El día de las Elecciones es el Día Grande de la Fiesta de la
Democracia. Esto lo vengo yo oyendo desde aquél 15J del 77.
Hoy hay elecciones en Andalucía; como dentro de nada se
producirán varias citas electorales más. Contra eso, nada: La Gran Fiesta de la
Democracia que dicen.
Pero es que hoy, como el 24M y los demás días en que se
celebren comicios este año en la vieja piel de toro, islas adyacentes y plazas
de soberanía, cada voto tiene un precio (y un valor, si quieren); y cada
escaño, otro. Y es que eso no lo soporto.
A partir de mañana, especialmente de cuando se hagan
oficiales los recuentos, tantos votos has cosechado -conseguido queda más fino-,
pues a 82’29 céntimos de euro por voto -me parece estar oyendo a Victoria Abril
en plan secretaria del 1,2,3, calculadora en ristre, cantar la cantidad- son
tantos miles de euros que también les vamos a pagar los ciudadanos de a pie.
Vamos, que calcule Ud. a euro por voto y luego le quita el 20%. Tremendo. Y ahí
ni zascandiles ni envaraos pían: votos, votos, queremos votos que se
transforman en euros.
Y luego, encima, a 22.299’12 euros de nada -sí, casi veintidósmil
trescientos euros- por cada escaño conseguido, que también les pagamos
como ciudadanos de a pie. Más tremendo todavía.
Es que hablamos de un extra de 6’5 millones en cosa de votos
y 2’5 millones más de los 109 escaños; euro arriba, euro abajo, estamos
hablando de un extra de 9 millones del ala que estos chicos se juegan hoy. (Y
ya hablaremos del 24M, y del…)
Vale que los partidos se gastan, dicen, un pastizal en
comernos el coco durante la campaña con cartelería (ganan las imprentas), anuncios,
cuñas y spots (ganan los Medios de Comunicación), sobres y papeletas (siguen
ganando las imprentas), chorraditas de casi todo tipo (ganan las de merchandising), actos y mítines (ganan
las gasolineras, los bares y las cuadrillas de operarios)… Vale que digan todo
eso; pero lo mismo -hablo por mí- nos lo podíamos ahorrar porque no por ver más
empapelada mi ciudad, no por oír más jingles, leer más textos o ver más tv,
creo yo, vamos a cambiar la opción de voto. Bueno, yo es que cuando decido algo
me planto como el torreón del faro frente a la tormenta y ahí me vengan.
Pero es que ahí, aún, no termina el dislate, pues aunque tengan,
desde hace relativamente poco tiempo, establecido límite de gastos en campaña
(y ahora lo vaya a hacer el TC), resulta que al margen de ese límite están las
ayudas para el mailing (envío por
correo de siempre) electoral (esos sobrecitos que te mandan todos a sabiendas
que sólo elegirás, en el mejor de los casos, a uno) y por ahí les llegan entre
11’76 y 35’27 céntimos por elector en función del porcentaje de votos que
obtengan hoy en Andalucía y otras cantidades que se publicarán oficialmente en
su día en otras partes.
Que esto no lo entiendo yo; que en esto de ir a votar
resulta que al final consiste en meterles un euro en la ranura de la urna; que
si yo quiero darles, además de mi voto, un euro, ya encontraré cauce legal para
hacerlo.
Así, al final, más que electoralismo esto suena a puro mercantilismo
y, para mí, pierde todo ese aura de Fiesta de la Democracia que desde aquel 15J
de 1977 se viene otorgando a cada cita con las urnas.
Yo abogo por votar sin fiesta; votas sin más, con aplauso o
mohín. Sólo votar, que sabemos ya, a estas alturas de la cosa, de qué va.
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