Casi se nos va de la manos el vermú de hoy.
Cuando las cosas de la política entran por la puerta, sale
el oremus por ventana; y no regresa más. Vamos, que lo perdemos.
A puntito hemos estado de romper este grupito de vermú de
fin de semana.
La cosa comenzó -todos varones- con que si hoy es 8 de marzo
y sus cosas; que si la mujer trabajadora, que si la mujer en general, que si la
brecha salarial, que si manifestación, que si concentración, que si unos la
apoyan, que si otros no… Subió de tono la cosa… El ‘Gol Sur’ del vermú metió en escena al “demonio yankee” y el manómetro colocó la aguja ya sobrepasando la
franja amarilla y esta siguió subiendo hasta que Carlangas, como siempre -un
iluminado-, tiró de móvil y enseñó una foto “de los años 30”, dijo, de niños norteamericanos “haciendo el saludo nazi” y la olla
explotó con las maldades del Tío Sam.
Carlangas tira para el monte en cuanto puede. Los estragos
de la LOGSE.
Por partes: primero el oremus, que casi se pierde (y con él,
las amistades de tantos años y tanto vermú a cuestas) y luego lo del brazo
(derecho) en alto de los USA; que mira que está mal visto. Pero todo a su
momento.
Primero, como decía, lo del oremus y su posible pérdida. Pocos
saben, la verdad sea dicha, lo que era el misal, el voluminoso misal que seguía
-y sigue- al pie de la letra el sacerdote con su bien surtido grupo de las
cintas marcadoras, de tela y con vivos colores, que llevan al oficiante de
ceremonias a lecturas y oraciones; y de ellas a rúbricas para oficiar el rito y
que, aunque no llegan al nivel de las que prende mi capa de tuno, son un buen
número. Y el oficiante va de cinta en cinta volteando las páginas del libro de
allá para acá. Pues cada una de esa cintas reciben el nombre de oremus
y cuando no se colocaba bien el oremus en el lateral o el oremus no sobresalía
lo suficiente, el oficiante perdía un tiempo tremendo, en mitad de la
ceremonia, para enlazar las partes de la celebración y concluir cumpliendo el
rito, lo que era un desastre.
Este perder el oremus va en la
consideración de perder los papeles, como explicó en su día Salvador Alsius en
“De la misa la mitad”, que en la
versión catalana original es más elocuente (y más largo): “Hem perdut l'oremus. Petita enciclopèdia de la cultura catòlica, per a
joves que no saben i grans que no recorden”.
Pues eso: cultureta católica para jóvenes que no saben y
mayores que no recuerdan… como los que estábamos de plática subida de tono en
el vermú.
Y, dicho esto, ahora a lo mollar: Lo del saludo ‘nazi’ y los yanquis. Por existir, existe hasta un
Partido Nazi Americano (ANP), fundado en 1959, que se mantiene, elección tras
elección, pero si marcar tendencia ni nada. Pero lo del saludo es anterior, muy
anterior y nada tiene que ver con ellos.
Por ahí llaman saludo romano al que dicen se
efectuaba extendiendo el brazo derecho hacia adelante y hacia arriba en un
ángulo indeterminado (40 a 45º), de manera recta, con la palma de la mano hacia
abajo. A pesar del nombre -saludo romano-
no está debidamente acreditado que en la antigua Roma se utilizara como forma
“oficial” de saludo, aunque existen numerosos testimonios en esculturas y
bajorrelieves de su empleo durante el Imperio Romano. Cuentan que ante el
emperador, como demostración de que no llevabas armas, era habitual. Pero, ojo,
que el saludo militar romano por excelencia entre soldados y oficiales era
llevarse la mano derecha a la cabeza y apoyar los dedos índice y corazón -con
la mano plana- en la galeta del casco. Prácticamente como ahora.
Con el tiempo ya se inventó lo de la sumisión divina y los
tres dedos (pulgar, índice y corazón) amparándose en la Santísima Trinidad
antes de entrar en combate, cerrando los otros dos de la mano, que aún hoy
practican algunos Ejércitos del Mundo. Me dicen que lo polacos, por ejemplo.
Y lo de los yanquis
tiene su historieta también y nuestro Cristóbal Colón, de oficio descubridor por
medio, parte de la culpa.
En su defensa diremos que los yanquis implantan el saludo
romano antes que las fasci de
combattimento de Mussolini, que lo hacen al inicio de la segunda década del
XX. Y si nos ponemos tiquismiquis, y con el pintor Jacques-Louis David como
testigo pictórico, antes lo hacen los soldados de Napoleón a principios del
XIX. Vamos, que eso de levantar el brazo derecho tiene su pasado.
Y a ello voy. En 1891, el dueño de la revista Youth’s Companion (1827-1929), contrata
a Francis Julius Bellamy, un
ministro religioso baptista del movimiento social-cristiano, para implantar
doctrina nacionalista yanqui. Y este se inventa el Juramento de Lealtad a la Bandera
que se hacía en las escuelas. Y en 1892, de cara al IV Centenario del
descubrimiento de América por Cristóbal Colón, Bellamy potencia el juramento
escolar… y la venta de banderas.
Por aquél entonces y hasta hace nada los yankees apreciaban mucho al
descubridor. De hecho el Monumento a la Fe descubridora (1929), de la Punta del
Sebo -allí donde confluyen el Tinto y el Odiel- es obra de Gertrude Vanderbilt Whitney, escultora
americana, discípula de Rodin en Paris, Hija Adoptiva de la ciudad de Huelva. Y
el pagano, la Columbus Memorial Foundation.
Y el pastor baptista Bellamy en base a don Cristóbal y de
cara a la Exposición Internacional de Chicago (1893) consiguió el apoyo institucional
del Congreso de los EEUU para que el saludo a la bandera se hiciera de continuo
y muy especialmente el 12 de octubre en todas las escuelas norteamericanas
extendiendo el brazo derecho hacia la bandera y con un pequeño texto recitado.
Y por ahí están dando vueltas las fotos, como las que
exhibía el bueno de Carlangas en su móvil, de las criaturitas yanquis -y la población en general-
saludando a la bandera de las barras y estrellas en cualquier aula y acto…
Y aunque se aplicó una variación respecto a la palma de la
mano como si si estuviera declamando, en diciembre de 1942, con la que estaba
cayendo por el corazón de Europa, el Congreso de los Estados Unidos enmendó el Código de la Bandera y cambió el ‘Saludo
Bellamy’ brazo el ristre por colocar la mano derecha sobre el corazón y
que es lo que vemos a diario en los civiles estadounidenses cuando saludan a su
bandera en actos públicos y oficiales.
Me da una rabia tremenda que Carlangas -y tantos otros
Carlangas que hay sueltos por el mundo- cojan del FB y de otras redes sociales
todo lo que les llega y lo crea a pie juntillas sin encargar a la neurona un
mínimo ejercicio de comprensión. Y luego que lo difunda como dogma de fe.
El vermú de hoy ha servido para que Carlangas se la
envainara.
Sí, los nazis también han hecho que el ‘saludo romano’ esté
hoy mal considerado.
Ah, el vermú artesano Puig Campana nos hizo encontrar,
aunque tarde, el oremus y hemos terminado bien la cosa: Carlangas ha prometido
no creerse de primeras todo lo que le llega pero… es tan débil la carne que…
¡ni te cuento la neurona!
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