Yo, en esto del fútbol, como que muy, muy, justito.
No obstante, hoy la emprendo con el “deporte rey” con
espíritu ácrata desmitificador. Cuando me pongo a escribir esto están
comprobando si sube el gol de Japón a Croacia… y sí; Minuto 43… y les han dicho
que sí. Y dos de añadido. Vaya por Dios.
Y estos forajidos de la retransmisión se montan su película
barata animando a la afición, dicen que, manteniendo la emoción; encabronándonos,
diría yo.
En un rato, como aquel que dice, nos la jugamos con
Marruecos y percibo que, vaya por delante, en la vieja piel de toro no tenemos
clara la diferencia entre redondo y esférico; ni sabemos los límites de Lo esférico.
Eso sí, testosterona al canto y banderizos que somos, se puede esperar
cualquier cosa.
A mí, no es por los jugadores, no me inspira ninguna confianza
-más bien desdén- el asturiano al frente de la Roja, ni yendo a por níscalos.
Dice Toni F que a los merengones no nos gusta el personaje.
Ni la persona, ¡oiga!; por mucho que Pelé -un abrazote Edson-, lo incluyera en su
lista FIFA100 (2004) junto a Emilio Butragueño y Raúl González; solo 3 españoles
y va y uno es él. No es de recibo, ni de sentido.
Pero, a lo que íbamos: Subidón con 7 a los ticos, puestos a
nivel del mar con Alemania (que nos los puso de corbata) y bajada a los infiernos
con Japón (posición 24 en el ranking FIFA, de 211). Menos mal que Alemania fue
Alemania y nos salvó de acompañarles en el viaje de regreso a esta península de
la gran Asia que es Europa.
Escribía Ricardo F Colmenero en el diario El Mundo el
sábado 3 de diciembre, después de la portada del diario del día anterior (“España
roza el drama”), una descripción muy clara la realidad del chasco que nos
llevamos y que aún habría podido ser peor: “Japón derrotó a España por dos
goles a uno, pero especialmente por 6,79 milímetros. Tiene su lógica que el
país del sushi y el país de la paella acabaran resolvieron sus diferencias en
el Mundial por el tamaño medio de un grano largo de arroz”.
Empata Croacia -Perisic- en el 55 en un remate de cabeza
espectacular.
Vaya; con el arroz hemos topado. Un japonés, Kobayashi Issa
-un maestro del Haiku, una disciplina popular que obliga al poeta a significar
mucho diciendo lo mínimo- cuando aún no era famoso y era conocido como Yataro, dejó
escrito aquello de "El mundo va bien: otra mosca come arroz".
Yo, más agreste y montaraz, en este tema del fútbol, del partido y del gol de
la derrota, mentando el arroz, lo que más me jode con las cagadas de mosca
en el arroz, que es un dicho rabalochero[1] y orcelitano[2] a más no poder. Lo digo y me
quedo más ancho que pancho, escatológica y socialmente hablando. Pues eso… que
los 6’74 milímetros balompédicos a los que aluden Colmenero y El Mundo son una
cagadita de mosca en el arroz del partido por no entrever los límites de un cuerpo
esférico como simples y mortales telespectadores.
Los taurinos lo tienen claro: hasta el rabo todo es toro. Y
comienza la primera parte de la prórroga del Japón-Croacia. Y es que hasta que
no pasan los últimos pelos de la cola de bóvido estamos ante el animal. Parece
ser este el caso del balón por la línea de meta del área de meta española. Esa
noche los españoles supimos de los límites de lo esférico.
Vale que -siendo aplicado en su día- aún nos acordemos de
que el volumen de la esfera es “cuatro tercios de pi erre al cubo”; vamos, que
el volumen de la esfera equivale a cuatro tercios de su radio a la tercera
potencia, multiplicado por el número pi. Y tiene que cruzar la línea todo el
volumen de la esfera para salir del terreno de juego.
Al Rihla, que tal es el nombre de la puñetera
esfera que me ha traído a esto y que traducido del árabe vendría a ser como "el
viaje" -puñetero viaje-, mide 22 centímetros de diámetro y pesa 400 gramos
aún con su chip de tecnología CRT-Core. Leo en los deportivos que Al Rihla
contienen una IMU (Unidad de Medición Inercial), cosas de la inteligencia artificial,
que no es otra cosa que un sensor que ayuda a detectar la puñetera posición en
cada momento sobre el terreno de juego y, además, mide e informa sobre la
velocidad, orientación y fuerzas gravitacionales del balón, usando una
combinación de acelerómetros y giroscopios gracias a dos sensores diferentes,
el UWB, que recoge datos posicionales del balón, y el IMU, que registra los
movimientos del balón en tres dimensiones. Así, el baloncito (con su puñetero chip)
envía un paquete de datos 500 veces por segundo a la sala de vídeo, lo que
permite detectar con absoluta precisión todo lo que ocurre con él sobre el
campo.
Y el plano tangente es el que nos da el disgusto y les
permite asegurar que el balón no salió totalmente del campo como les demuestra
la imagen que ilustra este post… pero yo
pediría los fotogramas previos; porque yo soy así y dudo. Tomás, me llaman por
casa; tengo que ver las llegas.
En fin, que vamos a los penaltis en el Japón-Croacia, que no se ha movido el marcador en la prórroga.
Y esto me ha dado que pensar en los balones de fútbol que
en estas altas competiciones. "Tienen que ser esféricos, estar
fabricados con materiales adecuados, tener una circunferencia comprendida entre
68 y 70 cm (27-28 in), un peso entre 410 y 450 gramos (14-16 oz) al comienzo
del partido y una presión equivalente a 0.6-1.1 atmósferas (600-1100
g/cm2) al nivel del mar", que establece la Regla 2 de la IFAB; la que
delimita los esféricos.
Y un apunte, porque me ha venido a la cabeza: el área de la
esfera es 4 pi erre al cuadrado. Compruebo y es cierto. Ese día no hice
novillos.
Pero vuelvo al balón futbolístico que nos ocupa. Japón eliminado;
Croacia pasa en los penaltis.
Un balón de fútbol es básicamente un poliedro convexo, inflado
-que es lo que le da la mayor esfericidad, pero todo un poliedro a fin de cuentas,
por lo que debe cumplir la fórmula del Teorema de Euler para los poliedros que
indica la relación entre el número de caras, aristas y vértices de un poliedro
convexo sin orificios, ni entrante y que viene a decir que todo poliedro
convexo con un número C caras, A aristas y V vértices debe cumplir la fórmula V
– A + C = 2.
Lo de Euler es de finales del XVIII y ahora mismo hemos evolucionado
a un poliedro que nos lleva, inflado, a conseguir balones más esféricos. Se
trataría del rombicosidodecaedro, un poliedro que tiene 62 caras conformadas por
20 triángulos equiláteros, 30 cuadrados y 12 pentágonos regulares; vamos, un
bicho con 120 aristas y 60 vértices que antes de ser inflado ya ocupa más 93.32%
de una esfera -llegando en algunos modelos al 94,5%-. Eso sería ya la
perfección, pero la industria productora de balones no ha adoptado esta
solución porque aumenta bastante la complejidad de la fabricación (120 costuras
que coser, frente a las 90 del icosaedro truncado que es el habitual) que son
euros y tiempo.
Tenemos claro que un balón de fútbol será mejor cuanto más
próximo esté a ser una esfera perfecta. En ese caso, tendrá más equilibrio en
su trayectoria y permitirá a los futbolistas mayor precisión en los pases y
tiros.
La revista Consumer–Eroski (nº 123, julio-agosto 2008) explicaba
cómo se controla la calidad de los balones: "Para determinar la
esfericidad de un balón se hincha y se mide su diámetro en 16 puntos diferentes
para calcular el diámetro medio. Después, se calcula la diferencia entre el
diámetro máximo y el mínimo. Así, el número que se obtiene es la diferencia en
porcentaje entre el diámetro máximo y mínimo sobre el diámetro medio. A los
balones oficiales para las competiciones de la FIFA se les exige que no superen
el 2%". Y a este menester, en 2015, El País le dedicó su cornijal en
Verne[3].
En un exceso mental les cuento que, en 2008, para valorar
la esfericidad de los balones, la FIFA trabajaba la dispersión estadística. Así,
a través de 16 medidas calculaba la media aritmética de cada balón.
Y eso es ya una dispersión que aprovecho porque se acabado
la retransmisión del Japón-Croacia, clasificada esta última, y ya están dando
la vara con el partido de mañana.
De forma oficial, leo que la Embajada de Marruecos en
España está en plan campaña de sensibilización a través de los doce consulados que
tiene por el Reino de España pidiendo a los suyos propios que eviten cualquier
altercado en suelo español como consecuencia del partido que enfrentará a las
selecciones nacionales de España y Marruecos en el Mundial de Qatar.
Alertados están los consulados de Madrid, Sevilla,
Alicante, Murcia, Algeciras, Valencia, Tarragona, Gerona, Barcelona, Bilbao,
Palma y Las Palmas para que hagan llegar ese mensaje a los ciudadanos
marroquíes residentes en España que suman más de un millón, ¡oiga! Mire, del
orden de los 300.000 nacionalizados ya y otros 776.000 que andan por aquí… ¡tela
marinera!
Y cierro distensionando con una iniciativa chorra pero que
da idea de la enjundia del balón de fútbol; ese que no traspasó la línea para
la FIFA como tampoco lo hizo, en el Mundial de Corea-Japón -¡Cielos, esto huele
a azufre y a maldición!- cuando Joaquín -que ahora va de Novato por Antena 3
los miércoles- colocó un balón a la cabeza de Morientes en el choque ante los
anfitriones hace 20 años… y Camacho con los alerones chorreando; ¿se acuerdan?
Aumentó la venta de antitranspirantes para no parecerse al seleccionador.
Tan loable empresa se hundió en el Támesis. Le contestaron
el 24 de octubre de 2017 indicándoles que "El Gobierno (británico) considera
que el símbolo del fútbol actual tiene un significado claro y es entendido por
el público. Cambiar el diseño para mostrar una geometría precisa no es
apropiado en este contexto”. Flemáticos británicos. Si dispone de tiempo,
le dejo la respuesta completa[5].
Aquí aún no hemos llegado a ese nivel, pero... que mañana
tenemos cita futbolera contra Marruecos
[1] Propio del
barrio-suburnio del Rabaloche; el Raval Roig de Orihuela. Tuvo que formarse en
la segunda mitad del XIV, tras el descalabro de la peste de 1348 y de la Guerra
de los dos Pedros y desde entonces, co0nserva su "mala fama" de
barrio alejado, sin protección, acogedor de inmigrantes de futuro incierto.
[2] De
Orihuela, la Orcelis romana de la provincia Carteginense; la Oleza de Gabriel
Miró
[5] The Department for Transport sets legislation on
traffic signs for use by traffic authorities. The Traffic Signs Regulations and
General Directions 2016 (TSRGD) sets out the design and conditions of use for
traffic signs that may be used on roads in England, Scotland and Wales.
Traffic signs use
symbols which enable drivers to take in the information quickly and understand
the meaning of the sign. Symbols are often internationally recognised which is
important for all road users, especially those who may be unfamiliar to the
area.
In the case of a
directional sign to a leisure facility (such as a football ground), the symbols
used are a general representation of the activity being depicted. As such,
drivers can then quickly understand the type of destination. The football
ground symbol first appeared in TSRGD in 1994 and road users have become
accustomed to its use.
The purpose of traffic
signs is to “convey warnings, information, requirements, restrictions or
prohibitions” (Section 64 of the Road Traffic Regulation Act 1984).
The Department for
Transport commissioned research into road user’s understanding of traffic signs
in 2011. This concluded that respondents “showed a good basic level of
understanding as to what different types of sign meant” and recommended that
signs should be kept simple.
The purpose of a traffic
sign is not to raise public appreciation and awareness of geometry which is
better dealt with in other ways. If the correct geometry were put onto a sign,
it would only be visible close up and not from the distance at which drivers
will see the sign. The detail of the geometry would also not be taken in by
most drivers who were merely looking at the sign for direction. The higher
level of attention needed to understand the geometry could distract a driver’s
view away from the road for longer than necessary which could therefore
increase the risk of an incident.
Additionally the public
funding required to change every football sign nationally would place an
unreasonable financial burden on local authorities. The Department could not
justify the spending needed as an exercise to increase public awareness and
appreciation of geometry.
For the reasons given,
we will not be changing the football symbol used on a traffic sign.
Department for Transport
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