Los hay que tiran de la filosofía para llegar a la cuestión;
los hay que acuden a las matemáticas y a la lógica. El caso es que, sea como
sea, no hay dos sin tres.
Me explico….
Estaba yo metido en el berenjenal que hoy me inspira es post
por lealtad a un amigo, por real raciocinio, por sentido común (que, recuerdo,
es el menos común de los sentidos, y en particular de los míos), por absoluto convencimiento, por incordiar
mayormente, por amor propio… Por lo que sea.
¡Qué sé yo por qué! Pero el caso es que estaba comprometido
con mi amigo en su lucha contra un logo que no me gusta -vamos, que odio- y
predisponiéndome en contra de mucha buena gente que trabaja notable acierto en
la promoción de Benidorm por unas camisetas que, a mi lego entender, no creo
que dijeran nada sobre Benidorm y vendieran Benidorm aún menos.
Así las cosas -yo soy leal a mis amigos, aferrado a mi natural
inconsciencia- yo no veía más salida que un duelo a florete al amanecer frente
a la tapia del cementerio. Y, naturalmente, saqué mis pistolas de duelo (por si
acaso, que el florete es muy delgadito) y me presenté como padrino. Estaba
dispuesto, incluso, a abofetear yo mismo, en nombre de mi amigo, con el guante de
la indiferencia, blanco guante -¡faltaría más!-, al osado diseñador que en su
obcecación y ausencia de pedigrí benidormero creía que sus diseños eran mejores
que los del equipo de mi amigo que destina Benidorm por los poros.
Estaba, sí, de verbo estar; como aré es del verbo arar y no
del hacer, pues le falta la letra hache.
Sí, estaba viendo yo que aquello no tenía arreglo.
Y estuve en un tris de saltarle al cuello al interfecto del
diseño cuando dijo que la isla, la Isla de Benidorm, no era emblema de Benidorm;
no era un icono de esta ciudad. Las miradas mataran, la de tiempo en Fontcalent
que hubiera pasado.
Bueno, el caso es que atendí la siempre docta sugerencia de una
amiga que a base de estar en el ajo sabía de qué iba la cosa -que, por cierto,
estaba chunguilla- y me planteó muy
seria que había que estar con Benidorm antes que contra la idea, que seguía yo
si verla hasta que me la ilustró.
Y es una lástima no poder acompañar los diseños de una y
otra parte para que ustedes mismos comparen la calidad de una y otra propuesta.
Y no lo hago porque no quiero dar cancha a la tercera propuesta, aunque a 26’90
€ no sé yo cuántos iban a lucirla.
Pero el caso es que, al final, se tuvieron presentes las
ideas de mi amigo (o fue por ciencia infusa, ¿quién sabe?) y se consiguió una
especie de tregua en la lucha fratricida (ideas de promoción hermanas) y se acordó
dejar pasar el verano, nada más disparado el chupinazo de San Fermín, citándose
a mesa y mantel al declinar septiembre.
Y, mientras tanto, los egos se recomponían y se lamían las
heridas… hasta que va el Vogue (Condé Nast Inc.)-¡Sí, el Vogue!- y nos larga
que “la
localidad alicantina -Benidorm- constituye un atractivo e inesperado
imaginario ‘Kitsch’ para la moda y la creación artística” y nos lanza
una camiseta: “la de Benidorm, la única camiseta ‘souvenir’ que querrás este verano”…
Sí, ¡¡¡la única!!! No hay dos sin tres, ¿o sí?
Y contra eso, por muchos 26’90 euros del ala que cuesta,
¿quién puede/quiere competir?
Le llaman, al Vogue, la Biblia de la Moda y acaba de sacar
la camiseta de Benidorm. Hale, a los demás que les den… ¡por ahí!
Dije que no hay dos sin tres, pues tres camisetas. Y a la
tercera va la vencida.
Habíamos conseguido, metafísica aparte, que cuando uno no
quiere, dos no se pelean… Y entonces va, y me surge un trío.
Y ahora, ¿qué?; ¿qué hacemos?; ¿qué hago?
De momento, no hay imágenes de las camisetas en este Post. Y
las tengo,
A mí me iba la línea de mi amigo; cosas de la lealtad y del
canto a la amistad. Me gusta más una causa perdida que un glencairn de Rich Oak de Penderyn; y eso es miel de
romero en güisqui galés.
Pero estaba yo satisfecho y tranquilo por cómo iban las
cosas y el comportamiento de las partes; partes que, por mano de mujer, habían
atendido -tal vez por ciencia infusa- alguna sugerencia de mi amigo y habían
lanzado una propuesta con “Capital
Europea de Sol y Playa” y con -¡¡¡naturalmente!!!- la Isla de Benidorm en
el culologo ese mal inventado. En
estas que aún insistía mi amigo en le necesidad de un “Quiero volver a Benidorm” como motivo central de una nueva andanada
-“I will return to Benidorm” para la
nota de color internacional- cuando, encomendado a la Virgen de Empel recibo
esta noticia del Vogue… Si es que no se puede tensar tanto la cuerda; y eso que
mil elefantes se balanceaban en la tela de una araña… y llamaron a otro
elefante.
Y no me voy a meter con el Vogue porque, condición humana,
está detrás Condé Nast y el amigo Paul Richardson
nos ha dejado en Condé-Nast Traveler una prueba de su magisterio periodístico titulada
“Largavida a Benidorm”…
Y como perro no come perro… ¡Larga vida a Benidorm!, aún sin
camiseta.
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