4 feb 2017

DE HOTELES DE ANTES DE AYER, LO MENOS.




¿Hablamos de hoteles?; Hablemos de hospitalidad.

El hospedaje fue una acción de caridad hasta que pasó a convertirse en una actividad comercial. Todo fue aparecer la moneda (siglo VI aC) y ponerse en marcha la industria del alojamiento. Poderoso caballero en Don Dinero.

El lunes (ya contamos las horas) se presenta en Alicante (IAC Juan Gil Albert) un libro de Caridad Valdés sobre “Posadas, fondas y hoteles. Alicante siglo XIX y primera mitad del XX”. Habrá que estar allí, y adquirir y leer el libro, para saber más.

Hasta ahora teníamos las fuentes de Gonzalo Vidal Tur y Jesús García Mulet que nos hablaban en el Alicante de antes de ayer de la Posada del Hostalet, la Fonda del Vapor y la Gran Fonda de Bosio como anteriores a 1860. Luego llegarían la Posada de la Balseta (1864; donde se cogía la diligencia para venir a Benidorm) y la Posada de la Higuera.

Aquí en Benidorm esto se inicia con el Hostal La Mayora (1865)… y en otros Post lo hemos desgranado.

Pero en el mundo mundial esto se inicia con los Khans persas (los Sheki Khans) que proveían refugio a caravanas, abastecimiento de agua y de víveres. Y se complica el tema ya con la estructura persa de Yams (a modo de postas). De los Yams da cuenta el tal Marco Polo a un propio -Rusticello de Pisa (no sabía escribir el veneciano, estaba en la cárcel y estábamos en 1291)- que es quien escribe “Il Millione”… y no sé sí le puso el nombre de cachondeo porque el Sr. Polo le contaba que a cada paso, en Oriente, veía millones de cosas; de esto y de los otros: millones… y a lo peor sí vio “millones” de yams persas… y contó que estaban a determinada distancia unos de otros (unos 25 km) a lo largo de todas las rutas. Los yams tenían apartamentitos para las personas y cuadras y corrales para los animales. Vamos, que había nacido la hotelería.

Pero como tal nació en el siglo XIII en Florencia: Gremio de Posaderos (1282). Pero aquí en Europa, la cosa venía de la red de postas del Imperio Romano. Y fue Apio Claudio, el censor, cónsul y dictador romano, el que comenzó la Via Apia en 212 aC y a lo largo de ella comenzaron a construirse las postas que proporcionaban alojamiento y manutención, y una nueva fase, en Europa, de esta actividad alojativa. En tres siglos (212 aC-117 dC), los romanos construyeron 80.000 km de vías empedradas y un altísimo número de postas en ellas.

Tras ellos, tras la caída del Imperio Romano, las vías quedaron (que le pregunten a visigodos y árabes como bajaron y subieron por la península sin problemas), pero las postas no. Inseguridad. Lo de viajar se olvidó porque era una osada aventura hacerlo.

Dormir al raso era lo habitual, o acercarse a un monasterio. En los monasterios de la Edad Media se alojaba al transeúnte. En los recintos monacales funcionan los xenodocheions/hospederías donde dormir y comer pan, fruta y frutos secos; disponían de “servicio de barbero, zapatero, cementerio consagrado y cálida bienvenida en la puerta del recinto”. ¿Qué más se podía pedir? El deber cristiano de brindar gratuitamente descanso al viajero imperaba. Con el tiempo se crearon hostales y casas de descanso para peregrinos; pero con el tiempo.

El Hostal de los Reyes Católicos, en Santiago de Compostela (1486), tenía como misión “dar cumplido y decoroso servicio a todos los devotos, enfermos y sanos, que llegasen a la ciudad”. Y ahí sigue, previo paso ahora de la tarjeta (de crédito), claro.

Por cierto, ya que hablamos de Santiago de Compostela. Un buen día se quemó el hostal aquél y alojaron a todos los peregrinos (enfermos y sanos) en la catedral. Y así mientas duraron las obras del nuevo hostal… y de aquí arranca la historia del Botafumeiro: había que purificar los aires del templo y… -dale Perico al incienso- eliminar las miasmas de cada noche en el templo. La ventilación era la justa.

Con el tiempo y una caña (y no de cerveza) llegaría el alojamiento en las tabernas, las ventas, los mesones, las fondas… y hasta llegar a los hoteles. La hotelería moderna, todos coinciden, comienza con Cesar Ritz en el XIX… pero esa es otra historia.

Volviendo al tema. El “hotel” más antiguo del mundo está en Japón. Por ahí hay quien dice que si el Nishiyama Onsen Keinkan (año 705) o que si el Nishiyama Hoshi Ryokan (año 718), que aún sigue operando, pueden enarbolar lo de hotel más antiguo del Mundo, porque el otro estuvo un tiempecillo cerrado. En Europa le cabe el honor del “más antiguo” a la ciudad de Friburgo de Bisgrovia (Friburgo para los amigo) de albergar el Hotel Bären que en 1311 nació como Zum Roten Bären y que ellos promocionan como “la posada más vieja de Europa”. En España, la referencia nos lleva a Madrid y a tiempos de Felipe III cuando Juan Posada inaugura (1610) la que pasa a la Historia como la Posada del Peine, en la calle del Vicario Viejo, luego Marqués viudo de Pontejos y hoy Pontejos. Nació sin nombre pero con la particularidad de que en cada cuarto, cada jofaina, contaba con un peine, sabiamente atado a la palangana para evitar que practicáramos -ya entonces- el noble deporte de sustraer todas las “amenities” que nos pone el hotel en el cuarto de baño (y el lápiz, y el boli, y el bloc de notas de la mesilla de noche, y…). Por ello, aún hoy se le reconoce como la “Posada del Peine”. Y ha llegado a nuestros días como Petit Palace Posada del Peine. Los hermanos Espino compraron a los sucesores de Posada el inmueble y lo ampliaron (1796); y los sucesores lo siguieron ampliando que si por la calle San Cristóbal, que si por la calle Postas… hasta 1970 en que cerró. Pero en 2005 abrió, y hasta hoy. Allí va siempre mi buen amigo CG.

De Madrid y sus posadas, a Rodolfo Serrano le leí en El País (en 1999) que… “Dicen, digo, que en la calle de Atocha había una pensión o una posada que tenía el nombre de Posada de la Cuerda. Dicen, pero vaya usted a saber, que allí alquilaban sillas para pasar la noche. Y dicen que debía su nombre a la cuerda, a la maroma, que de un extremo a otro de la habitación se tendía delante justo de las sillas, con el fin de que los hospedados pudieran apoyar en la cuerda o maroma los brazos sobre los cuales dejaban caer la cabeza.Vaya usted a saber, porque en estas cosas hay mucho de leyenda. Además, que fue hace mucho tiempo, ya digo”. De ella me ha hablado Miguel Martínez Monge.

Peter Besas, en su “Historia y Anécdotas de las fondas madrileñas”, lamenta ese lapsus de tres décadas de la Posada del Peine y aúpa al pódium al Hotel Inglés que inaugurado en 1853 mantuvo su actividad hasta 2012… pero ya no está; cosas de la rentabilidad.

Esta semana hemos tenido noticias de la rentabilidad de loshoteles de Benidorm y yo me he acordado de José Miguel Iribas y una frase definitoria: “Los ladrillos de los hoteles de Benidorm son de los años 70…” y eso, a buen entendedor, le debe sobrar.




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