Aquí, como de costumbre, el personal no se me pone de
acuerdo. Pero parece ser que en julio de
1962 se presentó la minifalda,
que está, pues, de celebración de su medio siglo vivido, y lucido.
Iba dándole yo vueltas a la cosa esta de la minifalda y su
cincuentenario cuando me desayuno en La Vanguardia (lavanguardia.com) un
artículo de Isidre Ambrós que cuenta que “Indonesia estudia considerar pornográficaslas minifaldas”. Y me he ido derecho a él; a Isidre no, al artículo.
Pues no que el ministro de Asuntos Religiosos del mayor país musulmán del mundo
dice que “será pornografía llevar la
falda por encima de la rodilla”. ¡Menos mal que el tal Pelayo -o Pelaggio,
qué mas da- inició la cosa en Covadonga, que si no me veo sin celebración! Y,
ojo al dato; que muchos son… y aquí no veo tanto macho que los pare.
Pero a lo nuestro. ¡Viva
la minifalda! Y como anda de cumpleaños, pues celebrémoslo.
Y celebrémoslo porque hay piernas que, con una minifalda,
bien valen un par de misas. Si de París dijo Enrique IV de Francia (y III de
Navarra, y copríncipe de Andorra, que todo hay que decirlo) que la ciudad del
Sena bien valía una misa (y eso fue en julio de 1593; julio, ¡qué mes!), un par
de buenas jambas (que vienen del francés jambe)
adornadas con una escueta minifalda, bien valen dos… -lo digo yo-; y hasta un
rosario, si me apuran (y disculpan esa faltilla de respeto religioso).
Estaba yo dándole vueltas a la minifalda y hasta me he
enterado que hay quien sostiene que el genio pensante del invento salió del
mismísimo MI-6 (Military Intelligence,
6; que es la agencia de inteligencia exterior del Reino Unido, primer fallo
colega). Es que si dijeran que fue del MI-5,
que se ocupa del interior… pues a lo peor… En fin, que la operación se llamó,
¡válgame Dios!, “Naked Knee” (“rodilla desnuda”; jo, cuanta ginebra) y
consistió en “convencer” a una alocada diseñadora, Mary Quant, para que a cambio de 150 libras (son unos rácanos estos
británicos, desde Oliver Twist… o antes; es que Dickens lo retrataba todo)
diseñara una prenda de vestir femenina que dejara al aire las rodillas de las jóvenes
británicas, porque “un par de buenas piernas al descubierto es lo único que puede desviar a
la juventud trabajadora de la ilusión al socialismo”. Hombre, razón no
le debió faltar al inventor de la chorrada, pero… También hay que entender la
Gran Bretaña de los años sesenta para ver que, tal vez, alguien lo pudo llegar
a pensar, pero…
Y hay hasta quien dice que en realidad fue el francés André Courrèges quien parió el invento,
pero…
No sé, lo de Mary Quant tiene su aquél. En Kings’ Road abrió
en 1959 su primera boutique -Bazaar-
y presentó en 1962 su primera colección que incluyó la minifalda. He leído que
lo basó todo en la sencillez y el color, lo que fue una revolución en aquellos
grises años, hasta en la City. Su emblema fue una margarita y la anoréxica Twiggi su icono. Una minifalda en aquél
cuerpo, el de la Twiggi, no valía nada, pero era una imagen rompedora. Y
rompió. En realidad, lo de la Quant fue presentar la moda de la era “mods” y el llamado “Chelsea look”. Enhorabuena.
Los “mods” eran la
antítesis de los “rockers”: les iba el rhythm
and blues, incluso mucho más el moderm
jazz, la cosas que llegaban del continente, y las scooters (lambretas y vespas; rompiendo la tradición británica). A
los chicos les iban las corbatas y las parkas, y a las chicas el corte de pelo
a lo garçon y el ir planas y sin
joyas.
A los mods, al principio, el invento de la Quant les pasó
sin pena ni gloria hasta que Cathy
McGowan, en agosto de 1963, comenzó a presentar, minifalda en ristre -para
ITV Londres-, el Ready Steady Go!, un show de música en directo que en marzo de
1964 presentó a un cuarteto de Liverpool que se haría, incluso, famoso: The Beatles.
El programa RSG! consiguió pasaporte para la televisión de
los Estados Unidos en 1864, RGS! USA!, y con él llegó al “Nuevo Mundo” la minifalda, que era el
uniforme de las presentadoras, y ya fue un sin parar eso de la minifalda.
Tanto, tanto, que en 1966 Mary Quant recibía, de la hoy
jubilar Isabel II, la Orden del Imperio Británico por su contribución ¿a la
economía británica? El 30 de Noviembre de 1966 Lorenzo López Sancho daba cuenta
en ABC, a toda plana, del hecho. Es genial su lectura hoy, aunque también se
las trae: alude a que Alexander Plunket Greene, su marido (fotógrafo de profesión),
era familia del 13º Duque de Bedford (John Robert Russell) y que “ya de muchacho prefería los pantalones color
violeta de su madre a los suyos”… ¡cómo eran los sesenta (y los setenta y
los ochenta…) en la vieja piel de toro!
De todas formas, esto cambió poco: en mayo de 1968, leo en
el ABC (que lo tengo siempre a mano), a Carmen L. Iglesias, en conversación con
Teresa Rabal y Luis María Ansón, soltar un “yo no creo que Madrid sea una
ciudad adecuada para llevar minifalda”.
Claro, de ahí se entiende lo de
Manolo Escobar y sus recelos ante la
minifalda aún en 1971…
De todas maneras, de aquellos años sesenta, a mí quien me
molaba era la “vengadora” Diana Riggs.
Minifalda, feliz cumpleaños.
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