Pasó a charrar con nosotros por “Los cafés del Meliá” un
duro histórico, Antonio Fernández
Valenzuela, que resultó humano y cercano a más no poder. Y no es que los
años le hayan ablandado, que lo han hecho, es que jugaba en casa y entre
amigos, muchos de ellos entrañables. Ahí estaba Miguel Martínez Monge que recién cumplidos sus primeros ochenta y
dos noviembres sacó a pasear su decanato del gremio de plumillas locales para
acompañar al amigo; o Roc Gregori, o
Manolo Catalán… o todos, casi todos,
los tertulianos. Quien más o quien menos habíamos tratado con Antonio en el
Ayuntamiento de Alicante, en la Diputación Provincial, en la Cámara de Comercio
o en una de las principales empresas de las Artes Gráficas de la Comunitat
Valenciana: Gráficas Díaz.
Antonio fue uno de los pilares del socialismo alicantino
-guerrista hasta la médula- y aún sigue militando directamente al Comité
Federal.
Antonio Fdez Valenzuela; ayer y hoy |
Fernández Valenzuela tiene su corazoncito a flor de piel; es
la primera vez que un tertuliano se nos ablanda tanto al recordar sus primeros
años: sus padres, el Valle de la Serena, aquellos duros tiempos de finales de los años 40 en la fría Extremadura… la
llegada a Polop de la Marina tras un largo periplo en aquellos trenes donde la
carbonilla entraba hasta en el corazón, su paso por el Hogar Provincial y, al
final, Benidorm, un Benidorm donde Antonio comenzó a labrarse su vida, con ñapas aquí y allá, hasta que fue llamado
a Filas. Dos años de mili en fuerzas
especiales y una promesa a sí mismo: ser su propio jefe.
Aún emocionado recordaba el préstamo de la Caja de Ahorros
que le permitió su primera aventura empresarial en el campo de la
encuadernación. Le firmó el préstamo un Pedro Zaragoza Orts para quien guarda
un grato recuerdo. Y con aquél dinero empezó; empezaron. “Mi suegro era encuadernador; comenzamos en la calle Sevilla”. Les
fue bien y al poco, a la calle Antares, en el Barrio de La Florida, y después,
a San Vicente. Y hasta “compramos al
bueno de Paco Díaz su imprenta” y le mantuvo el nombre, las archiconocidas
Gráficas Díaz, hasta el final. Pero para muchos, seguía siendo “Moscú”.
Y nos contó la intrahistoria: “mi suegro
sí era comunista, y estaba fichado; y me dijo, la llamaremos Moscú”. Y con
Moscú se quedó en aquellos tiempos del franquismo. Las cosas de La Terreta.
Su militancia en la Izquierda era notoria; le tentaron los
comunistas. “Pero yo no era comunista; no
acepté. Milité en el PSOE; me afilié en 1973 al Club de Amigos de la Unesco”
que era la forma tapadera de hacerlo y comenzó siendo Secretario de Barrios para
luego pasar por todos los cargos orgánicos hasta llegar a las listas y ser
concejal del Ayuntamiento de Alicante (1979); y a la Diputación (cuatro años
vicepresidente y ocho presidente, con un amplísimo bagaje de realizaciones). Y
después a la Cámara de Comercio, presidente. “Me lió Zaplana”. Y apostilló: “Conozco
a Eduardo desde que era un niño y de su paso por el Partido Liberal”. Luego
me asombró, aunque no era la primera vez que lo oía, porque he estado en el
equipo del político benidormense: “Zaplana
no terminó en el PSOE porque no cuajó la relación con Luis Berenguer y Paco
Ordóñez”. Y si lo dice AFV, como le reseñábamos en las notas, es una
opinión autorizada. Eduardo es un animal político en estado puro y aquellos
años 80 eran de mucha movida.
Antonio sigue pensando en clave socialista aunque sin pasar
ni por Alicante ni por Valencia; milita directamente al Comité Federal. Y le
duele la situación actual: “El partido
sigue estando ahí, quebrado”. Y va a más: “si el partido no maniobra y facilita la investidura de Rajoy, desaparece
en unas terceras elecciones”. Lo que hay que hacer ahora salir de la
situación: “sobrevivimos al
enfrentamiento entre Largo Caballero, Indalecio Prieto y el doctor Negrín,
saldremos de esta”. Pero, Antonio, guerrista de pro -insisto- advirtió: “el partido no es de los militantes; es un
instrumento al servicio de los ciudadanos”. Un aviso a tendencias jóvenes,
al tiempo que reconocía que “los partidos
son sectario de ‘per se’ y lo único que tienen que hacer es servir al ciudadano”.
Está de vuelta de todo: “viejo,
gordito, cabezón, un querubín -de niño me decían ‘Canito’-, 3 hijos, 4 nietos,
retirado y jubilado”. Hace nada y menos volvía a la primera línea: “conseguí los avales para ser candidato a la
alcaldía de Alicante, pero no transigí (en lo de los asesores) y no gané
las primarias”. De alguna llamada de contrincantes aquella noche nos habló,
pero lo que pasa en “Los café del Meliá” queda en los
posos de las tazas. Y ya en faena nos habló de los asesores: “los mejores, los técnicos de la casa; en 20
años en política no he tenido personal de confianza”. Reconoció algún apoyo
puntual a compañeros, pero por un breve lapso de tiempo: “en el partido y en la guerra no puedes abandonar a los compañeros
heridos”.
Aquí llegados, se hacía impepinable preguntarle por la
viabilidad de las Diputaciones ahora que todos hablan de suprimirlas: “las instituciones deben ser eficaces; hay
que adecuarlas a los tiempos actuales porque si no, ¿quién se va a ocupar de
Vall d’Ebo o de Penáguila?”. Vamos, que sí: Diputaciones.
Y hablamos del Patronato de Turismo de la Costa Blanca, un
“invento” del 81 y sólo le sacamos que “en
Turismo somos una perita en dulce” y que “hay quien solo se dedica a ponernos palos en las ruedas”, lo que
dio para un ratito de debate. Y también hablamos de SUMA, Gestión Tributaria,
un modelo de gestión de tributos -que adelanta dinero de los mismos a los
Ayuntamientos- y de la que se siente muy orgulloso: “no sólo fui yo; ahí estaban Antonio Mira y otros, y ahora es un modelo
que se está aplicando en otras CCAA y provincias”.
Y así fuimos desgranando episodios de un pasado muy reciente
del que ha sido protagonista en primera persona y que como todos los que lo han
sido, vale más por lo que calla. Nos ha
sorprendido este Antonio Fernández Valenzuela. Detrás del personaje
político con fama de duro e implacable hay un hombre que aún se emociona
recordando cómo llegó a Polop de la Marina, con ocho años, en aquél
destartalado autobús de línea de La
Callosina.
Hubo más, mucho más, pero concluyamos con un…Pasó a tomar
café con nosotros, por el Meliá Benidorm,
mientras Cruz Roja y Balearia celebraban convenciones, Antonio Fernández Valenzuela, hoy ya un jubilado.
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