7 jul 2018

DEL SOL (I)




Me pidió Jaime, Jaime Climent, hablar del Sol cuando el Solsticio ante los amigos que se reúnen en tal fecha para ver cómo se oculta por el tajo del Puig Campana. Pocas veces me han puesto en un aprieto como este. Banalizo con lo insignificante y tiendo al academicismo con lo trascendente. Y va Jaime y me invita a hablar. del Sol. Apoyado en mi alegre inconsciencia, lo hice.

No sé, me dije: ¿comienzo con Aristarco de Samos (310-230 aC)? Para él, ya, el Sol era el centro del Universo. Se enfrentaba a Aristóteles (384-322 aC); ¡ahí es nada! Y hasta los días de Copérnico (1473-1543) -¡ojo!- que seguimos con Aristóteles. Mil setecientos años, lo menos, confundidos. Y no me remonto al Heráclides Póntico porque da grima el tiempo transcurrido hasta Galileo Galilei (1563-1642) y sus teorías. 


Del Sol sabemos mucha teoría. Está tan lejos y tan caliente.

Y caliente, encendido me pone el proceso -y condena- a Galileo. Y no, Galileo nunca dijo “Y sin embargo se mueve/Eppur si mouve”. Pobre hombre: anciano, casi ciego, ante la Inquisición y, encima, altanero; ¡no!, no cuela. Al final de los años 90 del siglo XX, cuando se revisó la cuestión, Juan Pablo II pidió perdón por la Sentencia; Ratzinguer fue altivo: “La sentencia contra Galileo fue razonable y justa”. Así estamos.

¡Cuánto tiempo ha pasado!; ¡qué poco sabemos!

Por saber, en unos días -este mismo mes de julio de 2018- la NASA lanzará la Parker Solar Probe que será la primera en “tocar” la estrella a estas alturas del siglo XXI. Y por tocar se entiende que alcanzará la atmósfera solar. Al menos, nos dará una indicación de temperatura y radiación. La Solar Orbiter, de la Agencia Espacial Europea, saldrá al espacio en febrero de 2019. Dicen que llegará a la heliosfera interna. Si es capaz, sabremos más. 


Es que no sabemos nada.

Así se entiende que el Sol fuera objeto de culto; que en torno suyo surgiera una religión. El filósofo Filón de Alejandría (15ac-45dC) y el historiador Flavio Josefo (37-101) nos dejaron escritos donde contaban que los esenios, una secta judía del Siglo II aC, eran ya adoradores del Sol. Hasta Julio César se asombra del culto al Sol en la Galia. Y eso que para los romanos era una venerada deidad.

Pero no sabíamos más. La arqueología nos cuenta que esto viene de atrás; de muchos años atrás.

Los egipcios creían que el Sol era una creación de Ra, el rey de todos los dioses. En Japón el Sol era una diosa, Amaterasu: el ser más poderoso del universo. Aún hoy los japoneses siguen utilizando una imagen del sol en su bandera. Para los árabes, antes de la revolución de Mahoma, el Sol (Al-lat) era la diosa Madre. Hombre o mujer, dios o diosa, el Sol siempre ha sido protagonista: Amón en alto Egipto, Assur entre los asirios, Brahma entre los hindúes, Hunabku entre los mayas, Huiracocha entre los incas, Sury, esposo de Aurora, en Mesopotamia, Tamuz en Babilonia, Apolo y Febo entre griegos y romanos, Beleno entre galos, Baldier entre nórdicos, Inti entre los incas…

Como mediterráneo, la cultura clásica ama el Sol. Los griegos sostenían que el astro era en realidad el carro de Apolo, que surcaba el cielo cada día hasta llegar al Océano que rodeaba la tierra, que recorría por la noche, para volver a aparecer por éste al día siguiente. Píndaro puso nombre a los cuatro caballos que de él tiraban: Flegonte (Ardiente), Aetón (Resplandeciente), Pirois (Ígneo) y Éoo (Amanecer).

Tito Tacio, rey sabino que compartió el trono de Roma con Rómulo, introdujo el culto a Sol en la península itálica y se fortaleció tanto que Virgilio contaba que el Sol fue el abuelo de Latinus, el hijo de Circe, la hija de Sol, que vivía no lejos de Roma, en el Monte Circeo. Por ello, un santuario a Sol se estableció a las orillas del Numicius, el rio del Lacio, cerca de muchos templos importantes consagrados a los dioses latinos.  Según Tácito (56-117), en Roma, el Sol tenía un viejo templo en el Circo Máximo y un viejo santuario en el Quirinal. Total: que estábamos como en los días de Stonehenge en Inglaterra, Carnac en Egipto y Chanquillo en Perú como 5.000 años atrás; o como en Qumrán. Con el Sol no habíamos avanzado nada. Pero con el Imperio Romano (27 aC-476 dC) el Sol fue a más y el Sol Invictus copó el pódium de los altares romanos con tres divinidades: Gabal, Mitra y Sol. Lo de Mitra fue una secta, pero, para el caso, ¡qué más da!

Y mañana hablamos de leyendas y cosas del Sol




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