Ayer, la alerta por riesgo de tsunami -anunciando una ola de
1 metro (cuando se trata de una sucesión de olas)- me dejó perplejo. Sí,
desalojaron la playa de Benidorm -un ratito- y todo volvió a la normalidad en
cuanto se desactivó la alerta. Como ejercicio, decir que nos salió redondo;
como alarma, pues… No le pillo la gracieta.
Vale que desde el pasado 27 de agosto flotaba en el ambiente
un cierto resquemor desde que Ocean Science colgara su “Simulación de generación de tsunamis y las inundaciones costeras en elMediterráneo Oriental”[1] contando
lo que podía pasar ahora cuando un bicho de estos anda suelto. Las conclusiones
afectan a sectores de un mar muy compartimentado como es el Mediterráneo; que
si oriental y occidental -y después nuevas compartimentaciones- completando dos
grandes cubetas y con distintos comportamientos. Por cierto, que de ahí -y deun estudio previo- obtengo el mapa de las zonas tsunamigenésicas del
Mediterráneo donde viene marcada la amplia zona “Argelina” que nos mira puñetera
y las varias que hay en la cubeta oriental.
Con un rombito rojo he señalado la zona del terremoto de
ayer que no cae en ninguna de las áreas señaladas porque, como ya dije ayer por
algún sitio, la falla que allí nos ocupa y preocupa (Corfu-Lefkada) no tiene
ese poder maléfico que le adjudicamos a las de subducción y a la inmediata, la
número 12 del Golfo de Corinto. No son mancas las de las zonas 9 y 10 (Arcos
helénicos del Este y del Oeste) que son más activas que las del mar de Alborán,
las del número 1. Y es que para clasificar el potencial tenemos referencias de
estos fenómenos en el Mediterráneo desde el año 436 aC; que ya ha llovido.
Por supuesto que no estamos libres de un hachazo de estos,
como el de ayer, y que no sería la primera vez que nos llega. Ya hemos colgado
varios Posts al respecto en 2010 (al respecto del de 2003), 2011 (sobre el de
Senday) y 2014 (del de Argelia) con dibujito del efecto de llegada y todo, que
nuevamente reproduzco, y donde se ve cómo impacta la onda con la forma del arco
de la provincia.
Como poder, se pueden producir. De hecho tenemos registros
de varios de ellos.
Ahora se estudian concretamente en zonas muy específicas. El
trabajo al que aludo se ha centrado en la cubeta oriental y lo ha medido y
calculado con precisión. En este trabajo le otorgan mayor puñetería a la falla
que cobró ayer el protagonismo de la alerta, pero sin situarla en lugar
tsunamigenésico.
El caso es que España cuenta con una red de alerta de
tsunamis. En cuanto se detecta un sismo en las zonas de inducción de tsunamis
(que están catalogadas) se meten los datos en un modelo informático que alerta
de las zonas de posible impacto y se alerta a protección civil. Los datos en
tiempo real de la red de mareógrafos permite confirmar o descartar la alerta. La red
española de alerta de tsunamis se integra dentro del proyecto NEAMTWS (Sistema de Alerta Temprana de
Tsunami en el Atlántico Noreste y el Mediterráneo), que se puso en marcha
cuando, tras el tsunami de Sumatra de 2004, pero la red europea no funciona
como un sistema integrado, sino como un conjunto de redes nacionales.
Todo esto me lleva a plantear que lo que habría que hacer es
estudiar los efectos que podrían tener estos individuos –a fin de cuentas,
riesgos naturales- en una bahía tan simétrica como la nuestra y con una isla en
medio de ella, en el frente de ataque, así como el strand que tenemos. La
suavidad de la pendiente de la plataforma continental, desde la bahía de Jávea
hasta más abajo de La Vila, está en un valor medio del orden del 0’15% (Ana Mª
Blázquez, 1999) con discontinuidades laterales, prismas sedimentarios y
sistemas de beach rocks desigualmente
repartidos, sólo alterados, mucho más abajo, por el cañón de Benidorm. Hablamos
de sistemas litorales fósiles sumergidos a poca profundidad y atrás muchas
cosas que afectan al desarrollo de esa onda que es la ola de puerto.
Tenemos bastante estudiada la plataforma de una manera
geológica y pasiva. Ahora sería bueno que estudiáramos cómo afecta la columna
de agua desplazada cuando se encuentra por debajo una suave pendiente que la va
laminando y haciéndole perder intensidad; que no es lo mismo que chocar
bruscamente contra una plataforma continental abrupta y volcar toda su fuerza.
Que así me lo explicaron en su día.
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