Lo repetía el maestro Iribas: “buscan ofender, no comparar;
y evidencian su estulticia”. Tuve que vérmelas con el DRAE en 1986 para
saber qué era aquello de la estulticia[1],
que señalaba José Miguel en “La Pérgola”, aunque lo intuía.
Por cierto, comparar es una función semántica que demuestra
una graduación de dos objetos o conceptos; conjuga el verbo ser y establece la
superioridad, inferioridad o igualdad de dos elementos. Lo que se compara es la
intensidad de cualidades, acciones o magnitudes. En toda comparación
encontraremos dos elementos: cuantificadores y nexos… pero este repaso gramatical
excede las premisas de este blog. Así, pues, al grano.
Llamar “‘Benidorm’ andaluz”[2]
a Matalascañas, Huelva, es coronarse cum laude en estulticia. Irene
Asiaín lo consigue, y por partida doble: compara el enclave onubense como
destino turístico con Benidorm y le suma ‘la gestión del agua’, que allí
amenaza con acabar con Doñana al afectar al sistema acuífero del lugar y,
especialmente, a las lagunas peridunares tan importantes en el ecosistema.
Habla incluso de un “urbanismo acelerado” y señala todos los
despropósitos de gestión que han sido capaces de hacer allí, sin amilanarse,
hasta concluir señalando que “se están estudiando alternativas para proveer
de agua a Matalascañas” porque la cosa está muy j... Pero, de momento, Irene
demuestra supina ignorancia sobre turismo, urbanismo y gestión de un recurso preciado
como el agua; ha colado un ‘Benidorm’ que llama la atención y ya el resto ni
impoprta. Y la chica se acostará un día más sin haber averiguado nada de la
realidad que la rodea…
Juan José Tellez, por su parte, al contar lo del sábado 20 en Cádiz
para elDiario.es coloca bien arriba el vocerío de la Marea Blanca gaditana -“Cádiz
no quiere ser Benidorm”[3]-
en plan estulticia supina colectiva entrando por Puerta Tierra a colación,
dicen, de los problemas industriales de Cádiz y su bahía, que, en la época más
reciente, comenzaron con la primera crisis del petróleo y estigmatizan Cádiz ya
más de cuatro décadas. Vale que todos los empleos gaditanos no puedan venir del
turismo y de la actividad transversal que conlleva, pero de ahí a vociferar la
frasecita con su pretensión tiene bemoles. Minusvaloran la realidad del modelo
turístico, la capacidad de generar empleo y la implicación de las industrias
del sector con el territorio. En Cádiz deberían saber que el turismo es una
industria que no se deslocaliza… como Airbus (mala planificación), Delphi, LTK…
Oigo en la radio que “pluses tóxicos, desigualdad salarial, malas
condiciones laborales, amenaza de inflación y falta de apuesta por la formación
de las propias empresas” les llevan a la movilización y al grito absurdo
que alude a ‘Benidorm’
No saben que Benidorm genera más puestos de trabajo que
población en edad laboral tienen empadronada, lo que es un plus para las
poblaciones vecinas; la industria turística está imbricada en lo local, se
vuelca con el territorio y la sociedad; y lucha por ella. Ya con esto, sobraría.
Tal vez lancemos cuchillos en plan matices, que de todo habrá, pero es la
contundente realidad.
Voy con Cádiz y luego con Matalascañas.
Lo de Cádiz es duro y no lo enmienda unas risas logradas en el
Carnaval. La ciudad más antigua de Europa[4],
por su posición, consiguió entrar en el comercio de Ultramar[5]
y asentar una burguesía cosmopolita y adinerada desde que en 1680 se decidiera que
las Flotas de Indias arribaran a Cádiz, por operatividad, convirtiéndose en
cabecera del comercio indiano. Así, el Cádiz de comienzos del siglo XVIII vivió
un crecimiento demográfico espectacular a través del éxito comercial que atrajo
una fuerte corriente inmigratoria procedente del norte de la península y del
extranjero. El puerto de Cádiz fue uno de los más importantes del mundo y
gracias a é surgió una burguesía adinerada y mucho empleo. Los extranjeros
hicieron de Cádiz una urbe cosmopolita en la que se asentó, también, lo mejor
de la Marina española y la ciencia del momento[6],
junto a un cierto desarrollo industrial que se truncó en la espiral bélica del
XVIII, con y contra Inglaterra[7]
y Francia y todas las desdichas posteriores que podamos imaginar.
Pero en medio de todo esto, a Cádiz debemos el nivel superior
-en erudición- de la taberna: el café[8].
El café, como centro de reunión, surgió en Cádiz, y de allí se extendería al
resto de España[9]. Se
hicieron famosos en el siglo XVIII y comienzos del XIX, cuando Cádiz, asediada
por los franceses durante la guerra de la Independencia, fue testigo de los
parlamentos que alumbraron la primera Constitución española, la de 1812; ahí
estaban el Café de las Cadenas, el Café del León de Oro, el Café del Ángel, el Café
del Correo, el Café de Orta, llamado ‘de los Patriotas’, o el Café Apolo,
llamado ‘las cortes chicas’ por la enjundia de los debates que se
sostenían en su salón, al tiempo que en el oratorio de San Felipe Neri las
Cortes ‘grandes’ celebraban sus sesiones.
Hasta la prensa en Cádiz vivió un tiempo de esplendor, un
síntoma más del vigor de su burguesía. En Cádiz funcionaba todo por aquellos
años. El esplendor gaditano lo corroboraba el político, escritor y viajero
ilustrado Alexandre Louis Joseph, marqués de Laborde: “la urbe española en
la que circulaba más dinero” coincidiendo, además, con la llegada del siglo
XIX, una etapa gaditana de expansión comercial e industrial. En 1829 se le
concede lo de puerto franco y en 1861 enlaza con el ferrocarril. Cádiz se
configura como un importante centro portuario, industrial y financiero. La
pujanza económica era notoria y se reflejaba, por ejemplo, en la existencia de
cinco teatros, sólo por detrás de Madrid y Barcelona. Pero las independencias
de las colonias americanas y asiáticas, cuyo último capítulo será la pérdida de
Cuba, Filipinas y Puerto Rico en 1898, le da a Cádiz la puntilla. Lo último de
aquel pasado esplendoroso fue reunir a las tropas que saldrían para la Guerra
de Cuba y de ella volverán allí. En consecuencia, con el desastre del 98 y la
inmediata guerra de África, Cádiz entra en una profunda depresión económica que
la dejará sumida en un estado de postración que se inicia en 1900 y dura ya
muchas décadas.
En mitad de la Bahía está, solitario testigo de las memorias
de Cádiz, impasible y capeando temporales el arrecife de la Galeona, donde se
izara el Faro de las Puercas, hoy en desuso, soporte de una estatua de la
patrona gaditana, la Virgen del Rosario, contemplando desde finales del siglo
XIX el ir y venir de las mareas y los pesares de una industrialización que
nunca va a más y repercute en las gentes de por allí.
Era tal el problema del paro, pobreza y crisis económica
general que justamente un siglo después del Decreto de Puerto Franco (1829)
llega el de Zona Franca (1929) para combatir los problemas endémicos gaditanos:
paro, vivienda, un puerto que no despuntaba, astilleros y tabacalera en crisis
o un comercio suspirando por épocas gloriosas. Fue la idea de Ramón de Carranza
para un nuevo modelo de negocio con pocos, pero exitosos, ejemplos en Europa. No
solventó el problema y el proceso para que entrara a funcionar fue largo y difícil.
Los estatutos se aprobaron en 1933 y la primera industria en salir adelante fue
la cantera de El Berrueco, en Medina Sidonia, proveyendo la piedra y
dando trabajo, penoso trabajo. Las obras de construcción de la zona franca
física culminaron a mediados de los años 50, tras la Guerra Civil, y poco
después se construyó la central térmica, que comenzó a funcionar en 1956,
convirtiéndose “los pilones[10]”
de tendido eléctrico de la red en el recuerdo de aquella iniciativa (torres de Puntales
y Matagorda). Fue precisamente al final de esta década cuando empezaron a
asentarse en el recinto las primeras empresas y son muchas las fábricas que se
han ido desvaneciendo en Cádiz sin ni siquiera llegar a existir.
Y me lo he saltado -y no quiero olvidar- la explosión del
depósito de minas en la noche del 18 de agosto de 1.947[11]
que destruyó casi la mitad de la ciudad. ¿No querías caldo?; pues dos tazas.
Lo cierto es que en los años 60 y 70 del siglo XX y gracias a
los astilleros, sus industrias auxiliares y al dinero que los emigrantes,
muchos, aportaban, comienza un despegue de la ciudad[12]
que a trancas y barrancas tiene una cierta continuidad en los años de apertura
democrática, pero de inmediato llega la lucha de los astilleros -que coincide
con el resurgir de los partidos políticos donde Cádiz vuelve a recuperar el
talante liberal que siempre tuvo- y otras zarandajas sociales que enmascara la
recuperación del Carnaval que le gana la partida a lo que durante el franquismo
se llamaron, oficialmente, “Fiestas Típicas”: Y se pensó en la vertiente
turística potenciando las playas gaditanas , construyendo el palacio de
congresos y exposiciones y apostando por el sector servicios. Luego llega la
entrada en la UE, que crea sus problemas en la Zona Franca, y comienzan las
reconversiones …que no fueron la solución. Hay muchos problemas y puede que uno
sea que la provincia exhibe tricefalia: Cádiz, Jerez, Algeciras; y todas tiran para sí, en una estructura provincial
muy particular.
No dudo de que el futuro de Cádiz pase por el emprendimiento,
el talento y la Universidad; pero hay mucha mano de obra que colocar y la
industria a convocar no sé yo si… Y la causa puede ser que -lo mantiene el
profesor Ruiz Navarro- “en Cádiz no tenemos empresas, sino establecimientos
industriales en los que las grandes decisiones se toman fuera”. Y eso puede
ser el problema.
Y, además -resulta que-, el turismo no alcanza del rango de
panacea mientras no venza la estacionalidad, como en Benidorm, lo que conlleva pérdidas:
de empleo y de rentabilidad de las empresas. Sé que existe una Red de
Municipios contra la Estacionalidad Turística del Litoral Andaluz y que Cádiz
está en ella, pero es un trabajo de pico y pala de años y años. Y caer en
gracia, por lo que ofreces.
Y mira, Matalascañas -Torre de la Higuera, la playa de
Sevilla-, que es una extrapolación turística de playa de la localidad de
Almonte, aparece también en esa red, para lo mismo. Y lo único que tiene en
común con Benidorm es que el arqueólogo alemán Schulten anduvo por ambos
entornos buscando cosas de la antigüedad y que en un momento dado se rodaron
películas. Bueno, Benidorm sigue en ello
aún hoy. Y una década después de que Benidorm tuviera su primer Plan General de
Ordenación Urbana (que fue el primero de España para todo un término
municipal), en 1966, se presentaba el Plan de Ordenación de la urbanización de
Matalascañas. que consiguió en 1968 la declaración como Centro de Interés
Turístico Nacional por el Ministerio de Información y Turismo para viabilizar e
impulsar un proyecto cuya ejecución se inició en 1972, cuando Benidorm ya había
vencido la estacionalidad.
Diversos avatares han condicionado el desarrollo turístico
almonteño en la costa y aunque Matalascañas “estaba llamada a ser una
urbanización pequeña, recoleta, con muy pocas edificaciones altas, con
servicios exclusivos de alto nivel en comercio y hostelería”, como escribía
este mismo verano en Huelva Información Navarro Antolín, “la gallina de los
huevos de oro fue reventada, el suelo fue vendido a bajos precios, la
especulación irrumpió y, por lo tanto, cierto criterio de calidad quedó
orillado. El conglomerado urbanístico en el que se convirtió la playa es una
realidad palmaria” y sin criterio racional han hecho un uso demencial de un
recurso clave como es el agua.
Y, por contra y a día de hoy, podemos hablar de Benidorm como
una ciudad referente a nivel internacional en turismo y en sostenibilidad y
gestión eficiente del agua: consume un 23% menos de agua con el doble de
población que hace 25 años y recicla y reutiliza porcentajes altísimos, “para
atender una demanda que además registra una gran variación estacional, (con
71.500 habitantes censados, la población flotante de Benidorm se puede disparar
en momentos del verano hasta casi el medio millón de personas transeúntes) ha
sido fundamental la disminución de las pérdidas de agua en la red de
distribución, en las cuales hoy se alcanza un rendimiento del 95%, cuando en el
año 1995 este dato se situaba en el 73%; esto es, las pérdidas suponían más de
la cuarta parte del suministro”, como contaba Enrique Bolland en El País...
y podemos reconfirmar hoy aquí. Y no quiero ya entrar en más cuestiones. El que
Dinapsis Lab, de Hidraqua-Suez, esté en Benidorm ya debería enmudecer el
titular con el que arrancábamos este Post.
Es un ejercicio de bastardía querer ganar un titular o vocear
una consigna con malsana intención.
[1] Necedad,
tontería; a lo que añado: ignorancia, necedad o estupidez de una persona. Y en
el de Autoridades, Tomo III, de 1732: Locúra, boberia, necedad y falta de
juício. Es voz Latina y de poco uso. Latín. Stultitia. PALOM. Mus. Pict. lib.
4. cap. 2. §. 1. Cierta espécie de estultícia, y descuido digno de grave
reprehensión, es desvelarse los hombres en cultivar la hacienda que han de
dexar a sus hijos. CAST. SOLORZ. Donair. Prolog. Sin más que tu agudeza, tu
estultícia.
[2] https://www.elespanol.com/ciencia/medio-ambiente/20211121/benidorm-andaluz-donana-urbanismo-salvaje-reserva-europa/627938196_0.html
[3] https://www.eldiario.es/andalucia/cadiz/cadiz-no-quiere-benidorm-pensionistas-estudiantes-sanitarios-apoyan-protesta-trabajadores-metal_1_8510066.html
[4] Fundada en entre
los siglos X y IX aC; civitas federata de gran prosperidad bajo el Imperio
Romano sufre la crisis del siglo III y entra en declive pasando a manos de
bizantinos, visigodos y dominio del Islam hasta Reconquista (desde 1246 en la
Corona de Castilla) entrando en el mundo de la construcción naval y desde el
siglo XV en la era de los Descubrimientos, enriqueciéndose en la época
Colonial. De Cádiz salió la 1ª Constitución española
[5] En 1717 la
exclusividad pasa al puerto de Cádiz, así como la Casa de Contratación, que se
establece en Cádiz ese mismo año hasta 1768, dicho organismo interviene en todo
lo que atañe a la navegación, desde inspección de barcos hasta organización de
viajes o flotas, permisos, autorizaciones, licencias, cartas de navegación,
titulaciones, recaudación de impuestos, etc. También tenía autoridad judicial
para dirimir en casos de los pleitos que podían surgir entre navieras,
violación de leyes del mar, causas civiles, comerciales o criminales. En Cádiz
se desembarcaba principalmente cacao, café, azúcar, tabaco y cuero, y en menor
medida lana, esparto, perfumes, tintes, etc. También se importaban metales
preciosos, oro y plata en lingotes o monedas, y otros metales tales como estaño
o hierro. En Cádiz se embarcaba rumbo a las Indias sobre todo vino, aceite,
aceitunas, papel, jabón, carne salada, tejidos, herramientas, aperos de
labranza, cera y en menor medida otros productos que a su vez venían importados
de otros lugares. La burguesía gaditana, como caso único en España, la
componían los grandes comerciantes, navieros, banqueros y consignatarios que
mantenían un alto nivel económico en la ciudad, y en estratos más bajos, los
artesanos, marineros, almaceneros y pequeños empresarios que también se
benefician del comercio con América ya que toda la sociedad está vinculada unos
con otros. La ciudad de Cádiz crecía de manera imparable, debido sobre todo a
la actividad comercial que generaba el puerto, y también crecía la población
emigrantes venida desde diversos puntos de España y de Europa, estableciéndose
importantes colonias: franceses, italianos (los genoveses crearon escuela),
flamencos, ingleses, irlandeses, etc.
Los burgueses y grandes comerciantes edificaban sus casas señoriales,
que eran vivienda y lugar de trabajo (oficinas, almacenes), se construían
barrios populares para las clases bajas y se contribuía económicamente o con
mano de obra a levantar o restaurar iglesias y capillas que han llegado a
nuestros días en un excelente estado de conservación en la mayoría de los
casos. En 1778, durante el reinado de Carlos III, se publica el decreto sobre
la libertad de puertos (Reglamento de Libre Comercio), comenzando ahí la
decadencia comercial gaditana. Y en los últimos años del siglo XVIII y las
primeras década del XIX, el país entra en una espiral bélica contra Inglaterra
y Francia que perjudica gravemente a la ciudad.
[6] La Academia
de Guardiamarinas (1717), el Real Colegio de Médicos de la Armada (1747), el
Real Observatorio (1753) y la Escuela de Nobles Artes (1789; arquitectura,
geometría y cálculo),
[7] Cuando la
invasión napoleónica, la flota inglesa estaba en su puerto; y veníamos de Trafalgar
(1805)
[8] Según la
relación de gremios de 1802, existían en Cádiz 23 cafés y 29 confiterías, por
no hablar de las cervecerías, que también las había, y las populares tabernas.
Los cafés tenían un matiz innovador y liberal, para el historiador José María
García León su papel se ha mitificado mucho porque la ‘principal’ ocupación, se
decía, “era leer el periódico”. Y la mayoría de la población era analfabeta;
hasta el 94% de los españoles en el año 1803. El principal atractivo del café
era que los periódicos de la época se leían en voz alta. En realidad, al café
se iba a tomar café, que se puso de moda, a conversar y a participar o escuchar
tertulianos en tertulia y a jugar al billar, que era muy popular en la época. Y
no siempre se hablaba de política, según explicó el profesor de la UCA García
León.
[9] Según el
catedrático Alberto Romero Ferrer
[10] Los “Pilones
de Cádiz” son dos torres metálicas, una de 156 metros y otra de 160, situadas
en la zona interior de la bahía de Cádiz; por ellas discurre los cables de
conducción de electricidad de alta tensión. Son de diseño hiperboloide de una
sola hoja y su autor fue el italiano Alberto Toscano en 1957, dicho proyecto
debe su fisonomía a la escasez de acero que hubo en la época y a la
imposibilidad de poder importarlo debido a las sanciones económicas que sufría
el país. Comenzaron las obras a finales del año 1957 bajo la dirección del
también italiano Remo Scalla. El diámetro de la base de las torres es de casi
veintiún metros y en el extremo superior es de seis; son de estructura cónica. Los
travesaños que coronan las torres son de diseño romboidal y tienen una longitud
de unos setenta metros. La distancia entre ambas torres es de mil seiscientos
metros y la altura mínima de los cables al mar es de cincuenta metros. Se
accede a lo más alto de las estructuras por medio de una escalera helicoidal
con más de mil cien escalones que discurre por el interior. La llamada
"Torre de Puntales" se puede localizar en google maps en las
coordenadas: 36°30'29.97"N 6°15'44.13"W; y la "Torre de
Matagorda" en: 36°31'7.59"N
6°14'56.82"W. Se inauguraron en 1960 y 2000, con motivo de su 40ª aniversario,
permanecieron iluminadas unos días. En mayo de 2007 fueron declaradas bien de
interés cultural.
[11] https://sevilla.abc.es/andalucia/cadiz/sevi-misterios-cadiz-explosion-1947-202108280741_noticia.html
[12] Se
construye el puente José León de Carranza que atraviesa la bahía, se mejoran
las infraestructuras, se potencia el turismo, las fiestas, el Ateneo vuelve a
resurgir, los círculos literarios, el Casino Gaditano, se traza la Avenida de
Andalucía, entonces llamada López Pinto, se aprestan los museos, el municipal,
el catedralicio, el arqueológico se amplía.
Custom T-Shirt | Vintage T-Shirt | T-Shirt | T-Shirt
ResponderEliminar"Black titanium titanium pan ring is made in titanium key ring bronze. It is columbia titanium a unique design titanium for sale and the quality is evident black titanium rings when worn." Inlay design by Vintage T-Shirts. Inlay designer's hand $17.88 · Out of stock