El Campo de Montiel
ha saltado a la palestra por el terremoto de ayer: epicentro cercano a Ossa de Montiel.
Sí, el viejo Campo de Montiel. Por allí se dio la batalla de Montiel (1369) donde los
hermanos Enrique y Pedro de Trastámara (Guerra Civil de
Castilla -apéndice de la Guerra de los Cien años- riñas de hermanos) se dieron
de todo menos la mano; incluso Pedro perdió la cabeza (físicamente).
Sí, se tienen que acordar: aquí entra en acción el famoso Bertran de Guesclin (el de “ni quito, ni pongo rey”). Enrique será
Enrique II de Castilla, y Pedro I, por muy “el Cruel” o “el Justiciero” que
fuera -según el bando que editara su biografía-, y rey legítimo que era, acabó
sus días en el Campo de Montiel, frente al castillo
de la Estrella. Bueno, bueno, bueno, si hasta el “Príncipe Negro” (Eduardo
de Lancaster) estuvo por aquí en los saraos de entonces. Aquello sí que era
alianza de civilizaciones y globalización. Menuda peli “de espadas” que se
montó.
El Campo de Montiel es un viejo territorio de la Orden de Santiago, de cuando las
comunidades santiaguistas ponían en cultivo tierras baldías ganadas a los andalusíes,
que las había ganado a los visigodos, que las habían arrebatado a los romanos,
que las habían conquistado a tribus carpetanas… Tendremos que ir a buscar al
que primero pagó el recibo de Rústica.
Bueno, pues el Campo de Montiel no es otra cosa que un
terreno de monte bajo, entre las sierras Morena y de Alcaraz, que alberga hasta
las Lagunas
de Ruidera, río Guadiana a
fin de cuentas. Y otros ríos más que surgen de aquí: que si el Jabalón y el Azuel, que si el mínimo Dañador
(¡vaya nombre para río tan mínimo!; ¡cómo se las debía gastar!) y el Guadalén; que si el Guadalmena… Tierra rica en agua, por
arriba y por abajo (el famoso Acuífero
24).
Pero por el Campo de Montiel aflora el Mesozoico (incluso el Triásico
y el Jurásico). En el altiplano de Montiel hay calizas,
margas, arcillas y yesos; en sus suelos calizos se desarrollan sabinares y
encinares… pero pocos. Es que la orogenia alpina pasó por el Campo de Montiel
casi sin rozarlo; ya se ocupó de las Cordilleras Béticas. Eso sí, reactivo las fracturas hercínicas del viejo zócalo. Y
por encima nos dejó un relieve de mesas
y cerros testigo que luego el hombre
ocupó con castillos (como el de la Estrella, en Montiel).
Lo bonito de este campo es la karstificación de las calizas que, ayudado el proceso por la
tectónica y la biología, ha dado lugar a las lagunas escalonadas de Ruidera; escalonadas gracias a las barreras
de tobas travetínicas que han
marcado esas bandas. Y el agua va saltando de laguna en laguna; pero bueno, que
la última es zona un cenagal. Guste o no.
Y vuelvo al terremoto porque todos se han echado a la calle,
por el susto, o se van a echar, por el disgusto. Ya hay convocadas
manifestaciones contra el fracking.
Yo tengo poco, o nada, que apuntar a ese respecto; el de
echarse a la calle.
Y es que si tomamos el ranking de zonas que pueden sufrir
terremotos en este país, tenemos que las zonas pirenaicas y béticas (en la
línea Huelva-Alicante, pues los sistemas béticos se hunden en el mar por el
cabo de la Nao) y la Depresión del Guadalquivir estarán en la parte alta de
podio. Oro. La plata se la ponen al Sistema Central y a la Depresión del Ebro
junto a la costero catalana, y dejan la Cuenca del Duero, la Fosa del Tajo y el
Campo de Montiel para el bronce del tercer puesto. El diploma olímpico se lo
dan al macizo galaico, que se mueve menos que el gnomo del jardín.
Pero es que el terremoto de ayer, el del 23F, se produjo en el
Campo de Montiene, en el antepaís Bético-Castellano, es una zona de interplacas que se mueve. Y sí,
¡se mueve! Puede que no se acuerden de aquello, pero en los años 90, del siglo
XX -ayer mismo y durante toda una década- se movió lo suyo, lo que preocupó
innumerables estudios.
Y nadie metía agua a presión en el subsuelo para hacer
fracking. Acuérdense.
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