Salíamos ayer mañana, sábado, a nuestro paseo matutino “Putoperro” y yo (los fines de semana
también me toca por las mañanas) cuando casi al final de la Avenida de Europa
salía Marc (Expediciones y Aventura
Marco Polo) con un grupo de guiris,
casco en mano, a por unos quads, y me dijo: “¡Esto es el Paraíso"! Claro, Benidorm, 10 de la mañana, un sol
de justicia, 25º y clientes. Nada que ver con la desapacible tarde de viernes
donde los oscurísimos nubarrones de la mañana se transformaron en lluvia. Nada
del otro jueves, pero lluvia. Y, claro, la Avenida de Europa es asfalto, y
tiene pendiente, y con cuatro gotas baja un hilillo de agua, sabiamente
canalizada entre los adoquines de las aceras y los de las medianas hasta la
mismísima playa de Levante. Pero nada, cuatro gotas mal contadas que en algún
instante cayeron todas juntas.
Este episodio de lluvias en esta zona de Benidorm (Levante)
no ha sido más que un ruixat que
ocasionó inundaciones puntuales (cuando la red de pluviales no es capaz de
evacuar lo que le cae) y dejó su impronta en la playa, pero en Poniente los
barrancos de Murtal y Rachadell/Rajadell se salieron de madre y anegaron la
Avenida del Murtal y un tramo del Paseo de Poniente.
Red de Barrancos y zonas de inundación B Zaragozí & J Díaz |
Benidorm es una sucesión de barrancos (Murtal/La Tapiada,
Vela Blanca -ya cegado-, Rajadell/Rachadell, Xixo, Foietes/Foia del Bol, l’Aiguera/Dels
Tolls, Llirietes/Derramador, Barecló/Foia Manera) que poco a poco colmataron
las dos albuferas a ambos lados de Can Falig, el promontorio que se levanta en
el centro de la bahía, equidistante de sus extremos y de la isla.
Ayer no me preocupó Benidorm, pero cuando se anunciaba la
previsión de fuertes lluvias para el último viernes de septiembre y se citaba a
la provincia de Murcia más que a la nuestra, se me vino a la cabeza la imagen
del Guadalentín/Sangonera (que uno tiene amigos por allí) y la frase que don Antonio Gil Olcina nos repetía
machaconamente cuando se trataba de hidrología: “El Guadalentín es el río más
salvaje de Europa” (definición de Maurice Pardé, potamólogo francés, en
1956). ¿Se acuerdan del desastre del 73 y algún otro posterior en los ochenta
en Lorca y Puerto Lumbreras? El Guadalentín es un monstruo; Oued
al-Lentin, el río de fango… y cuando así lo bautizaron…
Y mi preocupación no fue en vano; por allí cayeron como
cinco veces más que por aquí. Y la Lorca aún no repuesta del todo del terremoto
(20.05.2011) ha visto ahora, como siempre, que el Guadalentín se le ha llevado
la huerta y el campo.
Y es que por allí, por tierras de Lorca, el inventario de
desastres del Guadalentín/Sangonera es numeroso y trágico: las riadas se
recuerdan por la fecha y su referencia en el Santoral. Así, la de San Luis
(1545, que no fue la única ese año), la de San Calixto (1651), la de San Severo
(1653), la de San Leovigildo (1704), la de Nuestra Señora de los Reyes (1733),
la de Santa Catalina (1741), la de Santa Brígida (1874)… la terrible de Santa Teresa (1879)… de la que se
calcula que el cielo aportó a su cuenca vertiente ¡¡¡90 millones de metros cúbicos en
dos horas de tormenta!!! (y don Antonio nos decía que el Guadalentín
se encargó de desparramar 58 millones de metros cúbicos en 8 horas). Pero
también hay que señalar que al epoisodio del 18 de octubre de 1545 le llamaron
“El
Diluvio” y hasta Lope de Vega,
por su tragedia, la refiere en algunos de sus versos.
Por en medio me he dejado un buen número de episodios, con
nombre santos o santas, donde el Guadalentín se ha mostrado todo lo salvaje que
es. Son muchísimas.
Este río-rambla mediterráneo de infausta memoria se ha
llevado por delante varias presas: la Presa de Puentes (1648 y 1702), la Presa
de la Torta (1642), la Presa de la Fuente del Oro (1701 y 1741). También azudes
y murallones; barrios enteros. Esta vez no.
Visto sobre el terreno, el Guadalentín es como barranco
vacío. Y ahí encierra toda la maldad. Le ayudan las ramblas tributarias (Algeciras,
Tiata, Nogalte y Vilerda -que juntas estas dos dan lugar a la de Biznaga- y
otras varias más). Lo poco que llueve por estos pagos, la evapotranspiración,
la infiltración y el bajo coeficiente de escorrentía determinan la indigencia
hídrica de este engendro de la naturaleza que, pese a todo, riega la huerta de
Lorca y cuando dice de estar presente en la vida de su terruño se hace sentir
con trágicas consecuencias.
Sus crecidas, cuando se confabulan los hidrometeoros, son
fabulosas y vertiginosas por la pendiente de las vertientes colectoras, los
perfiles longitudinales, la impermeabilidad y deforestación de la cuenca
(arrastres y fangos: aguas turbias que llamamos), y la configuración de la red
hidrográficas. El peor problema del Guadalentín es el sincronismo de las ramblas vertientes: todas terminan por desaguar
al mismo tiempo y crean unas terribles situaciones de crecida.
Esta vez, el embalse de Puentes ha hecho bien su labor. Y
eso que se recogieron hasta 177 litros/m2 en nada y menos.
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