No ha mucho caminábamos hacia un idilio en las
relaciones de Israel con sus vecinos árabes. En los últimos años, Israel había
estrechado sus relaciones con los estados del Golfo, impulsados por una
animadversión compartida hacia Irán. Entre agosto y diciembre de 2020, por los
Acuerdos de Abraham[1],
que potencian el papel de Arabia Saudí, cuatro países árabes -Emiratos Árabes,
Sudán, Marruecos y Baréin- establecían relaciones; Marruecos incluso firmaba
acuerdos de defensa. A fecha de hoy, 164 de los 193 países de la ONU reconocen
al Estado de Israel. Se mantienen en su negativa a hacerlo Irán, Argelia,
Afganistán, Venezuela, Kuwait, Líbano, Libia, Sudán, Siria, Arabia Saudita,
Omán, Iraq, Pakistán, y Qatar.
Afectado por lo que pasa en Israel y con Israel;
traumatizado por los asesinatos; desconcertado por las reacciones; incómodo por
el tratamiento informativo; compungido y apesadumbrado por el desarrollo de los
acontecimientos; perplejo por la determinación con la que se está actuando, atónito
ante muchos posicionamientos y desesperanzado ante lo que pueda venir, escribo
esto... porque esto es una cuestión colonial mal resuelta desde finales del XIX.
Como explica el profesor de la Complutense Julio Trebolle[2],
“Israel nació a la historia en medio de pueblos del antiguo Oriente que
poseían una larga tradición guerrera y concepciones muy arraigadas en torno al
carácter sagrado de la guerra”. Pues así, de guerra va; ¡qué les voy a
contar!
‘Antiguo Oriente’ esa sí que es una buena localización para
comenzar esta historia. Se trata de un territorio de Asia occidental en
tránsito hacia noreste de África integrado en la llamada Media Luna Fértil[3];
el lugar de la revolución neolítica[4]
y de la revolución urbana[5]:
las ciudades. Y más que un territorio, el término supone una transición entre
el IV milenio a.C. y el siglo VI a.C., pero que sigue ahí.
Es el lugar que todos estudiamos en la escuela o en el
instituto donde nos hablaban de Mesopotamia (Asiria y Caldea), Persia y Media,
Fenicia, Canaán y Siria, el valle del Jordán, la Arabia preislámica, Anatolia,
Egipto y Creta. Y es que, parece a la vista de los acontecimientos, tal como se
supone que lo aprendimos, lo olvidamos. Tal vez sea porque, en su día, lo
compusimos como una imagen mítica y no real.
Esta historia de Israel comienza en la Edad Antigua[6]
en el territorio de Canaán, una franja de tierra entre el Mediterráneo y río
Jordán; es Asia, pero estamos en la orilla del Mediterráneo.
Hasta ahora sabemos que una cultura originaria de Siria se
estableció en Canaán y tras ella se sucedieron las migraciones. Jericó[7],
en el valle del Jordán, al Este de Jerusalén, es una de las ciudades más
antiguas habitadas de contino desde hace 9.000 años.
Pero la de esta tierra, en sus conjuntos, y sus gentes es una
historia que arranca sobre el 3.000 a.C. y que en una de sus etapas llega hasta
el tiempo en que Roma, la Roma imperial, ordena cambiar el nombre al territorio
como castigo a los hebreos tras una rebelión entre los años 132 y 135. Será
entonces cuando, para humillarlos, llamen a aquella tierra Palestina; pero este
post va de Israel y de la forma de ser del colonialismo británico que nunca
hizo amigos y traicionó a todos.
Comienza esta historia en el tiempo en que se unifican tribus
y surgen las primeras civilizaciones, en torno a ciudades-estado que funcionan
con jerarquización social, imposición de tributos y apropiación -por ser exquisitos-
de excedentes de producción de las demás ciudades, tribus y pueblos en cuanto
disponen de un ejército suficiente para hacerlo; es una historia siempre
supremacista de conquistas y sangre. No es una historia de derechos.
En Canaán, el territorio en concreto al que me refiero, “vivían”
los cananeos; y cananeos eran todos los entes tribales que estaban allí. Lo
mismo fenicios -en Tiro y Sidón- que los hebreos de Galilea, Samaria, Judea,
Perea… que tuvieron siempre el pecado original de vivir en una tierra continuamente
codiciada por todos sus vecinos; una tierra que lo mismo les surtía de
cereales, agua, vino y miel que, por sus montañas y desiertos de piedra y arena,
les servía de endeble dique de contención -porque era frecuentemente superado- frente
a otros pueblos codiciosos. Esta es la historia del ser humano de toda la vida.
Por allí, por Canaán, fueron pasando en la antigüedad todos los
pueblos e imperios guerreros de la época que transitaban de Asia al norte de
África. Y hasta allí, sobre las tribus hebreas principalmente, se dejaron caer
los amorreos[8], los
egipcios[9],
los hicsos[10], los
hurritas[11], los
hititas[12]
o los filisteos[13], que
se integraban en el grupo de ‘pueblos del mar’[14]
-con el que bautizaron los egipcios y otros pueblos a todo el que llegara a
través del Mediterráneo-; también subieron hasta allí las distintas tribus y
clanes árabes[15], llegaron
los macedonios[16], los
bizantinos[17], los
cruzados europeos, los turcos... los europeos de nuevo… Todos, siempre,
guerreando sin parar para someter y disponer de la deseable posición
estratégica que aquella tierra tenía en el contexto conocido: único acceso
terrestre -desde y hacia Mesopotamia al norte de África y al golfo de Aqaba-
que conectaba con Oriente.
Canaán era una tierra -siempre se dijo- de promisión -en
aquellos años- con el hidrometeoro lluvia asegurando la producción de la tierra
-pastos y cultivos- o negándola en sus desiertos; marcando siempre el paso a
sus habitantes. Un territorio que vivía transitando entre la abundancia y la
necesidad -de siglo en siglo-; un lugar muy concreto donde se enclavó la tierra
prometida al primer patriarca, Abraham[18]
-Yahvé ordenó a Abrahán que dejara su tierra, el país de Ur (Mesopotamia), y
emigrara a Canaán[19]-,
y sus descendientes… y todas las religiones abrahámicas[20]
tiene los ojos puestos en Jerusalén, el punto clave de este territorio, y el
conjunto del mismo.
Canaán, ya dije, tenía sus propios pobladores: los cananeos.
Y, entre ellos, las tribus hebreas. De lo poco que hay claro sobre aquellas
tierras en la antigüedad es que aquellas tribus hebreas -¿doce?-, bajo un líder
-¿el rey David?-, se unieron y se enseñorean del territorio que habitaban entre
el río Jordán y el Mediterráneo. Hoy podemos situar al David en un contexto de
realidad histórica a partir de la Estela de Tel Dan[21].
Hay evidencias científicas -en las excavaciones de Tel ‘Eton[22]-
de la existencia de los reyes David y Salomón y del reino de Israel. Y sabemos
que egipcios, asirios y babilonios volvieron a dominar el territorio a la
muerte de Salomón.
Y fue bajo el faraón Tutmosis III, cuando, por primera vez, el
‘reino’ de Israel quedó bajo tutela egipcia y tuvo que satisfacer cargas
impositivas con la obligación de envíos regulares de impuestos, mercaderías, esclavos,
prisioneros y “muchas jóvenes, muy bonitas y sin defecto alguno”[23].
Las estelas egipcias dan cuenta del pueblo de Israel[24]
-que habitaba la tierra de Kinahni (Canaán)-; como lo hicieron después las
inscripciones de Karnak (1208 a.C.) y los jeroglíficos del templo de Medinat
Habu (1155 a.C.), en Tebas.
La dominación egipcia, por espacio de tres siglos, generó
innumerables revueltas que se aplastaban a sangre y fuego, reafirmando la
autoridad del faraón de turno, y terminaban con la deportación de un buen
número de los rebeldes hebreos.
La mejor descripción física de Canaán la ofrecen los hebreos y
se encuentra en el Génesis[25]
(10:19) donde se detalla que el territorio de los cananeos se
extendía desde Sidón, en dirección a Gerar, hasta Gaza; y en dirección de
Sodoma, Gomorra, Admá y Zeboyin, hasta Lasa. De Sidón a Gaza, por la costa, y
hasta donde alcanzan las montañas de Emath (Jebel ez Zoble) por el
noreste y este, y el desierto moabita al sureste. Sidón hoy es Líbano;
Gerar se corresponde con el yacimiento israelí de Tel Haror[26];
Gaza es Gaza; Sodoma, a orillas del Mar Muerto, fue destruida, lo mismo que le
pasó a Gomorra y Admá (hay arqueológicamente documentado un episodio sobre un
meteorito en la zona hacia el 3.700 a.C.); Zeboyin, coincide con unas ruinas en
territorio de Jordania; y Lasa está localizada cercana a las montañas del
sistema de Jebel ez Zoble. Un territorio histórico fácilmente reconocible donde
estaba el reino de Israel; y también el de Judá.
Aquel reino de Israel tenía fronteras al norte con las
ciudades fenicias y el imperio asirio; al este se localizaban los reinos de
Aram y Amón. Al sur estaba el Reino de Judá, hebreos también como ellos, y que
no tenía salida al mar. Una pequeña parte de la franja litoral la ocuparon por
un tiempo los filisteos, y lindaba Judá con tribus árabes y el reino de Edom
por el sur y por el oeste el mar Muerto les separaba del reino de Moab.
Modernamente esta descripción la corrobora la labor
investigadora del profesor Finkelstein[27]
y sus trabajos para documentar los orígenes del reino de Israel.
Y como ya hemos referido, mientras se sucedieron las dinastías
de faraones no nos faltan los “documentos” de la existencia de Israel (pueblo y
reino) por el que los egipcios sentían predilección guerrera. Desde el 925 a.C.
los faraones de la dinastía XXII asaltan una y otra vez aquellas tierras de
Canaán. Pero hacia el año 850 a.C. comienzan las irrupciones de los asirios
-con una crueldad nunca vista hasta entonces, que cuentan los egipcios- y
terminan haciéndose con el control del Reino de Israel. Las fuentes asirias -como
el obelisco negro de Salmanasar[28]
(827 a.C.)- citan al pueblo de Israel; como las piedras moabitas -Estela
de Mesa[29]-
dan cuenta tanto del pueblo de Israel como de su dios Yahweh; como
las referencias de los persas aqueménidas (550 a.C.) señalan aquel territorio
como Yehudá (Judea) y dan cuenta de la deportación de buena parte de sus
habitantes.
Un detalle, a no perder de vista. Hacia el 1.150 a.C. las
fuentes egipcias señalan la llegada de oleadas de “Pueblos del Mar”; fue
en tiempos de Ramsés III. Uno de aquellos pueblos fueron los filisteos… y se
convirtieron en los enemigos acérrimos de los hebreos; los philistinus
de Flavio Josefo… y de ahí saldrá, con el tiempo, la referencia “palestinos/Palestina”.
Aquí llegados, centremos ya la cuestión filistea: su
pentápolis -cinco ciudades: Ascalón, Asdod, Ecrón, Gat y Gaza- se estructurará,
más o menos, sobre la actual Franja de Gaza y terminarán absorbiendo la cultura
cananea y se difuminarán en la historia. Desde el 722 a.C., tras la irrupción
asiria, no hay más referencias a ellos.
El asirio es otro imperio que también documenta y cuenta sus
hechos[30];
y es con ellos -y no con los egipcios- cuando en una de las deportaciones masivas
de judíos (en el 722 a.C.) se llevaron a todos los hebreos a Nínive. Es en esta
época -y no bajo los faraones- cuando se fragua, en el sentir de Israel como
pueblo, lo del éxodo[31].
Desde el 533 hasta el 525 a.C. los hebreos establecidos en
Canaán pasan a ser una provincia del Imperio persa y es, precisamente, Ciro II
el Grande quien ayuda a la restauración de Jerusalén, impulsando el culto
tradicional a Yahweh, el Dios de Samaría y Judea. Este periodo persa permisivo fue
decisivo en la composición de los libros que componen la Biblia.
Con los macedonios de Alejandro Magno, a partir del 334 a.C.
los judíos se impregnan de los elementos de la civilización, el arte, la
técnica, la lengua o la filosofía helénicas, que se manifiesta compatible con
sus propias tradiciones. Es en esta breve época cuando se ponen las bases para
el judaísmo y, además, se puede llegar a entender el contexto en que nació el cristianismo.
Y bajo el dominio del reino ptolomeico[32]
de Egipto es cuando, por ejemplo, se traduce la Torá al griego.
Pero volvieron los tiempos difíciles. A comienzos del II a.C. pasaron
las tierras de Canaán a estar bajo los seleúcidas[33]
de Siria que intentaron erradicar todo vestigio de la cultura judía. Pero
indomables, al mando de Judas Macabeo, los judíos liberaron Jerusalén (141
a.C.) y quedaron soberanos de sus tierras -dinastía asmonea- hasta la llegada
de las tropas de Pompeyo en el 63 a.C. y volver a estar bajo dominio
extranjero, ahora de Roma -provincia de Judea-, donde se coloca a Israel en el
status de reino tributario.
Judea no estaba considerada como provincia imperial, ni
siquiera senatorial; fue despreciado a nivel de territorio subordinado a la
provincia de Siria. Roma obtenía muy poco de Judea, pero le importaba porque
controlaba las rutas terrestres y marítimas costeras hacia Egipto, el granero
del Imperio, y era un territorio fronterizo ante los partos iranios. Tal era el
control de Roma sobre aquella provincia que fue el Senado romano el que nombró
a Herodes I[34] rey
de Judea, Galilea, Samaria e Idumea.
Pero los judíos se rebelaban una y otra vez contra Roma. En el
año 66 se desata la primera guerra judeo-romana… y me viene a la memoria la
numantina defensa de Masada -la increíble rampa para su asedio y que se
inmolaran cerca de mil hebreos en su interior antes de caer prisioneras[35]-.
A partir del año 70 d.C. con la destrucción del templo de Jerusalén, por las
legiones de Tito, comienzan nuevamente las deportaciones y la dispersión, el
Galut[36],
porque Roma es férrea en sus decisiones y no quiere que se repitan los
acontecimientos. No fue lo suficientemente rápida y efectiva porque se suceden
las rebeliones.
En la tercera guerra judeo-romana, en el 132 d.C., el emperador
Adriano ordenó una nueva deportación masiva de judíos, escapando de ella
mínimas comunidades que se dispersaron por el desierto; en el 135 d.C., durante
la revuelta de Bar Kojba, Jerusalén fue arrasada para evitar el retorno de los
judíos y sobre sus ruinas se ordenó la construcción de la ciudad romana de
Aelia Capitolina, donde los judíos tenían prohibido vivir[37].
Y se dispuso que la Legio VI Ferrata de forma permanente permaneciera en el
lugar donde estuvo el segundo Templo de Jerusalén, destruido por las legiones
de Tito en el 70; sólo queda desde entonces el Kotel o Muro de las
Lamentaciones.
Para completar la humillación a los judíos, se renombró a la
región.
Para ello se eligió el nombre de los filisteos -philistinis- a
quien Roma identificó como los más sucios enemigos de los judíos. Así se renombró
Canaán, la provincia romana de Judea, como provincia de Siria-Palestina. En esa
época, la población judía lo pasó mal -esclavizada y exiliada- y la religión
judía prohibida, con lo que el centro de la vida religiosa pasó a Babilonia,
donde permanecía una importante colonia desde la deportación de Nabucodonosor.
Si esto llega a orejas de Maduro -en el poder desde 2013, no
se me olviden-, lo mismo me cambia el texto y es el imperio español -una vez
más[38]-
el responsable de esto; pero espero que tenga otras fuentes de información.
Hoy, arqueología y ADN por medio, sabemos, como ya
adelantamos, que los filisteos llegaron a las costas de Oriente Medio desde el
Egeo -de Creta y de Grecia, principalmente-; e incluso hay rastro de más al
Oeste aún. Vamos, de origen europeo. Y como se integraron en el conjunto
cananeo no hay fórmula de hallar diferencias con los israelíes actuales.
Y no he contado aún lo de Moisés, la etapa en Egipto y la
marcha por el desierto camino de la Tierra Prometida, por muchas razones que no
vienen al caso, aunque ya lo he dejado caer un poco más arriba. Y sobre deportaciones
y cautiverios judíos, sí están documentadas en Asiria y Babilonia… en torno al
siglo VI a.C. que es cuando surge el texto de Moisés. No entro en el personaje,
contexto e historia, aunque en mi post de diciembre de 2014 sobre los vientos
de repulsa[39] ya
conté que muy bien pudo cumplirse la narración bíblica en esa parte del planeta
porque se dan las condiciones físicas, orográficas y meteorológicas.
Vuelvo a la etapa, aunque seguimos en la Edad Antigua que,
como estamos viendo va desde el 3.000 a.C. a la caída de Imperio Romano… para
la que aún quedaban unos años.
A principios de siglo IV el imperio romano está gobernado por
una tetrarquía: dos augustos (emperadores) y dos césares compartían el poder.
Constantino, uno de los augustos, unifica de nuevo el poder imperial en el 324;
Constantino, que reformó y cambió tantas cosas -hasta declaró día de reposo
semanal el domingo y lo viene siendo desde el 7 de marzo del 321- trasladó la
capital imperial a Bizancio y la rebautizó: Constantinopla. Constantino fue
quien inició la legislación sobre los judíos -entre la permisividad y el
desprecio- llegando a bautizarse como cristiano poco antes de morir. Su madre,
Santa Elena/Helena, peregrinó a Jerusalén y… fue ella la que descubrió casi
todas las reliquias del Cristianismo[40].
En septiembre del año 394, a la muerte del emperador Teodosio,
se divide el imperio romano entre sus hijos Honorio y Arcadio. Y Flavio Arcadio,
nacido en Hispania (durante el exilio de su padre), es el emperador de Oriente,
donde está la provincia de Siria-Palestina[41].
Los años finales del imperio romano resultaron una etapa dura
para la religión hebrea, pues se apuntaló el cristianismo en torno a los Santos
Lugares; las peregrinaciones habían comenzado, tras Santa Elena, hacia el año
333[42].
Aunque se mantuvieron algunas comunidades judías en el conjunto territorial, el
cristianismo configuró la religión principal de la región.
Bajo el dominio del imperio bizantino no le fue mal al
conjunto de las viejas tierras de Canaán, pero de inmediato llegaron los gasánidas[43],
un clan árabe cristiano desplazado desde la península arábiga que tomó el
control; con los gasánidas en el territorio las revueltas judías se sucedían (Revueltas
Samaritanas[44]).
Preparando esa irrupción árabe del siglo V habría que destacar
la existencia de relaciones comerciales entre las ciudades de la región y las
tribus árabes del Hejaz/Hiyaz, especialmente en las ciudades al sur de Petra y
Gaza. Y así penetró el Islam por aquellos flancos.
Nada más despuntar el siglo VII, hacia el 610, Jerusalén se convirtió en la
qibla (punto focal para la oración
musulmana) del Islam y lo fue durante catorce años hasta
que fue reemplazada por La Meca (624). Los bizantinos recuperaron
momentáneamente el control del territorio (629) y castigaron severamente a los
judíos, pero fueron derrotados en la batalla de Yarmuk (636) y desaparecieron
del territorio tras la conquista de Jerusalén por el califa Omar[45]
(638). Fue entonces cuando se firmó el Pacto de los Umariyya[46],
con los derechos y obligaciones de los no musulmanes en aquellas tierras,
aunque nuevamente se prohibía a los judíos vivir en Jerusalén, aunque sí entrar
a sus sinagogas. Y se posibilitó a los cristianos el hacerlo hacia sus Santos Lugares.
A partir de entonces la región -Yund Filastin[47]-
quedó bajo el poder de los califatos Rashidun y Omeyas en la conformación del
vasto Imperio Árabe Musulmán. Con la irrupción de los abasíes de Bagdad se
vivió una etapa de fuerte desarrollo del comercio entre Oriente y Occidente con
lo que pisanos, genoveses, marselleses y venecianos iban y venían mercadeando
en aquellas latitudes siendo testigos de las continuas revueltas judías, cada
dos por tres, sofocadas cada vez con mayor dureza.
Pero aún con toda la represión en marcha los judíos siguieron
controlando la mayor parte del comercio y prosperaron como Gentes del Libro[48],
bajo la institución del dhimmi[49].
A pesar de ser ciudadanos de segunda, no sufrieron ninguna persecución
importante, ya que no constituían amenaza política ninguna. De hecho, los
judíos se adaptaron al mundo árabe, aprendieron su idioma y ocuparon posiciones
diversas en todos los sectores de la escala social, incluida la corte.
Con los fatimíes de Egipto, los cristianos europeos tuvieron los
primeros problemas de peregrinación a Jerusalén… y comenzaron las cruzadas en
el empeño recuperar Jerusalén; es el caso de la Primera Cruzada (1096-1099). Era
‘Tierra Santa’ en el Levante Mediterráneo y hasta allí fueron, se llegaron y
crearon por las armas efímeros reinos cristianos[50].
Por aquellos días existían comunidades judías por todo el
Mediterráneo y en los reinos cristianos europeos. Ya en el Concilio de Elvira
(Granada; 300-324), siglo IV, aparece la mención más antigua a los judíos que
existe en España; imponiéndoles normas, claro.
No se les perseguía abiertamente, pero se les estigmatizaba,
práctica que iniciaron los musulmanes, tras el asesinato de Omar (644), obligando
a los judíos a llevar cintos o telas amarillas y siluetas de asnos (y sombreros
puntiagudos) -y de color azul y de cerdos para los cristianos-. Esa costumbre
de señalar la adoptamos en Europa y el IV Concilio de Letrán (1215) se implementó
como obligatorio el distintivo amarillo -el color del azufre y la traición- (o
rojo) para los judíos en la Cristiandad como marca de la infamia... y
comenzaron las expulsiones.
Hasta bien entrada la Edad Moderna, los judíos vivieron en
Europa sujetos a las leyes cristianas, trabajando como agricultores, artesanos
médicos, intelectuales, recaudadores y prestamistas. La usura, recordemos,
estaba especialmente mal vista en la Europa medieval, lo que les acarreó cierta
inquina. Y eso, unido al aislamiento socio-religioso, a su endogamia y al
estigma de la crucifixión de Cristo les hizo víctimas de persecuciones
promovidas ante calamidades naturales o pandemias.
Además, desde sus orígenes, el cristianismo se presentó a sí
mismo como el ‘Nuevo Israel’ y se escandalizaba de que los judíos persistieran
en seguir esperando la venida del Mesías. Esto es clave: la Iglesia católica
europea medieval no podía permitir que los judíos negaran a Jesucristo como el
Mesías porque eso ponía en cuestión la existencia misma del cristianismo. Y así
surgió la base para la acusación contra los judíos de que eran el pueblo
responsable de la muerte de Jesucristo en la cruz. Y durante siglos hubo
oraciones de rito católico que señalaban a los “perfidis Judaeis”… y así
se mantuvieron hasta que en 1959 Juan XXII las anuló[51].
Volviendo la vista atrás, en el ritmo del relato que
llevábamos, a pesar de todo, hasta el siglo XI los judíos vivieron una etapa de
cierta tranquilidad bien bajo dominio musulmán -en el viejo Canaán, Egipto,
Siria, etc.- o bien bajo dominio cristiano en las tierras de la Europa medieval[52]
donde lo más que sufrían era menosprecio y persecución, ataques a sus juderías
-envidiados por su prosperidad[53]-
o eran obligados a conversiones forzosas. La guetización entre judíos y
gentiles en Europa propició auge y desarrollo en sus comunidades, pero siempre estuvieron
mal vistos.
En el siglo XI todo cambió para los judíos, estuvieran donde
estuvieran. Se les persiguió en el Islam y en la Europa de los reinos
cristianos. Buen ejemplo es el caso del sefardí Maimónides[54]
en su periplo de un extremo a otro del Mediterráneo. Aquí, en Europa, el hecho
determinante fue la destrucción de la iglesia del Santo Sepulcro, en el año
1009, ordenada por el califa fatimí al-Hákim bi-Amrillah, pero a Europa “llegó”
que habían sido los judíos. Por eso, cuando -casi noventa años después- la
primera Cruzada (1096-1099: la única exitosa) concluye con la toma de Jerusalén
(15.09.1099) la venganza cayó sobre musulmanes, pero principalmente contra los
judíos[55].
Y en aquella primera expedición militar europea camino de Tierra Santa -y en
las ocho restantes- se fueron atacando todas las juderías que se encontraban
las huestes cruzadas a su paso[56].
Aquel reino cristiano de Jerusalén, sobre buena parte del Israel de hoy día,
duró hasta 1187 cuando cayó en poder de Saladino[57].
Punto clave de mi narración es la Tercera cruzada para
recuperar Jerusalén; la de Felipe Augusto de Francia, Federico Barbarroja y
Ricardo Corazón de León. Jerusalén no se recuperó. El último reducto cristiano
en Tierra Santa fue el reino de Acre, bastión que fue conquistado en 1291.
Ah, llegado aquí, tiempo para un apunte quisquilloso: desde la
conquista de los reinos de Sicilia y Nápoles en 1504 por las tropas del rey
Fernando el Católico, el título de rey de Jerusalén -que desde el siglo XIII
estaba ligado al de Rey de Sicilia- está en posesión de la Monarquía Española.
Y hoy el título lo ostenta el rey Felipe VI de España.
El dominio árabe en aquella región solo se vio amenazado en el
siglo XIII por los mongoles de Hulagu Khan, momentáneamente establecidos en el
Valle de Jezrreel; pero fueron rechazados en la batalla de Ain Yalut (1260) y
sólo hubo pequeñas acciones posteriores. Ya en siglo XIV la región pasó a
dominio ayyubí, ejercido desde Damasco, donde se potenciaron las ciudades de la
ruta Damasco-El Cairo: Safed, Jerusalén y Gaza. Y es por esta ruta fue por donde
de nuevo el poder se desplazó al Egipto de los mamelucos. Pero a partir de 1486
comenzaron las influencias otomanas que ya se materializaron decisivas tras la victoria
del sultán Selim I en la batalla de Marj Dabiq[58]
(1516) donde ya dueños del del territorio, desde Estambul, mantuvieron la
estructura mameluca potenciando la diferencia entre aldeas y las tres grandes
ciudades siendo Jerusalén la preeminente, a la que se le otorgó la capitalidad
de la nueva región -sanjacado[59]
de Jerusalén- dentro del eyalato[60]
de Damasco.
[1] El 15 de septiembre de 2020 Israel, Emiratos Árabes
Unidos y Bahréin, en una ceremonia apadrinada por el presidente estadounidense
Donald Trump, formalizaron la normalización de sus relaciones con el Acuerdo de
Abraham. La elección de Abraham para dar nombre al acuerdo no es casual, ya que
de este patriarca nacen las líneas dinásticas del judaísmo (de Issac) y del
islam (de Ismael o Ibrahim, como le conocen los musulmanes). Además, la piedra
sobre la que Abraham se dispuso a sacrificar a su primogénito es el lugar donde
se erige la Cúpula de la Roca, uno de los lugares que generan más
enfrentamiento entre israelíes y palestinos.
[2] Catedrático emérito del Departamento de Estudios
Hebreos y Arameos de la Universidad Complutense de Madrid en “Guerra Santa y
Guerra Justa en la Biblia; Publicaciones del Ministerio de Defensa (2009). Ha
sido director del Instituto Universitario de Ciencias de las Religiones de la
misma Universidad y miembro del Comité Internacional de edición de los
manuscritos del Mar Muerto. Es presidente de la Sociedad Española de Ciencias
de las Religiones.
[3] El australiano Vere Gordon Childe, en los años 20 del
siglo XX, acuñó la denominación Media Luna Fértil o Creciente Fértil y la
definió como la zona donde surgió primero la Revolución neolítica (VIII milenio
a.C.) y posteriormente la Revolución urbana (IV milenio a.C.). Son los actuales
países de Irak, parte de Irán, parte de Turquía, Siria, Líbano, Chipre, Israel,
Grecia(Creta), Jordania, Arabia y Egipto.
[4] La Revolución Neolítica o Transición Demográfica
Neolítica, a veces llamada Revolución Agrícola, fue la transición a gran escala
de muchas culturas humanas de un estilo de vida de caza y recolección a uno de
agricultura y asentamiento, permitiendo la capacidad de sustentar una población
cada vez más grande.
[5] El desarrollo de la agricultura posibilitó el
agrupamiento en esos primeros núcleos de población, y su posterior crecimiento.
Se necesitó entonces la prestación de servicios comunes para la población que,
según la época fueron ganando o perdiendo su importancia. Se trata, por
ejemplo, de canales, templos religiosos, circos, teatros, termas, acueductos,
red de alcantarillado, pavimentación de las calles, murallas, ordenación
urbana... Una actividad que provocó la incorporación de nuevas tecnologías como
la rueda, el arado, el torno o la vela; y acentuó la división en clases
sociales con la creación de nuevos roles en la actividad económica, política y
religiosa.
[6] La Edad Antigua es el período de la historia que se
inicia con la invención de la escritura, hacia el 3000 a. C. y finaliza con la
caída del Imperio Romano de Occidente, en el 476 d. C.
[7] Los arqueólogos han desenterrado los restos de más de
20 asentamientos sucesivos en Jericó, el primero de los cuales se remonta hace
11000 años. Los abundantes manantiales en la ciudad y sus alrededores han
atraído a la población humana durante miles de años. Jericó se describe en la
Biblia como la "ciudad de las palmeras" y es escenario principal de
los textos bíblicos. Su nombre viene del vocablo cananeo y luego hebreo
"luna" -Yareaẖ- nombre que evoca al dios lunar Yarij, del cual la
ciudad fue en la antigüedad un centro de culto.
[8] Tribus nómadas muy belicosas llegadas del Asia central
que ocuparon la región al oeste del río Éufrates, Siria y Canaán.
[9] La civilización egipcia se desarrolló entre 3300 a. C.
y 332 a. C., en el valle del río Nilo, al norte de África. La riqueza de sus
recursos naturales y su aislamiento geográfico le permitieron convertirse en
una civilización muy poderosa. Tuvo una larga historia, marcada por períodos de
unificación y dispersión del reino. Organizó el Estado en torno a la figura del
faraón, que era un soberano absoluto legitimado por las creencias religiosas.
Su organización económica estaba controlada desde el Estado, a través de un
sistema de tributación y redistribución de productos y servicios. Estableció
una religión politeísta, cuyos principales dioses fueron Osiris, Isis, Horus y
Seth. Tenía una sociedad jerarquizada, con clases privilegiadas que vivían del
tributo que pagaba la mayoría de la población. Desarrolló un complejo sistema
de escritura que evolucionó a través del tiempo.
[10] Pueblo asiático que se hizo con el control del Bajo
Egipto a mediados de siglo XVII a.C. tras atravesar Canaán. Introdujeron el caballo
y el carro de guerra.
[11] Pueblo de origen armenio que a la caída del imperio
acadio fundaron una serie de reinos: fueron pueblos muy apegados a los
caballos. Sus cultos religiosos influenciaron a todos los pueblos con los que
interaccionaron.
[12] Originarios de Anatolia que dominaron la equitación y
el manejo del carro de guerra. Atravesaron Canaán en su camino hacia Egipto.
Sucumbieron ante los asirios.
[13] De origen todavía incierto, englobados en el genéricos
'Pueblos del Mar', tras su enfrentamiento con los egipcios, se establecerían en
la costa suroeste de Canaán en cinco ciudades -Gaza, Ascalón, Asdod, Gat y
Ecrón -donde fusionaron su cultura con la de la región. Aparecen mencionados en
la Tabla de las naciones del Génesis, donde se les atribuye ser descendientes
de Mizraím (es decir, de Egipto). Se consideran los tradicionales enemigos
históricos del pueblo de Israel. Goliat, el gigante que luchó y fue vencido por
el rey David, o la pérfida Dalila, que arrebató la fuerza a Sansón cuando cortó
sus cabellos, fueron filisteos.
[14] Denominación con la que se conoce a un grupo de pueblos
de la Edad del Bronce que migraron hacia Oriente Próximo durante el 1200 a.C.
Navegaban por la costa oriental del Mediterráneo; pueblos migratorios
caracterizados por su reasentamiento y asimilación por los pueblos que
conquistaron.
[15] Sociedades nómadas, dedicadas al pastoreo del rebaño
(cabra y camello, sobre todo) y, en menor medida, al comercio en el desierto
arábica donde la vida era difícil (escasez del agua y otros recursos), por lo
que la pertinencia y lealtad a una tribu era fundamental para la propia
supervivencia. Las tribus árabes se sustentaban en estructuras fuertemente
patriarcales.
[16] Tribu tracia de tiempos homéricos muy vinculada a las
tribus griegas de las que asumió todas las aspiraciones helénicas. Durante el
siglo IV a. C, Filipo II convirtió Macedonia en la principal potencia de
Grecia. Su hijo Alejandro Magno (Alejandro III) conquistó la mayor parte del
mundo conocido, inaugurando el Período Helenístico de la historia griega.
[17] El Imperio bizantino es también conocido como el
Imperio romano de Oriente. A lo largo de su dilatada historia, el Imperio
bizantino guerreó contra los sasánidas, normandos, búlgaros, árabes y turcos.
Aunque su influencia en África del Norte y Oriente Próximo decayó como
resultado de estos conflictos, el imperio continuó siendo una importante
potencia militar y económica en Europa, Oriente Próximo y el Mediterráneo
oriental durante la mayor parte de la Edad Media.
[18] Abraham -ejemplo de fe en el judaísmo, cristianismo e
islam- fue el padre de Ismael e Isaac, ancestros respectivamente del pueblo
árabe de los ismaelitas y del pueblo de Israel por medio de Jacob, hijo de
Isaac y nieto de Abraham, quien tuvo doce hijos que fundaron las doce tribus de
Israel. Es el progenitor biológico de los judíos y el padre del judaísmo, el
primer judío; en el cristianismo, es el progenitor espiritual de todos los
creyentes judíos o no judíos56 y en el islam es visto como un eslabón en la
cadena de profetas que comienza con Adán y culmina en Mahoma.
[19] Llegados a la Tierra Prometida, el patriarca, familia y
rebaños, empujados por una hambruna en Canaán, emigraron a Egipto donde fueron
bien recibidos y, no mucho después, expulsados.
[20] Las religiones abrahámicas son las creencias
monoteístas que reconocen una tradición espiritual identificada con Abraham y
se refieren -colectivamente- al judaísmo, cristianismo e islam, a las que se
suman en ocasiones otras como el bahaísmo, los samaritanos, los mandeos y los
drusos. El movimiento rastafari también tiene raíces abrahámicas.
[21] Inscripción triunfal en arameo, localizada en Galilea y
realizada con toda probabilidad en la época del rey arameo Hazael de Damasco, a
finales del siglo IX a.C. En ella se localiza el nombre de David y su dinastía
fuera del contexto bíblico. Corroboran el relato bíblico del Segundo Libro de
los Reyes.
[22] El sitio de Tel ‘Eton, ubicado entre la Sefelá -entre
los Montes de Judea y la llanura costera- y el monte Hebrón, en Israel, fue un
centro administrativo judaíta importante de la Edad del Hierro. La mayoría de
los especialistas identifican Tel Eton con la bíblica Eglón, una ciudad cananea
que fue conquistada por los israelitas según el libro de Josué.
[23] Cartas de Amarna. Tablillas de arcilla alrededor de 1350
a. C., archivos de correspondencia diplomática donde se detallan cuestiones
como los envíos de los reyes de Jerusalén y otros reinos dominados, encontradas
en el siglo XIX en Amarna, nombre moderno de la ciudad de Ajerjatón
[24] La Estela de Merneptah, también llamada Estela de la
victoria o Estela de Israel, es una losa de granito gris, erigida por el rey
Amenhotep III e inscrita más tarde, en el reverso, por el rey Merneptah para
conmemorar su victoriosa campaña militar en tierras de Canaán hacia el 1210 a.
C.
[25] Según el Diccionario de la Santa Biblia, de W. W. Rand
(Ed. Revisada. Grupo Nelson, 2006), la
Biblia fue escrita en los años 1491 aC y 96 dC.; y el Génesis fue el primero.
[26] Lugar del desierto occidental de Negev , Israel , al
noroeste de Beersheba y a unos 20 km al este del mar Mediterráneo, en la orilla
norte de Wadi Gerar. Durante la Edad del Bronce Medio II fue uno de los centros
urbanos más grandes de la zona.
[27] Israel Finkelstein (1949); Arqueólogo y académico
israelí, director del Instituto de Arqueología de la Universidad de Tel Aviv y
corresponsable de las excavaciones en Megido (25 estratos arqueológicos, que
abarcan 7000 años de historia) al norte de Israel. A él se deben las más
importantes contribuciones a los recientes datos arqueológicos sobre los
primeros israelitas: First Israel, Core Israel, United (Northern) Israel,
2019.
[28] Escultura
de piedra caliza negra con escenas en bajorrelieve e inscripciones que
conmemoran las hazañas del rey Salmanasar III, que reinó en Asiria entre los
años 858 y 824 a.C. Son 20 escenas en relieve, cinco por cada lado, que
representan a cinco reyes ofreciendo tributos. Aparece mencionado por primera
vez un personaje bíblico, el rey Jehú (o Joram) de Israel.
[29] Piedra de basalto negro, que muestra una inscripción de
Mesa, rey moabita del siglo IX a. C., alrededor de 850 a. C., como un registro
y recuerdo de sus victorias en su revuelta contra el Reino de Israel, que
emprendió tras la muerte de su gobernante, Ahab.
[30] El Museo Británico conserva la Crónica Babilónica ABC1
que es una serie de tablillas de arcilla escritas en cuneiforme acadio que
narra la campaña de Sargón II sobre Samaria que también está escrito en los
muros del palacio de Khorsabad.
[31] Deportaciones continuas de los judíos. ¡Si llego a
olvidarte, Jerusalén, que se me seque la mano derecha! ¡Que se me pegue la
lengua al paladar si no me acuerdo de ti, si no te pongo, Jerusalén, por encima
de mi propia alegría! Salmos 137:5-9
[32] Ptolomeo Sóter, uno de los cuatro generales que se
reparten el imperio de Alejandro Magno; se queda en Egipto. Los otros tres
fueron Parmenión, Seleuco Nicátor y Antígono Monóftalmos
[33] Del territorio que se adjudicó Seleuco Nicátor, otro
general de Alejandro Magno
[34] Rey de Judea, Galilea, Samaria e Idumea entre los años
37 a. C. y 4 a. C.6 en calidad de vasallo de Roma. En Roma, el Senado, de
forma no prevista por Herodes, le nombró "rey de los judíos". Flavio
Josefo sitúa este acontecimiento en el año del consulado de Gneo Domicio
Calvino y de Gayo Asinio Polión (40 a.C.), pero Apiano lo sitúa en el año 39
a.C.
[35] En la Guerra de los Judíos, escrita en griego en el
siglo I por el judeorromano Flavio Josefo entre los años 75 y 79 cuenta la
sublevación de los grupos judíos de zelotes y sicarios para liberar la
provincia de Judea de la dominación romana. Los sicarios asaltaron Masada por
sorpresa y degollaron a la guarnición romana apostada en la fortaleza situada
en la cumbre amesetada de una montaña aislada en la región oriental del
desierto de Judea, próxima a la costa sudoccidental del mar Muerto, en el
Distrito Meridional de Israel. En la revuelta Sólo subsistían tres fortalezas
desafiantes al poder romano: Herodión, Maqueronte y la propia Masada, que
acogió a grupos de refugiados de Jerusalén, y desde la cual se lanzaron
numerosos asaltos contra unidades romanas y aldeas judías durante los dos años
siguientes. Al final, ocho campamentos romanos rodearon la fortaleza y se
decidió construir una rampa para asaltarla. La rampa alcanzó unos 196 m de base
y 100 m de altura, con un 51 % de pendiente. Unos tres meses después de haberse
iniciado su construcción, y siete meses después de iniciarse el asedio, la
rampa fue finalmente finalizada en la primavera del año 73 y al asaltar la
fortaleza se encontraron que todos los moradores se habían dado muerte entre sí
antes de caer prisioneros y ser vendidos como esclavos.
[36] Etapa negativa, dolorosa. Vivir en galut es vivir el
desarraigo, sentirse alienado, extraño y perseguido. (en “El exilio y la
diáspora: ¿Israel sin templo?”, de Miren Jvnkal Guevara Llagunq, profesora
agregada del Departamento de Sagrada Escritura, Facultad de Teología,
Universidad de Granada. (2012)
[37] El emperador Constantino I, en el siglo IV, levantó la
prohibición.
[38] https://www.libertaddigital.com/internacional/latinoamerica/2023-10-11/maduro-asegura-que-jesucristo-era-palestino-y-fue-crucificado-por-el-imperio-espanol-7058122/
[39] https://jdiaz474.wordpress.com/2014/12/05/de-los-vientos-de-repulsa-y-otras-cosas-a-proposito-de-exodo-la-pelicula/
http://juanjfdiaz.blogspot.com/2014/12/de-los-vientos-de-repulsa-y-otras-cosas.html
[40] En el año 326, la madre de Constantino, Santa Elena,
visitó Jerusalén y ordenó la destrucción del templo de Adriano de Venus, que
había sido construido en el Calvario. Acompañada por Macario de Jerusalén, en
las excavaciones que ordenó se “descubrió” la Verdadera Cruz, la Santa Túnica y
los Santos Clavos. Por ello, la primera Iglesia del Santo Sepulcro en
Jerusalén, la primera Iglesia de la Natividad en Belén y la primera Iglesia de
la Ascensión al Monte de los Olivos fueron todas construidas durante el reinado
de Constantino.
[41] Por aquellos años, dividida en tres: Palestina Prima
(Judea, Samaria, Paralia, y Perea), Palestina Secunda (Galilea, el Valle del
Bajo Jezreel, las regiones al este de Galilea y la parte occidental de la
antigua Decápolis) y Palestina Tertia (con el Néguev y la mayor parte del
Sinaí, incluyendo Petra), que también era conocida como Palestina Salutaris.
[42] Como refleja el Itinerarium Burdigalense escrito por un
peregrino franco, de Burdeos.
[43] Dinastía árabe cristiana, vasalla y aliada del Imperio
bizantino cuyos miembros pertenecían a un clan de la tribu árabe Azd, en Yemen
del sur y llegaron hasta el desierto de Siria en el año 250. Los Gasánidas
prosperaron económicamente y emprendieron obras públicas y religiosas; también
patrocinaron las artes. Fueron derrocados por los musulmanes en el siglo VII,
después de la batalla de Yarmuk. Su poder real, sin embargo, había sido
destruido en la guerra anterior, durante la invasión persa de 614.
[44] Insurrecciones durante los siglos V y VI en la
provincia de Palaestina Prima, lanzadas por los samaritanos contra el Imperio
bizantino. Estuvieron marcadas por una gran violencia en ambos bandos, y su
brutal represión a manos de los bizantinos y sus aliados gasánidas redujo
gravemente la población samaritana.
[45] Umar ibn al-Jattab, del clan Banu Adi fue el segundo de
los llamados califas ortodoxos. Combatió en un primer momento contra Mahoma y
los fieles de la nueva religión, pero más tarde, en el año 615, se convirtió al
islam y llegó a ser uno de los compañeros y lugartenientes más fieles del
profeta. A la muerte de Mahoma en 632 ayudó a Abu Bakr a ser elegido sucesor, y
a su vez Abu Bakr lo designó como su sucesor dos años después. La tradición
judía les atribuyó el permiso a los judíos para ingresar a Jerusalén en
peregrinación, permitiéndoles adorar la ciudad.
[46] Acuerdo entre una población cristiana subyugada y los
invasores musulmanes liderados por Umar Ibn Al-Khattab
[47] Los Yund era distritos militares; en el siglo XI
desaparecieron.
[48] A ciertos grupos se les otorgó la consideración de ahl
al-kitab/gentes del Libro, seguidores de las religiones que, en
parte, compartían un corpus de escrituras o doctrinas con el Islam. Por ese
motivo se les consideraba dignos de mayor respeto que quienes practicaban otras
creencias consideradas idólatras, como el politeísmo o el animismo.
[49] Creyentes de religiones abrahámicas o monoteístas, que
vive en un país islámico
[50] Entre los siglos XI y XIII, en Oriente Próximo/Levante
Mediterráneo, los europeos crearon por las armas los llamados Estados Latinos
de Oriente, Estados Cruzados o Reinos cristianos. Surgieron a raíz de la
primera cruzada: el Condado de Edesa (en la Anatolia turca; 1098-1144), el
Principado de Antioquía (en Siria, desde la costa al interior;1098-1268), el Condado
de Trípoli (Líbano; 1104-1288), el Reino de Jerusalén (Israel; 1099-1291, fecha
de la conquista de la ciudad de Acre) que tenía varios señoríos vasallos
(Principado de Galilea, condados de Jafa y Ascalón, Señorío de Transjordania y
Señorío de Sidón). Finalmente, señalar la existencia del reino armenio de
Cilicia, previo a las Cruzadas y el más duradero (1078-1375).
[51] https://elpais.com/cultura/2022-04-16/cuando-el-papa-juan-xxiii-borro-el-antisemitismo-de-las-oraciones-de-semana-santa.html
[52] Los judíos fueron bien tratados en Al-Ándalus,
experimentando una Edad de Oro entre los años 900 y 1100, en el Califato de
Córdoba. También eran aceptados en la corte de algunos reyes cristianos, como
en la de Alfonso X.
[53] Eran los únicos a quien les estaba permitido prestar
diner3o con interés, (algo prohibido a los católicos por la Iglesia), algunos
judíos se convirtieron en importantes y conocidos prestamistas.
[54] Moisés ben Maimón, más conocido como Maimónides
(1138-1204); judío sefardí cordobés considerado uno de los mayores estudiosos
de la Torá en época medieval. Ejerció de médico, filósofo, astrónomo y rabino
en al-Ándalus, Marruecos y Egipto.
[55] En la Gesta francorum ('Gesta de los francos') una
crónica de la Primera Cruzada escrita en latín hacia 1100 por un autor anónimo
(normando o italiano) que participó en la misma y que formaba parte del
ejército cruzado reclutado por Bohemundo de Tarento en 1096 en el ducado de
Apulia se detalla que "los cruzados desencadenaron una terrible matanza
de hombres, mujeres y niños, musulmanes, judíos e incluso los escasos
cristianos del este que habían permanecido en la ciudad; la carnicería fue tan
grande que nuestros hombres andaban con la sangre a la altura de sus tobillos".
[56] A comienzos del verano de 1096, un ejército alemán de
los nobles Gottschalk, Volkmar, y Emicho se dirigió hacia el norte, siguiendo
el Rin, en dirección opuesta a Jerusalén, para comenzar una serie de asaltos
antes de dirigirse a Hungría.
[57] En 1187 Guido de Lusiñán, el último rey de Jerusalén
atacó en Hattín y fue derrotado por Saladino quien puso sitio a Jerusalén el 20
de septiembre de 1187. Sin tropas para defenderla, los cristianos se vieron
forzados a abrirle las puertas el 2 de octubre.
[58] Enfrentamiento militar decisivo en la historia de
Oriente Medio que se libró el 24 de agosto de 1516, cerca de la ciudad de Dabiq
(Siria, cerca de Alepo).La batalla fue parte de la guerra de 1516-17 entre el
Imperio Otomano y el Sultanato Mameluco, que terminó con una victoria otomana y
la conquista de gran parte del Medio Oriente.
[59] Subdivisión administrativa del Imperio Otomano; nivel
de provincia.
[60] Subdivisión administrativa del Imperio Otomano: nivel
gobernación o región.
No hay comentarios:
Publicar un comentario