22 mar 2015

DEL MERCANTILISMO DEL ELECTORALISMO


El día de las Elecciones es el Día Grande de la Fiesta de la Democracia. Esto lo vengo yo oyendo desde aquél 15J del 77.

Hoy hay elecciones en Andalucía; como dentro de nada se producirán varias citas electorales más. Contra eso, nada: La Gran Fiesta de la Democracia que dicen.

Pero es que hoy, como el 24M y los demás días en que se celebren comicios este año en la vieja piel de toro, islas adyacentes y plazas de soberanía, cada voto tiene un precio (y un valor, si quieren); y cada escaño, otro. Y es que eso no lo soporto.

A partir de mañana, especialmente de cuando se hagan oficiales los recuentos, tantos votos has cosechado -conseguido queda más fino-, pues a 82’29 céntimos de euro por voto -me parece estar oyendo a Victoria Abril en plan secretaria del 1,2,3, calculadora en ristre, cantar la cantidad- son tantos miles de euros que también les vamos a pagar los ciudadanos de a pie. Vamos, que calcule Ud. a euro por voto y luego le quita el 20%. Tremendo. Y ahí ni zascandiles ni envaraos pían: votos, votos, queremos votos que se transforman en euros.

Y luego, encima, a 22.299’12 euros de nada -sí, casi veintidósmil trescientos euros- por cada escaño conseguido, que también les pagamos como ciudadanos de a pie. Más tremendo todavía.

Es que hablamos de un extra de 6’5 millones en cosa de votos y 2’5 millones más de los 109 escaños; euro arriba, euro abajo, estamos hablando de un extra de 9 millones del ala que estos chicos se juegan hoy. (Y ya hablaremos del 24M, y del…)

Vale que los partidos se gastan, dicen, un pastizal en comernos el coco durante la campaña con cartelería (ganan las imprentas), anuncios, cuñas y spots (ganan los Medios de Comunicación), sobres y papeletas (siguen ganando las imprentas), chorraditas de casi todo tipo (ganan las de merchandising), actos y mítines (ganan las gasolineras, los bares y las cuadrillas de operarios)… Vale que digan todo eso; pero lo mismo -hablo por mí- nos lo podíamos ahorrar porque no por ver más empapelada mi ciudad, no por oír más jingles, leer más textos o ver más tv, creo yo, vamos a cambiar la opción de voto. Bueno, yo es que cuando decido algo me planto como el torreón del faro frente a la tormenta y ahí me vengan.

Pero es que ahí, aún, no termina el dislate, pues aunque tengan, desde hace relativamente poco tiempo, establecido límite de gastos en campaña (y ahora lo vaya a hacer el TC), resulta que al margen de ese límite están las ayudas para el mailing (envío por correo de siempre) electoral (esos sobrecitos que te mandan todos a sabiendas que sólo elegirás, en el mejor de los casos, a uno) y por ahí les llegan entre 11’76 y 35’27 céntimos por elector en función del porcentaje de votos que obtengan hoy en Andalucía y otras cantidades que se publicarán oficialmente en su día en otras partes.

Que esto no lo entiendo yo; que en esto de ir a votar resulta que al final consiste en meterles un euro en la ranura de la urna; que si yo quiero darles, además de mi voto, un euro, ya encontraré cauce legal para hacerlo.

Así, al final, más que electoralismo esto suena a puro mercantilismo y, para mí, pierde todo ese aura de Fiesta de la Democracia que desde aquel 15J de 1977 se viene otorgando a cada cita con las urnas.

Yo abogo por votar sin fiesta; votas sin más, con aplauso o mohín. Sólo votar, que sabemos ya, a estas alturas de la cosa, de qué va.




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