Estuve el otro día en un programa
de la tele local y salió a relucir el tema de los parques temáticos como
revulsivo del turismo. Y a tenor de cómo funcionan, pues… ¿Qué nos pasa con el
ocio temático?
Eran los años 80 cuando una
delegación de yankilandia se recorrió
el Arco Mediterráneo español, desde Barcelona a Málaga, vendiendo que buscaban
un emplazamiento para su proyecto europeo, porque el elefante de París no
entraba por el ojo de la aguja Disney. Recalaron por aquí para poner de los
nervios a la municipalidad de París y al gobierno de Francia: pasta, pasta;
queremos pasta…
El argumento inicial, tan falso
como el final, era que Cataluña disponía de un plan de viabilidad para una de
estas instalaciones, pero bien comidos y mejor servidos -estando ya en la A7-
lo mismo les daba, que les daba lo mismo, echar un tour. Total, que como en un
moderno “Bienvenido Mr. Marshall” se
patearon el terreno a mantel puesto. Muchos de aquel Consell nunca había chafando
un tormo y pisado la marjal; y por Andalucía y Cataluña, más de lo mismo.
Entonces había dinero -Tassauds,
Pearson, Anheuser Bush y algún otro grupo nás- rondando el tema del ocio
temático y en Cataluña estaba La Caixa y su inmobiliaria La Colonial… Total,
que una década después y, dicen que, 300 millones de euros vimos el primer
parque temático de España que funciona a modo de hucha sin fondo; pero funciona.
Los parques temáticos son así y este
es el detallín que, a veces, olvidamos. Se mueven a base de euros; muchos
euros. El parque catalán lleva tragado en 22 años 1.160 millones de euros
extras en ampliaciones y actualizaciones en el conjunto del resort.
En esto de los parques de ocio
temático los hay varios tipos. Uno, el más notorio, lo integran los llamados
parques “de destino”. En California y Florida (con filiales continentales) están
los más famosos y comerciales. En esos sitios no hay nada más que el parque; y
a ellos se va de vacaciones. Les adjudicamos cifras millonarias de visitantes
(vacacionistas) de 10 a 18 millones. Unas cifras alejadísimas de la realidad
peninsular (suponiendo que exista).
En nuestro concepto europeo
estaría otro grupo de parques: los que complementan los lugares de vacaciones.
El atractivo principal lo genera el lugar y el parque es oferta complementaria.
Así podemos encuadrar todos los europeos; que en Europa hay un número
significativo de parques de ocio temático.
Ahora bien, los de París -que al menos son dos y están en la órbita
americana- juegan en otra división y se han merendado una caja de ahorros y
siguen libres de la mayoría de tasas e impuestos. Que esa es otra.
La perspectiva del tiempo -de los
ochenta a hoy- nos ha hecho ver, con la contundencia de los números rojos, que la
clave no estaba en el terreno barato, la abundancia de agua, la existencia de
un “pagano” que aguantara los vaivenes del grupo inversor y la existencia de un
número prácticamente infinito de gente (público). En París se esgrimían los 79
millones de viajeros que la transitan anualmente. A esa ecuación, ahora
sabemos, le faltaban los factores “mercado” y “oferta de atracciones”.
Y podíamos haber visto, desde el
primer momento, que la ecuación americana ya lo contemplaba, pero embobados con
las orejas de Mickey (¡que tiene narices!) olvidamos las variables que ya se
experimentaban en Ohio (Cedar Point), por ejemplo.
Yo analicé la cuestión y fui recompensado
en el 2000 con el Europa Universitas; pero veo que aquello nos lo leímos los miembros
del Jurado y yo. ¿Y quién soy yo? Yo también estaba ilusionado; tal vez más
realista, pero ilusionado. Los que no lo estaban no era por el parque sino por
intuir pelotazo urbanístico; que de parques sabíamos todos poco. Algunos, nada;
ni aún hoy.
La verdad es que en la década
final del siglo XX los parques temáticos se consideraron la panacea universal
del turismo. En realidad, se trató de un placebo. Aquella medicina se nutrió de
unos estudios de mercado que habían planteado una cuestión a la ciudadanía rayana
en lo atractivo y alejada de la realidad. Aquí, en Europa -y mucho menos en
España-, no había -ni hay- cultura de ocio temático y todo lo más se
consideraron visitas ocasionales.
Pero la cuestión clave -aquí- ha
sido la financiación. Si hasta Disney, en París, ha fundido cajas de ahorros.
La condonación del 80% de la deuda a Isla Mágica es una minucia con el fregado
que existía. Y no te cuento las letras de pelota en Port Aventura, el desastre de
Terra Mítica o la alquimia contable del Parque Warner.
Era muy fácil decir en las encuestas
que irías al parque y pagarías el parking y comprarías las entradas, y
gastarías como un descosido aquí y allá, que comerías en sus restaurantes y te
llevarías un baúl con souvenirs (¡qué
antiguo!) de tu visita habiendo dejando la tarjeta de crédito con el grosor del
papel de fumar. Pero luego, a la hora de la verdad, ante la visión de las
tarifas finales ya cambian las opciones. Y en las encuestas de 1995 hablábamos
aún en pesetas (sabíamos lo del Euro, pero cuantificábamos en pesetas).
Así con esas, las previsiones de
visitantes caían en picado. Aún sin el tortazo de la realidad decíamos entonces
que llegar al millón y medio de visitantes para el parque de la Costa Blanca no
sería tarea fácil. Benidorm es un gran “banderín de enganche”, pero “no había
cultura de parques”… que es un eufemismo para decir que el ‘parné’, en vacaciones, es para otras
cosas.
No sé cómo apareció un estudio
con una optimista previsión de tres millones de visitantes y todos se mostraron
eufóricos. ERA paró sus estudios en 1996 habiendo vaticinado 1’3 millones; BLG
llegó hasta los 2 millones con serias dudas; PW concluyó los suyos en 1999 con
mejores proyecciones, hasta los 3 millones… que no se han cumplido ni a día de
hoy.
El parque de aquí costó 100
millones más de lo presupuestado (270) y el estudio de rentabilidad de ERA
exigía un máximo de 30.000 millones de pesetas (180 millones de euros) en
costes… Y nos fuimos al doble. Emular a Port Aventura (61.000 millones de
pesetas; 310 millones de euros) parecía la meta; menos mal que no jugamos a
superarlo.
Los de ERA planteaba la entrada
al parque a 3.000 pesetas (18 €) y advertían que Benidorm no estaba para
aquellas tarifas pues si se confiaba en el turismo extranjero, TTOO y AAVV
trabajaban con precios más que ajustados. Por eso ERA recomendó un parque de
atracciones “gordo” y no un parque de ocio temático. Y se pensó en un “corner”.
Pero no era la era de ERA y hubo otros que hicieron ver una ansiada necesidad
de ir a más.
Yo recuerdo la ilusión de tantos,
animados con éste y otros proyectos, suscribiendo participaciones individuales
para poder estar en la génesis del parque. A mediados de los 90 había una epidemia
de parques de ocio campando por la vieja piel de toro.
El parque Warner ya costó más que
Terra Mítica y… ahí está como está.
Por eso, cuando se habló del
Paramount en Murcia con un proyecto de 1.100 millones de euros… pues uno se
descojonó. Y si uno se declaró escéptico a gran escala con Gran Scala en Los
Monegros, imagínense con lo de Murcia. PEM también habló de tres millones de
visitantes para el proyecto murciano… igualito que un jefe de prensa dijo del
número de visitantes de INTUR uno año de mucha afluencia. ¡Ja!
Clave: ERA - Economica Research Associates // BLG
- Baker Leisure Group // PW - Price Waterhouse // PEM
- Proyectos Emblemáticos Murcianos
// INTUR – Feria de Turismo de
Valldolid
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