Del
Tribunal de Cuentas ha salido a la
luz un informe de fiscalización sobre la atención sanitaria en 2009 que
con cifras de la atención a extranjeros evidencia la realidad del Turismo Sanitario en España.
En
primer lugar, el informe ha denota deficiencias en el intercambio de
información entre el Instituto Nacional de la Seguridad Social y los Servicios
de Salud de las Comunidades Autónomas y el Instituto Nacional de Gestión
(ciudades autónomas de Ceuta y Melilla). Estos fallos en el intercambio de
información -que ya han sido subsanados, según el propio Tribunal- incidieron en
la eficacia y eficiencia de la gestión de la facturación emitida a España, lo
que causó pérdidas de unos 20
millones de euros entre 2007 y 2008. Pero eso no es casi nada; es cosa del
Reino Unido y número de facturas que nos remite y no del coste real de los
tratamientos que no paga.
El
informe va a más; y aunque no se alardea de criticarlos mucho porque son
vecinos peninsulares, el Tribunal sí ha detectado que el número de facturas
emitidas a ciudadanos de Portugal “supera
significativamente el promedio” del resto de los países de la UE,
concentrándose las prestaciones sanitarias prestadas en las provincias de
Badajoz y Pontevedra, las limítrofes mejor dotadas asistencialmente. Sólo en
Galicia supone un extra de 60 millones de euros; de Extremadura no he
conseguido los datos al no estar pormenorizados. Vamos, que existe un “importante”
número de ciudadanos portugueses que
se trasladan a España “de manera deliberada”,
señala el espabilado redactor del informe, para recibir atención médica, y no se encuentran en estancia temporal en
España. Va a más lo redactado: “lo que desnaturaliza el objetivo de la Tarjeta
Sanitaria Europea, que solo debe usarse de manera coyuntural”. Francia
no va a la zaga; ni Alemania, ni el Reino Unido, ni Bélgica… somos un coladero
sanitario.
Yendo
a más, el informe dice que “España sólo emite facturas por un total de
103.672 pensionistas extranjeros -residentes en España- a sus
países de origen mientras que, según el Instituto Nacional de Estadística, el
número de pensionistas extranjeros empadronados es España alcanza los 231.364,
lo que arroja una diferencia de 127.692 personas a las que se atiende en España
y por las que España no percibe ninguna cuota”. Vamos que esas cifras
no se las merienda ya nadie por muy de 2009 que sean. Pero con esas andamos.
Y
lo mismo que dice una cosa el citado informe, señala la recíproca: de los otros
países nos pasan facturas hasta del aire que respiran y a las que sí debemos
hacer frente. Así, “en 2009 -dice el
informe-, España recibió 3.148 facturas por tratamientos odontológicos
recibidos por españoles en Alemania, Francia y Bélgica, países donde estas
prestaciones están cubiertas por sus sistemas nacionales de salud”. Y
nosotros pagamos.
El
terrible informe también hace hincapié en el “elevado coste económico” que supone la asistencia sanitaria a extranjeros sin recursos económicos suficientes.
Este colectivo, que dice que suma 453.349
personas, costó en 2009 a
la arcas del Estado 451,48 millones
euros. Por ello se pide, en el texto, al Gobierno que impulse las medidas
legislativas necesarias para que el citado coste recaiga sobre los países de
origen de los pacientes… lo que en la mayoría de los casos es imposible.
Hay
casos en los vamos de quijotescas hermanitas de la Caridad que llaman la
atención. En Ceuta y Melilla se atiende a las marroquíes parturientas y a los
menores marroquíes por la imposibilidad que tienen ellas y ellos de acceder al
parto y a la atención urgente en su hospital Nador, por ejemplo. Ellos lo
saben, y lo aprovechan: y se les da la factura de la atención a sabiendas de
que su sistema sanitario nunca la pagará. La Ley de Extranjería y la Ley del
Menor obliga los centros sanitarios de Ceuta y Melilla a atender estas
cuestiones. Jódete Manuel, cómo está el parque.
En la Comunidad
Valenciana se atiende a unos 400.000 extranjeros con un coste extra de 320
millones de euros anuales… y en toda España, y de forma oficial, sólo hay 103.672
pensionistas extranjeros censados.
El
19 de enero de 2011 la UE aprobó una
Directiva que regulaba la asistencia transfronteriza (Directiva 2011/24/UE) que no se aplicó en España ni por el
gobierno del PSOE ni por el de las Comunidades Autónomas. En España residen
oficialmente más de 3 millones de extranjeros de forma legal y a tenor de las
estadísticas, unos 550.000 tienen más de 55 años. Pero con datos del informe de 2009, unos 700.000 extranjeros pasaron por los
quirófanos españoles con un coste de 971 millones de euros. Pero es que hay
algo más grave: el Real Decreto 240/2007, que traspone la anterior Directiva europea
2004/38, obvia el contenido del artículo 7, que establece una clara garantía paraimpedir que los ciudadanos de unos países abusen del sistema asistencia deotros. En concreto, ese artículo establece que todo ciudadano de la Unión
tiene derecho de residencia en otro estado miembro durante más de tres meses si
es trabajador por cuenta ajena o propia en el estado de acogida, o “dispone, para sí y los miembros de su
familia, de recursos suficientes para no convertirse en una carga para la
asistencia social del Estado miembro de acogida durante su período de
residencia, así como de un seguro de enfermedad que cubra todos los riesgos en
el Estado miembro de acogida”. Según Sanidad, la supresión de ese artículo
supone que España no puede facturar los servicios sanitarios prestados a
cientos de miles de ciudadanos. Vamos a
solucionarlo.
El
colmo es que hay páginas web que te dicen cómo acceder al turismo sanitario en
España: desde las oficiales del gobierno de su graciosa Majestad, ahora casi de
jubileo sexagenario http://ukinspain.fco.gov.uk/en/help-for-british-nationals/living-in-spain/
a otras como http://immersivemedical.com/medical-tourism_spain_2.html
y http://www.treatitabroad.co.uk/MedicalTreatmentsInSpain.html;
incluso hay páginas que te informan hasta del ahorro que supone hacer turismo
sanitario en España: http://www.treatmentinspain.com/medical-tourists/surgery/costs/
Esto
es demencial.
A
ver si esta iniciativa de la ministra Ana Mato y del Gobierno del PP pone coto
a todo esto: desde los panchitos a los moritos pasando por los europeitos de
morro gordo. La Directiva 2011/24/UE daba 2 años para actuar; estamos en plazo.
Actuemos.
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