Diez años ya.
Aquél 1º de abril de 2008 recibí la noticia en un hotel, lejos de Benidorm, y
no daba crédito. Como ya conté en su tercer aniversario, en enero de 2008, don Pedro
nos había dictado la que sería su última lección magistral. Fue con motivo de
la entrega del Premio “Pedro Zaragoza Orts al Turismo” que desde la Asociación
Alicantina de Periodistas y Escritores de Turismo (AAPET) habíamos instituido,
no sin problemas, e intentábamos universalizar. Asignatura pendiente.
La verdad: ha hecho más por la figura de don Pedro el
realizador Óscar Bernácer -con el corto “Bikini”
y el documental “El hombre que embotelló el sol”- que nosotros -los de la
AAPET- creando un premio con su nombre. Y eso que, desde la FEPET, la
Federación española del gremio de plumillas del turismo, le hacíamos unos meses
antes un reconocimiento en El Maestral; las mejores fotos de Pepe Alarcón.
Y ahí estuvo todo el colectivo. Don Pedro no se merecía menos.
Diez años ya. Yo no había reparado; me lo comentó
el amigo Cecilio González que se había movido en varias
direcciones buscando honrar la memoria de don Pedro en este
décimo Aniversario. Ni flores. Pero ¿qué nos pasa?
Para cuando pasen las Pascuas tengo una cita con el director
de la cátedra Pedro Zaragoza Orts, con el nuevo director,
para ver si se hace algo. No he estado fino yo tampoco; ni diligente en el
tiempo.
Diez años ya. Y no olvido sus frases: “Soy falangista,
pero si alguien me dice que soy de derechas me sienta peor que si me insultasen”.
Planteaba Pedro, don Pedro, que lo de Franco había
sido una República presidencialista… Esto lo hacía, convencido, en la Cambreta del
Xano; en la bodega -aquella bodega de empinadas escaleras- con un
vaso de vino a la vera de aquella barrica oscura, “El abuelo” por nombre.
Pero lo hacía de corazón y con convicción en una de aquellas tardes, habíamos
dejado de hablar de los inicios del Festival de Benidorm -para un libro que
nunca vio la luz- y salió a relucir algo de política, de la misma política que
se cargó aquél libro y de la misma que intentaba impedirle publicar sus Caras del Moro
o cualquier otro raciocinio de los suyos. Política que nunca le abandonaba y a
la que nunca abandonaba: se atrevió a pedir el Ejecutivo la estatua ecuestre de
Franco cuando la retiraron de Nuevos Ministerios; se ofreció a comprarla. Nadie
le respondió.
También recuerdo, cuando en una profunda reflexión en su
despacho, mientras esperaba unas fotocopias, me dijo aquello de “el día que
tengamos cojones para devolver el bien a quien nos hace mal, se habrá acabado
el odio en el mundo”. Era Pedro, don Pedro,
en estado puro; en cualquier momento. Tenía una fortísima convicción moral; muy
superior a sus contemporáneos.
Diez años ya. Y si hoy salen artículos en los
Medios (me sé por lo menos de dos; gracias Cecilio, gracias Matías) seguirán
llamándole ‘visionario’. Os recuerdo a todos, a los que habéis
escrito y a los que leéis esto, que a él no le gustaba que ‘lo tacharan’
de ello, de visionario. Me decía, lo recuerdo, que “un visionario es una persona
fantasiosa que imagina imposibles”. Y él estaba convencido de que
lo planteaba se podía conseguir. Y se consiguió. Y aquí está un Benidorm que
entre todos hicieron; hicimos, que yo también he puesto mi granito de arena.
Benidorm es una obra de todos. Xavier Canalis, en mayo de 2016,
decía en Hosteltur que “Pedro Zaragoza fue el primer Millennial de
Benidorm; planificó el Benidorm del siglo XXI”. Me parece
excesivo lo de la planificación del XXI, pero sí que nos ilusionó a todos para
conseguir el mejor Benidorm con el correr de los años; el del siglo XX es idea
suya materializada por todos… desde finales de los 90 no se ha movido…
Sí, vale: se atrevió con aquel “Así será Benidorm” en
1955… pero como banderín de enganche. Sí, claro: orquestó toda la revolución
que supuso el Plan General de Ordenación de 1956… pero bien pronto lo enmendó.
Somos hijos del Benidorm del 62 y no del 56; del Benidorm en altura. Lo suyo
era ilusionar. ¿Marketing turístico lo quieren llamar?, pues llámenlo… porque,
como dice Matías Pérez, “de ilusión también se vive” y este
pueblo, otra cosa no, pero ilusión le ha puesto a todo y de ella vive.
Diez años ya. Se nos fue Pedro,
don
Pedro, un primero de abril. Recuerdo haber leído maravillosas
necrológicas sobre el hombre hasta engrandecer el mito. Frases inconexas llegan
hoy hasta mí: aquello de que “Benidorm era su amante mientras él se mantenía fiel
a su familia”; que si la vida le deparó una docena de
sinsabores y traiciones de las que siempre se repuso sin guardar un ápice de
rencor. Su convicción de que el futuro era de las clases medias y a ellas había
que brindar el futuro… y cosas así hacen aún más grande la figura de Pedro,
don
Pedro.
Diez
años ya. Y los que no tienen que olvidar parece que lo han olvidado…
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