Tal día como hoy hace 134 años (29 de mayo de 1879) se comunicó
oficialmente la decisión de que el Canal
Interoceánico se construiría a la altura de Panamá. Para ello se habían
reunido en París lo más granado de la ciencia (Congreso Internacional de Ciencias Geográficas, 15 al 30 de mayo de
1789: 136 delegados -la mitad franceses- de 23 países) para estudiar las
propuestas y debatir la posibilidad de abrir un canal a la navegación por el
istmo de Panamá. La decisión se consensuó en la tarde-noche del 28.
Fernando
de Lesseps ya había hecho realidad el Canal de Suez (y le habían hecho conde) y a sus 74 años no le
importó asumir el reto; como lo había hecho al asumir la presidencia del
congreso. Congreso que entregó mascado Armard
Reclus, un ingeniero naval que se pateó el lugar y entre tirar el canal por
México, por Nicaragua o tirarlo por Panamá, que eran la finalistas, convenció a
todos de que esta última era la opción. Por el istmo de Darién estaba la más
interesante.
El istmo era por aquél entonces territorio colombiano y en Bogotá, capital de Colombia (1878), se otorgó la Concesión
Wyse para abrir un canal por el istmo, y se estudiaron los trazados. Es un
lío, pero…
Pero en América imperaba entonces (¿y ahora?) la doctrina
Monroe (en realidad, de John
Quincy Adams; 6º presidente de los EE.UU.)
y no se vio con buenos (ni malos) ojos que un europeo, con capital europeo, se
les metiera en la madriguera. Yo, en la distancia, no creo que las lluvias, la
orografía y la fiebre amarilla la pusieran los yankees para joder a Lesseps, pero
a Lesseps le fue la cosa de mal en peor y terminó con sentencias y escarnio
público. La gloria de Suez se le desvaneció en Panamá. Murió el conde en 1894
con la razón perdida y viendo como los pleitos llevaban una y otra vez a su
hijo a prisión por un quítame de en medio unos miles de millones.
El canal se terminó, y se abrió al tráfico el 15 de agosto
de 1914. Colombia había perdido aquél territorio en 1903 cuando Panamá (apoyada por Washington; cómo no) alcanzó su
independencia… Entonces, como ahora se dice, se dijo que los americanos se
habían comprado un canal. A finales de los 70 el grupo Topo cantaba aquello de “los abelicanos se han comprado un canal en Parabá”… “Abélica”
se llamaba la canción.
Desde que los españoles llegaron a aquél territorio y
descubrieron lo “estrecho” que era
el istmo pensaron en hacer “un algo”
que uniera el Atlántico con el Pacífico. Vasco
Núñez del Balboa “descubrió” el Pacífico
un 25 de septiembre de 1513 -y
entonaron un Te Deum Laudamus- y en
nada ya habíamos diseñado los españoles un camino para ir desde Santa María de la Antigua del Darien (en
el Atlántico) a la Bahía de San Miguel
(en el Pacífico). La ruta resultaba larga y penosa, y bien pronto la olvidaron:
es que por ella hasta transportaban los barcos. Es que cuando un español se
pone manos a la obra… era cuestión de empujar y siempre había un indio a mano…
Antonio
Tello de Guzmán localizó en 1515 un paso más corto que se llamó
“Camino del Nombre de Dios/Camino Real/Carretera del Rey” pues hasta se empedró con el tiempo. Nombre de
Dios era un lugar, puerto lo llamaron algunos y figuró en los papeles, de esos
que se pone una “X” en un mapa y se dice: ¡aquí, no! Y van y lo construyen ahí.
Al poco lo abandonaron, claro. Los ingleses lo pirateaban día sí y día también.
Carlos
I
(y V de Alemania; no confundir con el brandy) encargó en 1527 a Hernando de la Serna
una ruta “lo más navegable posible”. Y De la Serna le brinda el camino desde
la Boca del Chagres (en el
Atlántico), por el río Chagres, a Venta de Cruces y de ahí, por camino
terrestre, a Panamá “La Vieja” en el
Pacífico. En 1533 Gaspar de Espinosa propone y obtiene
del Emperador el permiso para desarrollar el llamado Camino de Cruces que emplea el río Chagres, conocido entonces (desde
Cristóbal Colón) como río
de los Lagartos (cocodrilos) y que hoy es el mismo río que forma el Lago -artificial- Gatún (donde están la esclusas de Gatún del actual canal panameño).
Total, que con 35 km por tierra se pasa la mercancía a gabarras y hasta el Atlántico,
o viceversa, a la inversa, hasta el Pacífico. Al final hubo que fortificar las
dos entradas porque los piratas, como Henry Morgan, no paraban de atacar
Portobelo y quedárselo todo.
En 1819 el
Gobierno español se decidió a desarrollar un canal y barajó tres rutas: por el istmo de Tehuantepec, en México (entre
Coatzacoalcos en el Atlántico y Juchitán de Zacagozán en el Pacífico), por Nicaragua (por el río San Juan, el lago
Nicaragua y el río Escondido… con canales artificiales entre ellos) y por Panamá por donde, más o menos va el
actual. Y sólo las barajó pues nadie pidió juego y ya entonces estábamos
caninos en cosas de la Hacienda pública.
Luego llegó el congreso de París… y estudió las viejas tres
propuestas de los ingenieros españoles de 1819… con la diferencia de que ahora
sí había dinero. Y se decantaron por Panamá, desechando Nicaragua y México.
Luego la cosa de complicó y… esa es otra Historia.
Pero tal día como hoy, hace 134 años, se anunció al mundo
que se comunicaría el Atlántico con el Pacífico por un canal… y ahí está.
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