Me cuenta un amigo con pasaporte vikingo que Galtung está
meditabundo y algo abatido; las circunstancias, que le avalan sus teorías.
Johan Galtung es
noruego; sociólogo y matemático, fundador del grupo “Peace and conflicto studies”,
catedrático de la Universidad de Hawai y de la Universidad Transcend Peace. Predijo
la caída de la URSS en 1979 en 10 años (que se materializó entre marzo de 1990
y diciembre de 1991). También predijo la revolución iraní (1978), el levantamiento
de la Plaza de Tiananmen (1989) y las crisis económicas de 1987, 2008 y 2011…
los atentados del 11S… y, atención, el desmoronamiento del Imperio (léase USA) en
2025; esto lo hacía en el año 2000.
Y ahora tenemos a Donald de POTUS, Galtung está muy mosqueado,
me dice mi interlocutor. Va a ser que con este de presidente, le chafan la
predicción, concluyo yo, con cinco años de adelanto: para 2020. Los mismos
cinco años que alargó el caos (hasta 2030) cuando llegó doble uve Bush a las
Casa Blanca (¿en base a qué?; si leía libros al revés). Galtung es Galtung; y
punto.
Anduvo por Los Cafés del Meliá y no
compaginamos, pero es uno de los pocos, poquísimos, pensadores de prestigio que
quedan en este mundo nuestro de cada día. Le debemos una, de reconocimiento, en
Nos mayestático.
En el año 2009 Galtung publicó “La caída de imperio americano, ¿y
ahora qué?” donde señalaba que, a partir de modelos matemáticos sobre
la evolución de 10 imperios históricos, “EE.UU. sufriría un brote de fascismo (reaccionario) y exacerbaría su excepcionalidad en el mundo”. Esto es verlas
venir; y sin bola rapeliana. Galtung se basa en la teoría de “sincronizar y reforzar las contradicciones”
(leo -y traduzco en mi indigencia de la lengua de Shakespeare- en Motherboard). En
las contradicciones está la madre del cordero.
Para el caso de la caída de la URSS señaló tres contradicciones: la clase obrera estaba cada vez
más reprimida y era incapaz de autoorganizarse a través de los sindicatos
(irónico dado la estructura comunista del país); la “burguesía” comunista (la
élite) era rica y tenía dinero para gastar pero nada que comprar de la
producción nacional ([
estancamiento económico); y el lío social: los intelectuales querían más
libertad de expresión, las minorías querían más autonomía y los campesinos
querían que su trabajo repercutiera en ellos.
No me atrevo a pedirle a Galtung que vuelva a la tertulia, a
Los
cafés del Meliá, porque se nos puso muy profundo cuando vino (por 2ª
vez; que la 1ª fue más lábil) y más de uno salió -hasta yo- creyendo que nos
habían puesto algo en el café. Pero… la actualidad manda: haremos de tripas
corazón. Hay que hacerle volver al Meliá.
Esto de los profesores videntes tiene su aquél. Allan Litchman, que predijo la victoria
de Trump, ya señala que vislumbra la destitución del rubio.
Litchman es profesor de Historia Americana en la Universidad
Americana (AU) de Washington DC. Lo primero, dice, fue una corazonada, basada
en “cosillas” sin importancia: que
no había un rival serio (Hilary) por el partido en el poder; que no había un
tercer partido de peso; que la economía no estaba en recesión durante la
campaña electoral; que la administración Obama había efectuado grandes cambios
en política nacional; que la administración Obama no estaba salpicada por
ningún gran escándalo y que no había sufrido ningún gran revés en asuntos
extranjeros o militares, y que, finalmente, la candidata ni era carismática ni
una heroína nacional. ¡Nos ha jodido Lichtman con el sostén de su teoría! Pero
acertó.
Lo previsión
teorética de ahora, eso de que van a destituir a Donald por Micky (y Disney sin
saberlo) -Mike Pence-, se basa en que “Trump dará motivos para ello” (Allan
es un lince; aunque no ibérico) y en que “Pence es más controlable por el partido”
(¿?; que yo nací en el Mediterráneo). Con este planteamiento (al absurdo), si
vuelve a acertar Litchman, le pido que me rellene el Euromillones todas las
semanas.
Pero volvamos a Galtung. Desde 1996 está avisando a los EEUU
de que “las construcciones imperiales suben hasta que declinan y caen”
y que en cuantito se crean como “la
nación más apta” se van a pique. Y, que yo sepa, desde América para los Americanos
(John Q. Adams; atribuida, erróneamente, al presidente Monroe) se lo tienen
creído. Con, o sin, razón. Y ahora, Trump va de “strong leader”.
Galtung lo tiene claro: las contradicciones USA son tremendas.
Desde contradicciones económicas en producción, demanda, desempleo y costes
(hasta del cambio climático); contradicciones militares con la OTAN (sus
aliados); contradicciones políticas con todo quisque; contradicciones culturales con judíos, el Islam y todas
las minorías étnicas; y contradicciones sociales que rompen el llamado “sueño
americano”. Galtung dice que hay incapacidad estructural USA para
resolver estas contradicciones y esto llevará a la desintegración del poder
político estadounidense.
Y nada, Trump echando madera (¡más madera, oiga!) a la
caldera: anuncia más tropas a Afganistán a Irán, deportar 11 millones de
ilegales, lo del muro con México, el control a los musulmanes por aquellas
latitudes, el pulso con China… un
elefante se balanceaba en la tela de una araña, como veía que no se caía, llamó
a otro elefante…
Y aquí entra la Teoría de Galtung: “un imperio es una estructura
transfronteriza con un centro, el país imperial, y una periferia, los países
clientes. La claves es hacer que las élites en la periferia hagan el trabajo
(sucio) para el centro”. Ahora mismo el imperio yankee sólo tiene 3
países clientes; la vieja Europa (la OTAN) no está por la labor.
Galtung dice que a pesar de todo, no todo está perdido. Esta jodienda tiene enmienda. Es moderadamente
optimista. Galtung puede que crea a Litchman y eso de que Mike sustituya a
Donald y no terminemos haciendo el pato.
PD. No digo cuáles son esos tres países que aún le siguen el
juego a los USA porque ante Galtung desvelaría la identidad de mi interlocutor;
de mi William Mark Felt (deep throat).
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