Pasó a tomar un café con nosotros por el Meliá Benidorm, y a
presentarnos su obra, Cristina Rodríguez
Vicente, una brillante egresada de la UA, Título Superior de Turismo.
Cristina Rodríguez (Foto. M. Ayús) |
La obra de esta teuladina de familia dedicaba al
turismo en Moraira, que es mucha en su aún breve carrera por la vida, estaba
presente en la mesa de la Tertulia “Los cafés del Meliá”: un abultado
currículo, la materialización de una idea que embotella y comercializa como ‘M de
Alejandría’ y su hija Cristina
que la ha acompañado en la quimera y ayer soportó estoicamente el cúmulo de
vivencias, opiniones y preguntas que saltaban de lado a lado de la mesa; y al
final nos hizo partícipes de su ilusión por ampliar el proyecto vitivinícola
que, a sus 14 años, asume con naturalidad.
Cristina se especializó en Turismo para poner en marcha su
empresa de Consultoría y Asesoramiento Turístico. Hoteles, Empresas, Destinos
Turísticos y Formación, tras pasar por tres años en la inspección de Turismo en
Benidorm. Comenzó su aventura dirigiendo hoteles pequeños -Cases de Sant Jaume,
Benissa y La Posada del Mar, Denia- para iniciarse como directora de calidad en
un gran hotel como el Meliá Altea Hills y de ahí pasó, como subdirectora a la
cadena AR Hoteles, de Calpe, y directora del Diamante Beach, también en Calpe.
Después, como consultora, se centró en el asesoramiento turístico en Villena,
Monforte y Guadalest, un buen número de empresas y hoteles -Jávea, Biar,
Alcalalí, Marrakech, Ibi, Teulada, Moraira…- donde, dijo, “busco empresas singulares para
que den lo mejor”… Hasta que ella un buen día -¿y por qué no?, como siempre decía su padre- se embarca en el proyecto
‘M
de Alejandría’.
Mostró su satisfacción por haber coincidido durante sus
estudios de Turismo con un alumno sui géneris como Pedro, don Pedro, Zaragoza:
“aprendí
más en los viajes camino de la Universidad con él, que en las aulas”.
Es más, nos dijo que “en el vino M de Alejandría hay mucho de lo
que hablaba don Pedro”.
Y hablamos del vino, su pasión. Su padre, al que recordó
emocionada toda la tarde, “tenía en mente hacer un vino al estilo de
antes”, nos dijo. Y cuando este faltó ella veía esa hectárea y media en
derredor de la cas y se dijo: “¿Y por qué no?”
Un amigo del padre, José Ivars, elaboraba su vino y cada
Navidad lo ofrecía a la familia. Cristina quería emularle, cuando menos. Y,
¿por qué no?, en 2014 comenzaron a cruzarse en su camino las personas que le
llevaron a ello. Un alemán le habló de los ice wine/vins de glacier y alguien la
condujo hasta el enólogo Daniel Belda.
Y a Fontnars dels Alforins que se nos fue Cristina a plantearle el reto al
enólogo. Ahora Cristina, con el buen hacer de Daniel, hace lo que los expertos
llaman un vino crioconcentrado
porque aquí, el punto de congelación de la uva se lo da el camión frigorífico
que a pie de viña, con una vendimia a primerísima hora de la mañana, deja el
grano tiritando a -7ºC emulando la helada natural de la fría Europa central.
Trabaja Cristina con Moscatel, una variedad de la vitis vinífera de las pocas que quedan
sin modificar genéticamente. Dicen que Cleopatra bebía vino elaborado con
moscatel en la Isla de Samos, que entraba por el gran puerto de Alejandría…
pero esta variedad tiene su origen a lo largo y ancho de la franja costera del
norte de África… muy trabajada por los romanos -moscatel romano- pero no descrita hasta el siglo XIII en que un
franciscano escolástico, Bartholomeus Anglicus (vamos, Bartolomé el inglés) la
describe en su obra “Sobre las
propiedades de las cosas”, editada en Magdeburgo, en la Sajonia que hace
frontera con Chequia.
Aquí, en la Marina Alta, Cristina arrancó las viejas cepas y
plantó nuevas para conseguir una primera vendimia exploratoria en 2016 donde se
superaron con creces las expectativas de su ice
wine. Y en 2017 ya consiguieron 1.200 botellas, siempre numeradas, a las
que con mimo se les dotó del nombre “‘M de Alejandría’ en un diseño de Alba López. Todo muy grupal, con sus
amigos.
“M de Alejandría es M de mujer, M de madre y M de momentos a compartir
con este moscatel pajizo e intenso; un vino diferente, con tapón de cristal y
maridaje gourmet”.
Las primeras 50 botellas de ‘M de Alejandría’ 2017 tuvieron
su protagonismo y ritual: “la número 1 para mi padre, la 2 para mi
madre -la parte prudente del
proceso- y la 3 para mi hija”.
2018 ha traído la segunda vendimia y 2.400 botella y “hasta
madrina de la vendimia: Meritxel López”.
Cristina se muestra orgullosa de su vino gourmet que ya
cuenta “con cinco puntos de venta en Madrid” y exultante recuerda que “en la
cena los estrellas Michelín el propio Rafael Ansón calificó M de Alejandría ‘como
un vino sublime’”.
Ahora mismo tiene peticiones de Italia, Francia y China,
pero una mínima producción “y apuesta firme y decidida por la calidad;
no vamos a aumentar la producción más allá de las 10.000 botellas en años
sucesivos; lo que la viña nos produzca. Mandan la vid y el vino”.
Tertulianos en tertulia (Foto: M. Ayús) |
Recordó que “M de Alejandría nace de un sueño”. Y
tomando a Dalí, contó que “un vino requiere de un loco -loca,
en este caso- para crecer, de una sabio -la figura de su padre siempre
presente- para velar por él, de un lúcido para elaborarlo -el enólogo
Daniel Belda- y de un amante -Ud. mismo/a- para entenderlo”. Muy
respetuosa con las tradiciones, sabiendo que “el moscatel, si no tiene el mar
cerca, entristece y llora”, señaló que “las raíces son fundamentales pero
que, sin olvidarlas, hay que ir con los tiempos”.
Como siempre pasa en la Tertulia, hablamos de mucho. Claro,
siendo ella asesora en materia de Turismo, el turismo centró la otra mitad de
la tertulia. En turismo, Cristina recomendó “atención exquisita, formación,
idiomas y apostar siempre por la calidad; superar las expectativas de los
clientes”. Sentención con aquello de que “la categoría de un hotel no está
en las estrellas de la fachada”… Y
nos anunció que su más inmediato proyecto pasa por implicarse en el enohotel de Daniel Belda, en Fontanars
dels Alforins en La Vall d’Albaida.
Con un maravilloso regusto tras probar ‘M de Alejandría’
cerramos el viernes 15 de marzo una tertulia en el Meliá Benidorm donde
cambiamos el café con una copa del vino moscatel de Cristina para el que pide
dignidad y ofrece la mayor calidad: “hay que acostumbrarse a degustar un buen
moscatel; marida bien con muchos platos”
Suerte Cristina. Pero ya sabes: ¿Y por qué no? Lo tuyo es
autenticidad y ya cuentas con el premio Desafío Mujer Rural.
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