Siempre he sido muy crítico con los agoreros climáticos.
Sobre todo porque han tomado el tema como dogma
de fe y, los demás, aún estamos estudiando la cosa esta del clima.
Pues no que la NASA
lanzó ayer mismo (31 de enero) un nuevo satélite para estudiar la humedad del
suelo y recabar datos para precisar inundaciones y sequías que nos ayuden a
situar un patrón que nos ayude a avanzar a definir impactos sobre el tema. Sí,
ayer, un cohete Delta II subió al satélite del Programa SMAP (Soil Moisture Active
Passive), a la hora de comer, desde la base aérea de Vandenberg (California;
Fuerza Aérea de los EEUU). El SMAP tiene cobertura global, tomará mediciones y
las enviará para compararlas con las bases de datos existentes para ampliar
conocimientos. Muchos organismos pueden asociarse ya a SMAP, recibir datos y
programas medidas. El proceso global durará 3 años y cada 3 días elaborará un
mapa general de la situación del planeta. Para enero de 2016 ya podremos estar
en condiciones de efectuar una buena radiografía de cómo está la cosa y ver si
se confirman los patrones existentes.
Pero ahí no queda la cosa. Cada vez avanzamos más hasta en
las predicciones meteorológicas (del tiempo meteorológico). Desde hace un
cierto tiempo (cronológico) sabemos del papel regulador de los océanos en la
preservación de las condiciones atmosféricas. El Centro Nacional de
Oceanografía (NOC) del Reino Unido
está empeñado en predecir situaciones y ya ha descubierto un patrón que refleja
situaciones de inviernos severos en Europa y que se vienen a pares.
Esto tiene que ver con la Oscilación negativa del Ártico. La
Oscilación de Ártico Norte (NAO;
NAO+/NAO-) se popularizó a través de los medios de comunicación muy
recientemente; en los manuales de climatología tenía algún tiempo más. Hacejustamente tres años ya hablábamos de ella en este Blog y en abril de 2013centré más la cuestión. Vamos, que es algo ya conocido.
El Observatorio de la Tierra, de la Nasa, dice que “la oscilación ártica es un patrón climático
que influye en el clima invernal en el hemisferio norte. Se define por la
diferencia entre el aire del Ártico y el de las latitudes medias norteñas
(45ºN; eje Montreal-Burdeos). Por lo general, predomina en el Ártico una masa
de aire de baja presión, mientras que la presión del aire que se encuentra en
las latitudes medias suele ser mayor. Esta diferencia de presión genera vientos
que confinan el aire extremadamente frío en el Ártico. A veces, los sistemas de
presión se debilitan, disminuyendo la diferencia de presión entre el Ártico y
las latitudes medias, permitiendo que el aire frío del Ártico se deslice hacia
el sur, arrastrando aire más cálido hacia el norte. Si es fuerte este proceso, la
oscilación se dice que es positiva; y si esa oscilación es más débil, se dice
que es negativa”.
Bueno, pues el caso es que han detectado que ante unas
condiciones netamente definidas, el invierno del año siguiente es extremo… y
viene en packs de dos.
Estudiando los inviernos de 2009 y 2010 y conociendo la
existencia de la Circulación Meridional Atlántica de Vuelco (CMOZ) -que es uno de los reguladores
térmicos más importantes del planeta- y su afección por el recientemente
descubierto Flujo oceánico del Norte de Islandia (NIJ) resulta que la crudeza de los inviernos europeos depende de
ella; de la CMOZ. El operativo parece simple: el océano almacena las anomalías (las aguas frías se hunden) y
comienzan a ascender tras el punto álgido del verano y se exponen y
retroalimentan el invierno siguiente, complicando la situación. A esto le
llaman “memoria atmosférica de temporada”
y con ello se dan dos inviernos severos; a pares. Este estudio del NOC ha
evidenciado que “los inviernos severos, a
pares, han coincidido, en los últimos
cincuenta años, con fuertes reducciones de la CMOZ”. Y ya tenemos un
patrón de comportamiento establecido y en base a ello, cuando nos encontremos
con una anomalía de la CMOZ avisaremos de que se nos vienen encima dos
inviernos duros. Desde los duros inviernos 1969 y 1970 se han desarrollado
cinco pares de inviernos extremos de estas características.
Así las anomalías CMOZ se detectan entre el Ecuador y los
50ºN y ahora están asociándose al campo de vientos. Ya han quedado asociadas a
un modelo decenal de anomalías que se asociación con la NAO (Oscilación del Atlántico Norte). En el primer invierno estamos
ante un índice muy negativo de esta Oscilación Ártica y en el segundo invierno
ya estaríamos ante una Oscilación Ártica más localizada; regional, incluso. Y
esto se ha venido cumpliendo durante el periodo estudiado: 1969-2009.
Pero una vez que hemos descubierto la existencia de la
llamada “memoria atmosférica” ahora
hay que averiguar dónde y por qué se origina esta “memoria”, lo que nos abre un nuevo campo de investigación y no de
elucubración.
Con este trabajo ha cobrado fuerza la Espiral de Ekman y su Tasa de Transporte. Aunque fue Nansem -a bordo del Fram, camino del Polo Norte- el que la
visualizó (los icebergs no seguían la dirección trazada por los vientos), fue
el oceanógrafo sueco Vang Walfrid Ekman
el que en 1896 la señaló. Así, el movimiento medio de las aguas oceánicas se
dirige hacia los 90º, a la derecha en el hemisferio norte y a la izquierda en
el hemisferio sur, respecto a la dirección del viento en la superficie. Y así,
con este movimiento de espiral terminan generándose hundimientos y surgencias
de agua. Las surgencias afloran aguas ricas en nutrientes, igual que hacen las
corrientes upwelling.
Hay varias organizaciones internacionales en busca de “la verdad”; no todo son pajas mentales
apocalípticas. Lo mismo es cierto; por ello hay que investigar.
En 2014 la NASA
apostó decididamente por saber cómo estaba la cosa. Con la JAXA japonesa comenzó en febrero por lanzar un satélite para medir
la precipitación global (GPM). En julio puso en órbita el
observador OCO de los niveles de carbono (vamos, medir el famoso y “taimado”
CO2). Los vientos oceánicos comenzaron a medirse con el lanzamiento, también en
julio, del ISS-RapidScat hacia la Estación Espacial desde donde también se
comenzaron a medir, desde septiembre y gracias al sistema CATS, las partículas
menores de la atmósfera En noviembre se iba a lanzar el SMAP, que se hubo que
retrasar hasta ayer (31.01.2015) por varias cuestiones.
En fin, un importante esfuerzo para saber de lo que aún no
sabemos nada. Y aún es muy pronto para establecer una imagen de conjunto con
los datos que de estos cinco programas -cinco- estamos ya recibiendo.
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