¡no!: es que volvió Greta con el rollo de la COP26
glasgowita. Y con ella, la cuestión de la ecologización de las economías
occidentales[3].
Lo confieso: a ella, no la aguanto. Me la han hecho aborrecer los
que la mediatizan, No dudo de que su postura es consecuente.
Lo otro, la ecologización -o como porras queramos llamarle- es
algo que nos viene impuesto por la razón y, además, necesario. Muy necesario.
En todo esto, lo que -a veces- obviamos, es que, en los
últimos tiempos, la movida de Greta y todo lo que la rodea lo explosionó la
antipatía internacional (natural) hacia Donald Trump desde que comenzó a hacer gansadas
en la Casa Blanca y a denostar la realidad de la situación. Y ahí entraron en
escena tanto Ingmar Rentzhog[4],
quien en LinkendIn se define como “Official Eco-warrior”, como Sara Magdalena
(Malena) Ernman[5], la
madre de Greta. Mucho antes que ellos, otros estaban en el proceso de luchar
contra el cambio climático y con argumentos y razones; no con moviditas al
amparo de la Internet y sus posibilidades. La lista de personas comprometidas
con el Medio Ambiente y a favor de luchar contra el cambio climático es
extensísima, sin tener que recurrir al populismo de Vicente. ¿Dónde va
Vicente?, donde va la gente. (Y en lugar de la cita a Vicente pondremos “Monkey
see, monkey do” en la versión internacional de este post).
Los comprometidos con el clima y el medio ambiente siempre han
sido muchos, pero no han tenido coríferos a go-gó, ni rebaños ideologizados.
Vale, les hicieron poco caso; como a Greta. ¿Hay que coger el toro por los
cuernos?, pues sí; y pronto. Este tren no espera (salvo que de él tire la
locomotora a pila de hidrógeno china).
En esto de los defensores del clima, echando la vista atrás, me
puedo retrotraer hasta Teofrasto[6],
pupilo de Aristóteles, quien ya advirtió de las consecuencias de la
deforestación y su relación con las masas de agua generando efectos sobre el
clima, aunque, de verdad, el primero que empieza a ponerlo todo en tela de
juicio es Alexander Von Humbolt[7],
en el XIX, en cuanto puso en marcha los estudios de biogeografía y climatología
comparada. En 1799 inició su periplo que le llevó a determinar el delicado
equilibrio en el que conviven todos los seres vivos. Vale que entonces no
estaba de moda todo esto de movilización, sentimiento de culpabilidad,
conciencia medioambiental, catástrofes en los telediarios y los papers
científicos, lo de asegurar el futuro y que si tapatín, tapatán, pero el alemán
comenzó. Y siguieron John Muir, John Tyndall, Svante Arrhenius, Arvid Högbon… y
todos los grandes nombres que hemos ido desgranando en este Blog desde la
década de los 50 del siglo XX; incluido James Hausen exigiendo desde el
Congreso de los Estados Unidos (1988) meterle, en serio, mano a esto.
Lo de Greta Tintin Eleanora Thumberg y su iniciativa Skolstrejk
för klimatet (huelga escolar por el clima) fue un puntazo, pero no pasa de
anécdota movida desde las Redes Sociales y con mucho menor calado (y muchísima
más publicidad) que otras iniciativas puestas en marcha por jóvenes, aún más
jóvenes, como la del holandés Boyan Slat[8],
la norteamericana Anna Du[9],
las hermanas indonesias Isabel y Melati Wijsen, Alez Schulze, Adrew Cooper,
Andres Turton, Pete Celinsky (Proyecto Seabin)… y otros muchos jóvenes sin
tanto respaldo mediático y con mucha más actividad y planteamientos lógicos y
eficaces.
Allá cada cual con su monserga; pero ninguno de jóvenes
citados que no fuera sueco contó con la sabia y eficaz instrumentalización de
la señora Ernman -y no olvidemos al ideólogo señor Thumberg- que, leo, ya
preparan a su segunda hija Beata Mona Lisa Thumberg para cuestiones
relacionadas con la causa feminista, que la pandemia ha postergado un poco. A
favor de los Thumberg-Ernman, me rindo, la absoluta dedicación a sus hijas
desde que fueran diagnosticadas.
Pero yo a lo mío, que lo cortés no empaña lo evidente: la
instrumentalización.
No he conseguido saber a ciencia cierta cual fue el documental-espoleta
que desató la reacción de Greta y que sus padres supieron canalizar y -así-
recuperar a su hija. Iba, se cuenta hasta en un libro, sobre “islas de basura”
en el Pacífico y sobre los puñeteros plásticos por los mares y océanos. Sobre
esto hay docenas de grandes documentales y millones de documentos, informes y
tesis. En el medio marino, la basura se encuentra en todas partes: desde el
Ártico a las llanuras abisales que -antes de llegar a hundirla- la dinámica
marina reparte desde las llamadas áreas fuente hacia el interior del océano,
agrupando y acumulándose en los vórtices de los grandes giros oceánicos
conformando esas “islas” que con el tiempo -por degradación y precipitación- terminan
tapizando el fondo marino siempre que, de camino de inmersión no ingrese en la
cadena trófica cuando algún pez lo confunde con alimento.
Aquí, en este Blog, ya hemos tratado esto de las islas de
basura en los océanos a modo de una “sopa de plásticos” hasta una determinada
profundidad. La islita del Pacífico norte tiene una “extensión” de 15 millones
de kilómetros cuadrados (y España sólo medio millón[10];
vamos, como 30 Españas) con unos 100 millones de toneladas de desechos
semiflotantes, localizada entre las coordenadas 135º y 155º Oeste, y 55º y 79º
Norte.
El conocimiento de las “Garbage Patch” arranca en 1997, cuando
Charles J Moore al regresar de la Transpac (regata de Los Ángeles a Hawái) se
“sube” más de la cuenta en la derrota, lejos de las habituales rutas comerciales,
y se topa, con la primera de ellas, que en un primer momento llamó “mancha” en
vez de “isla”. Moore inició entonces una cruzada de concienciación, escribió artículos
y hasta fundó la Algalita Marine Research and Education… y nadie le da, ni
siquiera, la misma cancha que a Greta.
Ahora hay localizadas al menos 7 Garbage Patch sueltas
por el planeta: Ártico, Índico, Mar de los Sargazos y las de los hemisferios
Norte y Sur de los océanos Atlántico y Pacífico. Incluso hay quien habla de
otra para el Mediterráneo.
Las manchas/islas en sí no son el gran problema; el lío viene
porque solo permanece en la sopa de plásticos el 30% de los residuos… y el 70% del
total se va descomponiendo poco a poco en micro y nano plásticos que se hunden
y entran, como dije, en la cadena trófica y representan un problema porque
peces (y aves) los ingieren y terminan, querámoslo o no, en nuestras mesas.
La consultora McKinsey & Company en un informe de 2019 señala
que de los 260 millones de toneladas anuales de plástico que tiramos en el
mundo apenas reciclamos el 10%; se incinera un 12% y la inmensa mayoría termina
en los vertederos (70%). Al mar ¡sólo! llega un 8%, con lo que estamos hablando
de “dieciocho millones de toneladas de plástico al año” y tenemos 7 islas de
basura plástica de estas. Y son los ríos el principal vector de transporte al
mar y en esto Asia y África copan el Top 5 de los ríos que más plásticos
transportan al mar: cuatro sistemas fluviales asiáticos (dos en China, uno en
India y otro en indonesia) con 600 millones de kilos, y el río Cross en África
que saca 40 millones de kilos de plástico de Nigeria.
No hay que ser Greta para darse cuenta del problema… y
nuevamente me colocan a China en el epicentro de la cuestión y la India por en
medio.
Vale que llevamos más tiempo contaminando, pero es que ahora
ellos van cuesta abajo y sin frenos y el plástico nos lo comemos entre todos.
Ah, para el año que viene nos vamos de balneario. La 27ª
sesión de la Conferencia de las Partes (COP 27) de la CMNUCC tendrá lugar, del
8 al 20 de noviembre, en Sharm El-Sheikh, Egipto. No, si mal gusto no tienen;
la verdad.
[1] Helen
Mountford es la vicepresidenta de clima y economía de World Resources Institute
(WRI). Es directora de programa del proyecto New Climate Economy (NCE), la
iniciativa emblemática de la Comisión Global sobre Economía y Clima que
proporciona evidencia independiente y autorizada sobre acciones que pueden
fortalecer el desempeño económico y reducir el riesgo de un cambio climático
peligroso.
[2] La tecnología
hipersónica es aquella que viaja a una velocidad al menos cinco veces superior al sonido. En
atmosfera y a una temperatura de 20°C, el sonido viaja a 1235 km/h. Se
considera velocidad hipersónica aquella que supera los 6125 km/h, siete veces
más rápida que un avión comercial.
[3] La economía
ecológica es la ciencia de la gestión sostenible y comprende el estudio y
valoración de la (in)sostenibilidad del sistema. Es un conjunto de modelos de
producción integral que incluyen la toma en consideración de variables
ambientales y sociales. A diferencia de la llamada "economía marrón"
que es la administración eficaz y razonable de los bienes que se basa en la
persecución del crecimiento económico a través del uso óptimo de insumos y
factores de producción. La Economía Ecológica no es una rama de la teoría
económica; es ya un campo de estudio interdisciplinario, lo que quiere decir
que cada experto en una ciencia conoce un poco de otras disciplinas, con la
finalidad de fusionar conocimientos que permitan afrontar mejor los problemas,
ya que el enfoque económico convencional no se considera adecuado.
[4] CEO y fundador
de We Don't Have Time, la red social más grande del mundo para la Acción
Climática.
[5] Cantante
lírica sueca especializado en óperas y operetas, miembro de la Real Academia
Sueca de Música; está en posesión del título honorífico de Hovsångerska (cantante
de la corte) otorgado por el rey de Suecia Carlos XVI Gustavo. En 2009
representó a Suecia en el Festival de Eurovisión con la canción de pop
operístico ‘La Voix’. Está casada con el actor Svante Thunberg; son los padres
de Greta y Beata Thumberg. Malena Earman es la autora de “Our House Is on Fire:
Scenes of a Family and a Planet in Crisis” (’Nuestra casa está ardiendo: una
familia y un planeta en crisis’), que califica de biografía familiar.
[6] Tírtamo de
Éresos, al que apodó “Teofrasto” el mismo Aristóteles, fue un filósofo y
botánico griego del sigtlo III aC. Aristóteles le legó sus escritos y lo
designó como sucesor en el Liceo estando considerado como el padre de la
Botánica.
[7] Federico
Guillermo Enrique Alejandro Freiherr von Humboldt (1769-1859) fue un polímata,
geógrafo, astrónomo, humanista, naturalista y explorador prusiano, considerado
como cofundador de la geografía como ciencia empírica.
[8] The Ocean
CleanUp
[9] Finalista
del concurso 3M Young Scientist Challenge para soluciones creativas y factibles
a problemas actuales, como la contaminación marina por plásticos y
microplásticos. Creó, con 12 años, un robot que robot que identifica el
plástico marino; un dispositivo pueda llegar a atravesar el océano identificando
y recolectando plásticos.
[10] Siendo
puristas en el dato: 506.030 km2 y creciendo; que se lo digan a la isla de la
Palma, al Cumbre vieja y a sus coladas ya en el mar o camino de este. (493.514
de la península; 4.992 de las islas Baleares: 7.492 de las islas Canarias y 32
de Ceuta, Melilla e islotes de soberanía)
No hay comentarios:
Publicar un comentario