Con esto de la excarcelación de los políticos presos por el prusés
hemos sacado a pasear la cuestión del indulto.
Dice la RAE que esto del indulto es la gracia por la cual
se remite total o parcialmente o se conmuta una pena. El Panhispánico del
español jurídico profundiza hasta lo de medida de gracia que puede adoptar
el Consejo de Ministros por la que se dispone la remisión de todas o alguna de
las penas impuestas al condenado por sentencia judicial firme. Y colegimos
con ello que es la extinción de una responsabilidad penal.
Poniéndonos finos, ‘indulto’ es un derivado etimológico del
latín ‘indultum’, que me viene del verbo ‘indulgeo, indusi, indultum”;
condescender, ser complaciente, ser indulgente con las faltas. Jerónimo García
San Martín, que tiene un libro sobre la naturaleza jurídica del indulto
mantiene que la filosofía del concepto arranca del sustantivo latino ‘indultor,
indultoris’, el que perdona; el que favorece. Pues eso.
Aquí, en la vieja piel de toro, llevamos de indulting
ya un tiempecito. Dicen que todo esto comenzó con el Fuero Juzgo,
una traducción romance la de Lex Gothica de Recesvinto (año 654)
completada por Ervigo (681), el que sucedió a Wamba. Ya habla el Fuero Juzgo de
merced, como indulto. Y era una potestad regia, como aparece en el corpus
recopilado por Alfonso X ‘El Sabio’ -Partidas (siglo XIII)- como
potestad del rey lo de ‘misericordia, merced y gracia’ y merced
viene, gracia va, llegamos a la ley de 1870 que sigue en vigor.
Y mira por donde, aquí llegados, una confesión que no busca
indulto: escribiendo este post, por primera vez en mi puñetera vida me han
servido lo de la lista de los 33 reyes visigodos que memoricé en mi
Bachillerato; loado sea profe que me la hizo aprender y que, hasta hoy… para
nada. ¿Pa qué me la aprendí?; no la puso ni en el examen. Pero Ervigio
sucedió a Wamba; y Égica, Witiza y Rodrigo fueron los 3 últimos, pues en
Guadalete/La Janda termina una historia que se nos sube, con el espatario
Pelagio (Pelayo para los amigos), hasta Piloña y el Auseba. Bueno, en aquel
Bachiller también me aprendí el código de colores de las resistencias, la tabla
periódica de los elementos -Mendeleiev/Meyer- por grupos y columnas; y hasta la
definición de Justicia en latín, y… ¿pa qué?
A lo que íbamos; al indulto, que, por cierto, me gusta más en la
acepción taurina del mismo porque te lleva al ejemplar bravío para preservar
raza y casta. Y echando un ojo a todo este tema… en cuanto a raza y casta… menudas,
¿eh?
Arranqué este post pasadas las 19h y no quiero hurgar mucho,
pero yo me acuerdo ya de que durante el franquismo esto de indultar funcionó con
los del caso Matesa y Juan Vilá Reyes con los ‘famosos’ telares sin lanzadera
que ‘exportaba’ y ‘exportaba’ y los créditos no pagaba, o con los condenados
del Proceso de Burgos, cuando la presión internacional obligó a Franco, en diciembre
de 1970, a indultar a seis etarras condenados a muerte por el asesinato del
comisario Manzanas en Irún, en el 68. La Transición, por su parte, arrancó con
el indulto general por la proclamación de don Juan Carlos I (25/11/1975, que
exceptúa delitos de terrorismo y conexos así como algunos delitos monetarios)
que se amplió en 1977. Y desde entonces siempre ha habido indultos. Y en ningún
momento estoy hablando de amnistías; sí de indultos.
He llegado, echando un ojillo a todo esto de los indultos,
hasta el indultómetro que publica CIVIO, un grupo multidisciplinar de
personas que quieren contribuir a la mejora de la calidad democrática en
nuestro país (civio.es) donde tienen computados 10.622 indultos de nada, sólo
desde 1996 a 2020, destapando el tarro de las esencias, dejando aromas de
mixtura (de quien gobernara). Lo de indultar es también deporte nacional,
aunque con lo de Juana Rivas te quedes un poco frío porque en esto también
somos banderizos.
En el podio de ministros de Justicia firmantes tenemos, con el
oro, a Margarita Mariscal de Gante (PP), franqueada por Ángel Acebes (PP) y Juan
Fernando López Aguilar (PSOE), plata y bronce respectivamente. Francisco
Caamano (PSOE), Mariano Fernández (PSOE) y Alberto Ruiz-Gallardón se llevarían
los diplomas olímpicos si esto fuera -y parece que lo es- una competición.
A mí, de todo esto de los indultos habidos, lo que más me
llama la atención son los llamados indultos mediáticos, que salen en los
papeles y en las teles.
En este epígrafe encuadramos los de personajes notables de la
política, la empresa, y tal y tal. Por ejemplo: el del orondo y dicharachero
propietario de “Imperioso”, Jesús Gil y Gil, que fue indultado
por dos veces y por dos regímenes distintos: en 1971, por Franco, por lo de
aquella ampliación de restaurante de los Ángeles de San Rafel (sin licencia y
sin tiempo de fraguar la cubierta de hormigón que se vino abajo sobre la
convención de empleados de Spar a mediados de junio de 1969), y en 1994, por un
Gobierno del PSOE para que el alcalde marbellí se presentara a unas elecciones,
pues estaba condenado por estafa, al parecer menor.
Aquí también entra el del general Alfonso Armada,
indultado de etnia castrense que, como no hay quinto malo, al quinto envío de
solicitud de indulto, un Gobierno del PSOE (1998) nos lo indultó por
empeoramiento de su estado de salud (estaba en el Gómez Ulla). El 24 de
diciembre de 1998, El País contaba que: “El Consejo de Ministros acordó ayer
indultar al ex general Alfonso Armada Comyn sólo 24 horas después de que el
titular de Defensa, Narcís Serra, afirmase ante un grupo de periodistas que era
"difícil" que el Gobierno adoptase tal acuerdo en estas fechas
navideñas”. En este país ‘semos asín’.
Y, cómo no, el de José Barrionuevo (ex ministro) y Rafel
Vera (ex secretario de Estado de Seguridad). Fueron condenados por
malversación y por la chapuza de la que tal vez fue la primera acción de los
GAL, secuestrando a Segundo Marey (uno de los del comando secuestrador se
llamaba -sin maldad por referenciarlo aquí- Pedro Sánchez; había sido miembro
de la Legión Extranjera, con lo que despejamos dudas) al confundirlo con Mikel
Lujua. Por esta historia transitan José Amedo y Michel Domíngez y hasta 3
policías más del GOE que habían ido a secuestrar a un etarra a Francia y los
pilló la Gendarmería; que para comandos en el Mar de la China no habíamos
nacido. Historias transitorias para no dormir. El Tribunal Supremo avaló este
indulto parcial -se perdonaban dos tercios de las penas- y el PSOE criticó que
no fuera total.
Alfredo Sáenz, consejo del Santander,
también consiguió un indulto (2011) del ministro Caamaño, entonces en
funciones, sobre un asuntillo cuando estaba en Banesto. Había informe contrario
y en 2013 el Supremo anuló los efectos del indulto. Y luego desde el PP se
modificó la reglamentación bancaria para evitar casos similares.
En esta cesta de los indultos mezclamos churras con merinas y
hay, desde luego que sí, niveles. Ahí tenemos los casos de juez Gómez Liaño o
el de los comandantes sanitarios Ramírez García y Sáez García por
la identificación de soldados españoles en el accidente de Trebisonda (lo del
Yak-42); el caso de Juan Hormaechea, presidente de Cantabria, condenado
por prevaricación y malversación de fondos; los indultos parciales a políticos
socialistas como Luis Oliveró, Alberto Flores y Carlos Navarro
por el caso Filesa, en aquello de Filesa, Maleza y Time Sport con aquellos
geniales artículos de Carlos Van Schouwen en el Mundo… Me hago mayor.
Claro que, también hay quienes lo piden y no se les concede: Félix
Millet (caso Palau), el balear Jaume Matas (diez juicios, dos años y
medio entre rejas y, ahora mismo, ninguna acción pendiente), Julián Muñoz
(caso Minutas), Carlos Fabra (por Hacienda)… o Antonio Tejero,
para quien la Archicofradía de la Celeste, Real y Militar Orden de Nuestra
Señora de la Merced solicitó un indulto que el Gobierno no concedió; un tercer
grado, sí.
Y, como guinda del pastel del indulto de hoy, el caso del
indultado Sebastián Chano Rodríguez Veloso, nadador paralímpico gaditano
que ganó cinco oros en los Juegos Paralímpicos de Sidney 2000 y tres oros y un
bronce en Atenas 2004. Chano, que además vendía cupones de la ONCE, fue
condenado a 84 años de cárcel por participar en varios atentados con explosivos
en distintas ciudades españolas y por el asesinato del dirigente empresarial
andaluz Rafael Padura. Secundó la huelga de hambre de los GRAPO de finales del
89 y tras 432 días quedó postrado en silla de ruedas; pero indultado. Había
sido condenado por pertenecer a esa banda terrorista. Pekín y Londres completan
su palmarés deportivo; en 2009 le concedieron la Real Orden al Mérito Deportivo.
Pero eso no me borra su pasado y el asesinato de aquella tarde de septiembre de
1984 en la calle Luís Montoto de Sevilla.
Esto de indultar tiene su aquel que dicen y, banderizos que
somos, tomamos partido.
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