La verdad es que ya la primera secuencia impacta y engancha.
El bueno de Tomás Cortes relata la
conversación de don Pedro con el
obispo de la diócesis al respecto del “dos
piezas”. Aquí aún no se le llamaba bikini
por mucho que en el atolón estallara la bomba en 1946 y que los 194 cm2
de tela (del primer bikini/dos piezas) se hicieran famosos. Al mismo tiempo que
la BB (Brigitte Bardot) lo luciera
en “Marine, la mujer sin velo”, una
racial Beatriz Ledesma (que también
lo cuenta en el documental) hacía lo propio en Benidorm; y aquello era en 1952.
En Europa se llevaban los huesos (que luego llegaría Twiggy -Leslye Lawson- y la minifalda); pero en la racial península
se llevaba las curvas pronunciadas… a tenor, literal, de las fotos que veo; que
yo no estaba aquí por aquél entonces.
Pues va Tomás y recuerda que cuando el obispo de Alicante le
dice a don Pedro que aquí debe
imperar el bañador de una pieza
frente al de dos piezas, don Pedro le pregunta por la pieza que
quiere que le quite a la bañista.
De entrada, el documental, engancha.
Ócar Bernácer, Jordi Llorca, Joana Ortueta y el equipo de Nakamura Films |
Gracias Óscar
Bernácer, gracias Jordi Llorca,
gracias Joana Ortueta. Hoy andaban
por Barcelona promocionando la película/documental “El hombre que embotelló el sol”
donde si bueno es el inicio, igual de bueno es el final. Ha sido un placer ver
en imágenes lo que tantos y tantos años llevo escribiendo. Fenomenal trabajo;
¡a por el Goya!
Sabía que habían hecho un buen trabajo. Óscar lo traslucía.
Anda enamorado de Benidorm. Hoy, sin más, le leo que “Benidorm es una fuente inagotable para el cine de historias reales e
imaginarias”. Y, confieso que, me había dicho ya que habían dado con “mi” placa de los lapones. Cuando escribí
sobre aquella iniciativa de 1965 me emperré en dar con la placa a la familia Nourgan con la que se les “nombraba” Cónsules Honorarios de Benidorm
en Laponia. El consulado de Finlandia en Benidorm, como que pasó de mí;
le embajada finesa, en cambio, resultó de lo más amable y colaboradora. Tras
varias gestiones me confirmaron que “no existía oficialmente tal consulado”
(hasta ahí, lo teníamos muy claro) y que “no tenían noticia de la visita” (de
la familia lapona). Claro, era de 1965 y esto fue en 2015 ¿Quién del personal
diplomático se iba a acordar? En la embajada de España en Helsinki sí encontré
una funcionaria, de allí, que supo darme referencias, pero no el paradero de la
placa ni la localización de los Nourgan. Y lo dejé. Pero Óscar, Jordi y la
gente de Nakamura Films conocieron
la aventura de la pareja catalana en aquellas latitudes, cuando el joven lapón al
ver la “B” de la placa de matrícula de Barcelona del coche español
exclama ¡Benidorm!... y hasta allí
que se me fueron y dieron -¡Enhorabuena!- con Ida Karoliina -entrañable abuelita hoy: “los sami no tenemos cola; no”- y su hija… ¡Y la placa!
Ida Karoliina (hoy, con su hija) conoció el mar en Benidorm (junui de 1965) |
Deslindar la leyenda de la verdad no era el cometido del
documental; pero deslinda sin ofender lo más mínimo, porque la leyenda engrandece,
y la realidad se diluye en el arcón del tiempo. ¡Qué bien lo explica Miguel-Anxo Murado casi al comenzar la
historia! El mito solo resulta engrandecido: “las leyendas surgen de la verdad”.
Incluso Borja Cobeaga: “Un recuerdo distorsionado con un delirio es
muy coherente; es Benidorm”. Del
mismo tenor, la socióloga Patricia
Soley-Beltrán que a través del cuerpo nos eleva la mente y actúa sobre la
psique: lo puntualiza todo con precisión milimétrica.
Lo dicho: una noche redonda y maravillosa la del estreno de
"El hombre que embotelló el sol". Fascinante poder reencontrarme
y saludar al amigo Jaume La Era Climent que revive sus recuerdos con Benidorm a sus pies. Perfecto
en sus comentarios el profesor Fernando
Vera, el hombre que consiguió preservar -para la Universidad y para todos-
el archivo de don Pedro; consecuente
y sumamente equilibrado el testimonio de Roc
Gregori, testigo de todo el proceso narrado; apropiadas las
puntualizaciones de José María Perea,
notario de la noticia de aquellos años. Rotundos los tres. Muy interesante
sentir las opiniones frescas de los "nuevos"
plumillas (por jóvenes): espléndida Raquel
López (hasta se deja querer por la cámara) o Sergi Castillo (que por unos frames
deja la promoción de su libro para diseccionar aquél Benidorm). Hasta Eulogio Bordás, el experto en Marketing
turístico, se rinde ante don Pedro,
sus ramas de almendro en flor (primavera total), sus carteles por toda Europa (“Está llegando a Benidorm; sólo 1.200 km más”)
y “la suerte del principiante”; pero había que hacerlo. Y en eso estaba Don Pedro, el hombre que embotelló el
sol.
Hasta Giles Tremlett,
el corresponsal de The Guardian y
colaborador de The Economist -autor de
España ante sus fantasmas-, alabando
la Turópolis por excelencia que es
Benidorm. No sé: el que Carles Ferrater,
el autor del Paseo de Poniente, elogiara este Benidorm de don Pedro, o que lo haga yo, no tiene el más mínimo mérito: él, por
profesional -arquitecto que sabe de qué habla-comprometido con una emblemática
obra, y yo por amigo de Pedro, don Pedro. Esa obsesión por Benidorm me
la inculcó él. Su hijo Kiko Zaragoza
(ahí estaban los cuatro hermanos) lo dejó bien claro: “Para mi padre, Benidorm fue una
obsesión”. Y su padre es el hombre que embotelló el sol.
Si “Benidorm consume cielo y no suelo”,
que dejó dicho en 2010 Nuria Montes
(en un congreso sobre eficiencia medioambiental) es por aquél Plan General de
1956 que Pedro, don Pedro se sacó de la manga, y
todos, absolutamente todos, como explicó Pepita Moncho, se implicaron en ello. Hoy Benidorm no es el retrato
del exceso urbanístico, sino la planificación sostenible de un espacio urbano
orientado al turismo porque las cosas que idearon don Pedro y todos aquellos benidormers de los años 50, 60, 70 y
80 han dado sus frutos.
Salieron bien las propuestas del hombre que embotelló el
sol. Si Ud. tiene la oportunidad de ir a ver la película/documental, no deje de
hacerlo. Comprenderá mucho mejor esta gesta inacabada que es Benidorm y entenderá
mejor lo que es el turismo y las clases medias: Operación BB. Y, porqué no:
Festival de la Canción.
En derredor mío, la noche del jueves, en el cine Colci, había emoción a flor de piel que
en más de uno -y una- estalló. Supe después de alguna lágrima (furtiva o no) de
quienes se veían reflejados por haber sido actores de una película a la que
algunos hemos voz. Échele un ojito al tráiler.
Gracias Óscar -gracias Jordi,
gracias Nakamura Films- por contarnos la Historia de “El hombre que embotelló el sol”
en botellas de vino tinto de Salvador
Poveda a las que colocaba esa etiqueta: “Benidorm”. Ahora mismo
tienes en marcha -has conseguido tanto material- una continuación de esta
historia del turismo español. Si esta la has terminado poniendo el corcho a
aquella botella, inicia la próxima descorchando un Señorío de Benidorm; vino
es y gana premios. Y hablando de premios:
vosotros, a por el Goya.
Aún sabiendo distinguir el hombre de la leyenda, el mito de
la fantasía, querido Óscar, sólo te pongo un “pero…”. Eché en falta un plano, un solo plano, de aquella
premonición: “Así será Benidorm” (1955).
Pero aún así, que sepas que, la peli me subió al 6º cielo;
al 7º, sólo una mujer.
Jajaja, me ha encantado lo de "se deja querer por la cámara", Gracias por tu crítica :-)
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